Debo decir que mi opinión acerca de la
validez de este grupo de poetas como “Generación” es bastante dudosa y tal
denominación resulta escurridiza y posiblemente ficticia. Creo que tienen
puntos importantes en común, pero que ante todo, es una generación de poetas y
amigos que compartieron literatura y vida y que también supieron
autopromocionarse en un momento determinado con la Antología Veinte años de poesía española (1960) y revistas como Laye. El propio
José Ángel Valente reconoció que dicha “generación” o “promoción”, sirve como
punto de partida, pero luego se convierte en la carrera del corredor de fondo,
donde cada poeta corre solo. No olvidemos que el editor y amigo íntimo de
Goytisolo, Barral y Gil de Biedma, José María Castellet fue quien otorgó mayor
impulso a este grupo de poetas con la edición del libro Veinte años de poesía española y que los propios Goytisolo, Barral y
Gil de Biedma le “ayudaron” a confeccionarlo. Pero no vamos a entrar aquí en
conjeturas y problemáticas de denominaciones de grupo generacional, y sí
haremos un sucinto repaso de los poetas más representativos.
No podemos
dudar que ha sido un grupo o promoción de poetas muy importantes para el
devenir de la literatura española del siglo XX, y que ya han transcurrido más
de cincuenta años desde que empezaron a publicar sus primeras obras. Además, la
presencia de la mayoría de estos poetas es cada vez más notoria, tanto desde el
punto de vista histórico de la Literatura, como por la influencia que algunos
poetas suponen en los poetas más actuales.
La llamada
“Generación” o “Promoción” de los 50 es un grupo de poetas que han significado
un cambio relevante en la poesía española de la segunda mitad del siglo XX. Han
sabido recoger parte de la rica tradición de los poetas del 27 (de algunos de
ellos, no de todos), de Antonio Machado y de una importante nómina de poetas
extranjeros, en la que destacan T. S. Eliot y Auden. En general, han heredado
un lenguaje con un tono coloquial y un tratamiento sobre la reflexión interior
más unido a poetas como Cernuda, Salinas o T. S. Eliot (aunque también hay
otras influencias más particulares y concretas en cada uno de los distintos
poetas). Aun así, en un primer momento de gestación, lo que sí es válido para
todos ellos es ese tono coloquial y un lenguaje sencillo y un intento por
resultar accesibles. Incluso José Ángel Valente, que después derivaría hacia
una poesía más elíptica y profunda, utiliza un lenguaje cercano a Cernuda en
sus primeros libros o Claudio Rodríguez, que aun escribiendo una poesía muy
personal (probablemente sea uno de los que tiene menos en común con el resto),
siempre se sirve de un lenguaje cotidiano. Pero esta poesía de tono y
narratividad coloquial se puede apreciar mucho mejor en poetas como en el
primer Valente, Ángel González, José Agustín Goytisolo (que junto a Ángel
González se refuerzan con un sutil empleo de la ironía), Jaime Gil de Biedma, y
ya de una manera más especial en Francisco Brines, cierto Carlos Barral o José
Manuel Caballero Bonald (aunque este último deriva hacia una retórica más
cercana al barroquismo).
También el
desencanto de la realidad (no olvidemos que eran niños cuando sucedió la Guerra
Civil), y la denuncia al régimen les lleva a escribir (sobre todo en sus
primeros años) poemas de protesta política, en algunos casos barnizados por la
parodia, pero nunca panfletarios ni carentes de poeticidad. También, la
incomunicación y la imposibilidad de completarse como seres, está ligado en
nuestros poetas. Y otro aspecto que puede unirles es el paisanaje de la ciudad
como ámbito moderno, con sus cafés, sus plazas y bares, con salidas nocturnas y
devaneos etílicos (Goytisolo, González, Gil de Biedma), y con una claridad tal
que parece que el lector mira a través de una cámara de cine, siendo este
hábitat el más cercano a todos ellos (no todos, pues Claudio Rodríguez y
Antonio Gamoneda parten casi siempre del ámbito provincial y periférico). Estas
características, insistimos, nos pueden servir como pautas generales para
hacernos una idea de algunos lazos de unión que en un primer momento, parece
común en todos ellos, aunque después cada poeta adoptará su propia voz poética
(la soledad del corredor de fondo que dijo Valente).
Estos vasos
comunicantes son los que han influido enormemente en la actualidad, y es que,
algunos de estos poetas (Gil de Biedma, Brines, González o Claudio Rodríguez)
gozan de una visible presencia en los poetas más “jóvenes” (los llamados de los
ochenta y los de la experiencia). Huelga añadir la importancia que este aspecto
tiene para revalorizar la categoría de este grupo de poetas. Es el caso de
algunos de los poetas de las últimas décadas, como Vicente Gallego o Carlos
Marzal, que han reconocido su deuda, sobre todo con Francisco Brines, o algunos
obras de García Montero con clara influencia de un Goytisolo o un Ángel
González, o las primeras obras de Benjamín Prado, con elementos deudores de Gil
de Biedma, por citar algunos ejemplos visibles, pero hay muchos más.
También es
importante tratar la problemática de los poetas periféricos (pero esto nos
llevaría a otras cuestiones). Es el caso de, por ejemplo: Manuel Padorno, Maria
Victoria Atencia, Carlos Sahagún, Enrique Badosa y un largo etcétera que
podrían circunscribirse en este grupo, pero por motivos diversos no se les
suele incluir en las antologías “canónicas”. Aun así, estos poetas no parece
que un primer momentos compartieran los elementos antes citados, y se les ha
dejado al margen en no pocas ocasiones, debido a una situación más marginal,
pero no dejan de tener otros vínculos, ya sea de amistad como literarios.
Debido al
escaso espacio disponible no es posible ahondar ni profundizar en más poetas ni
en la problemática del término “Generación” (conviene recordar que desde hace
un tiempo se viene revisando este término y su dudosa efectividad en las
generaciones como la del 98), ya que con esta denominación se facilita las
características para los estudios de los poetas y de una época determinada,
pero a veces empobrece la riqueza y la voz de cada poeta. Lo que intentamos es
presentar unas claves básicas de cada poeta y acaso citar las coordenadas (que
las hay) que puedan tener en común entre ellos.
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