La conservación de los afectos, Antonio Pascale. Tropismos, 2006.
Los relatos del escritor italiano Antonio
Pascale hablan de situaciones cotidianas pero también de la dimensión que
pueden adquirir esas situaciones que se dan entre parejas, padres e hijos y
amigos; incomunicación, frustraciones, recuerdos que no se olvidan. La vida
está llena de momentos importantes sin que nos demos cuenta, de manera que el
pasado llega hasta el presente para evidenciar lo que fuimos y lo que somos, y
según Pascale, nunca somos lo que soñamos en el pasado. Incluso podemos llegar
a odiarnos o sentir pena de nosotros mismos. Así es el paso del tiempo.
Aunque hay una temática común, uno de los
aciertos del libro es que contiene relatos bastante diferentes, desde el
intimista “La conservación de los afectos” hasta la falsa crónica social “La
clase media” o el último, titulado “Distinguido ministerio”, trazando con fina
ironía y no menos melancolía una situación que bien podría ser kafkiana, por
cotidiana y patética, pero que aquí Pascale dota de una dimensión más
generacional que existencialista.
Es también el caso del citado “La clase
media”, escrito a modo de crónica, donde los sucesos adquieren una notoriedad
importante, para reflejar una visión entre irónica y crítica de la clase media
italiana actual. Es por tanto el relato más político pero sin rebasar los
límites de lo puramente ficcional, y además es uno de los mejores relatos del
libro. El resto derivan hacia situaciones cotidianas más intimistas, como “La
conservación de los afectos” o “Buenos días, mañana”.
Pueden sus relatos recordar a escritores
anglosajones de rica tradición cuentística como Raymond Carver o el británico
Hanif Kureishi en su “poética de lo cotidiano”, pero es cierto que mientras en
Carver se daba a aquello que se ha llamado “Realismo sucio”, es decir,
situaciones sórdidas entre personajes que normalmente habitan en la
marginalidad, en los relatos de Pascale esto no es así, pues sus personajes
viven en un estado social más cómodo (clase media) y viven aparentemente en
ciudades grandes de Italia y no en suburbios, lo que en este caso le acerca más
a Kureishi. Además, mientras Carver utiliza el arte del minimalismo reducido al
máximo, unido a su uso de la elipsis, el escritor italiano mezcla lenguaje
sencillo y frases no muy largas con recuerdos del pasado y ciertos símbolos
literarios con objetos o situaciones de la vida cotidiana, que quizás están más
cerca de un Tobias Wolff, otro de los grandes cuentistas estadounidenses
actuales. Así, cada objeto y lugar tiene un sentido concreto, unas veces al
modo proustiano, y otras simplemente describe una situación social. Y Pascale se muestra siempre con soltura en
las descripciones, aportando información importante. La casa, la calle, los
comercios y el barrio. Cada lugar aloja un recuerdo, y cada descripción nos
lleva a otro tiempo, a veces de manera casi imperceptible.
Relatos notables que podrían resumirse en
palabras del propio Pascale en una entrevista publicada en Italia: “es un
inventario de aquello que hay y de aquello que tiene riesgo de perderse”.
No hay comentarios :
Publicar un comentario