A propósito de la luz artificial


La fotografía ha evolucionado junto con las fuentes de iluminación artificial que permiten dejar la dependencia del Sol. La electricidad, como fuente de energía luminosa, lo cambió todo. Un repaso por sus momentos en la historia a modo de introducción a los actuales equipos de iluminación y sus accesorios.

luz fotografía


“Arte y Percepción Visual” es un libro ineludible para los fotógrafos. Su autor, Rudolf Arnheim, analiza la manera en que nuestra visión percibe y crea el arte. Encontramos allí una cita muy interesante. Dice del pintor italiano Michelangelo Caravaggio (1571 - 1610) que “…prepara la vista para la enfática luz eléctrica del siglo XX…”. (*)

La cita podría recordarnos además, y entre otras cosas, que el uso de la luz eléctrica en la representación visual del mundo tiene un poco más de un siglo de historia, pero también que los principios de la iluminación se mantienen constantes desde hace más de 400 años.

El análisis de la iluminación en la pintura, a partir del Renacimiento, está basado en la observación de las personas y la naturaleza, principalmente bajo la luz del sol.

Los primeros fotógrafos también obtenían sus imágenes ante la luz del sol y, eventualmente, acondicionaban sus estudios para aprovechar y difundirla a través de grandes ventanales, controlándola parcialmente mediante cortinas y difusores.

Cuando las lámparas eléctricas permitieron la iluminación artificial de hogares y ciudades, la pintura ya había abandonado la pretensión de reproducir el mundo de manera realista, quedando esa tarea en manos de la fotografía.

A partir del siglo XX encontramos una alianza entre la luz eléctrica y la fotografía. La baja sensibilidad del proceso fotográfico, ya popularizado, y la demanda comercial de fotografías favorecen la aparición de luces especiales para los fotógrafos, que deben atender a su clientela a toda hora y en diferentes climas. Por esos años se utilizó como fuente de luz el magnesio. Para tomar fotos nocturnas o en interiores el fotógrafo contaba con un dispositivo manual que ponía en combustión un polvo inflamable que, al encenderse, despedía una viva luz. La sincronización con la cámara se hacía de modo manual. Como se trataba de una fuente pirotécnica, solían ocurrir accidentes. Los memoriosos rescatan anécdotas más o menos veraces de fotógrafos y modelos chamuscados y cortinados prendidos fuego.

Las primeras luces eléctricas fueron las lámparas de arco, puntuales de alta potencia que crean luz a partir de una descarga eléctrica entre dos electrodos de carbón. La propia naturaleza eficiente de una fuente luminosa eléctrica consiste en brindar la mayor cantidad de luz concentrada en el menor espacio, por lo que estas fuentes tienden a ser duras.

Fue así que los fotógrafos comenzaron a emplear las cortinas y difusores que usaban en sus estudios con el fin de difundir la luz solar para tamizar la dura luz producida por los focos puntuales de la luz artificial. Luego colocaron paneles laterales para impedir que la luz no tamizada invadiera el estudio, con lo que las fuentes de luz tomaban un aspecto similar a las cajas difusoras actuales. Así fue el comienzo de la iluminación artificial en fotografía.

Hacia 1920, el desarrollo de la industria cinematográfica planteó nuevos desafíos: filmando en interiores a 18 cuadros por segundo, con un tiempo de obturación de 1/30 de segundo, película de ISO 20 y lentes de f/3,5 de abertura máxima se hacía necesario el uso de fuentes luminosas de gran potencia. Los decorados debían ser iluminados a cierta distancia y para ello comenzaron a emplearse fuentes de luz eléctrica equipadas con un lente y un espejo que dirigían la luz de la lámpara. Primero se emplearon lentes de condensador plano convexos, en un tipo de reflectores que provenían del teatro y luego lentes de Fresnel. El cine impuso así un estilo basado en la luz dirigida, que pronto fue aceptado por los fotógrafos y su público que veía como sus retratos repetían la valorada estética cinematográfica.

A partir de 1950, con el aumento de sensibilidad de las películas y luminosidad de los lentes, junto a las exigencias de impresión de las grandes revistas ilustradas, prevalece un estilo de luz más difusa y envolvente, logrado mediante funtes de luz abiertas equipadas con lámparas de filamento sobrevoltadas. Fueron las lámparas Argaphoto de 3.200 K (que aun se fabrican) y las Photoflood (de 3.200 y 3.400, en su versión “azul”). Estas últimas eran esenciales para trabajar en color. También fueron muy populares entre los fotógrafos las lámparas Photolita de Phillips, que también se siguen fabricando.

Para lograr instantáneas con un poco más de seguridad y agilidad surgieron las lámparas flashgun, que contenían en una ampolla de vidrio cerrada una sustancia que explotaba y desprendía una luz similar a la del magnesio. Una de las habilidades de los reporteros gráficos de la época era cambiar en segundos la lámpara y la placa de su Graflex de 10 x 12 cm.

Un poco más tarde comenzaron a difundirse también los primeros flashes electrónicos, primero en su versión de estudio y más tarde portátiles, como el Multiblitz Report, Courtenay Cadet, Braun Hobby, que usaban como fuente de alimentación una batería húmeda que más de una, al derramarse, hacía estragos en el saco de los fotógrafos debido al ácido de las celdas.

Hoy, la fuente de luz artificial más utilizada es el flash, en sus versiones de estudio y dedicado. El flash es una fuente que produce una descarga eléctrica entre dos electrodos encerrados en una ampolla llena de gas, de un modo similar a las primitivas luces de arco.

El flash de estudio contiene una lámpara y una luz continua de testigo que permite controlar su dirección y la elaboración de un esquema luminoso en combinación con otros flashes. Funciona con la red eléctrica domiciliaria y se lo utiliza montado en un trípode. Para dispararlos sincrónicamente con la cámara se emplea un cable o un disparador de radio.

Los flashes dedicados son unidades pequeñas, pueden ser usados sobre la cámara o fuera de esta y tienen un sistema de control de la exposición que funciona con la cámara. Con varios flashes dedicados podemos producir iluminación desde varios puntos, sin cables de alimentación o de sincro en tanto que la exposición es controlada desde la misma cámara. Si los flashes se mueven, el nivel de la iluminación se mantiene constante.

En la actualidad coexisten una gran cantidad de estilos y procesos de iluminación, muchas veces relacionados con la post-producción digital. La digitalización de la fotografía permitió también diseños más audaces en las fuentes de luz.

Contamos con una enorme gama de dispositivos para controlar nuestras flashes de estudio y portátiles, que siguen siendo fuentes puntuales de gran intensidad. Paraguas, cajas difusoras, difusores portátiles, tubos o snoots, panales de abeja, paneles difusores o reflectores forman parte de nuestro arsenal fotográfico.

La manera en que estos elementos modifican la luz será el motivo de una serie de notas que describirán y analizarán los dispositivos y accesorios existentes.



* Arnheim, Rudolf: “Arte y Percepción Visual” Psicología de la Visión Creadora 1957 - Eudeba Edic. 1962 - Cap. VI - La Luz.

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