Deconstructing Rotary

¿Qué tienen en común Angela Merkel y Neil Armstrong? ¿Augusto Pinochet y Bill Gates? ¿Nicolas Sarkozy y Walt Disney? Pues que todos son rotarios. Rotary Club lleva más de un siglo concentrando a profesionales filantrópicos, gente aparentemente muy distinta, por el supuesto bien de la sociedad.

Pero, ¿qué es Rotary? Hay respuestas para todos los gustos: “Son una secta como los masones”, “son como una especie de ONG cristiana que está en todas partes”, “son un club de élite”. Parece inevitable comparar el disparatado club que la serie estadounidense ‘The Simpsons’ parodiaba con las reuniones de Rotary: “Anoche vi cosas raras en aquel sitio: cosas raras, misteriosas, malignas ¡y muy ateas! Quiero ingresar” así descubría Homer Simpson el club de los canteros, del que luego sería ‘el elegido’. Reuniones donde los miembros bebían cerveza, llevaban uniformes y contemplaban un ‘pergamino sagrado’. De manera similar, Rotary nació en 1905 en Estados Unidos de la mano del abogado Paul Harris y tres amigos suyos: Silvester Schiele, negociante de carbón; Gustavus H. Loehr, ingeniero de minas, e Hiram E. Shorey, sastre. Todos ellos pertenecían a la francmasonería pero habrían decidido fundar Rotary precisamente por tener diferencias con esta logia.

Bromas aparte, probablemente aún hoy en España nadie que no pertenezca a los rotarios tiene claro quiénes son. El Rotary Club Madrid fue el primero fundado en la Europa Continental, en el año 1920. Tras años de guerra y represión -Franco prohibió todo este tipo de clubes por asociarlos a la conspiración judeo-masónica- en 1976 volvieron a ser admitidos, aunque se sabe que durante la dictadura hubo reuniones habituales de rotarios, por ejemplo, en Mallorca.

“Es cierto que tenemos nuestros pequeños rituales: la ceremonia del cambio de collares, el toque de campana, la invocación rotaria… pero seguirlos a rajatabla es decisión de cada club” cuenta José Luis, un joven de 30 años que perteneció a Rotaract (la sección juvenil de Rotary, de la que forman parte jóvenes de entre 18 y 30 años).

Rotary tiene sus propias ‘convenciones’: el año rotario empieza el 1 de julio y acaba el 30 de junio del año siguiente, y ahí es cuando se hace la mencionada ‘ceremonia del cambio de collares’: el cargo que detente cada miembro (gobernador, secretario, tesorero…) dura un año y es elegido a votación, y nadie puede repetir si algún miembro del club no ha ocupado aún un cargo. Es decir, que rotan: de ahí el nombre. El cargo de presidente corresponde a llevar las actividades de un club y el de gobernador a coordinar las de cada uno de los distritos, que no coinciden necesariamente con las distintas Comunidades Autónomas. A su vez, la inauguración de un club se hace a través de una carta constitutiva: “Cuando alguien quiere formar un club rotario o Rotaract, debe rellenar un formulario que se gestiona en Zúrich, y ahí se compone la carta” explica Laura, que participó en la creación de Rotaract Velázquez tras ser convencida por una profesora de la universidad, también rotaria. Miden el tiempo, marcan las fronteras y tienen una burocracia a su manera.

INGRESAR EN ROTARY O ESPERAR A SER ‘CAPTADO’

¿Y la llamada ‘captación’? ¿También sigue unas pautas propias? La forma más habitual y casi exclusiva es que un miembro entre tras haber sido convencido por un amigo o un compañero de trabajo, al ver que la ética, las aptitudes y el éxito profesional coinciden con los criterios de Rotary. Sin embargo, en Rotaract la entrada puede ser voluntaria: en sus páginas web se indica cuándo y dónde quedan para que quien tenga curiosidad se pase. Por lo general, los miembros de Rotary Internacional suelen ser profesionales, empresarios y personas destacadas en su campo por sus actitudes de trabajo y liderazgo.

A otro nivel, Rotary International se compone de distintas regiones, distritos y clubes. “Rotary funciona como una empresa: hay un presidente, unos directores y unos encargados de departamento” dice Laura. El símil es muy claro: Rotary International funciona como una gran franquicia de la filantropía. Bajo unos estatutos, una jerarquía y una burocracia comunes, los distintos clubes se organizan en cada país y adoptan la base teórica, aunque luego adapten particularidades nacionales al club: “Por ejemplo en España se amplió la edad para formar parte de Rotaract a 35 años porque la situación de muchos treintañeros no encaja en el perfil de Rotary sino más en el de Rotaract” comenta Laura.

Su actividad consiste en reuniones semanales en hoteles, restaurantes o cafeterías (no tienen sede fija, no quieren tener propiedades) donde se habla de los distintos proyectos que se llevan a cabo. Se abordan temas como la financiación de un proyecto o el contacto con clubes rotarios de la zona. Estos proyectos son de servicio a la comunidad tanto local como internacional: cada club organiza sus propias maneras de aportar algo a la sociedad. A veces es un hospital en Haití, otras veces ayudar a las ONG a distribuir la comida de los bancos de alimentos en la misma ciudad…

En estas reuniones, que algunos clubes de Madrid realizan en hoteles como el Ritz o el Palace (cuyas entradas cuentan con placas de la rueda dentada, el símbolo rotario), también se habla de eventos propios del club y se invita a conferenciantes a que hablen de su actividad empresarial, sus dotes de liderazgo o resolución de conflictos. ¿Son estas reuniones secretas, acatan la liturgia, sacrifican bebés? Los miembros de Rotaract Serrano se reúnen todos los jueves por la noche en una cafetería en la zona del Santiago Bernabéu. Bajando unas escaleras, la pesada puerta del local deja a la vista un establecimiento completamente vacío salvo los dos camareros que preguntan “¿viene usted a lo de Rotary? Es ahí”: tras unas puertas correderas de madera, nueve personas se sientan en torno a una mesa. Vestidos de calle, con los Smartphone sobre la mesa, toman cervezas y frutos secos.

Ni rastro de la ‘campana rotaria’, aquella que marca el inicio y fin de las reuniones y establece la prohibición de hablar de política o religión: Rotary se caracteriza por ser aconfesional y apolítica, aunque sus miembros no lo sean. “Nosotros somos respetuosos con todas las opiniones políticas y religiosas aunque, evidentemente, todos sabemos que tal o cual miembro es de tal partido o profesa una religión u otra” reconoce José Ramón, gobernador de este año del distrito 2201 (el que corresponde a parte del norte de España, las dos Castillas y Madrid, entre otras). “Esos temas se dejan a un lado para hablar de proyectos y que no haya conflictos, se va al grano” añade Laura. Ni rastro del macero, un ‘moderador’ que da el turno de palabra “y cuya presencia en los clubes de Alemania, por ejemplo, se cumple a rajatabla” comenta Laura. Ni rastro de banderas, invocaciones o rituales: unas cañas, unos aperitivos y un iPad en el que Emilio, presidente de Rotaract Serrano durante este año, va describiendo las actividades.

En esta reunión asisten miembros rotarios de Tres Cantos y Henares, aunque no del club padrino de Rotaract Serrano. Los ‘mayores’ escuchan los planes de los jóvenes para apoyarles, sobre todo económicamente, pues en Rotaract no se paga una cuota tan alta como la establecida en los clubes. El plan consiste en llevar a estudiantes de intercambio (como por ejemplo François, que está sentado a la mesa también) a Toledo, a una ceremonia de carta constitutiva de un club rotario y a conocer la ciudad. “Cuando miembros de distintos clubes quedan, se hacen tres cosas: por un lado se habla de un proyecto conjunto; por otro, se hace una actividad cultural que organiza el club anfitrión y, por último, se hace una cena, en el caso de los mayores, o se sale de fiesta si se trata de Rotaract”, explica Laura.

La colaboración entre clubes es muy frecuente y da pie a viajes, relaciones sociales e incluso profesionales: José Luis llevaba tiempo manteniendo buenas relaciones con un rotario con el que tenía grandes afinidades en su ámbito de trabajo. Tras abandonar Rotaract, decidió abrir su start up tecnológica, y contó con el apoyo de su amigo Richard. Ambos a su vez se han involucrado en crear el primer ciberclub rotario de España: “Yo me encuentro en el limbo de haber abandonado Rotaract porque mi sitio estaría en Rotary, pero sin poder ingresar en un club rotario porque no me puedo permitir las cenas semanales, tengo que sacar adelante mi empresa… Nos dimos cuenta de que había más rotarios en esta situación: el ciberclub entonces serviría para aquellos miembros con necesidades familiares (parejas con hijos pequeños) o con falta de tiempo, y respondería a ese modelo low cost, que se apegaría más a los objetivos finales, sirviéndose de la tecnología y las nuevas maneras de comunicarse, ahorrando en tiempo y costes, y aumentando la efectividad”.

 

MERITOCRACIA, FILANTROPÍA… CON MATICES

El problema que se le plantea a Rotary en España es la falta de visibilidad, pues hay clubes cuyos miembros tienen más de 50 años, una situación económica estable y siguen algunas reglas de Rotary que no se adaptan a los tiempos: Jara, de Rotaract Serrano, comentaba la poca afinidad que tienen ellos con su club padrino, donde han denegado más de una vez la entrada a una mujer, mientras Laura comenta que en Rotaract es muy común que sean las chicas quienes ocupan los cargos. Rotary no admitió a mujeres hasta el año 1989, aunque se había creado Inner Wheel, que vendrían a ser las ‘esposas de’. Aunque quedan pocos clubs de este tipo algunos siguen teniendo actividad, como el de Marbella.


Vicente del Bosque apoya la campaña contra la polio. Foto: Rotary Club.

Esta podría ser la contrapartida de ese paraguas ético común que, en teoría, engloba a todo el mundo: la condición apolítica y aconfesional de esta organización facilita la tolerancia pero también las grandes diferencias. Con todo, aunque todos crean en la meritocracia y la filantropía, hay algunos miembros que no consideran pertinente incluir a una mujer o a una persona en paro: el problema es que aunque en sus reuniones se renuncia a la ideología o condición personal, fuera de ellas sí existe, y eso se nota también en las propias críticas que hace según quién: mientras José Ramón habla de una necesaria captación y formación de rotarios, Laura o José Luis apuntan a una renovación del propio club.

A pesar de su funcionamiento interno, Rotary no puede evitar la realidad, y mientras en Madrid se está pensando en hacer un club low cost y se financian cabalgatas o comedores solidarios, los miembros del club rotario de Ávila “son todos los que tienen pasta de la ciudad”, según otra rotaria asistente a la reunión Rotaract. “Nosotros no tenemos ninguna fuente de financiación salvo la Fundación Rotaria, que suma al presupuesto del proyecto la misma cantidad de dinero que haya recaudado el club en cuestión. Tenemos que buscar los recursos para cualquier proyecto que hagamos. Esta época de crisis nos afecta también a los clubes, especialmente desde que los propios miembros tienen dificultades en sus empresas y deben dedicarles más tiempo que a Rotary, hasta en lo relacionado a buscar financiación en empresas o instituciones” explica José Ramón.

Por otra parte, su aspecto de profesionales con perfil económico alto no debe engañar: se toman muy en serio dónde va su dinero y su esfuerzo. Al fin y al cabo, trabajan como voluntarios. Pero es tal vez la mentalidad de empresa lo que les hace implicarse en cada paso del proyecto solidario: qué se hace, cómo, con qué se paga… “he colaborado en ONG antes y lo que me gusta de Rotary es que yo sé dónde va el dinero que pongo” comenta Laura, “eso sí, en vez de trabajar un par de horas a la semana en un proyecto impuesto por la organización, en Rotaract trabajo toda la semana, y decidir el proyecto, calcular el presupuesto, buscar consenso… exige un nivel de creatividad, una capacidad de resolución de conflictos y de trabajo en equipo: es mucho más que ser voluntario”. De ahí que esas conferencias o charlas introductorias sobre liderazgo (“que son una manera de captar miembros jóvenes” en la opinión de José Luis) que se celebran en los lugares de reunión de los rotarios, animen a la gente con aspiraciones filantrópicas a aplicar sus conocimientos profesionales para auditar y optimizar un proyecto. Podría decirse que se sienten más realizados, pues a la satisfacción de ayudar a los demás se une un aprendizaje que en las escuelas de negocios se paga.

¿QUÉ HACER CON LOS APROVECHADOS?

A esto va unida una ética establecida en unos estatutos que comparten los clubes rotarios (Rotaract tiene otros aunque, en esencia, muy parecidos) y que deben ser seguidos para evitar malas prácticas. “Evidentemente, en Rotary te encontrarás gente más maja y menos maja, gente que sigue más el manual (los estatutos) y gente que lo sigue menos. Y es cierto que a Rotary se han acercado muchos para medrar. Pero a esos se les detecta en seguida” comenta José Luis. “Nuestra filosofía está en el servicio a través de la amistad” dice José Ramón, “si alguien entra para aprovecharse de las redes de contactos que se forman en Rotary, que son grandes y de gente importante, se le puede expulsar. Sobre todo por razones éticas. Y, aunque nosotros no somos jueces, hay que ser poco tolerantes con eso”. Laura, por su parte, explica que a menudo, aquél que ha realizado alguna mala práctica en el club “acaba yéndose. La gente detecta su interés por hablar más de trabajo que de proyectos solidarios, y se le llama menos”. Una especie de ‘ostracismo’ que llevaría al aprovechado a irse por su propio pie.

Sin duda, no es coincidencia que los valores de Rotary coincidan con la filosofía del utilitarismo y el pragmatismo, muy apegadas a las culturas anglosajonas: sus miembros defienden los méritos por encima de todo, valoran la autocrítica, el esfuerzo y la amistad. “En Rotaract he hecho muchos amigos, ha mejorado mi capacidad de administrar equipos y solucionar conflictos… las personas somos distintas y no siempre tenemos los mismos intereses: uno prefiere ayudar a un colectivo en África y a otro le motiva más hacer un comedor social en España” comenta José Luis.

El hecho de que los propios rotarios reconozcan poder disfrutar de una extensa red de contactos, que admitan su perfil profesional y económico y su actitud gestora ante la filantropía, podría neutralizar las posibles sospechas. En países como Estados Unidos, Alemania o Colombia, Rotary es muy grande: no solo por tener muchos miembros sino también por ser conocido entre gente no participante. Son claros sus modos de captación o su preferencia por un perfil concreto de miembro, pero no se les han atribuido hasta la fecha escándalos económicos (sus cuentas de resultados y otros estados financieros están publicados en la web) ni se les acusa de comportamientos sectarios. 

La actividad de Rotary es muy parecida a la de otros clubes como los Leones o los Kiwanis: la ilegalización de toda esta actividad laica durante el franquismo impidió su ‘normalización’ en España, y mientras Beyoncé (que es rotaria) participa en un concierto benéfico para recaudar fondos en Estados Unidos, en España una gran pancarta en la Plaza de Cibeles de Madrid con la rueda rotaria y el lema “End Polio Now” no provoca reacción alguna entre la población. Rotary es órgano consultivo en las Naciones Unidas y participa con UNICEF y la OMS (sobre todo por su proyecto global más conocido que es acabar con la polio en el mundo) pero en España apenas se leen unas líneas en la prensa local (el único reportaje sobre Rotary en prensa nacional apareció en El País, basándose en la imagen elitista que se tiene de los rotarios. Era 1989).

Las críticas a Rotary en España, que siempre son más abiertas entre la gente joven, coinciden en hablar de una mala gestión de la comunicación: ni siquiera ellos mismos saben qué hace el club vecino. A pesar de la gran cantidad de información que ofrece Google al buscar “rotarios” el mensaje sigue siendo críptico. “Ha habido unos intentos vagos, y pobres en mi opinión, de establecer comunicación” sentencia José Luis. Se han hecho vallas o financiado estatuas en rotondas de ciudades españolas, pero el problema es que “nadie conoce la rueda rotaria”.

“Rotary Internacional está trabajando con una consultora norteamericana para tratar de ver qué imagen vamos a proyectar y cómo lo vamos a hacer, qué imagen de marca queremos dar y cómo sacarlo adelante. También tenemos un proyecto muy importante para dar a conocer nuestras verdaderas aportaciones y lo que hacemos los rotarios en conjunto” aclara José Ramón. A veces las cifras mandan: el gobernador de este año calcula que “solo en España hemos aportado en distintos proyectos alrededor de 200 millones de euros y si la gente supiese eso, cambiaría su opinión sobre nosotros”.

 

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