Se está
discutiendo en el Parlamento una modificación de la ley 633/41 ("Ley sobre
el derecho de autor") que empeora gravemente el contenido de las normas
vigentes. (El texto se puede hallar en el site de ALCEI).
El giro más evidente (pero no el único) es la sustitución en el art. 171 bis
(que sanciona penalmente la duplicación de software) de la expresión
"ánimo de lucro" por la de "para sacar provecho". Esto
significa que es penalmente perseguible no sólo el comercio, sino también la
simple posesión de software no registrado.
Recientes sentencias han afirmado que la duplicación de software es relevante
penalmente sólo si está hecha con ánimo de lucro, es decir, para obtener un
beneficio económico derivado de la duplicación (en práctica: vender copias). En
ausencia de este requisito, la duplicación no autorizada es una simple
violación contractual o extra-contractual: por lo tanto es materia de
competencia civil y se resuelve como contienda entre las "partes". La
modificación propuesta elimina esta distinción y transforma en ilícita materia
penal (perseguible de oficio) cualquier tipo de duplicación.
De este modo no sólo perdura, sino que se refuerza, un equívoco cultural y
jurídico: considerar como delito lo que en realidad es sólo una violación de
ámbito civil, que debería dar lugar como mucho a una reclamación de cantidad.
Es absolutamente inaceptable que un ciudadano, por la simple posesión de un
programa no registrado, corra el riesgo de dos a ocho años de cárcel, cuando el
homicidio involuntario múltiple puede ser castigado con seis meses de
reclusión. Esto es sólo un ejemplo de los oprobios jurídicos contenidos en el
texto que actualmente se discute en el Parlamento, y esperamos -poniéndonos a
disposición de quien quiera profundizar en el tema- que no se promulgue una ley
por los contenidos aliberales, incívicos y vejatorios.
Un análisis más profundizado está disponible en el site ALCEI.
Comunicado 5/99 ALCEI - EFI
Pero el 'hacktivismo' ha roto una frontera: el
uso de cíberarmas, como el FloodNet. Para los hackers ortodoxos, es bueno poner
la tecnología al alcance de la gente, siempre que no dañe a nadie: para enviar
cartas de protesta a los representantes políticos, para montar páginas de
información, para distribuir boletines, para poner a grupos parecidos en
contacto... Pero los 'hacktivistas' van más allá y juegan al ataque. ¿Son
hackers ("buenos") o crackers ("malos")? Se preguntan los
observadores. "Estamos en medio -dicen ellos- y tendreis que inventar una
nueva ética para que quepamos nosotros".
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