Entrevista con José Pazó

Ante la publicación de dos libros de antiguos cuentos japoneses traducidos por su bisabuelo, Gonzalo Jiménez de la Espada

FGR: Gonzalo Jiménez de la Espada (1874-1936), tu bisabuelo, “Esupada san” para los japoneses con los que convivió muchos años, fue un hombre más que peculiar y en cierta manera un pionero...

JP: Fue una rara avis. Recién casado, con un niño recién nacido, Eduardo, se fue en 1907 a Japón a enseñar español. Allí nació mi abuela, Ana, y otro hijo, Ricardo. Todos fueron observadores y participantes del gran cambio de Japón de primera mano, viviendo entre los japoneses como una familia más. Gonzalo sabía inglés y francés y allí aprendió japonés. Tradujo y escribió sobre Japón, entre otras cosas, estos dos libros de cuentos, “Cuentos del Japón Viejo” y “Leyendas y narraciones japonesas”, dos joyas editoriales que mi abuela me leía de niño. Lo hizo todo convencido de que Japón, en su plan educativo, podía ser un modelo válido para España. Todo esto antes de la primera guerra europea. Fue un “español por el mundo” ilustrado cien años antes de que existieran los españoles ilustrados por el mundo. Fue también un adelantado del Instituto Cervantes, lo que hoy llamaríamos un embajador cultural.

FGR: En cierto modo vino a tomar el relevo de Lafcadio Hearn (1850-1904), llamado allí Koizumi Yakumo. Ambos vivieron de lleno la incorporación del Japón a la Modernidad, lo que conocemos como Era Meiji.

JP: Gonzalo vivió en Japón mientras allí vivían Lafcadio Hearn o Basil Chamberlain, mientras Fenollosa lo visitaba. Más que tomar el relevo, él fue un Lafcadio Hearn a la española. Podemos imaginar lo apasionante de vivir en el Japón Meiji, posiblemente una de las transformaciones nacionales más radicales de la historia. Japón pasó de ser un país vetado a los extranjeros y que no permitía la salida de sus nacionales durante más de doscientos años, a ser una nación empeñada en estar a la cabeza del pelotón internacional más avanzado. La metamorfosis del Japón Meiji es digna de un transformer del siglo XXI.

FGR: Estos dos libros preciosos, tanto por sus textos, como por sus ilustraciones, son reproducción de los publicados allá en aquella época...

José Pazó

JP: Mi abuela conservó los originales hasta que murió con cien años. Son unos pequeños libros hechos en papel chirimen, papel crespón, un papel arrugado varias veces que adquiere así una textura y una flexibilidad especiales. El editor que los publicó en Tokio en 1914 se jactaba de que eran libros “a prueba de niños”. Más que papel, parecen libros de tejido, al tacto. Están ilustrados por algunos de los últimos artistas de ukiyo-e, el grabado en madera japonés que refleja el mundo flotante. Las ilustraciones están llenas de pequeños detalles y conservan colores muy vivos. Tras la muerte de mi abuela, siempre pensé que sería bonito poner estos libros a disposición de los lectores españoles. Tras ofrecérselo a varias editoriales, al final el proyecto de su edición cuajó con Cuadernos de Langre. En la edición han participado también Julio Baquero y David Almazán.

FGR: Son cuentos sin moraleja, muy distintos de aquellos que constituyeron para algunos de nosotros la matriz educativa del subconsciente. ¿Cuáles son sus características básicas y qué les hace contrastar tanto con los cuentos de hadas que conocemos?

JP: Son cuentos tradicionales y comparten aspectos de la estructura del cuento tradicional, pero difieren en bastantes cosas: hay mucho animismo, los animales tienen un mayor protagonismo, la moral que destilan es sintoísta (de carácter a veces casi chamánico), confucianista y budista. Hay también bastante sentido del humor y finales desconcertantes para un lector occidental. Como apuntas, no estaría mal que estos cuentos colonizaran aunque fuera en pequeña medida el subconsciente español para hacerlo más atento a la naturaleza, a los pequeños detalles y extraños detalles.

FGR: Tu bisabuelo fue el primer español en subir al monte Fuji y, al contrario que sus precedentes hispanos en “japonología”, no era jesuita sino un regeneracionista amigo de Julián Besteiro...

JP: Gonzalo fue un regeneracionista. Estudió en la segunda promoción de la Institución Libre de Enseñanza, con Antonio y Manuel MachadoJulián  BesteiroPere Corominas o José Castillejo. La Institución fue un aliento reformador en la España de comienzos del siglo XX, un grupo de personas que tenían la peregrina idea de que el cambio que necesitaba España tenía que venir de la educación de la sociedad y no de las armas o los turnos pacíficos de partidos. Gonzalo era hijo de naturalista, Marcos Jiménez de la Espada, y muy aficionado a la montaña, como su padre. Se conservan los relatos de sus ascensiones al Almanzor y al monte Fuji. Fue un pionero de las rutas de la sierra del Guadarrama y sus hijos estuvieron entre los primeros esquiadores que se deslizaron por sus pendientes. Tras volver de Japón fue director de la Residencia de Niños aneja a la Residencia de Estudiantes en la calle Pinar, y con los niños hacían excursiones los fines de semana a la sierra madrileña. También trabajó en la Junta de ampliación de estudios, que se dedicaba a mandar estudiantes españoles a que se formaran en universidades extranjeras. El Erasmus de la época, también cien años antes. Otra vez pionero de algo.

FGR: Un poco de cotilleo, creo que Millán Astray le “robó” una traducción...

JP: Mi bisabuelo tradujo en 1909 para el editor Daniel Jorro El Bushido, un ensayo sobre el espíritu japonés escrito por Nitobe en inglés, un libro particular y muy popular en el mundo anglosajón. Tras la guerra civil, Millán Astray sintió que la ideología del Bushido era de aprovechamiento para los jóvenes miembros de la Falange y publicó una traducción en 1941 del Bushido en la que él mismo confesaba en la introducción que, dado su desconocimiento del inglés y de la cultura japonesa, en la traducción le había ayudado un erudito llamado Luis Álvarez del Espejo. Hizo una curiosa translación de Gonzalo por Luis Álvarez por Jiménez y Espejo por Espada. Este último cambio es particularmente irónico, dada la importancia de la espada y del espejo en la cultura japonesa. Se pueden cotejar las dos traducciones. Naturalmente, Gonzalo Jiménez de la Espada, que había muerto en 1936, no alzó su voz en señal de protesta.

FGR: Una de las grandes desgracias del siglo XX, de la que casi nadie habla por estos lares, fue el enfrentamiento entre China y Japón que acabó dando al traste, tras la derrota del Imperio del Sol Naciente y la implantación del aborrecible comunismo en el continente, con la posibilidad de una unión de los pueblos de Oriente bajo un estandarte que no fuese el de la barbarie...

Aquí y ahora vuelven a sonar tambores de guerra entre aquellos que, por razones muy profundas de Cultura, deberían tender a la fraternidad y a la colaboración. Como orientalista ¿cómo ves esto?

JP: Dudo mucho que se dé una confrontación bélica hoy en día entre Japón y China. Japón tiene demasiados intereses comerciales e industriales en el otro país. Mantienen un fuerte litigio por algunas islas, pero dudo que pase de la guerra diplomática. Creo que un conflicto armado sería más bien como un escenario de política-ficción, posible solo a un plazo muy largo. Eso sí, de lo que no me cabe duda es que, de haber un conflicto internacional en la zona, tanto Japón como Corea del Sur se alinearían con los Estados Unidos y una posible coalición occidental antes que hacerlo con China. Son las secuelas de la era Meiji.

* “Leyendas y narraciones japonesas” y “Cuentos del Japón viejo”.

Traducidos y versionados por Gonzalo Jiménez de la Espada.

Ocho Islas. Cuadernos de Langre. San Lorenzo de El Escorial, 2013.

José Pazó Espinosa. Madrid, 1961. Escritor, traductor y profesor. Dibujante. Autor de "El libro de la rana" (Langre). Traductor de "Botchan" (Impedimenta), "Kiki de Montparnasse. Recuerdos recobrados" (Nocturna) y "Un occidental en Japón" (Nocturna) entre otros

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