Cuando hacemos fotografías nos enfrentamos a
una cantidad enorme de elementos que influyen y determinan la imagen pero, el
condicionante más importante es la luz, la “materia prima” de la fotografía.
Incluso deberíamos pensar que la luz no sólo permite registrar objetos y
figuras en un material sensible, sino que nos transmite información sobre
objetos que quedan fuera del alcance de otros sentidos (tacto, olfato, oído) y
comunica a nuestros ojos todo lo que vemos.
El proceso óptico depende de variantes físicas
y químicas que deben aprenderse: conociendo la naturaleza de la luz podremos
exponer nuestras fotografías de manera correcta, controlando la cantidad y el
tipo de luz necesarios para que el objeto retratado se imprima tal como
deseamos. El fotógrafo conocedor de las condiciones que rigen en su campo,
trabajará con mayor libertad.
La palabra fotografía viene del griego phos que significa “luz”, y grafis que significa “diseñar” o “escribir”,
por lo que fotografía significa “diseñar o escribir con la luz”.
Según el modelo ondulatorio, la
luz es energía electromagnética que se desplaza en forma de ondas regulares. La luz blanca es una mezcla de
longitudes de onda que cuando se separan ponen de manifiesto los colores del
llamado espectro electromagnético.
Cada longitud de onda varía según el tipo de
radiación y produce un estímulo diferente en nuestros ojos, reconocido por
nuestro cerebro como un color. Nuestro sistema visual sólo es capaz de detectar una
franja relativamente estrecha de longitudes de onda, situadas
entre los 400 nm -color violeta- y los 700 nm -rojo oscuro-. Las luces ultravioleta
de longitud inferior a 400 nm y la infrarroja superior a 700 nm son invisibles
al ojo humano.
La luz viaja en línea recta. Cuando los rayos
de luz llegan a un cuerpo en el cual no pueden continuar propagándose, salen
desviados en otra dirección, es decir, se reflejan. La forma en que esto ocurre
depende del ángulo que forman y del tipo de superficie sobre la que inciden.
Existen determinadas superficies y objetos que absorben la mayor parte de las
radiaciones luminosas que les llegan: estos objetos se ven de color negro.
Otros tipos de superficies y objetos absorban sólo una determinada gama de
longitudes de onda, reflejando el resto. Por ejemplo un pigmento rojo absorbe
longitudes de onda cortas pero refleja un determinado rango de longitudes de onda
larga, cuyo pico se centra alrededor de los 680 nm, por lo que se percibe como
rojo.
Durante la toma fotográfica predominan en la atmósfera
y el paisaje determinados matices de color. La temperatura de color es la
escala que va del rojo al azul y se define según el color que predomina en la
fuente lumínica utilizada. Para expresar el valor de un color se utiliza la
escala de grados Kelvin, que indica la temperatura necesaria para calentar un
cuerpo negro hasta que emita una luz de color equivalente. Según esta escala el blanco
equivale a 5.500 K, cuando la temperatura es baja, se intensifican los rojos y amarillos
(2.000 / 3.000 K), cuando la temperatura se mantiene alta habrá mayor número de
radiaciones azules (7.500 / 10.000 K).
Generalmente la temperatura de color no es perceptible
a simple vista, sino mediante la comparación directa entre dos luces: si vemos
una pared blanca bajo una luz de tungsteno, veremos una dominante anaranjada,
la misma pared bajo un tubo fluorescente se percibirá con una dominante
amarillenta-verdosa. Las cámaras de video y las digitales posibilitan el ajuste
del balance de blancos, procedimiento que fija un área de la escena como blanca
sin desviaciones de color ni tono. Por defecto la cámara lo determina
automáticamente, pero la mayoría de las cámaras permite su ajuste manual: por
medio de complejos algoritmos el procesador decide en qué parte de la imagen
debería estar el punto blanco y corrige según la dominante que percibe.
Los colores
El color de un objeto depende de su constitución
físico-química y de la longitud de onda de la luz que lo ilumina. Además de
estas características que lo definen en sí mismo, el color está sujeto al ojo
del espectador: no podemos saber si la experiencia del rojo que tiene A es la
misma experiencia que tiene B. Ambos pueden estar de acuerdo en que es
apropiado hablar de color rojo, pero las variaciones de tinte,
brillo y saturación del color rojo dependerán de la psicología perceptiva de
cada uno. Las consideraciones lingüísticas son decisivas para una interpretación del
mundo: el lenguaje define la realidad pero hay variantes que quedan por
completo en la subjetividad de cada ojo receptor.
Para estudiar el color se han conformado dos sistemas:
el primero habla del color desde el desde el punto de vista de la luz y el
segundo lo hace desde el punto de vista del pigmento.
Los colores producidos por luces tienen como colores
primarios al rojo, al verde y al azul: son los colores conocidos como RGB (del inglés red,
green, blue). La fusión de estos crea y compone la luz blanca, por eso a esta
mezcla se la denomina síntesis aditiva y las mezclas parciales de estas luces
dan origen a la mayoría de los colores del espectro visible.
Si pasamos a estudiar el color desde el
pigmento o desde la superficie coloreada, los primarios son el magenta,
el cian y el amarillo. Este modelo se basa en la cualidad de los objetos de absorber y rechazar
luz; es el sistema de colores primarios que usan la mayoría de los sistemas de
impresión. La mezcla de los tres colores primarios pigmento -magenta, cian y
amarillo- en teoría debería producir el negro, el color más oscuro y de menor
cantidad de luz, por lo cual esta mezcla es conocida como síntesis
sustractiva. En la práctica el color así obtenido no es lo bastante intenso, motivo
por el cual el mundo de las tintas ha agregado el negro, pigmento conformando
el espacio de color CMYK.
Los monitores de la computadora y otras pantallas
utilizan el modelo RGB: representan el color de un objeto como una mezcla
aditiva de luz roja, verde y azul. En los materiales impresos, esta combinación
de luz no puede ser reproducida directamente, por lo que las imágenes deben
convertirse a su equivalente según el modelo CMYK, que es el usado por la mayoría
de las impresoras. Los colores CMYK producen tonos diferentes a como se aprecian en un
monitor. No hay ninguna buena regla de conversión entre RGB y CMYK, pero sí hay
formas de lograr una equivalencia entre ambos sistemas.
Una imagen bien expuesta podrá verse oscura si la
pantalla LCD de la cámara digital no está bien calibrada. Si queremos
transformar la foto digital en una imagen en papel, la buena o mala calibración
del monitor dependerá a su vez del sistema elegido para la impresión. El
Photoshop permite medir la formación del color en cada punto de la imagen: esta
es una manera altamente recomendada de controlar el paso de la fotografía
formada por luces (RGB) a la fotografía formada por pigmentos (CMYK).
El color genera un campo de influencias altamente
subjetivo, la ciencia y el conocimiento de las leyes objetivas nos permiten un
mayor control de las variables en nuestra imagen. Debemos familiarizarnos,
primero, con los componentes de la luz, así conseguiremos buenos registros y
podremos controlar el color en la copia, acercando lo más posible lo observado
por nuestros ojos en la realidad a lo impreso por las tintas en la fotografía.
Michael J. Langford
“Parece extraño que no podamos percibir
biológicamente una cantidad tan importante del espectro electromagnético. Sin
embargo, a pesar de existir en la naturaleza longitudes de onda de radio,
infrarrojas, ultravioletas, rayos X y rayos gamma, procedentes del espacio
exterior, el hombre ha evolucionado sin necesidad de dispositivos de detección
(o de defensas biológicas) para estos tipos de radiación. Pudiera darse el caso
de que seres existentes en otro planeta, con un medio ambiente diferente,
disfrutaran de órganos capaces de sentir, por ejemplo, las ondas de radio, pero
ser completamente ciegos a la luz visible, tal como la conocemos nosotros.”
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