Todas las leyes físicas, que en definitiva son las que rigen el comportamiento del universo, son leyes matemáticas de forma bastante simple. Podemos ver esto examinando dos de las leyes más comunes e importantes de la naturaleza: la Ley de la Gravitación Universal y la Ley de Coulomb. Ambas nos dicen que existe una fuerza recíproca entre dos partículas proporcional a la masa (o carga) de ambas, e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que las separa. Estas leyes implican que las partículas describan trayectorias sencillas (en general elipses, hipérbolas o parábolas) y, a nivel muy básico, pueden justificar el comportamiento del sistema Solar o del átomo.
La Química también nos da muestras de sencillez. Los compuestos más importantes y abundantes de la naturaleza son, de hecho, muy sencillos: dos o tres átomos distintos agrupados en una molécula, o redes de átomos iguales colocados en el espacio formando cubos o tetraedros, etc...
Cuando esto mismo se intenta aplicar a la Biología nos topamos con un problema: ¿por qué todo se complica? Examinando un concepto importante, como es la evolución, nos encontramos que ya no es un mecanismo tan sencillo como una fórmula, e incluso podríamos decir que es imposible reducirlo a un primer principio, o conjunto de ellos, porque son muchas las circunstancias que influyen e innumerables las posibilidades. Las moléculas que forman parte de los seres vivos ya no son pequeñas ni regulares, sino que son macromoléculas, que además se asocian entre ellas de manera muy compleja para formar otras estructuras superiores, como la célula, que podemos decir que es la mínima estructura dotada de vida.
Podemos decir, por tanto, que la vida es una forma de agrupación de la materia que se sale de la norma de la simplicidad, para llegar a una complejidad máxima. ¿Qué es lo que permite esta complejidad?
Es claro que la inteligencia es una característica exclusiva de la vida. Sólo un ser muy complejo puede estar dotado de ella y además la vida ha ido evolucionando hacia ella inexorablemente. El hombre es el individuo más adaptado y que domina su entorno totalmente (tanto que va camino de destruirlo, pero esto es otro tema). Lo curioso de todo esto es que esta inteligencia es la que nos permite conocer esas leyes y estructuras tan simples de las que hablábamos antes, además de tratar de comprender las formas complejas, y de preguntarnos, en fin, como funcionamos nosotros mismos. Si hay que buscar un sentido a la vida, desde mi punto de vista, es el de aprovechar esta capacidad de la que se nos ha dotado para tratar de comprender a la misma naturaleza, en cualquiera de los múltiples aspectos que forman parte de ella.
¿¿¿ Son las mismas partículas las que se asocian de manera tan compleja para comprenderse a sí mismas???
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