Cuando la atmósfera no es tan limpia


Niebla, neblina, bruma, son diferentes maneras de los “filtros naturales” que se generan por partículas, tanto de agua como sólidas, en la atmósfera. Crean situaciones diferentes que, si se las aprovecha de manera creativa, dan lugar a fotografías de un gran valor estético.

La luz del sol y una atmósfera transparente son las condiciones ideales para quienes conducen cualquier vehículo que se desplace a cierta velocidad, ya sea por tierra, mar o agua. Pero como son tan cambiantes, no son pocos los sistemas inventados para “ver en la oscuridad”, como lo son el Radar y las cámaras infrarrojas.

fotografía ruido


La calina es común en las grandes ciudades debido a la contaminación. Una vista de París desde una de las torres de Notre Dame.

En cambio, en fotografía, una atmósfera cuya transparencia está afectada por las condiciones ambientales permite generar imágenes muy interesantes e, incluso, con valores estéticos mucho más agradable que aquellas realizadas a pleno sol.

Esto ha sido siempre muy bien aprovechado, en especial por los fotógrafos europeos del Norte, ya que los días con niebla o bruma son los más frecuentes a lo largo del año.

Niebla sobre Buenos Aires, un clásico del fotoperiodismo, realizado por Omar Torres en 1983: la Torre de los Ingleses vista desde la azotea del Hotel Sheraton.

Pero en un país con la extensión y variedad de accidentes geográficos como la Argentina, que genera una notable diversidad de climas y donde se dan todas las condiciones que se puedan concebir, es imposible hacer generalizaciones.

De todas maneras, en amplias regiones del país, como las regiones subtropicales húmedas, las de clima templado pampeano, el litoral bonaerense, los Andes patagónicos, las islas australes, la atmósfera cargada de agua predomina en buena parte del año, siendo todo lo contrario de las regiones de climas áridos (la Puna, los Andes, la Patagonia extraandina, etc). De todas maneras, eso no significa que la atmósfera pueda estar siempre transparente, porque no es solo la humedad la que altera la visibilidad y reflexión de la luz sino que también se produce por partículas sólidas de arena, tierra, etc.

Los fenómenos meteorológicos


Niebla. Consiste en nubes muy bajas, que se generan por la evaporación de la humedad del suelo y de los espejos de agua, generando la mayor reducción de visibilidad que la humedad puede producir.

¿Cuando se produce? Puede ser tras la puesta del sol y hasta después de la salida del sol, cuando desciende la temperatura del suelo y se genera la condensación del aire. Se la conoce como “Niebla de radiación”, no es muy espesa y es la que suele afectar a las rutas en el otoño y en el invierno, siendo muy peligrosa para la conducción nocturna. También se menciona la niebla matinal, que es común en las regiones de serranías y que está generada por la humedad retenida en zonas boscosas; la niebla de viento, que se da en las costas, la niebla de valle, etc., etc.

Desde el punto de vista fotográfico, interesa saber que la niebla se produce cuando la humedad relativa del aire es entre el 90 y el 100% reduciendo la visibilidad a 1 km o menos y produciendo un efecto blanquecino sin que se aprecien los rayos solares.

En cambio, la diferencia con la neblina, es que la visibilidad es mayor, entre 1 y 10 km, con una humedad relativa ambiente del 80 al 90%. El efecto sobre la tonalidad del aire es que se presenta como más azulado pero, además, permite el paso de los rayos de sol, si bien muy atenuados.

La bruma, en cambio, es la reducción de la transparencia de la atmósfera causada por partículas sólidas en suspensión con una humedad relativa inferior al 80%, que reduce la visibilidad hasta una distancia horizontal de 2 km. (Si la humedad es superior al 80%, entonces las partículas sólidas se tornan higroscópicas y pasa a ser neblina). Como la neblina, permite el paso de los rayos del sol.

Lo que hace visible a las partículas que forman la neblina y la bruma es la forma como dispersan la luz, puesto que no se trata de una simple reducción de la visibilidad. Esto es evidente, por ejemplo, en el efecto creado por los rayos de sol que atraviesan la neblina o, en una habitación cargada de polvo, al ingresar por una ventana los rayos de sol. Este efecto es muy utilizado en el cine, especialmente en los “thrillers”, para generar un clima de suspenso cuando se ilumina con linternas. Eso se conoce como “efecto Tyndall”, en recuerdo del científico John Tyndall que lo enunció en 1869: “Cuando un haz de luz relativamente angosto pasa a través de un coloide como son las partículas de polvo que están en el aire, éstas desvían la luz y aparecen en el haz como pequeñas y brillantes manchitas de luz”.

Cabe mencionar además a la Calina o Calima, que es el fenómeno causado por la presencia de partículas de polvo, cenizas, arena, etc. en suspensión que se diferencia de la bruma en que la visibilidad es superior a los 2 km. Tanto la bruma como la calina tienen efectos muy negativos en la salud de las personas, generando irritación en la garganta, ojos y nariz, ya que son esencialmente formas de contaminación atmosférica.

Por ultimo, la Lluvia reduce la visibilidad a menos de 3 km y la llovizna a menos de 1 km, en ambos casos la humedad relativa es del 100 %.

El efecto en las fotografías


El primer efecto en todas las fotografías, debido a cualquiera de los fenómenos ya mencionados –excepto la lluvia–, es la reducción del contraste de la escena y, en el caso de las imágenes en color, también se reduce la saturación de los colores, que adquieren tonalidades “pastel”, algo que tanto caracterizó a las películas color europeas, en particular las de la casa Alemana Agfa, hasta avanzada la década de 1980.

Con lluvia, en cambio, debido a los reflejos que se producen en las superficies mojadas que actúan de manera similar a un espejo, el contraste puede no verse afectado o, incluso, en determinadas situaciones, hasta se puede incrementar, en particular en escenas nocturnas. De ahí que sea la excepción.

Si la bruma o la neblina es más intensa, la separación entre los diversos tonos tiende a diluirse y en general las escenas resultan de una tonalidad más monocromática, con una dominante de tonalidades frías (tonos de azul). Por esa misma razón, los tonos cálidos en una escena de ese tipo se destacan aún más, lo que puede ser aprovechado con fines pictóricos.

La otra característica es que a medida que la distancia es mayor, el efecto causado por las condiciones meteorológicas se incrementa de manera exponencial, ya que de hecho las gotitas microscópicas de agua en suspensión o de polvo bloquean el paso de la luz cuanto mayor es el grosor de la capa.

Esto se aprecia con la diferencia que hay entre la visibilidad horizontal y la vertical: una capa de bruma o de neblina que no es muy gruesa permite una mayor visibilidad hacia arriba, en las mismas condiciones, que de forma horizontal.

De hecho, la neblina y la bruma actúan con filtros difusores, cuyo efecto es mayor a medida que aumenta su grosor, lo cual se produce con la distancia.

En esas condiciones, la fotografía de paisajes o en espacios abiertos es la más afectada, ya que la saturación y definición de los primeros planos es muy superior a la de los planos más alejados, lo cual debe ser aprovechado desde el punto de vista de la composición.

Lo cierto es que todos los fenómenos meteorológicos mencionados constituyen un elemento natural que modifica la apreciación de los paisajes, creando un clima que, a pesar de lo cotidiano que pueda resultar, aporta sensaciones diferentes.

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