Planteamiento:
Parece el momento de reflexionar en torno a la validez y
legitimidad de la todavía vigente vida universitaria; un modelo en singular
decadencia que aúna una serie de circunstancias sociales e históricas
configurando una peculiar síntesis.
Argumentación:
Perspectiva:
A caso no es normal ver al estudiante, pesada mochila al
hombro, cabizbajo y pensativo, dirigirse a la Universidad.
En la mayoría ni se
plantea su existencia, se da por supuesta,
la duda no existe. La
Universidad ha sido una garantía en muchos sentidos, y en
algunos lo sigue siendo. En otras, ahora no pocas, se plantea la cuestión
esencial; trabajo o estudio. Por limitado que sea el raciocinio otorgado por
los atracones de última hora, el joven escoge (si puede) y que duda cabe, la
comodidad ha funcionado hasta ahora. Por supuesto hay excepciones en ambos
extremos, por un lado tenemos otras opciones de estudio, que los ojos de unos
padres versados en el paso del tiempo, no ven con recelo o desprecio. Por otro
existen los precoces de experiencia de vida o que a falta de un mecenas,
trabajan.
El caso en el que no existe posibilidad de elección dentro de los
estudios, y la Universidad
aparece como única alternativa merece un mayor detenimiento. A todas luces
parece evidente que no todos los jóvenes poseen las aptitudes para un
desarrollo adecuado dentro del mundo universitario. Esto no es un juicio, no se
trata de cuantificar cual es la actitud mas elevada, ni moral ni
económicamente, tampoco es una búsqueda de elitismo intelectual, (si acaso es
todo lo contrario) en definitiva es una evidencia que hay que aceptar con serenidad
y sabiendo lo que significa en su justa medida.
Me viene a la mente el curioso caso de una fémina que, en
peculiar coloquio, afirmaba su intención de pertenecer a la sexta generación de
notarios, mas tarde supe, que había abandonado a la semana de empezar la
preparación. Sobran los comentarios.
Puede que este sea uno de los factores que están acelerando
el citado decaimiento del sistema universitario y el surgimiento de consultorías de formación y centros privados. El que por distintas razones,
el ingreso en este tipo de instituciones sea forzado o no sea el óptimo, es
decir que cantidades ingentes de alumnos recién salidos de la educación
secundaria continúen sus estudios en la universidad como si no se hubiera
producido cambio alguno es negativo, y es más, la universidad se está
escolarizando como si de un apéndice de ésta se tratara, y con ello se pierde
gran parte de la vitalidad con que nació.
Pero el novato, no debe esperar a que le digan todos los
días que tiene que estudiar, que busque el por qué de su elección y recuerde la
curiosidad aletargada por años de sopor, antes de que las notas le golpeen por
sorpresa.
Es importante no confundir, la personalidad y actitud
distinta, con la falta de talante universitario, pues en la variedad está el
gusto, la especialización suele ser una muerte lenta, y el camino de cada
verdad puede ser solitario y espinoso.
Pero no todo es negativo, todavía quedan escasos seres de
otras épocas, mentes inabarcables de conocimiento, peligrosos eruditos, de los
que se puede aprender mucho, de eso que no aparece en los libros y diferencia
al guía del simple instructor; la experiencia.
Cierre:
No quiero ser pesimista, pero ningún sistema es eterno; lo
duradero es una ilusión de la temporalidad, como la vida; Ya sea el imperio
romano, la universidad o el estado tal y como lo conocemos tienen una
evolución, con su nacimiento, esplendor, decadencia y desaparición. La Universidad no escapa
al inexorable paso del tiempo y su decadencia se avecina como un presente
instaurado.
Las cosas no se vuelven malas en un instante, si fuera así se
podría solucionar, pero las cosas que se estropean despacio, no tienen solución
y cuando deje de funcionar será mejor tirarlo y comprar otro nuevo. En
cualquier caso parece algo prematuro anunciar el advenimiento de un nuevo
método, teniendo en cuenta que en muchos ámbitos se siguen produciendo
profesionales muy preparados y el simple hecho de tener que pensar lleva
implícito la inercia del raciocinio que puede provocar(y provoca) el
afloramiento de creatividad con que potenciar el propio motor del que surgió.
Pese
a que la comodidad produce una mayoría carente de anhelo por lo perdurable,
todavía queda un reducto que como en los peores momentos puede sacar lo mejor,
ante esta nueva amenaza.
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