Reseña del artículo “Características de
la comunicación en red”, publicado por Guillermo López García en Modelos de comunicación en internet,
págs. 37-56, Tirant Lo Blanc, Valencia, 2005.
La idea fundamental que el autor
desarrolla se desprende del propio título del artículo, las características de
la comunicación en red, para cuyo desarrollo establece una continua comparación
entre los medios de comunicación de masas tradicionales como son la prensa
escrita, la radio o la televisión por un lado, y los medios de comunicación en
red, eminentemente internet, por otro lado.
A partir de ahí se desprenden una serie
de ideas secundarias pero íntimamente relacionadas entre sí que constituyen, a
juicio del autor, las características principales de la comunicación en red, y
que se corresponden con cada uno de los apartados que configuran el artículo:
·
La
“ruptura” del tiempo y del espacio, dónde expone cómo los medios digitales han
superado los límites físicos de la capacidad de almacenamiento, los límites geográficos
de la difusión de la información (universalidad) y los límites temporales, en
cuanto a la inmediatez y simultaneidad de las informaciones, respecto de los
medios tradicionales.
·
El
carácter multimedia, entendido éste como la conjunción de todas las formas
comunicativas (palabra escrita, sonido e imagen) en un mismo soporte, la red.
·
La
hipertextualidad, que conduce a la aparición del usuario activo, gracias a la
libertad para enlazar unas informaciones con otras, generando diversos caminos,
que desembocan en múltiples formas personalizas de recibir la información.
·
Y
la interactividad del usuario de medios digitales respecto con el emisor, la
información y el resto de usuarios.
Atendiendo ahora a los aspectos formales
del presente artículo, es necesario destacar que su brevedad y concisión, entre
otros, facilitan la comprensión de las ideas desarrolladas por el autor, el
cual nos presenta una estructura simple: un artículo subdividido en cinco
epígrafes (del 2.1 al 2.5) que sin embargo, podría presentar una estructura
alternativa que facilitaría el desarrollo, lectura y comprensión del texto en
su globalidad. Siguiendo esta línea, el epígrafe 2.1) De la sociedad industrial a la sociedad del conocimiento, no
es si no una introducción y/o presentación al nudo del artículo que sin
embargo, desde el punto de vista estructural, se presenta como un epígrafe al
capítulo, es decir, siguiendo con el planteamiento de que el resto de epígrafes
se corresponden con las características de la comunicación en red a que hace
referencia el título principal, se presenta, sólo formalmente, como una de
dichas características. Por otro lado, la conclusión no aparece lo
suficientemente diferenciada del resto del último epígrafe, y de la totalidad
del texto en general, sin embargo su modo de exposición, iniciado con una
especie de recopilación, permite detectarla al inicio de su lectura.
Proponemos por lo tanto una
estructuración del artículo aún más esquemática que clarificaría aún más las
ideas que van a ser expuestas y desarrolladas y que podría ser la siguiente:
2.1 Introducción: de la sociedad industrial a la sociedad del conocimiento, y
2.2 Características de la comunicación en red, englobando este apartado los
actuales epígrafes 2.2, 2.3, 2.4 y 2.5, que constituyen explícitamente dichas
características. Y finalizando con un epígrafe 2.3 Conclusiones, lo
suficientemente diferenciado respecto del resto del artículo en el que se
desarrollan las ideas.
En líneas generales se trata de un texto
fácilmente comprensible, desarrollando el autor un hilo argumental lógico y
claro que facilita su lectura y asimilación; para ello son empleados diversos
recursos, en cierto modo didácticos, como la recopilación de asuntos tratados
para, a partir de ahí, desarrollar un nuevo punto o idea; también el empleo de
un único ejemplo (los atentados terroristas del 11 de marzo de 2004 en Madrid)
ampliamente conocido y usado para ilustrar las diferentes ideas expuestas de
tal forma que la variedad de ejemplos no permita distraernos del asunto
principal a la vez que, el hecho de conocer el ejemplo nos permite establecer
una comparación entre cada una de las ideas expuestas y nuestra propia
experiencia personal.
Las ideas del texto, tanto aquellas más
relevantes como las que poseen un carácter más subordinado respecto a las
primeras, aparecen hilvanadas unas con otras, interrelacionadas, como no podría
ser de otra forma pues todas ellas forman parte y desarrollan una única idea
central: las características de la comunicación en red. En este sentido, la
exposición de una nueva idea conlleva su relación con otra u otras anteriores.
Veamos algún ejemplo ilustrativo de gestión de reputación online. En el subapartado Interactividad con la información, página 58, el autor nos remite a
tres características “ya apuntadas
anteriormente: a) la navegación a través de un abanico de opciones (…); b) el
establecimiento, por parte del receptor, de filtros y preferencias que regulen
la información que recibe al objeto de configurarse un menú informativo “a la
carta” (…); y c) el usuario como emisor de información (…)”; son todas
ellas también características que permiten definir la hipertextualidad de tal
forma que, además de realizar una recopilación de ideas que nos conducirá hasta
el punto siguiente, el autor permite vincular hipertextualidad e interactividad
como características conjuntas e inseparables de la comunicación en red.
Por otro lado, el empleo de estos
recursos, si bien de gran utilidad didáctica, se antoja en ocasiones un tanto
repetitivo. Por ejemplo, la idea de un receptor activo que selecciona y
configura “qué contenidos desea recibir,
con qué estructuración y en qué orden” es expuesta en la página 48,
reiterada en la página 50 cuando dice “…los
medios de comunicación en red proporcionan al receptor un poder de decisión
sobre la información que desea consumir y el orden de lectura…” o
rediseñada en la página 56 al exponer las características de la interactividad
con la información.
A pesar de lo anterior, son precisamente
los recursos empleados por el autor y mencionados con anterioridad, junto con
el uso de un lenguaje sencillo, los que precisamente facilitan la absoluta
comprensión de las ideas expuestas y desarrolladas por el mismo.
Nos centraremos ahora única y
exclusivamente en el análisis de las principales ideas expuestas en el
artículo, algunas de las cuáles ya han sido adelantadas en el apartado algunos
párrafos más arriba.
No cabe duda que la idea general de unos
medios de comunicación e información globales, sin límites geográficos, físicos
ni temporales, y plenamente interactivos por parte del usuario (y también del
emisor), constituyen ya una realidad; nuestra propia experiencia así lo
confirma: diariamente accedemos a “diarios” digitales que acumulan cantidades
ingentes de información en sus servidores y a la cuál tenemos acceso rellenando
unos simples parámetros de búsqueda; esta información es potencialmente
accesible desde cualquier punto del planeta, independientemente del lugar
físico y concreto dónde se hallan generado los contenidos y además, de forma
casi instantánea. Es una información no cerrada, a diferencia de los medios
tradicionales, caracterizada principalmente por carecer de principio y fin
explícitos, por poder ser estructurada por el usuario a su antojo y por
permitir la interactividad tanto con la información, como con el emisor o con
el resto de usuarios, además de convertir al nuevo usuario activo también en
emisor a través de diversos instrumentos como chats, foros, blogs, etc.
El autor define la comunicación en red a
partir de cuatro características fundamentales como son la ruptura del tiempo y
del espacio, su carácter multimedia, la hipertextualidad y la interactividad.
No podíamos estar más de acuerdo, sin embargo, algunas de las ideas expuestas
para el desarrollo de dichas características precisan de algunas matizaciones
que, siguiendo el orden lógico del artículo, exponemos a continuación.
Respecto a la ruptura del tiempo y del espacio, si bien el autor matiza
posteriormente tal afirmación al mencionar que “los medios digitales (…) posibilitan una superación parcial de las
coordenadas espacio temporales”, lo cierto es que ésta no se ha producido
de forma tajante, más bien se trata de una aceleración de los ritmos del tiempo
de tal forma que, lo que en los medios tradicionales era (y es) la difusión de
una información tras otra (diacronía) ha pasado en los medios digitales a
producirse de forma simultánea (sincronía); por otro lado, y respecto a esa
ruptura de las coordenadas espaciales, lo que se ha producido es la extensión
de un único medio, la red, internet, a la globalidad del planeta lo cual, unido
a la rapidez de la difusión mencionada, permite que los contenidos sean
potencialmente accesibles desde cualquier lugar del planeta, y en cualquier
momento, pues permanecen almacenados.
En la página 47 podemos leer: lamentablemente (…) las potencialidades de
este discurso multimedia no se han explotado de forma significativa; el
artículo data de 2005, momento en que esta afirmación tiene plena validez. Hoy
sin embargo, a pesar de que sigue teniendo cierta vigencia, lo cierto es que
los medios han avanzado enormemente en cuanto al desarrollo de la
multimedialidad; los diarios digitales se afanan en ofrecer mayores y mas
variados contenidos, integrando todas las formas comunicativas,
hipertextualidad, interactividad, etc y, en muchos casos, con profesionales
dedicados exclusivamente al medio digital. El impulso originado por los
smartphones, especialmente desde la aparición en 2007 del iPhone de Apple, y,
quizás en menor medida, de las tablets con conexiones wifi y 3G, ha originado
toda una avalancha de contenidos especialmente adaptados a dichos soportes en
forma de “aplicaciones” que han contribuido de forma decisiva no sólo al desarrollo
del discurso multimedia, si no también a la instantaneidad, la superación de
los límites geográficos, la interactividad y otros aspectos que ya son una
realidad.
También debemos considerar la fecha de
redacción de este texto para el siguiente aspecto: en la página 55 se menciona
un triple rechazo a las características de la estructuración abierta de la
información que posibilita el hipertexto, citándose en primer lugar el rechazo del público a una diversidad de
opciones infinita y caótica que le obligaría a jugar un papel activo, en
particular, para seleccionar la información deseada. Nada más lejos de la
realidad; el número de usuarios de medios digitales crece por momentos. Tomando
como ejemplo el diario deportivo Marca, si en el momento de redacción de este
artículo contaba con 847.526 visitantes, en 2011 esa cifra se elevaba hasta los
3.954.000. Por
lo tanto, el mencionado rechazo es cada vez menor.
Regresamos hacia atrás en el texto pues
mención especial merecen las siguientes palabras: el hipertexto intenta ser (…) un modelo de comunicación lo más cercano
posible a la estructura de la mente humana, que no es una estructura cerrada,
con un principio y un final, sino que está basado en la continua relación entre
ideas e información a través de estructuras complejas y en apariencia
aleatorias. Es la plasmación del deseo de humanización de las máquinas, ya
presente en algunos desde la difusión del que fuese el primer ordenador
personal en 1977, el Apple II, y que de forma imparable camina hacia ese
objetivo, reflejado no sólo en los contenidos y su forma, si no también en los
soportes y en la difusión de aspectos como los gestos multitáctiles o el
reconocimiento por voz de comandos o instrucciones naturales no predefinidas,
como el software Siri de Apple o Cortana de Microsoft.
A pesar de las matizaciones al artículo
expuestas anteriormente, su estructuración, su lenguaje sencillo, la
interrelación de unas ideas con otras, el uso de un mismo ejemplo ilustrativo
para todas ellas o el empleo de la recopilación de ideas previas como punto de
arranque al desarrollo de un nuevo aspecto son características y/o recursos
empleados por el autor que facilitan enormemente la comprensión de la idea
global y de sus diferentes aspectos.
En la actualidad, todos en algún momento
pensamos o dialogamos con otras personas acerca de internet, lo que es, en
definitiva, las características de la comunicación en red; y aunque tenemos
presentes gran parte de los aspectos analizados en este artículo, en ocasiones
no somos conscientes de cuáles son los conceptos que efectivamente los
engloban. Se hacen por tanto necesarios escritos de este tipo, con afán
divulgativo, que ayuden a encuadrar y comprender de un modo claro y diáfano
ideas que ya están presentes en nuestro día a día y que, en mayor o menor
medida, están presentes en las vidas de todos. En este sentido, el artículo de
Guillermo López García resulta totalmente clarificador en la comprensión de
conceptos tales como hipertextualidad, multimedialidad o las distintas formas
de interactividad que a diario manejamos en mayor o menos medida, además de
invitarnos a la reflexión en temas como la necesidad de prácticas específicas
para medios específicos y no limitarnos a desarrollar las prácticas de los
medios tradicionales en los nuevos soportes en red.
En el otro extremo, textos sobre aspectos
tan actuales como éste, requieren de una continua revisión y actualización como
ya ha quedado patente en ejemplos expuestos anteriormente.
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