Se dice que el rey no estaba solo en Botsuana y que la reina no tiene ninguna prisa en volver de Grecia.
Eran cerca de las cuatro de la madrugada cuando el rey don Juan Carlos tropezaba con un escalón y caía abatido cual elefante herido de muerte por uno de sus disparos. Se dirigía al cuarto de baño dispuesto a vaciar su vejiga cuando el destino quiso que su cadera acabara rota por todas partes. Un alarido despertó a algunos de los otros participantes en esos días de caza mayor.
Los analgésicos no fueron
suficiente y tras un primer diagnóstico del doctor de palacio, que siempre
viaja con él, se optó por regresar a Madrid a fin de que el doctor Villamor, con
quien el rey tiene una estrecha relación a raíz de las intervenciones que le ha
realizado en la rodilla, operara de urgencias ya que todo apuntaba a lo que luego
se confirmó con las pruebas pertinentes: triple fractura en la parte superior del fémur y una
galopante artrosis indicaban que lo mejor era colocar una
prótesis de cadera.
Desde las cuatro de la madrugada
del pasado viernes todo fue un sinfín de decisiones. Al rey había que
trasladarlo inmediatamente a Madrid. Para ello se utilizaría el jet privado
del amigo con el
que había viajado hasta Botsuana. Ocho horas de vuelo,
aterrizaje en la pista de Torrejón de Ardoz y allí comité de recibimiento para
llevarlo hasta el Hospital San José de la calle Cartagena de la capital, que es
donde Villamor opera.
Y la pregunta lógica es: ¿Dónde estaba la Reina? Pues
la respuesta no puede ser más esclarecedora de cómo van las cosas en palacio:
la reina se quitó de en medio. Desde el accidente del rey, doña Sofia, en caso
de que ya estuviera en Grecia junto a su hermana Irene, tenía tiempo suficiente
para haber vuelto a Madrid sin que nadie supiera de su escapada y hacer
como que todo estaba en orden.
Con su nieto Froilán
en el hospital Quirón nadie se explica tampoco esas ganas de viajar a Grecia y
dejar a su hija sola con un ex marido con el que no se habla. Y eso que están
presionando para que salgan juntos del centro hospitalario de la mano de
Froilan y den una imagen de buen rollo y excelente educación.
Pero la reina no. Parece ser
que el Rey no
estaba sólo en Botsuana. Hay quien asegura, aunque eso no se
puede contrastar, que le acompañaba su amiga Corinna, y aunque
eso ya no sería noticiable sí podría ser la gota que ha colmado el vaso de la
paciencia de una reina que ya no quiere seguir haciendo más paripé.
Doña Sofía se marchó a Grecia,
anunció que hasta el lunes no pensaba volver y dejó al personal de palacio sin
saber qué contar después de una semana apagando fuegos. Cuando vuelva de su
país natal tal vez pose en la puerta del hospital como
ya hizo en Barcelona cuando la convencieron para acudir al clínico donde
estaban operando al monarca de un nódulo en el pulmón. Que estuviera a su lado
en la habitación es otro cantar.
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