Con este libro la editorial Candaya
inaugura su colección de Ensayo (sucederán a Vila-Matas en dicha colección el
argentino Ricardo Piglia y el chileno Roberto Bolaño), tercera vía (tras las
colecciones de Poesía y de Narrativa) abierta por esta editorial que, pese a su
reciente incursión en el panorama de la edición en castellano, cuenta con un
catálogo sólido y abierto a las múltiples maneras de entender la literatura, a
éste y al otro lado del Atlántico.
Estamos sin duda ante un libro insólito en
el actual panorama editorial español. Un compendio -jamás exhaustivo,
naturalmente- de reseñas periodísticas, de estudios críticos y de entrevistas
centrados en uno de nuestros pocos escritores europeos. Hablamos de Enrique
Vila-Matas, por supuesto. Y es que, a pesar de su condición de catalán y
español (o viceversa), la literatura de Vila-Matas abreva en hontanares no sólo
ultramontanos sino transoceánicos, desde sus mitificados autores centroeuropeos
(Musil, Walser, Kafka) pasando por Pessoa, Melville, Bioy Casares, y un largo
etcétera.
El libro comienza, tras unas palabras
liminares de Margarita Heredia (la encargada de esta edición), con una par de
autógrafos de Vila-Matas (Autobiografía caprichosa y Breve autobiografía literaria). A continuación encontramos la sección
más importante -al menos, la más voluminosa- del libro: Vila-Matas por los otros. Se suceden en esta parte del libro las
glosas de las obras de Vila-Matas, desde Mujer en el espejo contemplando el paisaje hasta la que constituye su última novela
(de momento) Doctor Pasavento. Constituyen legión los críticos y escritores llamados
a comentar la obra de Vila-Matas. Los textos van desde la breve reseña
periodística hasta los estudios críticos más elaborados -capaces de hacer un
recorrido transversal por la obra del autor catalán- como son los de Pozuelo
Yvancos o Juan Antonio Masoliver Ródenas. Entre los escritores, destacan Sergio
Pitol, Rodrigo Fresán, Roberto Bolaño, Juan Villoro o Javier Cercas, todos
ellos reconocidos vilamatianos. Y así, leyendo a los unos y a los otros, el
lector alcanza una visión poliédrica de la obra de este autor (si es que no la
poseía ya), con sus acuerdos y sus desacuerdos, de modo que al final de la lectura
nos embarga la ilusión de tener ante nosotros una idea casi objetiva del hombre y de su obra (y digo casi por dos
motivos fundamentales, el primero, naturalmente, epistemológico. Si difícil es
creer en el conocimiento objetivo de cualquier ente, mucho más lo es suponerlo
de un escritor, sobre todo si ese escritor es Vila-Matas. El segundo, porque,
como ya se dijo, este libro no pretende ser un registro exhaustivo de los
textos dedicados al escritor). Se agradece asimismo que, pese al tono general merecidamente
laudatorio, aparezcan reseñas que incorporen ciertas reticencias acerca de la
escritura vilamatiana (¿qué escritor no posee su puntos flacos?). Las
objeciones, cuando se producen, caen del lado de la capacidad narrativa del
autor cuando ésta no se sostiene sobre la red salvadora de la literatura. Pero
es que un auténtico escritor es capaz de hacer del vicio virtud y la escritura
de Vila-Matas se hace fuerte a pesar de -o gracias a- sus limitaciones (o lo
que la crítica considera limitaciones, lean si no a este propósito la magnífica
entrevista incluida al final del libro y realizada al autor por Juan Villoro donde se expone la
influencia de una "mala crítica" -la de Leopoldo Azancot- para la
evolución o el reforzamiento de la escritura vilamatiana). El resto es el
reconocimiento de una escritura que ha configurado su propio universo, un
universo poblado de Shandys, de Bartlebys, de Montanos y Pasaventos que, más
que personajes, se erigen como paradigmas de enfermedades literarias
(enfermedad transmitida por el propio autor a sus criaturas, o quizás a la
inversa): los que no pueden escribir más, los que no pueden dejar de escribir,
los que buscan desparecer a través de la escritura... La herencia de las
vanguardias, su batalla denodada contra los molinos de viento del
"realismo español", la indistinción entre la ficción y la realidad
(transformada en autoficción cuando la realidad es el propio sujeto), la
literatura como complot y espionaje... Asuntos cruciales cuando se trata de la
escritura de Vila-Matas, y así lo señalan acertadamente muchos de los críticos
y escritores que llenan las páginas de este libro-ensayo. Un libro que
constituye algo así como la toma de las constantes vitales de la "máquina
soltera" vilamatiana y cuyo resultado certifica no sólo una excelente
salud sino la constatación de su naturaleza imprescindible para entender el
panorama de la narrativa española -precisamente por oposición a la línea mayoritaria y
dominante- de los últimos años. Lo dice el propio Vila-Matas en una entrevista: "Dejaré de escribir el día que no
tenga enemigos". Ni qué decir tiene que -por fortuna- tendremos Vila-Matas para rato.
Cierra el libro, como ya dijimos antes,
una entrevista a Vila-Matas por parte del escritor mejicano Juan Villoro (a
añadir a la realizada por Rodrigo Fresán y que aparece en la parte central del
libro), entrevista que podremos ver en la filmación que incorpora este volumen
y que se intitula -como no podía ser de otra forma- Café con Shandy. Película que conviene contemplar tras la
lectura del libro y que permite al lector asomarse a un Vila-Matas de carne y
hueso, hablando con su propia voz, una voz que imposta a la perfección la de
sus escritores más amados. Retamos al espectador a que intente discernir la voz
de las criaturas de las del ventrílocuo.
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