¿Notoriedad o diálogo?

No es una novedad comentar que los indicadores de la inversión en publicidad convencional han ido decrescendo en picado desde finales del año pasado. La última encuesta realizada desde el departamento de Marketing y Comunicación de la feria Event, el evento de los eventos, lo ratifica en sus resultados: radio y televisión reciben el 40% de la inversión del presupuesto de marketing y comunicación de marcas y anunciantes. El sector publicitario español confirma estos resultados. Las productoras de televisión no ruedan ni un 50% de los spots que se rodaban el año pasado por las mismas fechas. Desde las agencias de planificación y compra de medios, me comentan que las campañas de coches han parado en seco su sell out (que por otra parte, no es de extrañar, teniendo en cuenta la recesión que está viviendo el sector automovilístico). La industria de la publicidad convencional está viviendo su particular colapso, pero… ¿qué hacen marcas y anunciantes en sustitución de esa publicidad convencional?

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Existen las llamadas marcas invisibles, dícese de las que no hacen nada y caen en el olvido; por otro lado encontramos las marcas innovadoras, aquellas que optan por reinventarse y reforzarse.
A lo largo de los últimos quince años, hemos vivido lo que en la década de los 80 se bautizó como la ‘reingeniería’, deMichael Hammer. Esta idea se basa en comprender el replanteamiento empresarial como un proceso de racionalización de los recursos de personal para optimizar costes. Una década más tarde, la mayoría de las empresas del Fortune 500 entraron en este proceso de reingeniería, en el que se invirtieron cientos de miles de dólares para crear un plan de recorte, tanto de gastos como de personal. El resultado de este programa se ha traducido en un personal sobre esforzado y estresado en su vida laboral de manera constante y contenida en el tiempo.
En este último quinquenio, las empresas han estado creando, cada vez, más marcas dentro de su portafolio, hecho que ha provocado un aumento de la competencia en cada segmento de mercado. Si analizamos, por ejemplo, las marcas creadas en los 90’s observamos que  suponen un 60% más que en los 80’s. Esto, no se debe al afán de las empresas por crear y crear más competencia, sino que se produce por la necesidad de customización de las necesidades del público en general.

Los Grandes Directivos de Marketing de las empresas en los 80’s y 90’s entendían a su consumidor como un ser que ve, pero que no escucha, ni habla, ni toca, ni huele. Por lo tanto, entendían que le debían poner la marca o el producto enfrente para que lo viera, y así lo comprara. En ningún momento, este tipo de director de marketing tubo en cuenta cuántas veces el consumidor tenía una experiencia con la marca o el producto. Este problema persiste en pleno siglo XXI, todavía hay directivos de marketing que sólo se plantean que lo que vale es el número de veces que el consumidor ha visto su producto/marca. Porque su target sólo puede ver.

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