Los accesorios para las cámaras (Parte II)

Trípodes, flashes, difusores, calibradores de cámaras y de monitores, kits de limpieza, en fin, un inabarcable mundo de accesorios rodea a nuestras cámaras, ya sea para permitirnos realizar imágenes que de otra manera no serían posibles o para hacernos más fácil el trabajo. En esta segunda parte nos referiremos a todos los que, sin actuar directamente sobre la imagen –tema que vimos en un anterior artículo-, resultan necesarios.

Un viejo principio dice que el tiempo máximo de exposición debería basarse en la fracción de segundo igual a la distancia focal del objetivo empleado. Es decir, con un objetivo de 50 mm. el tiempo máximo, cámara en mano, debería ser de 1/60 seg. Esto es válido para sujetos estáticos porque, si se trata de fotos de acción, las consideraciones son otras (velocidad del tema, distancia y ángulo de cobertura del objetivo).

accesorios cámara


Por ello, el trípode es el elemento fundamental para lograr imágenes de calidad, y no sólo para evitar las vibraciones, sino, por ejemplo, para obtener una mayor exactitud en el encuadre en fotografía de arquitectura, macrofotografía, reproducciones, retratos, etc. Y es también necesario cuando se emplea un objetivo de una gran distancia focal (por encima de los 200 mm), máxime si está montado en una cámara profesional: el peso del equipo es insoportable.
Existe una gran variedad de trípodes, con diferentes largos de patas, secciones, con cabezales intercambiables, ultralivianos fabricados en fibra de carbono o pesados, de estudio. Para viajes, sin dudas los más compactos y livianos. Para trabajos profesionales y uso intensivo, los más sólidos, con movimientos precisos y capacidad de montar cámaras pesadas. En el terreno profesional, en especial los fotógrafos comerciales y publicitarios, necesitan disponer de varios trípodes diferentes, pero un fotógrafo aficionado se las puede arreglar muy bien con un trípode liviano y fácil de transportar.
Algunas veces las diferencias entre un modelo y otro son sutiles, pero lo cierto es que en este terreno existe tal variedad de trípodes que siempre se puede encontrar aquel que se adapta a cada necesidad.
El Monopié, que deriva del trípode, es la solución perfecta cuando se necesita de una gran movilidad y, al mismo tiempo, obturar con tiempos que están en el límite de lo que se puede hacer con la cámara en la mano pero, por sobre todo, han sido pensados para cuando se usan objetivos de gran distancia focal, junto a cámaras pesadas. En la fotografía de deportes, por ejemplo, el monopié es muy necesario.
Como en el caso de los trípodes, hay muchos modelos. Es importante que permita desplegarse de tal manera que el visor de la cámara quede a la altura del ojo del fotógrafo. Su cabezal debe permitir movimientos fluidos. Algunos modelos cuentan con una suerte de estribo en su extremo inferior, sobre el cual se pone el pié para darle una mayor firmeza.
Recientemente, se han sumado diversos accesorios para adaptar las cámaras digitales a su función de video, ya que la ergonomía de las mismas no es la adecuada para realizar tomas en movimiento. Mariano Molinari, en Recursos Gratuitos en Internet aborda este tema.
A todos estos elementos destinados a convertir la cámara en una plataforma estable, se le agregan diversos soportes con mordazas o que se pueden aplicar a muy variados elementos, como puede ser la fijación de una cámara en el fuselaje de un avión o en la carrocería de un auto de carreras o moto.
Flash portátil 
El flash que tiene incorporado la mayoría de las cámaras es una solución de compromiso: posee poca potencia y genera una iluminación carente de modelado, plana y por ello poco natural. Además, en las réflex, el objetivo zoom y el parasol cubren parte del haz de luz, generando una fuerte sombra en la parte inferior de la imagen. A eso se suma su elevado consumo de energía. Por esos motivos las cámaras profesionales, de alta gama, no lo tienen incorporado.
Por ello, el flash portátil, compacto, es un accesorio importante, a pesar de la condena que una vez recibió de parte de Henri Cartier-Bresson (1908-2004): “no hay que usar flash, aunque sea por respeto a la luz”.
Los flashes portátiles pueden dividirse en dos grandes grupos: los automáticos de uso universal y los dedicados, que a su vez comprenden una variada gama de potencias. Los flashes dedicados son los más evolucionados técnicamente, puesto que intercambian información con el sistema de fotometría de la cámara e, incluso, de la distancia focal del objetivo.
Para su elección debe considerarse, la autonomía –cantidad de destellos por carga de baterías– y la potencia, además de los automatismos. Un fotógrafo de eventos sociales necesita de un flash de gran autonomía (además de contar con un juego extra de baterías) y de la máxima potencia posible, lo mismo que un reportero gráfico. Naturalmente, estas son las unidades más costosas. Que la antorcha pueda girar e inclinarse, para trabajar con luz rebotada desde distintos ángulos, es otra de las condiciones deseables.
Pero a un aficionado, que usa el flash eventualmente, le basta con una unidad más sencilla, de menor potencia y autonomía, más pequeña y compacta, que casi no le ocupe lugar en el bolso. Ahora, si se dispone de una cámara réflex avanzada, lo razonable es equiparla con un flash que permita desplegar toda su potencialidad.
Para aplicaciones especiales, como lo es la macrofotografía, se requiere de un flash anular, cuyo diseño es muy particular, con una antorcha de forma circular, que rodea al objetivo, generando una iluminación sin fuertes sombras o contrastes. Una de los usos es, por ejemplo, en la fotografia odontológica, médica, pericial, criminalística, etc.
Existen adaptadores que convierten un flash compacto en anular, lo cual es muy interesante ya que incrementa su versatilidad.
Además, hay accesorios como las pantallas reflectoras, para suavizar la luz sin reducir demasiado la potencia como sucede si se lo rebota en una pared o techo. Generan una luz más envolvente, con detalles en las sombras, mejorando de manera notable la calidad de las imágenes.
Otro accesorio interesante son los barrales, que permiten alejar el flash del eje óptico de la cámara, lo que también ayuda a lograr un mejor modelado, en especial en retratos y en fotos de grupos de personas, al tiempo que anulan el desagradable efecto de “ojos rojos”.
Bolsos, mochilas, chalecos
Excepto que se utilice una cámara compacta que se transporta en un estuche, para llevar el equipo se requiere de una valija, bolso o mochila. La variedad es muy amplia debido a que cada tipo de elemento de transporte obedece a diferentes necesidades.
Las valijas de aluminio, con compartimientos especializados para la cámara, los objetivos, accesorios, etc., dan la mayor protección posible a todo el equipo. En viajes largos en automóvil, por ejemplo, son muy aconsejables. Su único inconveniente es el peso y su rigidez, que las convierten en muy incómodas cuando hay que movilizarse realizando fotografías.
Por lo tanto, para llevar el equipo cuando se hacen fotos, los bolsos son una de las formas más cómodas, ya que por un lado sirven también para su transporte proporcionando, según el diseño, una buena protección. Si se estiba en el baúl de un auto, no se les debe poner peso encima.
En los casos en que se requiere disponer de una gran movilidad, también se hace necesario reducir el equipo fotográfico, porque peso y volumen -y esto es fundamental- atentan contra la movilidad. Un chaleco permite llevar dos o tres objetivos y un flash compacto, mientras que la cámara va colgada de su correa al hombro o en el cuello. Son muy prácticos para hacer reportajes.
La mochila, por su parte, es la manera más cómoda de transportar el equipo, gracias a que deja las manos libres y el peso es distribuido de manera uniforme, sobre los hombros. Para los fotógrafos de naturaleza, de paisajes o de viajes es, sin dudas, lo más aconsejable. Su inconveniente, es que el acceso a lo que se tiene guardado es más lento que el bolso, por lo que para un fotógrafo de acción o de reportaje puede ser molesto.
Existen cinturones con sus correajes para descargar el peso en los hombros, a los cuales se les puede ir adosando diferentes estuches o bolsos. Además, admiten distintas conformaciones según las necesidades.
Lo cierto es que un fotógrafo debería disponer de un bolso, un chaleco y una mochila (incluso el chaleco se puede combinar con el bolso o la mochila), para usar según las circunstancias, tal como se hace con la ropa.
Un capítulo aparte lo constituyen los estuches para llevar las cámaras compactas en el cinturón, que también son un elemento de protección cuando se las guarda en un bolso. Hay infinidad de modelos para todas las compactas.
En este grupo de elementos también debemos pensar en el calzado, que si bien no es un elemento propiamente fotográfico, es fundamental, al extremo que René Burri dijo: “en la fotografía se necesita mente, ojos, corazón y zapatos cómodos”.
Fotómetro y balance de color
Si bien las cámaras digitales cuentan con sistemas de fotometría realmente exquisitos y de una gran precisión, pudiéndose ajustar en diversos modos (matricial, promedio con preponderancia central, puntual), con el plus de que las imágenes se pueden analizar de inmediato y, mediante el histograma, comprobar la exactitud de la exposición, el fotómetro no ha perdido vigencia en diversas aplicaciones, como la fotografía de estudio, publicitaria, comercial.
El fotómetro permite determinar la exposición con exactitud y evaluar la compleja iluminación de un ambiente, por ejemplo de un set de tomas. Con mediciones por zonas se puede determinar dónde debería intensificarse la luz y establecer la diferencia de intensidad de las diferentes zonas, de tal manera de lograr detalles en las bajas y en las altas luces. Igualmente, hoy en día es un elemento de uso profesional en los niveles más altos de las aplicaciones fotográficas.
Además del fotómetro, la Tarjeta Gris y la Carta de Colores, son accesorios interesantes para obtener un exacto ajuste de las cámaras. El sistema de Auto Balance de color es probablemente uno de los sistemas automáticos relativamente más imprecisos. Por eso las cámaras permiten hacer ajustes manuales, con correcciones puntuales de cada color básico.
Como el monitor LCD de las cámaras, incluso los más avanzados, son también imprecisos en relación a los colores verdaderos de las imágenes, los elementos mencionados siguen teniendo aplicación. Hay fabricantes que los han desarrollado específicamente para uso en cámaras digitales.
Controles a distancia
Los hay de dos tipos: para sincronizar varios flashes o para disparar a distancia una cámara. Ambos evitan conexiones por cable que no dejan de ser muy engorrosas. Para los flashes son más efectivos que las fotocélulas, excepto que se trabaje en Estudio porque, en tomas en exteriores o eventos, el destello de otro flash activa todas las fotocélulas que están a su alcance.
El radiocontrol de cámaras se emplea en lugares donde la presencia del fotógrafo no está permitida (por ejemplo, detrás del arco en los estadios de fútbol), o para instalar cámaras en lugares de difícil acceso o imposibles para una persona, como puede ser en el exterior de una aeronave, auto de carreras, barriletes, etc.
Kit de limpieza
A los clásicos kits concebido para la limpieza de filtros, objetivos y visores, ahora se suman los elementos para limpiar monitores y pantallas LCD y, lo que es muchísimo más delicado, para la limpieza del sensor.
Varios modelos de cámaras de objetivos intercambiables cuentan con sistema de ultrasonido, que genera vibraciones de muy alta frecuencia que desprenden las partículas que puedan haberse adherido al filtro Bayer o IR, o al propio sensor, según el tipo de cámara. Pero otras cámaras no lo tienen, o una partícula puede no ser removida.
El sopleteado con aire comprimido no se aconseja, puesto que es lo más parecido a pasar un plumero: se mueve la suciedad de un lado a otro e, incluso, partículas que no estaban en el sensor pueden ser depositadas traídas de otra parte de la cámara. Un sistema de succión, que genera depresión o vacío, es lo más indicado. Se trata de aspirar la suciedad.
Pero, si se tienen dudas, lo mejor es llevar la cámara a un taller de reparaciones para que ellos hagan el trabajo.
Cajas Subácuas y Bolsas estancas
La Nikonos RS fue la última cámara verdaderamente subacua de uso profesional y, el Rolleimarine, de fines de la década del 50, la primera caja estanca diseñada para una cámara. Ambas prestaron grandes servicios a los buzos y, a través de ellos, a las ciencias del mar. En la actualidad hay varias cámaras que son “waterproof”, es decir, resistentes al agua, que se pueden sumergir unos pocos metros. Se comenta la existencia de una versión de la Nikon RS reconvertida por Kodak a digital, pero oficialmente se ha negado su existencia, siendo probable que haya sido de uso militar.
Felizmente, varios fabricantes independientes producen cajas estancas que, dada la disposición de los comandos de cada modelo de réflex, son necesariamente dedicadas. Las hay para cámaras réflex Nikon y Canon, tanto digitales como de película.
En cambio, para las compactas, existen bolsas herméticas de diseño universal que posibilitan la inmersión a poca profundidad. Y no es necesario ser buzo para usarlas, porque son muy útiles en condiciones ambientales severas, como puede ser en la playa, en la nieve, navegando en una lancha o un velero e, incluso, para experimentar la fotografía bajo la lluvia, en tormentas, en fin, en todos aquellos casos en que no usamos la cámara por temor a dañarla.
Baterías
Nada en la fotografía funciona sin pilas o baterías. En el caso de las pilas, se pueden conseguir en cualquier kiosco pero una batería agotada nos deja a la deriva en la mitad del río. Por eso es esencial contar con por lo menos una batería extra, en viajes o en reportajes, tomas de secuencias y todo trabajo que nos exija cierta autonomía. Junto al cargador, constituye un elemento importantísimo.
Los hay tanto originales de cada marca como “genéricos”. De todas maneras, se debe prestar atención al número de código, porque si bien muchas cámaras de un mismo fabricante comparten las baterías, hay modelos en los cuales el fabricante proporciona baterías de diferente diseño.
Siempre se debe buscar la de mayor capacidad de energía, mantenerlas en sus estuches originales con cuidado de que ningún elemento metálico entre en contacto con los bornes, ya eso puede dañar la batería e incluso provocar un accidente por la temperatura que genera.
Medios de almacenamiento
La Tarjeta de Memoria es el medio esencial de almacenamiento, debiéndose contar con varias de la mayor capacidad posible debido a la cada vez mayor demanda debido al peso de los archivos cuando se trabaja con formato RAW. Para las cámaras réflex se requieren tarjetas tanto de gran capacidad como de muy rápida escritura/lectura, en particular si se hacen disparos en secuencia.
Una alternativa, sobre todo en viajes prolongados de más de una semana con la expectativa de hacer muchas fotos, es llevar un Disco Duro externo de estado sólido. Mediante una computadora que se puede pedir prestada al hotel, y el cable de conexión USB de la cámara o un lector de tarjetas, se pueden ir bajando las fotos. Es un medio más económico y de gran capacidad. Lo ideal sería un Disco Duro con display y lector de tarjetas o conexión USB, que permita visualizar las imágenes y que trabaje sin computadora, pero son más costosos.
Portarretratos Digitales
Fueron creados como un elemento decorativo novedoso, sin embargo, también se le puede dar otras aplicaciones, más profesionales. Por ejemplo, para no andar cargado con una laptop es una muy buena alternativa para llevar a una entrevista para mostrarle a un potencial cliente, en cualquier lugar, nuestro trabajo fotográfico. Hay museos, como el Nacional de Aeronáutica, que está en Morón, que ha puesto portarretratos digitales para mostrar secuencias de imágenes históricas que ocuparían mucho espacio en las paredes. Funcionan como una suerte de álbum o dossier electrónico, permitiendo hacer presentaciones.

Estas son algunas ideas en torno a todos los elementos que rodean a una cámara fotográfica, que sin dudas nos hacen las cosas más fáciles.

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