De una simple lente convergente evolucionó hacia complejos
diseños que proyectan una imagen casi perfecta sobre un plano, además de
satisfacer diferentes necesidades. Esa notable variedad se explica en el hecho
de que hay objetivos que valen poco más de 100 dólares a otros que cuestan lo
mismo que un automóvil. El objetivo es lo que, al fin de cuentas, genera la
imagen y por eso, no es casual que los grandes fotógrafos hayan elegido siempre
las ópticas de mayor rendimiento.
El
objetivo fotográfico reconoce su origen en las lentes empleadas a partir del
Siglo XVII en la Cámara Oscura que usaban tanto dibujantes y pintores como
naturalistas. Su más remoto antecedente había sido concebido por el milanés
Girolano Cardano, cuando en el 1550 le pone a su cámara oscura un “disco de
cristal”. El uso de las lentes para proporcionar una imagen clara y definida
pasó a ser muy difundido, incluso por pintores de la celebridad de Johannes Vermeer van Delft (1632-1675) o El Canaletto (1697 –
1768).
De todas maneras, una lente simple, similar a una lupa,
produce una imagen apenas nítida en el centro debido a la gran curvatura de
campo de la imagen proyectada, es decir, que la imagen no se proyecta sobre un
plano sino sobre una superficie curva.
Los
objetivos Simples
El
científico inglés William Hyde
Wollanston (1776-1828), quien
inventó la Cámara Lúcida (un dispositivo provisto de un prisma
con un objetivo que permite ver al mismo tiempo el sujeto y el papel), en 1812
diseñó el primer objetivo de
menisco simple, basado en una
lente convergente que permitía obtener una imagen de calidad superior a las
hasta entonces conocida pero, de todas maneras, las aberraciones seguían siendo
muy notables.
Wollanston
fue sin dudas uno de aquellos científicos del Siglo XIX cuya obra es de una
vastedad inabarcable: médico, físico y químico, descubrió el paladio y el
rodio, experimentó con la energía eléctrica preparando el camino para la
invención del motor eléctrico, realizó observaciones astronómicas que
permitieron descubrir la composición química del Sol, llegando a ser secretario
de la Royal Society.
El
siguiente paso lo dio un óptico francés, Charles-Louis
Chevalier (1804-1859), cuya
casa de óptica estaba en la calle del Palais Royal 163, en París, al diseñar el
primer objetivo corregido parcialmente para la aberración cromática, conocido
como Doblete de Chevalier con una luminosidad de f:14, que sería
usado por Luis Daguerre en sus primeros daguerrotipos. Es interesante destacar
que el mismo Chevalier también le proveía desde 1825 los lentes a Nicéphore
Niepce, el padre de la fotografía, y quien lo vinculó con Daguerre, en lo que
concluyó en la sociedad entre ambos.
El
diseño básico de Chevalier dio lugar a toda una familia de Objetivos Simples,
que fueron sucesivamente perfeccionados por otros diseñadores como Thomas
Grubb, John Henry Dallmeyer y Carl Paul Goerz. Estos dos últimos están entre
los más importantes ópticos de fines del Siglo XIX y de comienzos del XX,
mientras que Goerz dio origen a la mayor industria alemana de cámaras y de
objetivos, la desaparecida Zeiss-Ikon que integraba la actual Carl Zeiss.
Todos esos primeros objetivos tenían una grave e insuperable
limitación: por su muy escasa luminosidad, entre f: 9 (Goerz) y f: 16 (Grubb),
sumado a la muy escasa sensibilidad de las placas del daguerrotipo que
requerían exposiciones de entre 10 y 20 minutos bajo el sol directo, no era
posible la realización de retratos. La solución, entonces, debía provenir de
dos adelantos o de una suma de ambos: incremento de la luminosidad (abertura
máxima del diafragma) o aumento de la sensibilidad de las placas.
Este
tipo de objetivo fue usado durante décadas y, hasta no hace mucho tiempo, en
las cámaras económicas de Cajón y en infinidad de cámaras descartables.
El
Petzval para retratos
La
primera respuesta la dio el matemático húngaro József Miksa Petzval (1807-1891), que era profesor en la
Universidad de Viena. Mediante una muy cuidada selección de vidrios, curvaturas
y espesores, hizo el primer cálculo matemático de un objetivo que luego sería
copiado y modificado por otros diseñadores. El Petzval, con una abertura
efectiva entre f:3,4 y f:3,6 y un ángulo de cobertura de 20º a 25º, se
convirtió en el primer objetivo específico para retratos. Para lograr cierta
indefinición de la imagen, no corrigió plenamente y a propósito la aberración
cromática. Años después, en 1870, el Petzval,
de cuatro elementos en dos grupos, fue modificado por H. Zincke y llevado a
f:2,4.
Está
descripto de la siguiente manera: “El
objetivo se compone de un conjunto de dos lentes dobles con un diafragma en
medio. La lente frontal permite corregir las aberraciones esféricas pero tiene
el inconveniente de producir coma. El segundo conjunto de lentes corrige en
parte la coma y el diafragma ayuda en la corrección del astigmatismo. El campo
total de visión queda restringido en 30 grados”.
József Petzval, tras diseñar aquel
objetivo, tercerizó su fabricación con Peter Voigtländer, pero éste a su vez lo
copió y lo lanzó comercialmente junto a una cámara para daguerrotipos
enteramente metálica. Años después, Petzval diseñó un nuevo objetivo, para
paisajes, pero su fabricación la dejó en manos de la casa Dietzler.
Otras
mejoras, esta vez desde el campo de la química, permitieron reducir el tiempo
de exposición a 25 segundos gracias a un acelerador de revelado inventado por John Frederick Goddard, hasta
llegar a los 9 segundos con el Electrotipo, una variante de Daguerrotipo
galvanizado que desarrolló el estadounidense Daniel
Davis Jr.
Aunque
murió casi en el olvido después de jubilarse en el año 1877, mucho tiempo
después comenzó a ser reconocido por su vasta obra. A la fundación de un Museo
que lleva su nombre y de tener varias estatuas, se le agrega el haber bautizado
como Petzval a un planetoide, en homenaje a que sus telescopios ayudaron en la
exploración visual del Universo. Un cráter Lunar, que está en la cara oculta
del satélite de nuestro planeta, lleva su nombre. También existe la Medalla
József Petzval que se otorga a quienes hacen aportes científicos al desarrollo
de la fotografía.
Curiosamente,
el no Petzval quedó obsoleto con el desarrollo de otros diseños más avanzados,
sino que se lo continuó usando por décadas como objetivo de proyección.
Objetivos
para arquitectura y paisajes
Con
el paso del daguerrotipo a la fotografía en papel, que significó no sólo un
crecimiento de la cantidad de fotógrafos sino que las posibilidades de trabajo
en exteriores alcanzó una dimensión hasta entonces desconocida, se planteó la
necesidad de disponer de objetivos más evolucionados con mayores ángulos de
cobertura y de una superior definición. Bueno es recordar que, con algunas
pocas excepciones, el daguerrotipo fue empleado a la producción de retratos
comerciales y muy pocos fotógrafos se aventuraron con la cámara de
daguerrotipos lejos de sus estudios. Esto se debió a lo complejo y lento del
proceso de sensibilizar las placas, así como a su elevado costo.
Eso explica que de Buenos Aires, por ejemplo, sólo se
conserve la serie de daguerrotipos realizados en la década de 1850 por Charles De Forest Frederick y que, prácticamente, no exista una
mayor variedad de temas abordados por los fotógrafos de entonces. Los paisajes
o escenas urbanas son excepcionales en toda América del Sur y existen pocas,
incluso, en los Estados Unidos y en Europa. De todas maneras, Beaumont Newhall
definió al daguerrotipo como “El
espejo con memoria”.
Los
primeros objetivos concebidos para obtener una gran definición de la imagen con
un ángulo de cobertura equiparable a la de un moderno objetivo normal fueron
concebidos en la década de 1860, siendo conocidos como “Rectilíneos” gracias a
su excelente corrección de la distorsión, una característica esencial en la
fotografía de arquitectura y en trabajos de reprografía. Uno de los primeros
fue el Aplanat diseñado por Carl August von Steinheil (quien también tiene un cráter en la
Luna con su nombre) y seguido por otro de similares características surgido del
tablero de John H. Dallmeyer.
El
diseño de estos objetivos era simétrico, de cuatro elementos en dos grupos
idénticos y opuestos y, en algunos diseños, el grupo anterior podía desmontarse
obteniéndose un objetivo simple acromático pero con una distancia focal del
doble, lo que los hacía adecuado para ser empleados tanto para paisajes y
arquitectura como para retratos en la segunda configuración. Había nacido así
el primer objetivo económico y convertible para múltiples aplicaciones.
El
paso siguiente fue modificar la curvatura de los grupos y reducir la distancia
entre ellos, y con ello se logró el primero de los granangulares, el Globe, diseñado por los
norteamericanos Charles C.
Harrison y Joseph Schnitzer, con un ángulo
de cobertura de 90º y de 10” de distancia focal. Harrison había sido un afamado
daguerrotipista que se dedicó a la fabricación de cámaras de alta calidad hasta
1849. Fue patentado en junio de 1862 en Nueva York, siendo ampliamente
utilizado por Mathew Brady en muchas de sus fotografías de paisajes
durante la Guerra de Secesión (1860-65).
Al Globe le siguió el Pantoscope diseñado por Emil Busch en 1866, con un ángulo de cobertura de
90º. Su distancia focal era de 9,5 pulgadas. Eso estimuló a Steinheil a hacer
lo mismo con suAplanat, que le permitió obtener un ángulo de cobertura
de 105º con una abertura de f:18, algo notable para la época.
Curiosamente,
esos objetivos no eran definidos como granangulares sino “globulares”. Una
publicación de la época los define como “The Kind of the Globular lens” (“El tipo de la lente globular”).
Los
nuevos vidrios ópticos
Los
principios y cálculos matemáticos para el perfeccionamiento de los objetivos
hubiese sido pura teorización sin consecuencias prácticas si no fuera por el
desarrollo de nuevos cristales para su fabricación. En efecto, el diseñador
recurre a trazar la curvatura de las caras de las lentes, decide el número de
elementos y la conformación de grupos de lentes cementadas, y selecciona los
distintos tipos de cristal de acuerdo a su índice de refracción y la dispersión
(Número Abbé).
En
este punto, los desarrollos de la fábrica de cristales alemana del Dr Otto Schott, en Jena, fue crucial: a partir de 1866
comenzó a ofrecer una gran variedad de cristales con diferentes propiedades,
con la incorporación de fosfatos, boratos, óxido de bario y otros metales, que
le abrieron al diseñador un nuevo mundo para poder crear objetivos que buscaban
la perfección de la imagen. Tal fue su celebridad que para definirlos
genéricamente comenzó a decirse “Cristales de Jena”, como sinónimo de la más
alta calidad imaginable. Fue ese el punto de inflexión donde la óptica alemana
comenzó a diferenciarse y a superar a países como Francia, Inglaterra, Suiza y
Estados Unidos, que también poseían una sólida industria óptica, mientras que
en el Japón todavía era incipiente.
La
Voigtländer fue la primera fábrica que recurrió a los cristales de Jena pero,
poco después, en 1888, lo hizo la Carl
Zeiss y a través de la
conjunción de dos hombres que marcaron el rumbo del desarrollo de los objetivos
fotográficos por ese entonces, logró el prestigio que aún conserva: el físico,
matemático y hombre de ciencias Dr.
Ernst Abbe, que había ingresado en la compañía en 1866, y el diseñador Dr. Paul Rudolph.
La
década de Oro
En
1890 Rudolph inscribió un trascendente hito en la
historia de la óptica fotográfica al concebir un objetivo simétrico compuesto
por dos grupos cementados, cuyas curvaturas variaban según el ángulo de
cobertura y luminosidad deseados, que podía ser de 80º y f.7,2 o de 110º y f:18.
Denominado Anastigmat, a
partir de 1890 pasó a ser conocido como Protar.
Se produjo en diversas series en las cuales se modificaba el ángulo de
cobertura y la luminosidad.
Lo
que distinguió a la serie Protar,
la cual fue constantemente mejorada, hasta llegar al Proterlinse Serie VII, con un
nivel de corrección desconocido hasta entonces, era la perfecta nitidez que
proporcionaba y su notable corrección para la distorsión, siendo por eso el
objetivo más indicado para la fotografía de arquitectura y la reprografía, una
técnica en una creciente difusión a partir de la invención del “Half-tone”, la
trama para la realización de fototipías que permitió la impresión tipográfica
de textos y fotografías, dando nacimiento al fotoperiodismo.
Rudolph,
una persona de un talento increíble y de una capacidad de trabajo
verdaderamente notable, no se conformó con el exitoso Protar y fue así que a fines del siglo XIX,
basándose en eltelescopio de Gauss, diseñó un objetivo que, con
constantes mejoras, se considera acaso uno de los más perfectos de la historia
de la fotografía: el Planar, un anastigmático simétrico de seis elementos en
tres grupos (en su versión original) que habría de evolucionar a una versión
del siete elementos en cinco grupos. Sin embargo, debido a la gran cantidad de
superficies aire-vidrio, elPlanar no
pasó del tablero de dibujo ya que se debió esperar la invención del tratamiento
antirreflejo de las superficies. Esto fue un desarrollo también de la casa
Zeiss en 1937, considerado secreto militar por lo que recién con posterioridad
a la II Guerra Mundial que su uso se difundió en la industria óptica.
Entretanto,
Rudolph perfeccionó diseños de Hugh
Aldis concebidos para la casa
Dallmeyer de Londres, dando origen a la serie Unar,
un objetivo de elevada luminosidad que se adaptó para las folding-cameras, es
decir, los equipos portátiles tan en boga en las primeras décadas del siglo XX.
Con
posterioridad, a Rudolph se le ocurrió combinar los elementos frontales del
Unar con la mitad posterior del Protar. La idea no era totalmente nueva: el
origen de este afamado objetivo lo podemos buscar en el ampliamente conocido Triplete de Cooke. Bajo
innumerables variantes (y con otras denominaciones) se continúa usando en
algunas cámaras compactas, en lentes de ampliadora y de proyección.
El Cooke Triplet fue diseñado en el año 1893 por Harold Dennis Taylor, de la
Cooke and Sons de York y fabricado por la Taylor and Hobson de Leicester
(Inglaterra). Tenía tres elementos (de ahí su nombre) sin cementar y fue
construido originariamente con una luminosidad máxima de f:6,3. Con él se
inició la generación denominada “anastigmáticos de tripleta”.
La
primera modificación importante del Cooke, realizada por Rudolph y Wandersleb,
fue la sustitución de la lentilla posterior de cristal crown por dos lentes
cementados (un crown y un flint), con lo que la lente pasó a tener cuatro
elementos y se lo denominó Tessar (que significa cuatro en griego). Con
esa variante se obtuvo un mejor rendimiento en cuanto a contraste y definición.
En
objetivos de relativamente grandes aberturas (superiores a f: 4,5) la
construcción tipo Tessar es muy superior al diseño Triplete (aunque este último
compite con un precio más bajo). El Cooke ha dado origen también a otros
objetivos de alta calidad y más luminosos, especialmente para los formatos
pequeños, como el Hektor de Leitz y el Sonnar de la Zeiss.
Técnicamente,
el Tessar es un objetivo de cuatro elementos en
tres grupos (los dos posteriores cementados) asimétricos no desdoblables
(aunque en algunas versiones componibles, como losPro-Tessar, al
retirarse los dos elementos anteriores y colocarse otros con distintos radios
de curvatura modifican la distancia focal original, aumentándola o
disminuyéndola según el caso), en el que las aberraciones están llevadas a
límites muy estrechos dentro de una distancia focal equivalente a la diagonal
del negativo, con las únicas excepciones ya mencionadas de los Pro-Tessar y del antiguo Tessar f:8 de 28mm granangular moderado para
el formato 24 x 36 mm. De todas las variantes, tal vez las más conocidas son el
f:2,8 de 50mm y el f:2,8 y f: 3,5 de 75mm.
Para
su concepción, sus creadores se fundamentaron en los enunciados teóricos del
Prof. Joseph Petzval. La tecnología disponible a finales del siglo XIX permitió
la concreción de su tesis, y esto gracias a la disponibilidad de cristales tipo
crown fabricados por Otto Schott de Jena.
Sobre
el diseño básico del Tessar de 1902, cuando la patente expiró, muchos
fabricantes introdujeron algunas modificaciones (o ninguna, según el caso) y
los produjeron masivamente con otras denominaciones. Entre estos objetivos tipo
Tessar podemos mencionar algunos merecidamente famosos: Ektar f:3,5 - 4,5 - 4,7 y 6,3 (Eastman
Kodak, Rochester): Elmar f:3,5, 4 y 6,3 (E. Leitz, Wetzlar); Ysar f:3,5 y 4,5 (G. Rodenstock, Munich); Xenar f:2,8, 3,5, 4,5 y 5,5 (J. Schneider
& Co. Kreuznach); Skopar f:3,5 y f: 4,5 (Voightländer &
Soehne, Brunswick); y muchos otros no tan conocidos.
En
nuestra próxima edición, veremos el desarrollo de los objetivos de elevada
luminosidad, del zoom, las lentes asféricas hasta explicar la plena madurez que
hay en la óptica fotográfica porque, como lo señalamos, junto al
sensor/película es lo que le otorga la verdadera calidad a la imagen. El resto
son subsistemas al servicio de esos dos elementos.
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