Terciopelo azul (Blue Velvet, 1986)

Una cortina de terciopelo azul ondeante da paso a un cielo completamente claro bajo el que podemos ver una apacible ciudad mientras suena la canción “Blue Velvet” de Bobby Vinton y a cámara lenta pasa ante nuestros ojos un camión de bomberos desde donde nos saluda uno de ellos para darnos la bienvenida a Lumberton. La música continúa, vemos un tranquilo padre de familia regando su cuidado jardín; de repente, sufre un accidente y cae al suelo. La cámara se adentra en el césped del jardín, como si de una jungla se tratase, donde podemos observar cientos de cucarachas comiéndose unas a otras mientras la música de “Blue Velvet” se transforma en un ruido inhóspito. Nos hemos adentrado en el submundo de David Lynch.



La introducción del film de apenas 5 minutos nos da una idea de lo que va a ser la totalidad de la película. Una vez más Lynch vuelve a sus temas preferidos, lo desconocido, el lado oscuro de la realidad, pero esta vez se sirve de un joven inocente, que, tras haberse encontrado una oreja cortada, queda fascinado ante el misterio que puede entrañar una ciudad tan aparentemente tranquila como Lumberton. De esta forma, David Lynch retrata un mundo misterioso que volveremos a ver en otros de sus futuros films y, sobretodo, en la serie televisiva Twin Peaks.
El personaje principal, Jeffrey, interpretado muy acertadamente por Kyle MacLachlan forma una estupenda pareja de adolescentes junto a Laura Dern. Ambos, fascinados por el misterio que les rodea, deciden iniciarse en ese mundo adulto del que muy pronto formarán parte. Así, Jeffrey descubre que algo horrible gira en torno de Dorothy Vallens, la “mujer fatal” encarnada por Isabella Rossellini. A partir de este momento Jeffrey investigará por sí mismo hasta desvelarnos el final del misterio de Dorothy. Sexo salvaje, drogas, secuestros, personajes con una doble vida, asesinatos, corrupción, lo más hondo del ser humano es retratado por David Lynch, al igual que haría en Twin Peaks, para recordarnos que “el mundo es extraño” (conclusión a la que llega la pareja protagonista al final de la película).
Terciopelo azul es el cuarto largometraje del director. Tras el fracaso comercial de Dune David Lynch no se podía permitir el lujo de continuar realizando un tipo de película experimental como mostraba la tendencia que seguían sus primeros cortometrajes y su película Cabeza borradora, sobretodo si quería que el productor de Dune, Dino de Laurentiis continuase confiando en él. Por lo tanto no estamos hablando de un filme ni mucho menos “experimental”. Pero tampoco es una película convencional ya que la personalidad de Lynch está latente en distintos aspectos de la película.
Estéticamente, Terciopelo azul siempre ha llamado la atención por el excelente manejo del uso del color. No debemos olvidar que David Lynch incurrió en el cine a través de la pintura cuando descubrió que el celuloide podía ofrecerle más de lo que el lienzo le permitía (como demuestra con su primer cortometraje Six Men Getting Sick, donde dota a sus dibujos de movilidad gracias a la cámara cinematográfica). En Terciopelo azul, el color se convierte en un personaje más de la película y por tanto resulta indispensable para la recreación de la atmósfera. La simbología de los colores es aquí, y como a lo largo de toda su filmografía, muy importante. El azul intenso impregnará todo lo que tenga que ver con lo recóndito. El color pastel con la inocencia y en general el color oscuro con el mundo tenebroso. La influencia de Edward Hooper también es obvia en muchos de sus films y aquí no podía ser menos, tanto en la utilización de colores oscuros como en la representación de personajes solitarios y vulnerables, sobre todo femeninos. Parece difícil de creer que en sus inicios Blue Velvet fuese planteada para una fotografía en blanco y negro.
El sonido, otra herramienta muy presente en sus películas, es importante enTerciopelo Azul, aunque en menor medida que en films como Cabeza Borradora. Aún así no falta tampoco el murmullo constante de las tinieblas cada vez que el misterio se hace evidente. Y por supuesto la música original de Angelo Badalamenti, una continúa banda sonora reconocible enMulholland Drive o Twin Peaks entre otras.
La crítica en general ha calificado Terciopelo azul como su obra de “madurez”. Supongo que esto es así por el hecho de haber conseguido llegar a todos los públicos utilizando una narración clásica, al igual que El hombre elefante, y con acertadas dosis de intriga. A mi modo de ver, su madurez ya la consiguió con sus primeros cortometrajes, pero sí es verdad que con Blue Velvet David Lynch abarca no solo un universo propio y claustrofóbico, sino que consigue aunar tres elementos normalmente difíciles de acoplar; personalidad, experiencia, y el suspense que le llevaría al éxito comercial. Fórmula que repetirá con Twin Peaks. También añadiría a esta lista ciertas situaciones surrealistas que, aunque se encuentran en menor medida enTerciopelo azul ayudan a sumergirnos aún más en ese estado onírico y tan atrayente al espectador.
Como he dicho en Terciopelo azul, Lynch vuelve a ese universo oscuro propio en su filmografía pero, al contrario que anteriormente (El hombre elefante, Cabeza borradora…), dentro de lo grotesco encontramos belleza, sublimidad y erotismo. Una mezcla muy atractiva para el espectador y que será el ingrediente indispensable para la atracción de gran parte del público en Twin Peaks donde al igual que en Terciopelo azul, el contraste es primordial; relaciones amorosas entre adolescentes con conversaciones banales y escenas empalagosas mezcladas con escenarios macabros, inmorales (sobretodo desde el punto de vista de la sociedad americana), masoquistas y sexuales.

Lo que es seguro es que es una película que no pasa desapercibida y que pertenece a ese tipo de obras que cada vez que las vuelves a ver adquieren un sentido diferente ya que están llenas de incoherencias que enriquecen la narración. Nada está mascado sino que el propio espectador participa en la elaboración de la historia, de tal forma que somos un elemento activo de la película, algo de agradecer, a pesar de que a mucha gente le inquiete este tipo de películas sin una historia explícita y debidamente resuelta.

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