Reseña del Libro: Tejiendo la Red

Reseña del capítulo “Tejiendo la red”, extraído del libro BERNERS-LEE, Tim: Tejiendo la red, págs.. 185-195,  Madrid, Editorial Siglo XXI de España editores, 2000.

El propio título, Tejiendo la red, hace referencia a lo que constituye el epicentro de este artículo escrito por el creador de la world wide web (www) Tim Berners-Lee: la progresiva construcción o configuración de la red internet. Una lectura atenta del texto concluye como primera idea principal que la web (la red o internet) abre el camino hacia la creación de una (súper)estructura en el hiperespacio que, a través de la intercreatividad y la intuición de grupo, surgidas a partir de la suma de los pensamientos individuales puestos en relación, nos permitirá trabajar todos juntos de forma armoniosa, al margen de barreras geográficas y/o culturales, dejando de esta forma atrás al conflicto como mecanismo básico.

Para la exposición y desarrollo de la idea mencionada, el autor plantea una serie de ideas subordinadas a ésta que constituyen la base de sus planteamientos:

·         La superación de las barreras geográficas y culturales de los grupos humanos.
·         La intuición del individuo-usuario aplicada al entorno web como capacidad para interconectar vínculos creados por usuarios diferentes, desde lugares diferentes y sin ninguna aparente conexión, lo que nos conduce directamente a la siguiente idea.
·         La interconexión de los usuarios, individuales o grupos, en el entorno web.
·         La capacidad para aceptar una información, como límite a la ventaja del web de aportar un mayor volumen de información de forma más rápida.
·         La creación de “pequeñas subculturas” inconscientes de ello hasta que comienzan a abrirse a otros grupos.
·         La libertad de elección que nos proporciona la red.
·         La analogía del “cerebro global”: la gente parece estar naturalmente hecha para interactuar con otros como parte de un sistema más grande (pág. 191).
·         La sustitución de la discusión por la comunicación como parte necesaria del proceso de aprendizaje.

Todas las ideas anteriores se constituyen a su vez como condiciones necesarias para la consecución de la mencionada “estructura en el hiperespacio”, alguna ya reales, como la libertad de elección que nos ofrece la red (la hipertextualidad nos permite seleccionar unos u otros vínculos decidiendo así libremente el modo y orden en que accedemos a la información, construyendo, en definitiva, nuestra propia información), otras aún a medio camino, como la construcción de ese “cerebro global”.

En lo que respecta a estructuración del artículo, lo primero que cabe destacar es la brevedad del mismo, apenas diez páginas que, sin embargo, resultan suficientes para que el Berners-Lee, de forma continua e ininterrumpida, desarrolle, explique e incluso ejemplifique la idea pretendida.
No encontramos aquí epígrafe alguno que subdivida el texto en partes visualmente diferenciadas sin embargo, una lectura del mismo nos permite comprobar que no está redactado como un continuo, si no siguiendo una estructura que, si bien no está explícitamente reflejada en el papel, sí lo está en la mente de su autor y, por lo tanto, también de lector.

Vistas estas consideraciones previas, llama poderosamente la atención la forma en que se inicia el artículo: una serie de preguntas abiertas que ya nos dan la pista de lo que el autor pretende desarrollar: “¿podrá el futuro web cambiar el modo en que la gente trabaja junta y aumenta sus conocimientos en una pequeña empresa, en una gran organización, en un país?(…) ¿puede usarse para cambiar el mundo? (…) ¿puede hacer un cambio de fase en la sociedad, un avance hacia una nueva manera de trabajar? ¿Y eso será para mejor o para peor?”
Estas cuestiones abiertas constituyen la introducción del texto, una forma distinta de plantearlo que tiene como primer efecto llamar la atención del lector hacia lo que está por venir. A partir de este punto se inicia el desarrollo del artículo propiamente dicho en el que el autor trata de responder a las cuestiones planteadas al comienzo a través de las ideas que hemos expuesto más arriba. Finaliza el artículo casi del mismo modo en que comenzó, planteando un interrogante, por un lado abierto al lector, por otro lado al que él mismo da respuesta mediante una reflexión interior: “…si tenemos la voluntad individual suficiente, podemos hacer colectivamente de nuestro mundo lo que queramos.”

En otro orden de cosas, y una vez repasada la estructura externa del texto, cabe plantearnos si el discurso posee la solidez necesaria y si las ideas expuestas se hallan coherentemente relacionadas entre sí. Lo primero lo alcanza mediante dos técnicas fundamentales: por un lado, la explicación concienzuda de los términos a los que se refiere no deteniéndose simplemente en el concepto, si no adentrándose en él y estableciendo su evolución desde el mero concepto hacia su aplicación al ámbito que nos ocupa, la red. Sirva como ejemplo a este aspecto el tratamiento del término “intuición” que hace el autor: comienza definiéndolo como la capacidad para resolver problemas sin usar un método lógico bien definido, expone después por qué es necesaria en nuestra sociedad, y prosigue aplicándolo a la web: El paso intuitivo tiene lugar cuando alguien que está siguiendo vínculos de varias personas independientes se da cuenta de que hay una relación importante entre todas, y crea un atajo para registrarla. Por otro lado, la ejemplificación empleada por el autor en su discurso explicativo: basta con mencionar la referencia a su propia experiencia personal en la iglesia Universalista Unitaria, o incluso la referencia que hace a la uniformidad de una multinacional como McDonald’s.

Por lo que respecta a la coherencia de la interrelación de ideas, es decir, si existe una lógica relación entre todas ellas, es evidente, visto lo visto hasta ahora, que la repuesta no puede ser si no afirmativa. El autor relaciona y entrelaza unas ideas con otras construyendo así el discurso que da respuesta a las cuestiones inicialmente planteadas. La intuición surge a partir de la ruptura de las barreras geográficas y culturales que supone la red, y es relacionada con una de las grandes características que definen internet: la hipertextualidad; sirve además, junto con la intercreatividad y la interconectividad, como base para alcanzar la idea del “cerebro global” o “cerebro intuitivo mayor”, aspecto éste al que volverá a recurrir más adelante estableciendo una analogía entre ese cerebro global y la web. También la intuición, la intercreatividad y la interconectividad serán empleadas por el autor como puntos de partida para explicar la aparición de “subculturas”, recurriendo de nuevo a este aspecto más adelante al hablar acerca de “la verdad”. Es evidente con estos ejemplos que el discurso desarrollado por Tim Berners-Lee, sus ideas, los términos y/o conceptos empleados… se hallan todos ellos relacionados entre sí, dando así al texto una sensación de globalidad y movimiento continuo que facilita su comprensión por parte del lector.

La necesidad de realizar un análisis crítico a las ideas contenidas en éste o en cualquier otro documento es evidente, básico y primordial para alcanzar el conocimiento propuesto y/o desarrollar ideas propias al respecto.
Hasta ahora hemos mencionado las ideas expuestas en este artículo y analizado su estructura formal así como la coherencia del discurso. De todo ello se desprende una valoración positiva sin embargo es necesario adentrarse en los temas tratados, en el contenido, comentarlo y matizarlo, extrayendo los puntos acertados y, en su caso, las posibles carencias que de él se puedan desprender.

La superación de barreras geográficas y, en menor medida, culturales, la interconexión de los usuarios de internet o la intuición aplicada a la realidad de la hipertextualidad de la red, constituyen ideas reales, en el sentido de que ya son incuestionables.

La red nos proporciona una cantidad enorme de información procedente de muy variadas y abundantes fuentes; este volumen de información es una ventaja en la medida en que pueda ser procesada por el usuario. Éste es el límite que Berners-Lee establece a la ventaja informacional de la red y que podemos poner en relación directa con el término “infoxicación” acuñado por Cornellá y que pone de manifiesto la dificultad que poseen los sujetos (usuarios) para procesar la información que se genera en la red de redes debido al aumento exponencial del número de emisores de información y por consiguiente, de contenidos. Esta idea, bien desarrollada por el autor, se halla directamente relacionada con un aspecto esencial obviado por Berners-Lee: la fiabilidad de las fuentes, que sin embargo Cornellá expone claramente “Internet es un medio ideal para difundir información falsa. Primero, por la falta de control: todo es publicable. Y, segundo, por su falta de calidad, nadie garantiza que lo que lees es verdadero o falso” (Cornellá, 2000: 168-169).

Otro aspecto, como la analogía del “cerebro global”, algo mucho más intangible y difícil de precisar, se presta a interpretaciones variadas y puntos de vista diferentes. Todo parece apuntar a que estamos recorriendo el camino hacia la consecución de tal concepto. Sin embargo, no debemos caer en el error de confundir la idea del cerebro global con la del pensamiento único; ese cerebro al que hace mención el autor no está integrado por un único modelo de pensamiento, si no por la suma de los pensamientos individuales y la interconexión de todos ellos en un espacio virtual que a la vez supone la generación de nuevos pensamientos e ideas surgidos a partir de la intuición.

Por último, y aunque podríamos continuar analizando otros aspectos, existe una idea que de modo muy indirecto surge en la mente tras la lectura del texto: está claro que el autor se refiere a internet, a la web, a la red de redes y, tal vez por ello, y también de forma lógica, se centra, sin mencionarlo, en sociedades con acceso a la tecnología, sin hacer referencia alguna a los efectos que puede tener con respecto a zonas o sociedades que quedan aisladas de la ésta. No es éste el objeto de este artículo, sin embargo no podemos dejar de mencionarlo pues ¿es posible un “cerebro global” sin la participación de toda la Humanidad? ¿es moralmente viable? ¿hacia dónde podría conducir? Son preguntas que dejamos en el aire y sobre las que no profundizaremos por no ser éste el tema del texto que estamos tratando pero sobre las que, sin lugar a dudas, se hace necesaria una reflexión así como relacionar (interconectar) con el eje que articula las palabras de Berners-Lee.

La interconexión de la red de redes es un aspecto acerca del cual todos los usuarios de internet pensamos alguna vez, lo mencionamos en muchas ocasiones y lo escuchamos frecuentemente en medios tanto generalistas como especializados. Sin embargo, este artículo nos permite profundizar en esa idea, analizar sus posibles efectos, causas, consecuencias o descubrir nuevas teorías acerca de cómo podemos estar encaminándonos hacia la consecución de una verdadera globalidad en la cuál todos podamos trabajar en conjunto, aportando nuevas ideas, sin que para ello sea necesario reunirnos en torno a una mesa como antaño. Y todo ello en apenas una decena de páginas.
Resulta, por lo tanto, necesario acudir a artículos especializados, que nos permitan la profundización en aspectos que en muchas ocasiones ya consideramos pero que pasan desapercibidos por no llevar a cabo una profunda reflexión. Todos los usuarios de internet hacemos uso de la hipertextualidad, “navegamos” de unas informaciones a otras, en mayor o menor media relacionadas, según el caso, expuestas por individuos independientes y ya en nuestra mente, hilvanamos todas esas ideas, las ponemos en cuestión o no, y las interrelacionamos. En definitiva, aplicamos nuestra intuición al entorno de la red y contribuimos con ello al trabajo global propuesto por el autor siempre y cuando, eso sí, plasmemos nuestras ideas en nuevos vínculos. Pero, ¿nos habíamos planteado antes esta cuestión que diariamente ponemos en práctica? La respuesta a este interrogante es la respuesta a la necesidad de artículos como el que nos ha ocupado.


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