Nuevas realidades de la creación y distribución de materiales intangibles

El uso de internet aún pertenece a un grupo minoritario. Es un reducido grupo pero creciente, poderoso, intelectual y consumista. A través de este medio se consumirán, a medida que el grupo crezca, la mayoría de los productos de entretenimiento para este pujante segmento de la población.

De los productos intangibles que son susceptibles de difusión y recepción a través de la red de información, podemos admirar algunos que predominan: Cine, videojuegos, música, series y programas.

En Internet todo es gratis y lo va a seguir siendo. No tiene sentido solicitar remuneración a cambio de productos intangibles a menos que sean encargos privados. Y es que los entretenimientos masivos han transformado su naturaleza remunerada a una gratuita, o más que gratuita, a una naturaleza comunal. Todo el grupo (al menos los que lo visionan) paga por ello, no necesariamente en forma directa.

Parece que la llamada piratería, o el uso y disfrute de datos sin intercambio de bienes de por medio, es un problema inminente para los autores, aunque más especialmente para los editores, discográficas, productoras y distribuidoras, pues todo ese proceso desaparece en gran medida (edición, grabación, producción y distribución) cuando es sustituido por el intercambio indiscriminado y libre.

En este medio donde los datos y la compresión sientan las bases, se pueden ofrecer ciertos elementos y se pueden solicitar otros. No existe tanta limitación como se plantea originalmente, y las limitaciones reales se reducen día a día.

Ahora bien, el asunto es este: qué pueden ofrecer estos grupos o autores que de una forma u otra necesitan reequilibrar la balanza de su economía personal en forma proporcional a su éxito popular.

Pues bien, pueden, en primer lugar ofrecer una mayor calidad, seguridad y rapidez, en definitiva, mayor comodidad en el intercambio. Es decir, la descarga, gratuita, total y de calidad superior de la obra pertinente. Disco, película, videojuego, serie o programa, pues no olvidemos que todo es actualmente, fácil y gratuito de obtener. Imposible de detener. Lo que se puede ofrecer no es un elemento de poca importancia, es más, en esta nueva sociedad, las claves, en muchos sentidos, se guían por la seguridad y la comodidad. Lo que puede ofrecer el autor no es, repito, un elemento de importancia menor.

Respecto a las formas de retribución podemos nombrar algunas al azar, sin duda podrá, la perspicacia suscitar otras:
- Se puede solicitar la garantía de un visionado publicitario. En caso de que se cierre la página, se detiene la descarga tras solicitar confirmación. La imposibilidad de minimizar el anuncio también garantiza el visionado. No hay que olvidar que la molestia ha de ser menor, reducida, que en ningún caso afecte a la naturaleza de la obra. En cuanto el exceso se plantee, surgirán formas de eliminar estos elementos, inutilizándolos popularmente a través de programas o pequeños trucos.
- El product- placement es también un sistema a explotar que ha de encontrar su lugar en este sistema sin saturarlo ni tergiversarlo, pues como cualquier otro medio publicitario, puede llegar a destruir la obra para la que nace.
- Respecto a los videojuegos; A lo largo de las distintas etapas de juego se pueden ir introduciendo patrocinadores mientras cargan las pantallas.

Problemas graves a los que se enfrenta todo este sistema no faltan. Aglutinar derechos y retribución de las obras ya existentes no es poca cosa. Sin embargo, y en un alarde de optimismo en el que nuestra civilización pervivirá cien años más, la cantidad de obras por llegar batirá a las nuevas e impondrá el nuevo sistema. La simplificación es la única respuesta para el consumidor. La ley está, entre otras cosas, para servir a las fuerzas sociales y guiar el uso justo de las economías, cosa que no esta consiguiendo en este caso. En cualquier caso, nunca una legislación pudo contener una tendencia social, lo que sí pueden intentar los diferentes poderes es manipularlas.

Hay pues que inaugurar una nueva forma de construir estos productos. Hay que inaugurar una nueva forma de hacer películas, series, video-juegos, más pequeñas al principio, como en los orígenes del cine, sin que desaparezcan las formas actuales de producción, claro.

Los nuevos efectos, más baratos, rápidos y accesibles permitirá producciones en los hogares, pequeños estudios, pequeñas productoras audiovisuales, el mercado se atomizará, sin duda, mucho más.

Los idiomas en el mundo occidental plantean dos grandes mercados lingüísticos: El castellano y el ingles. El Chino viene por detrás en sprint. Ambas fuerzas son interesantes para el desarrollo de estas nuevas formas de intercambio, aunque sin duda la anglosajona parte con ventaja.

El cine de masas y consumo, como forma de catarsis social sigue siendo tan lícito como el cine de autor subvencionado por instituciones de toda índole. El espectro es amplio, esperemos que siga así. Está ya surgiendo el nuevo cine, las nuevas películas sin nombre que las definan.

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