ODETE, DE JOAO PEDRO RODRIGUES

Odete de Joao Pedro Rodrigues (Portugal, 2005).

Odete es la segunda película del realizador portugués Joao Pedro Rodrigues. Fue estrenada en Francia el pasado 11 de Enero y ha tenido una mención especial en Cannes. El realizador lisboeta también consiguió un gran reconocimiento con su primer film O fantasma (2000). ConOdete consigue un mayor asentamiento de la crítica y público. Aire fresco de Portugal que llega al resto de Europa pero sin pasar por España, esperemos que tras su reconocimiento en Francia Odete tenga la oportunidad de ser exhibida en España, aunque sea un par de semanas, al menos para que los más atentos a las salidas cinematográficas la cacen al vuelo y puedan descubrir qué es lo que se está haciendo en estos momentos en Portugal, a parte de Joao Cesar Monteiro o Manoel de Oliveira.

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Podría decirse que lo interesante de Odete reside en la comunicación que establece el realizador con el espectador, algo muchas veces olvidado. Rodrigues se aprovecha de las posibilidades que le brinda el cine para establecer un juego que va más allá de la representación objetiva de la realidad, en la que el espectador encuentra todo “razonable”, para involucrar al público en la historia de los personajes y preocuparse por que no quede impasible ante la pantalla, algo que consigue. El cine tiene la capacidad de mostrarnos imágenes y situaciones que por muy inverosímiles que parezcan, las estamos viendo, por lo tanto, ¿por qué no podemos también creer en ello?
Odete es una empleada de un supermercado que tras ser dejada por su novio dice haberse quedado embarazada de un muerto. Rui, era el novio de Pedro, fallecido en un accidente de coche, no consigue olvidar su desaparición. Por otro lado está la madre de Pedro, que se ha quedado completamente sola, sin marido y sin hijo. Son almas en pena que lloran la ausencia del otro. De esta forma el director nos invita a reflexionar sobre la debilidad del ser humano y el intento de superación de la desaparición de la persona amada.
La película está cargada de escenas melodramáticas (sobretodo en lo que se refiere a la historia de Rui) que a imagen y semejanza de los mejores melodramas de EEUU nos hacen identificarnos sentimentalmente con los dos personajes principales, dotados de una gran carga psicológica y que bien podrían recordarnos a los de cualquier película de Almodóvar. Por otro lado también está el universo siniestro y hasta mórbido al que deviene el personaje de Odete. Hay que decir que el melodrama de la película reside en la actuación de los personajes y en lo que les ocurre pero no en el exceso de escenas lacrimógenas. Una vez más puede recordarnos a Almodóvar, donde las escenas dramáticas resultan a su vez las más anormales y bellas.
La película se centra, por tanto en Rui y Odete. Ambos personajes, se complementan y a su vez ayudan a crear un mayor contraste entre ellos. Pero el punto en común es sin duda su respuesta ante el dolor, a veces sorprendente. El ritmo de la película es sosegado y apacible, lo único que rompe la armonía son algunas inverosímiles situaciones narrativas que pueden chocar al espectador, pero a su vez, y debido a ese ritmo pausado, se las dota de mayor verosimilitud.

La planificación de la película es alegórica, ningún plano queda suelto, todos nos revelan algo de la situación o de los personajes. Además el film está cargado de símbolos. Desde el punto de vista cinematográfico es un homenaje al cine que ha influenciado al director, como las constantes referencias a Breakfast at Tiffany’s en el film. Joao Pedro Rodrigues demuestra ser un mitómano, en este sentido recuerda una vez más a Almodóvar.

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