Un filtro imprescindible. El Polarizador



A partir de la fotografía digital, muchos filtros, en especial varios de los de efectos especiales, de compensación color y de corrección color, quedaron obsoletos ya que la cámara o el soft de post-producción pueden emular sus resultados. En cambio, el Polarizador es un medio óptico cuyo efecto no es posible imitar.

fotografía polarizador


Hasta el advenimiento de la imagen digital, la única manera de generar efectos especiales era mediante la utilización de filtros creativos o recurriendo a técnicas de laboratorio. En la fotografía análoga también se depende de filtros para ajuste del balance color, de la tonalidad, de la saturación, del contraste, etc.

Con los programas de manipulación y ajuste de imágenes e, incluso, con el propio soft de la cámara, el mundo digital ha permitido que los más variados efectos especiales, muchos de los cuales se obtenían mediante el empleo de filtros, pudieran ser emulados y ampliados. Digitalmente es posible incluso generar el desenfoque del fondo, como si la imagen hubiera sido obtenida con una gran abertura de diafragma y un objetivo de distancia focal larga.

Pero en este mundo dominado por los procesos electrónicos y la digitalización, la óptica no ha sido desplazada. Para formar la imagen se requiere de un sistema basado en la física clásica y, en ese contexto, hay una serie de filtros ópticos que tienen plena vigencia puesto que no pueden ser sustituidos: Polarizador, Densidad Neutra, Infrarrojo y UV (este último como protección del elemento frontal del objetivo).

El polarizador 


Junto con los mencionados en el párrafo anterior, es uno de los filtros que no ha perdido vigencia y no debería faltar en ningún bolso de fotógrafo de paisajes, naturaleza, arquitectura, arqueología, y cualquier otra aplicación en exteriores donde existan superficies reflectantes.

Lo que hace un polarizador es reducir y hasta eliminar los reflejos, excepto en las superficies metálicas (En este caso, se debe poner un filtro en la fuente de luz y otro en el objetivo).

Su principio de funcionamiento se basa en el comportamiento de la luz de acuerdo a la teoría ondulatoria como parte del espectro electromagnético: “La luz es una radiación electromagnética y como tal tiene tres vectores de movimiento: longitudinal (en la misma dirección de la luz), transversal (perpendicular al longitudinal, produce el movimiento oscilatorio en forma de onda), y un tercero que puede ser de rotación. La luz polarizada es aquella que tiene un determinado movimiento de rotación. Hay tres tipos de luz polarizada: lineal, circular y elíptica. El filtro polarizador es como una rejilla que permite únicamente el paso de la luz que oscila en el mismo plano de la reja, la cual es luz polarizada”.

Por lo tanto, un filtro polarizador “es un material con transmitancia selectiva a una determinada dirección de oscilación del campo eléctrico de una onda electromagnética como la luz”. Es decir, al ser atravesado por un haz de luz no polarizada, el haz saliente queda polarizado pero, además, disminuye la intensidad de la luz, lo que obliga a incrementar la exposición. Sin embargo, gracias a que todas las cámaras actuales realizan la medición de la luz a través del objetivo, ese ajuste de la exposición se realiza de manera automática, sin necesidad de intervención del fotógrafo en el cálculo de la exposición.

El filtro polarizador está integrado por dos discos de cristal que al girarse el frontal intensifica gradualmente la intensidad de la polarización, aunque hay dos tipos de filtros polarizadores: lineales y circulares.

El lineal realiza una polarización muy efectiva pero afecta negativamente el sistema de autoenfoque de la cámara. En la década del 80, al hacerse más populares las cámaras con AF, se tuvo que desarrollar un nuevo tipo de filtro, dando como resultado el Polarizador Circular y quedando obsoletos los lineales.

Un detalle interesante es que con el filtro polarizador lineal se puede apreciar su efecto a ojo desnudo, es decir, sin tener que montarlo en el objetivo de la cámara y mirar a su través. En cambio, con el circular el efecto sólo se aprecia si se observa a través del visor.

En cuanto a su elección, además de tener que considerar el diámetro de la rosca en función del tipo de objetivo, debe tenerse presente que para ser utilizados con objetivos granangulares tienen que ser del tipo delgado (Slim) porque, de lo contrario, pueden producir viñeteo de las imágenes. En efecto, al ser su construcción de dos discos en un mismo soporte donde el cristal anterior gira libremente en torno a su eje óptico, su grosor suele ser mayor que el de un filtro común.

Gracias a que reduce o elimina los reflejos indeseados en superficies plásticas, maderas y otras superficies pintadas o barnizadas, cristales, vidrio, agua, etc. (excepto, como ya lo dijimos, en superficies metálicas), permite transparentar las mismas y ver su verdadera naturaleza. En el caso del agua, posibilita ver a su través. También mejora la saturación color del follaje y en el caso del cielo, oscurece el azul-celeste, haciendo que las nubes se destaquen. Este efecto es mayor cuando el ángulo del eje óptico de la cámara se encuentra a 90º respecto al sol, es decir, cuando se recibe el sol desde un costado.

Otra de las aplicaciones de los filtros polarizadores es en algunos instrumentos científicos como microscopios, con la finalidad de resaltar estructuras superficiales, gracias a que ciertos materiales realizan una absorción selectiva de la componente transversal del campo electromagnético de una onda, lo que permite la identificación de ciertos minerales.

Se la emplea también en las pantallas LCD, en anteojos de sol, y en películas de cine 3D, en los proyectores para que cada ojo reciba la imagen correcta.

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