3.1. La tesorería como parte de la gestión del
circulante
La gestión de tesorería es el concepto más puramente
financiero de todos los incorporados en la gestión del circulante, por ello
analizaremos con más detalle su composición y problemática.
Comencemos definiendo qué incluye el concepto de
tesorería. Una primera aproximación podría establecerse como las partidas que
reflejan dinero dentro del balance, pero dicha definición es altamente
inexacta, ya que todas las partidas que aparecen en un balance están
representando dinero, en el convencimiento de que todas las actuaciones
empresariales se convierten en dinero con mayor o menor rapidez.
La tesorería incluye todas las partidas del activo
del balance que suponen efectivamente manejo de fondos, como son la caja y los
bancos, así como aquellas cuentas de inversión financiera a corto plazo.
Pero no acaba aquí la extensión del término
tesorería, puesto que también debe incorporar aquellas partidas de financiación
que suponen una gestión a corto de los recursos, lo que habitualmente se
denomina financiación bancaria a corto
plazo.
Y aún
puede extenderse más el concepto, ya que la separación entre financiación a
corto plazo y financiación a largo plazo es una mera convención contable para
el reflejo patrimonial de las deudas de una empresa, pero que no suponen una
disociación en la gestión de las figuras financieras que la componen; como
sucede con las partidas de inversión financiera a largo plazo, cuya gestión no
es diferencial de la de corto plazo.
Por lo tanto, puede establecerse que bajo la
acepción de gestión de tesorería se incluye todo aquello que supone gestión de
las partidas que están reflejando dinero efectivo en el balance de una
compañía, ya sean de activo o de pasivo y de corto o largo plazo.
En cualquier caso, cuando se habla de la gestión de
la tesorería o de la gestión del dinero en la empresa, no es correcto limitarse
a una visión estática, como se refleja en un balance, sino que hay que
incorporar el movimiento típico de la circulación del dinero. Para ello
aplicaremos el modelo de flujo de fondos.
La
empresa como flujo de fondos
El modelo de flujo de fondos supone una forma homogénea
de representar cualquier empresa, o cualquier tipo de organización que maneje
dinero, independientemente de su actividad, organización, expansión geográfica,
productos que fabrica o comercializa, etc., como se refleja en la figura 5.
El esquema reflejado en la figura representa, en la
forma más sencilla posible, la dinámica de movimiento de dinero en la empresa.
El modelo puede sofisticarse, pero es preferible, para introducir el concepto
de flujo de fondos, utilizarlo lo más esquemático posible.
Se representan en él los tres grandes grupos de terceros con los que se relaciona la
empresa y con los que se producen transacciones monetarias:Figura 5
·
Clientes: entendidos, en sentido
amplio, como todos aquellos que proporcionan entradas de fondos a la empresa,
ya sean habituales o no.
·
Proveedores: todos los que provocan
salidas de dinero de la empresa, ya sea por suministro de bienes o servicios,
trabajo, impuestos, etc.
·
Entidades
financieras:
cualquier tipo de entidad que suministre financiación o canalice inversiones de
fondos, sea cual sea su razón social (bancos, cajas de ahorro, sociedades de
financiación, etc.)
El concepto de flujo de fondos, soportado por el
modelo, quiere representar la dinámica de circulación del dinero en la empresa,
lo que incorpora una serie de características:
·
La
circulación de los fondos en la empresa supone un flujo continuo que suele
tener altibajos en su volumen y frecuencia, pero raramente discontinuidades.
·
Para
que se produzca el fluir de los fondos debe existir dinero en los depósitos de clientes, proveedores y
tesorería, así como en los conductos
que los comunican. El volumen de fondos existente en dichos depósitos y conductos representa una inmovilización de fondos.
·
La
alteración en el funcionamiento de cualquiera de las partes del sistema se transmite
rápidamente a las demás por el propio flujo de fondos.
·
El
modelo suele aceptar espontáneamente los incrementos del volumen de fondos
manejado, pero presenta resistencia a las disminuciones del
mismo, siendo una tarea laboriosa drenar fondos del circuito.
Como puede apreciarse el concepto de flujo de fondos
incorpora una dinamicidad a la gestión del dinero que supone un diferencial con
otros modelos estáticos clásicos.
Frente a la idea tradicional de control de la
tesorería mediante ratios y nivel de gasto financiero, el concepto de flujo de
fondos supone un cambio drástico en los métodos de gestión, que incorpora tres
características básicas:
·
Dinamismo:
el dinero dentro de la empresa
está en continuo movimiento, lo que supone que deben adoptarse medidas de
control dinámicas que sean capaces de adaptarse al propio flujo de fondos.
La movilidad y agilidad de los circuitos monetarios hacen inútiles o
poco adecuados controles de tipo estático que analizan la situación cada cierto
espacio de tiempo.
Para poder intervenir y actuar sobre el flujo de fondos en una
compañía, el departamento de tesorería debe adaptarse al ritmo del flujo y
asumir que está en continuo cambio.
·
Visión
global: para comprender y gestionar el flujo de fondos en la empresa es
ineludible su visión desde un punto de vista global. En tanto en cuanto
cualquier alteración en una parte del circuito se trasmite rápidamente a las
demás, no puede renunciarse a ninguna parcela del mismo.
Cualquier área implicada en el flujo de monetario forma parte
inseparable del mismo y, por lo tanto, debe analizarse bajo los parámetros y
controles establecidos por esta filosofía.
·
Anticipación: la integración y rapidez del
flujo monetario fuerzan a dar un cambio radical a las técnicas de gestión del
mismo. Una actitud reactiva ante los problemas o desviaciones detectadas supone
llegar tarde a su solución y asumir costes que podrían ser evitados con una
actitud proactiva.
La anticipación es fundamental, ya que, cuando se trabaja con dinero,
el tiempo de actuación está muy limitado por los instrumentos bancarios, las
operaciones financieras, los mercados financieros, etc. Para poder solucionar
lo que ocurra hoy en una cuenta bancaria la mejor opción es haberlo hecho ya
hace unos días, cuantos más mejor.
La integración de los tres conceptos hace que el
cambio en la actitud del departamento de tesorería sea drástico; hay que
levantar la vista y ampliar el horizonte, buscando actuar, en todo momento, con
anticipación sobre el comportamiento del flujo de fondos, intentando ser quien
marque las pautas de actuación y funcionamiento.
3.2. El presupuesto de
tesorería
Desde el punto de vista de la tesorería, la
necesidad de visión global y de anticipación, que incorpora la visión de la
empresa como flujo de fondos, hace necesaria la utilización de un instrumento
que integre toda la información sobre el flujo monetario y la muestre desde la
perspectiva adecuada. Ese instrumento es el presupuesto de tesorería.
LOS OBJETIVOS DEL PRESUPUESTO DE TESORERÍA
·
Gestionar: - La coordinación de los
flujos monetarios
-
La obtención de recursos financieros
-
La negociación bancaria
·
Planificar: - Las políticas de
circulante
-
Las políticas de inversión en activo fijo
-
El riesgo financiero
·
Controlar: - Las desviaciones
presupuestarias
- Las desviaciones en cargas financieras
|
El presupuesto de tesorería puede definirse como la
herramienta de gestión que permite enlazar la actividad diaria con la realidad
del resto de la empresa.
Su función es recoger la información de gestión de
toda la empresa y transformarla en cobros y pagos, o mejor aún, en entradas y
salidas de dinero de la empresa, dotando de esa manera de perspectiva a la
gestión de tesorería en la empresa.
En esta dinámica, el presupuesto de tesorería es un
eslabón de la cadena presupuestaria de la empresa que incorpora unas
características especiales:
·
Es
el punto
final de toda la cadena presupuestaria, cumpliendo con la tarea de
integrador de todos los demás, como se refleja en la figura 6.
·
Puesto
que incorpora la visión del departamento de tesorería, debe transformar
la información contable que le llega de otras áreas en información monetaria,
es decir, en entradas y salidas de dinero de la empresa.
·
La
posibilidad
de actuación para que se cumplan las previsiones incorporadas en el
presupuesto es muy pequeña, casi nula, ya que, salvo la gestión
puramente financiera, el resto de la información manejada proviene de otros
departamentos, siendo muy difícil trabajar sobre ella.
En la figura 6, se aprecia como el presupuesto de
tesorería se encuentra a remolque del
resto de las previsiones de la compañía. Cualquier desviación, por mínima que
sea, sobre las previsiones de las restantes áreas de la empresa se refleja
normalmente amplificada en el flujo monetario.
Figura 6
Si a la dificultad de cumplimiento de las
predicciones realizadas, basada en las previsiones de los restantes
departamentos, le añadimos la imposibilidad de actuar directamente sobre la
causa que lo provoca, debido a que la responsabilidad se encuentra en otros
departamentos o áreas; llegaremos rápidamente a una conclusión:
EL PRESUPUESTO DE TESORERIA ES IMPOSIBLE
QUE SE CUMPLA
|
Puesto que es imposible que se
cumpla, no tiene sentido planteárselo como objetivo, sino que habrá que contemplarlo con otra visión. ¿Cómo
debemos estructurarlo, para que suministre información sobre las acciones a
emprender cuando se produzcan las desviaciones? Para ello, hay que trabajar
sobre su estructuración tanto conceptual como temporal.
Estructura
conceptual
El resultado de sumar las
entradas de fondos y restarles las salidas, proyectándolas en el tiempo, es lo
que conforma el presupuesto de tesorería. La operación matemática de sumar
entradas y restar salidas siempre dará lugar al mismo resultado se efectúe como
se efectúe, salvo errores de cálculo.
La estructuración aquí
propuesta no tiene como finalidad modificar dichos cálculos, sino ordenarlos de
forma que proporcionen información relevante para actuar cuando se produzcan
desviaciones. Circunstancia que obligatoriamente sucederá tarde o temprano.
La estructuración sugerida se
recoge en la figura 7, e intenta reproducir, lo más fielmente posible, el
modelo de flujo de fondos recogido en la figura 5.
En un afán por clasificar las distintas actuaciones
a emprender ante las posibles desviaciones, establecemos tres escalones antes
de llegar a incorporar la financiación:
·
Flujo
de fondos operativo,
entendido como la diferencia entre los cobros operativos y los pagos
operativos. Considerando operativos
las entradas y salidas que están relacionadas directamente con la actividad
habitual de la compañía y no tienen una componente financiera.
·
Flujo
de fondos extraordinario, dónde encuentran cabida todos aquellos conceptos que, sin ser
habituales, tampoco son financieros, como las inversiones en activos, las
desinversiones, las ventas de material accesorio, las participaciones en otras
empresas, los resultados por dividendos en sociedades participadas, etc.
·
El
exceso/déficit de tesorería, en relación con los cálculos anteriores, se obtiene como
consecuencia de añadir la política de dinero disponible. Para ello es necesario
definir los saldos iniciales y finales de caja.
Al alcanzar este punto en la estructuración del
presupuesto es cuando hay que contemplar la financiación, atendiendo en primer
lugar a la financiación ya contratada. Incorporando los pagos asociados a la
financiación existente, atendiendo a los siguientes criterios:
·
Si
se produce un exceso de tesorería, el excedente se utilizará para cancelar o
disminuir el volumen de financiación existente, alterando el calendario de
cobros/pagos asociado a la misma.
·
Si
se produce un déficit de tesorería, habría que asumir el calendario existente
para las financiaciones ya contratadas y, probablemente, contratar aún más.
Este nivel del análisis recoge las necesidades de
financiación/inversión, no teniendo sentido haber incorporado los
movimientos de fondos financieros hasta este momento, para poder discriminar
entre las dos posibilidades planteadas.
El esquema mostrado no está cerrado; muy al
contrario, es una base sobre la que cada tesorero debe definir en detalle la
ubicación de sus distintas entradas y salidas de fondos, estableciendo
criterios de ordenación firmes y de acuerdo con la estructura de la empresa,
para que aporte líneas de actuación para la resolución de los conflictos. El
presupuesto de tesorería es un presupuesto de gestión.
Todos sabemos que el pago de la nómina es un pago
operativo, pero otros conceptos pueden presentar un carácter menos definido.
Por ejemplo, ¿dónde se debería ubicar un descuento de letras? Parece un
concepto financiero, ya que tiene intereses y supone riesgo bancario, pero
también supone un anticipo sobre un cobro futuro. La respuesta a la pregunta
planteada no es obvia; pero no importa, puesto que el objetivo es clarificar la
actuación del tesorero y para ello deberá establecer un criterio y mantenerlo
estable en el tiempo.
Exactamente igual ocurre con otros muchos conceptos,
leasing, factoring, créditos documentarios, etc., sobre los que cada
tesorero tendrá que definir su criterio específico.
Estructura
temporal
La ordenación de los parámetros temporales pone de
manifiesto una contradicción entre los conceptos de corto y largo plazo, puesto
que un año puede ser corto plazo; pero analizado día a día supone un horizonte
muy largo.
Para solucionar esta posible disparidad de criterios
se establece no un solo documento de presupuesto de tesorería, sino, al menos,
tres, como son:
·
Presupuesto
anual.
·
Previsión
trimestral.
·
Previsión
mensual.
Las características de cada uno de ellos se
describen en cuadro 4, aunque a continuación se comenten algunos aspectos de
los mismos.
Una característica importante a reseñar sobre el presupuesto
anual es que su horizonte es finito; es decir, el año que constituye el
horizonte temporal de este presupuesto se va consumiendo a medida que
transcurre el tiempo, sin posibilidades de incrementarlo hasta que no recibamos
nueva información sobre la planificación del resto de la empresa. Cualquier
cálculo matemático desarrollado no tendría ningún soporte lógico, ya que
podríamos preguntarnos: ¿Se va a mantener la estructura de productos y precios
igual que este año?, ¿No se van a alterar los procesos productivos?, ¿No se
piensa acometer ninguna inversión a lo largo del próximo año?, etc.
La previsión trimestral incorpora una
serie de rasgos diferenciales sobre el presupuesto anual que merece la pena
analizar detalladamente:
·
El
horizonte temporal no es fijo sino deslizante, de acuerdo con la actividad. Si
la empresa cobra a 120 días y paga a 90 días, se puede hablar de una previsión
cuatrimestral, debido a la traslación en el tiempo del vencimiento. Además,
siempre se mantendrá un horizonte constante a futuro, porque las compras y
ventas diarias así lo permiten.
·
La
información de partida es real, no presupuestada, y además se
genera continuamente, con lo cual todos los días se podría incorporar nueva
información a la previsión. En este documento sí tiene sentido plantearse
reelaboraciones periódicas, para incorporar la nueva información recibida.
·
La
comparación entre la previsión trimestral y el presupuesto anual permite
establecer el primer punto de control ante las desviaciones, estando aún por
delante de la realidad. La previsión trimestral, aún siendo un dato bastante
cercano a la realidad, es todavía una previsión, con un horizonte temporal que
permite reaccionar con un cierto tiempo (tanto como duración tenga el horizonte
de la previsión)
·
El
resultado de su elaboración es definir, con bastante aproximación a la
realidad, cual será la utilización previsible de las líneas de financiación,
para cubrir las necesidades financieras.
La previsión mensual la constituye el
mes más cercano en el tiempo de la previsión timestral, en dónde, salvo las
operaciones de contado, todos los movimientos de cobro/pago estarán
perfectamente definidos e, incluso, ajustados en sus días definitivos. Para
este horizonte temporal se puede establecer un detalle diario de la previsión,
que permita establecer, casi con toda seguridad, el flujo de fondos diario del
mes más próximo.
PRINCIPIOS BÁSICOS DE
GESTIÓN DEL PRESUPUESTO DE TESORERÍA
1.
El presupuesto de tesorería no
tiene por objetivo obtener el saldo de caja o fondos disponibles de la
empresa. Dicho dato debe definirlo voluntariamente el Tesorero, siendo unos
de los pocos parámetros sobre el que tiene control.
2.
La elaboración del presupuesto de tesorería está enfocada a la obtención de las necesidades de
financiación/inversión de la compañía, de acuerdo con los objetivos
establecidos en toda la empresa.
3.
Es imposible que se cumpla, puesto que depende de las
actuaciones realizadas por el resto de la empresa y cualquier variación sobre
los mismos le repercute directamente.
4.
En tanto en cuanto es imposible que se cumpla, debe estar preparado para suministrar información de gestión cuando
no se cumpla; es decir, proporcionar información sobre las acciones a
emprender cuando se produzcan desviaciones.
|
3.3. La posición de tesorería
Podría definirse la posición de tesorería como el
detalle máximo del presupuesto de tesorería, ya que supone el mayor grado de
definición que puede alcanzarse en cuanto al flujo monetario en la empresa.
Aunque el presupuesto de tesorería, incluso en su
versión más detallada como es la previsión mensual, pueda aportar información
sobre el flujo de fondos que circula por la empresa diariamente, siempre lo
expresa de forma global. Esto supone una información deficiente para la gestión
de tesorería, como consecuencia de que el dinero que maneja la empresa no se
encuentra custodiado dentro de ella. La época en que el dinero efectivo se
mantenía dentro de la empresa pasó a la historia hace ya mucho tiempo.
Hoy en día, los canales y medios de cobro y pago se
han especializado y su gestión ha quedado en manos de las entidades
financieras, en dónde se encuentra el dinero de la empresa, en una o varias
cuentas corrientes; siendo habitual que las empresas trabajen con más de una
entidad financiera.
La existencia de multiplicidad de bancos y de
cuentas corrientes hace que la posición global expresada por el presupuesto de
tesorería deba concretarse más, para permitir una gestión adecuada del flujo
monetario en la empresa. Pudiendo afirmarse que es tan importante el detalle
del nivel de fondos diario como su volumen global.
En efecto, no es lo mismo que en un momento
determinado sobren en la empresa 100.000 ptas., como consecuencia de que sobren
50.000 ptas. en un banco y 50.000 ptas. en otro, a que dicha posición se
produzca como resultado de existir un exceso de 200.000 ptas. en un banco y un
defecto de 100.000 ptas. en otro.
Por todo ello la posición de tesorería supone
distinguir, dentro del saldo diario generado en la empresa, como se distribuye
el dinero en las distintas cuentas de los distintos bancos con los que trabaja
la empresa, si en un banco existiera más de una cuenta.
Pero no acaba aquí la necesidad de detalle o
concreción, puesto que al estar tratando de cuentas bancarias se hace necesario
contemplar la visión de disponibilidad de los fondos, concepto incorporado por
las entidades financieras. Esto quiere decir que ingresar un documento en una
cuenta corriente no significa poder disponer de ese dinero; ni tampoco pagar contra
una cuenta corriente presupone una salida inmediata de dinero de la misma.
El
funcionamiento, por ejemplo, del circuito de ingreso consiste en que la entidad
financiera con la que se mantiene la cuenta corriente, al recibir un documento
para su ingreso, lo que hace es reflejar ese hecho: la recepción de un
documento. Hasta que dicho documento no se transforme en dinero no se puede
afirmar que se dispone efectivamente de los fondos.
La diferencia en el tiempo existente entre la fecha
de ingreso de los documentos y la fecha de disposición de los fondos es lo que
se denomina valoración bancaria. De hecho la valoración es el tramo final
del circuito de ingreso.
La existencia de dicha valoración tiene su
explicación en el proceso de compensación que debe realizar la entidad
financiera para canjear los documentos por dinero. La regla básica de
funcionamiento consiste en que los documentos se deben compensar en su lugar de
origen, con lo que hay que realizar un proceso de envío de información a una
cámara de compensación, dónde se intercambian las posiciones entre las
distintas entidades financieras.
La valoración de una operación en cuenta corriente
depende del medio de cobro/pago utilizado -no es lo mismo ingresar un cheque
que dinero en efectivo- y de las condiciones de valoración pactadas con el
banco, aunque exista, establecido por el Banco de España, un marco de
referencia.
El Banco de España regula, mediante circulares, los
valores máximos de valoración que las entidades pueden aplicar a los distintos
documentos, siendo posible negociar con las mismas reducciones a dichos valores
máximos.
A fin de cuentas, la posición de tesorería supone la
integración de todos y cada uno de los movimientos de fondos que se producen a
diario en las cuentas corrientes de una empresa, para obtener una visión lo más
completa y detallada posible del nivel de fondos existente en tesorería. Supone
el acercamiento a la posición global indicada por el presupuesto mensual de
tesorería pero recorriendo el camino en sentido contrario, desde el detalle
hacia el conjunto, en lugar del conjunto al detalle, como en el presupuesto.
Principios
básicos de gestión de la posición
1.
Manejar
el saldo en fecha valor,
puesto que es en fecha valor cuando los cobros y los pagos que se producen en
una cuenta corriente son efectivamente disponibles.
Hay que
huir del saldo en fecha operación -entendiendo como fecha operación aquella en que se realiza la operación, de cobro o
pago, sobre la cuenta corriente-, saldo que se refleja en el extracto bancario.
Con mayor motivo aún, no es aceptable el saldo contable reflejado en las
cuentas de bancos de la contabilidad de la compañía, que recoge aquellos
movimientos de dinero que se encuentran debidamente documentados -desde la
óptica patrimonial de la compañía.
Tanto
uno como otro no reflejan la realidad de los fondos disponibles, puesto que
atienden a otro criterio distinto de la disponibilidad, como es el de registro
patrimonial, para el que debe existir un respaldo documental y solo admiten un tratamiento
secuencial y consecutivo en el tiempo.
Mientras
que el saldo en fecha operación se obtiene como consecuencia de los movimientos
reflejados en el extracto bancario y el saldo contable es el resultado de las
anotaciones sucesivas que se producen en la contabilidad, de acuerdo con los
principios contables; el saldo en fecha valor debe calcularse a partir de los
movimientos que conforman el saldo en operación, aplicándole a cada uno su
valoración.
Según
el tipo de movimiento de dinero que se esté produciendo, la valoración del
mismo puede ser positiva, retrasando la fecha de efectividad respecto a la
fecha de operación, o negativa, adelantándose a la fecha de operación; como se
refleja en el cuadro 5.
2.
Evitar
saldos en fecha valor de signo contrario, lo que los franceses denominan error de contrafase, que consiste en la
coexistencia, en el mismo momento del tiempo, de saldos en fecha valor
positivos y negativos.
Dicha
circunstancia, asociada con el hecho de que los saldos positivos se remuneran a
un tipo de interés muy bajo, mientras que los saldos negativos se financian a
un tipo de interés muy elevado, hace que ese tipo de situación sea
excesivamente onerosa, cuando con una correcta planificación se podría
eliminar.
3.
Evitar
traspasos, lo que
puede parecer una contradicción con la anterior afirmación, puesto ¿qué mejor
opción para evitar el error de contrafase, que traspasar dinero de una cuenta a
otra?
En
realidad, lo que se está planteando es la necesidad de contemplar un horizonte
de tiempo que permita anticipar la gestión y no trabajar con medidas de
excepción, como pueden ser los traspasos de fondos entre cuentas bancarias, que
siempre debe considerarse como la última posibilidad.
En
efecto, la situación de fondos que se conoce en el mismo momento del tiempo en
que se produce es difícilmente corregible y, desde luego, su corrección debe
abordarse con técnicas de traslado de fondos como los traspasos.
Pero
es posible adelantarse en el tiempo y conocer hoy cual será la posición de
tesorería a tres o cuatro días vista, simplemente por el impacto de la
valoración bancaria. De esta forma, puede actuarse ante la situación planteada
por la posición de dos maneras:
·
Canalizando
los cobros o pagos sin asignar.
·
Utilizando
financiaciones alternativas que no deban movilizarse mediante traspasos de
fondos, quedando los traspasos como medida de reacción ante imprevistos.
4.
Controlar
la periferia,
en el caso de existir más de un lugar donde se gestione la tesorería, desde la
perspectiva del menor grado de control que supone para la gestión y de la
dificultad añadida de la dispersión geográfica e incluso jurídica que puede
incorporar.
La
racionalización de los procesos y la adopción de economías de escala al manejar
conjuntamente todo el dinero de una organización hace que se puedan obtener
mejoras espectaculares en las condiciones con los bancos, tanto de financiación
como de operación.
La rentabilidad que se puede obtener para un saldo
de 10.000.000 ptas. es muy superior a la que se puede obtener para diez saldos
de 1.000.000 ptas. Igualmente en cuanto a los gastos y comisiones asociados a
las distintas operaciones realizadas con los bancos y, por supuesto, en cuanto
a la financiación, aunque se vaya a negociar un volumen mayor de financiación.
No es lo mismo negociar la financiación desde una visión de conjunto global de
empresa, que como negociaciones parciales de cada área, que lógicamente
obtendrán una menor garantía crediticia y unos costes superiores.
En
el caso de la centralización de la tesorería hay que atender a dos tipologías
de funciones distintas:
·
Funciones
de gestión de tesorería,
que se refieren al control de las operaciones y a la toma de decisiones sobre
el volumen de fondos gestionado. La tendencia clara en estas funciones es hacia
la centralización
de la información, la gestión y el dinero.
·
Funciones
de administración de tesorería, que engloban la realización física de las
operaciones y su reflejo contable, con manejo de la documentación necesaria
para ello. La tendencia en este tipo de funciones es hacia la descentralización,
buscando aproximar las operaciones de movimiento de fondos a los centros que
las realizan y las contabilizan.
Ahora
bien, la práctica diaria parece contradecir la idoneidad de las tendencias
planteadas, puesto que está demostrado que para conseguir una adecuada puesta
en práctica de las decisiones tomadas sobre el dinero, éste debe estar
accesible por aquel que toma las decisiones.
Entonces,
¿cómo tomar decisiones sobre un dinero ubicado en distintos lugares y como
conseguir que éstas sean efectivas? Parece una situación de difícil solución y,
en efecto, lo es si intentamos encontrar la respuesta dentro de la propia
empresa. No es posible dar una respuesta adecuada. Para su resolución debemos mirar
fuera de la empresa, más concretamente a las entidades que manejan los fondos y
plantear con ellas alternativas de solución.
Estructuras
de cuentas que permitan automáticamente trasladar el dinero de una cuenta hacia
otra concentrando los fondos en una única cuenta gestionada por el tesorero,
manejando productos bancarios como la cuenta centralizada o las cuentas de
barrido. O bien, estructuras de cuentas consolidadas, que aunque no permiten
centralizar los fondos, si disminuyen el impacto financiero de la situación no
centralizada existente, liquidando conjuntamente todas las cuentas y
compensando saldos positivos y negativos.
Solo
de esta manera es posible abordar con éxito un proceso de centralización.
Tesorería
saldo cero
La existencia de dinero en cuentas corrientes
bancarias supone un saldo ocioso para la empresa que tiene una fácil
rentabilización: dedicarlo a reducir la financiación utilizada.
Es más, la forma de analizar la situación es
justamente la contraria, mantener dinero en las cuentas corrientes supone un
aumento de la financiación de la compañía con el respectivo aumento de coste,
lo que desde el punto de vista financiero es una situación inaceptable.
Ahora bien, mantener dinero en cuentas corrientes es
una práctica habitual en las empresas para contar con dinero frente a
necesidades imprevistas que pueden producirse a lo largo del día. Es decir, que
la principal causa de la existencia de fondos en cuentas corrientes es por
motivos de seguridad y de reserva de fondos, lo que financieramente es
ineficiente.
¿Existe alguna manera de poner en práctica la teoría
de la tesorería saldo cero? La solución es relativamente sencilla, pues basta
con sustituir el instrumento habitual de manejo de fondos en la empresa, que es
la cuenta corriente, por otro tipo de instrumento como es la póliza de crédito.
Las pólizas de crédito son instrumentos bancarios
que integran dos características especificas que las hacen idóneas para cumplir
esta función:
·
Permiten
movilizar los fondos en una forma totalmente similar al de una cuenta
corriente.
·
Suponen
una financiación en la que sólo se paga por aquello que se utiliza, pudiendo
utilizarse más o menos volumen de financiación según las necesidades puntuales
de la empresa.
Por lo tanto, la forma de poner en práctica la
tesorería saldo cero consiste en sustituir las cuentas corrientes por pólizas
de crédito con disponibilidad suficiente para cumplir su función de
financiación y actuar como fondo de seguridad ante situaciones imprevistas.
El dinero existente en las cuentas corrientes al
poner en funcionamiento el nuevo sistema se debe dedicar a reducir el volumen
de financiación existente; solo si no hubiera financiación que reducir se
dedicaría dicho dinero a realizar inversiones financieras que rentabilicen
dichos fondos.
3.4. Cobertura de las
necesidades financieras
Como resultado de las labores de planificación
abordadas al realizar el presupuesto de tesorería, se obtiene el perfil de
necesidades financieras de la empresa, para el período de tiempo analizado, es
decir, una curva como la reflejada en la figura 8.
Sobre la curva de necesidades financieras es
posible plantearse la tipología de operaciones financieras a utilizar para
cubrir dicha necesidad. Como puede apreciarse en la figura 8, se establecen
tres grandes tipos de operaciones de financiación, de acuerdo con las
características definidas por la curva de necesidades financieras.
Operaciones de utilización fija, es decir, operaciones que
una vez dispuestas no admiten variaciones en el nivel de utilización. Son las
adecuadas para cubrir necesidades de fondos estructurales durante todo el
período, necesidades que se mantienen constantes a lo largo del tiempo.
Las operaciones financieras que típicamente
responden a este perfil son los préstamos, que son las figuras más habituales;
pero también se ajustan al mismo esquema de funcionamiento otros tipos de
figuras financieras como son las emisiones de títulos (bonos, obligaciones,
etc.)Figura 8
Operaciones de utilización variable, que permiten ajustar el uso
de la financiación a la necesidad de fondos existente. Este tipo de
financiación está especialmente indicada para cubrir necesidades de
financiación que no se mantienen constantes en el tiempo, como ocurre en la
figura por encima de la línea de operaciones de utilización fija.
A las figuras financieras que se ajustan a este
perfil se las denomina habitualmente créditos
de funcionamiento, siendo las más usuales las pólizas de crédito y las
líneas de descuento, instrumentos que pueden adaptarse a las necesidades de
financiación cambiantes.
Operaciones de reserva, que son aquellas que siendo
de utilización variable, tienen otras características que las hacen reseñables.
Dentro de esta categoría puede establecerse una doble catalogación de operaciones:
·
Operaciones
sustitutivas,
aquellas que, además de incorporar la posibilidad de una utilización variable,
también tienen el coste variable. De aquí su denominación de sustitutivas, puesto que según
evolucione el coste puede sustituirse la utilización de unas por otras.
En
esta tipología de operaciones se pueden incluir las pólizas de crédito a tipo
variable y las pólizas flotantes (que son pólizas de crédito en donde las
disposiciones de dinero se hacen por tramos, que, una vez dispuestos, se comportan
como un préstamo en el tiempo).
·
Operaciones
marginales, que
representan las operaciones que, siendo de utilización variable, tienen un
coste muy elevado, pero cuya disposición se produce de forma casi automática.
Las figuras de financiación que se ajustan típicamente a esta categoría son
dos:
-
Descubierto en cuenta
corriente, es
decir, la posibilidad de utilizar una cuenta corriente no como depósito de
fondos, sino como una forma de financiación, eso sí, a costes muy elevados.
-
Excedido en póliza de crédito, o la posibilidad de utilizar
una póliza de crédito por encima de su límite, entendiendo por límite el valor
máximo de disposición de financiación que tiene autorizado la operación. Es
similar en su concepto al descubierto en cuenta corriente, pero adaptado a una
póliza de crédito, con unos costes igualmente elevados.
Una vez definidos los distintos tipos de
financiaciones que pueden utilizarse para cubrir las necesidades financieras de
la empresa, es necesario abordar otra problemática de sustancial importancia en
la gestión de tesorería de una empresa y que hace referencia al conocimiento
del coste real de una operación de financiación, como forma de discriminar
entre unas operaciones y otras.
3.5. Costes de una
financiación
Cuando se aborda la problemática del cálculo del
coste real de una financiación, desde la perspectiva de la gestión de
tesorería, hay que tener presente que los objetivos a cubrir con dichos
cálculos son los siguientes:
·
Proporcionar
un valor del coste de una financiación que permita decidir su contratación
frente a otras, basado en un criterio de mínimo coste.
·
Establecer,
a la hora de utilizar unas líneas de financiación u otras, entre las
disponibles, el criterio de coste en que cimentar dicha decisión.
·
Decidir,
al comparar la financiación bancaria con otras fuentes de financiación en la
empresa (clientes, proveedores, etc.), cuáles son las mejores opciones, siempre
desde la perspectiva de su coste.
Para ello, debe establecerse primero cual será la
expresión del coste que se adopta como base de expresión para todos los
cálculos que puedan realizarse.
Se entiende que la forma de expresión universal para
los costes de una financiación es el porcentaje anual vencido, es decir,
suponer un solo pago, por todos los conceptos que integran el coste, una vez al
año, a final de año.
Tras definir la forma de expresar el cálculo del
coste, para dar respuesta a los distintos objetivos planteados no deben
manejarse siempre los mismos conceptos de coste; de hecho se está haciendo referencia
a dos conceptos de coste distintos: el coste efectivo y el coste
de utilización.
Coste efectivo de
una financiación
Desde una perspectiva ajena a la tesorería, puede
asociarse el coste efectivo o real de una financiación con su interés nominal.
Actuar de esa manera hace que no se consideren otros componentes de coste que
pueden influir sustancialmente en el coste que efectivamente representa la
operación.
Debido a ello, es necesario utilizar una
metodología, de cálculo del coste efectivo que incorpore todos los componentes
de coste y exprese dicho coste en el estándar definido.
La principal dificultad a la hora de calcular el
coste efectivo surge de la identificación de los distintos componentes de coste
que aparecen en una financiación. En una doble vertiente:
·
La
enumeración de todos y cada uno de los distintos componentes de coste,
entendiendo por componente de coste todo aquello que supone un pago en
cualquier momento a lo largo de la vida de la operación.
·
La
identificación de cada componente de coste en cuanto a su valor, periodicidad,
base de cálculo, momento de pago y todo aquello que pueda determinarlo.
En cuanto a obtener la lista o censo de los
componentes de coste de una operación financiera, habrá que realizar un
análisis minucioso de las condiciones de la misma para localizar todo aquello
que represente un desembolso de dinero asociado a la operación.
Suele ser habitual que cada tipo de operación
financiera tenga un determinado conjunto de componentes de coste que son
naturales, pero eso no quiere decir que no pueda incorporar otros específicos
para la operación que en un determinado caso se trate.
Sin ánimo de exhaustividad, se repasan a
continuación los componentes de coste más habituales en las operaciones de
financiación, haciendo mención de sus expresiones más usuales.
·
Interés: es el componente de coste más
importante de todos los que intervienen para conformar el coste efectivo de una
operación financiera. Se suele representar como un porcentaje que, aplicado
sobre el capital de la operación, permite obtener los pagos periódicos que por
dicho concepto deben satisfacerse. Aunque, además del valor de dicho
porcentaje, deben precisarse también:
-
La
periodicidad de pago de intereses.
-
El
momento del período fijado en que éstos deben pagarse.
Así,
puede hablarse de un interés del 10% anual, liquidable trimestralmente por
anticipado, o de un 11% anual vencido, liquidable mensualmente.
La
importancia de tales términos hace qué, al expresar en forma homogénea
(porcentaje anual vencido) un mismo tipo de interés nominal con distintas
periodicidades de liquidación y momentos de pago, represente valores muy
distintos, como puede apreciarse en el ejemplo representado en el cuadro 6.
Como
regla general, debe considerarse como más ventajosa aquella modalidad de tipo
de interés que haga que sus pagos estén lo más distanciados en el tiempo del
momento de la contratación.
Realizar
pagos parciales de interés a lo largo del año implica que se deja de disponer
de dichos importes, que podrían rentabilizarse empleándose en otros usos.
·
Comisión
inicial: también denominada comisión de apertura, comisión de inicio o comisión de formalización. Es un importe
asociado a los gastos administrativos de formalización de la operación por
parte de la entidad financiera.
Su
expresión habitual es de un porcentaje sobre el nominal de la operación, siendo
su pago único al principio de la operación.
El
efecto de la comisión inicial es de una disminución del importe efectivo
disponible, ya que su cuantía se deduce del capital nominal de la operación.
·
Corretaje: este componente de coste está
asociado a la formalización del contrato en un documento público, que debe
estar intervenido por un fedatario público, que a los efectos de estas
operaciones pueden ser notarios o agentes de cambio y bolsa o corredores de
comercio, motivo por el que, en algunos casos se le denomina gastos de intervención.
Al
igual que en el caso de la comisión inicial, el corretaje supone una
disminución efectiva del importe a disponer por el contratante de la operación.
Su
pago es único al inicio de la operación, y su expresión un porcentaje sobre el
capital de la operación, variable según plazo o importe, en función del
fedatario público que intervenga la operación: los notarios aplican una escala
sobre el importe de la operación, mientras que los agentes de cambio y bolsa y
los corredores de comercio aplican una escala, básicamente, sobre el plazo.
Existe
una posibilidad de eliminar el coste asociado a este concepto, que consiste en
formalizar la operación en documento privado en lugar de en documento público,
no siendo necesaria su intervención por un fedatario público.
·
Comisión
de disponibilidad: esta comisión está asociada a
la no utilización del importe total en las operaciones de crédito, motivo por
el que también se la denomina comisión de
no disposición o no utilización.
Tiene,
habitualmente, carácter de comisión trimestral, aplicándose sobre el importe no
dispuesto. Su liquidación se produce conjuntamente con los intereses de la
operación, razón por la que puede verse expresada como porcentaje anual.
Aunque
su aplicación es característica de las operaciones de crédito, también puede
aplicarse en aquellas operaciones de préstamos rápidos en las que existe un período de
disposición del importe del mismo; en ese caso, suele aplicarse una comisión de
disponibilidad sobre las cantidades no dispuestas.
·
Comisión
de descubierto o excedido: cuando en las operaciones de
crédito se produce un exceso de disposición, sobrepasando el límite, o en las
cuentas corrientes se incurre en un saldo negativo, ambas situaciones
constituyen una concesión de crédito automática por parte de la entidad
financiera.
La
concesión de dicho crédito puede llevar aparejada una comisión de apertura de
crédito -comisión de descubierto en
las cuentas corrientes o comisión de
excedido en las pólizas de crédito-, que normalmente se expresa como un
porcentaje sobre el mayor descubierto o excedido producido en el período de
liquidación.
Acerca
de este tipo de comisión es conveniente hacer dos puntualizaciones importantes:
-
Su
aplicación debe ser pactada y estipulada en contrato firmado por ambas partes.
-
No
debe aplicarse a los descubiertos o excedidos producidos como consecuencia de
la valoración de las operaciones bancarias efectuadas sobre dichas cuentas,
Sin
el cumplimiento de esos dos requisitos esta comisión es siempre reclamable a la
entidad financiera que la aplique.
·
Gastos
de estudio: se producen al inicio de la
vida de la operación y constituyen un pago único, según una escala, que se
realiza independientemente de la concesión de la operación.
·
Comisión
de servicio: en las operaciones de largo
plazo suele aparecer un tipo de comisión denominada de servicio o servicios generales, asociada a la gestión y administración
de la operación por parte de la entidad financiera.
Su
expresión habitual es de un importe fijo o un porcentaje sobre el nominal de la
operación o sobre el capital vivo, liquidable anualmente, aunque también puede
darse semestralmente o trimestralmente, y por períodos vencidos.
·
Timbres: este coste se deriva de la
aplicación del impuesto de Actos Jurídicos Documentados sobre los efectos
comerciales utilizados como soporte de la operación financiera, ya sea de
préstamo, crédito o descuento.
Su
valor gira sobre el importe nominal de los efectos según la tarifa legal
vigente, lo que hace que el coste de una operación soportada sobre efectos se
vea incrementado en esa cuantía.
·
Comisión
de cancelación anticipada: esta comisión se produce
cuando una financiación, normalmente a largo plazo, se cancela antes de su
vencimiento.
Su
expresión suele ser un porcentaje sobre el capital pendiente de amortizar en el
momento de cancelar anticipadamente la operación.
La
razón de ser de esta comisión es la situación que le provoca a la entidad
financiera la cancelación anticipada. El banco, cuando concede una
financiación, procede a casar el calendario de devoluciones de la misma con
otras, equilibrando la situación. Una cancelación anticipada desequilibra el calendario
previsto, lo que puede provocar pérdidas hasta que no se equilibre nuevamente.
Dichas pérdidas son las que pretende compensar esta comisión.
Los componentes de coste enunciados son los más
usuales, pero en las operaciones financieras pueden existir muchos otros que
incidan en mayor o menor medida sobre el coste efectivo de cada operación
concreta. En toda operación financiera es preciso identificar en detalle todos
los componentes de coste, estableciendo, sin ningún tipo de dudas, su valor y
forma de expresión.
Tras obtener todos los componentes de coste que
incorpora una financiación, se debe aplicar un método de cálculo que permita
integrar toda esa información y obtener el coste efectivo de la operación,
entendiendo por coste efectivo la expresión homogénea (en porcentaje anual
vencido) del cociente que sobre el crédito real, representan todos los costes
de la operación.
Existen distintos métodos de obtención del coste
efectivo, pero el más utilizado y universal es el denominado del cash
flow de la operación. Se entiende por cash flow de una operación financiera el cuadro que se obtiene como
consecuencia de reflejar los distintos cobros y pagos asociados a la misma
posicionados en el tiempo, de manera que pueda obtenerse un flujo monetario
resultante en cada período de tiempo establecido.
Para aplicar el método del cash flow de la
operación, además de establecer el número y las características de cada
componente de coste que intervenga en la operación, habrá que:
·
Identificar
el detalle temporal con el que desarrollar el flujo de fondos de la operación,
teniendo presente que se deberá escoger aquel período de tiempo que permita
obtener el mayor detalle a la hora de reflejar los movimientos de fondos
asociados a la operación.
·
Establecer,
tanto el nivel de utilización del capital, si la operación es de utilización
variable, a lo largo de la vida de la operación, como el calendario de
amortización de la misma.
Sobre el flujo de fondos de la operación obtenido se
procederá a calcular el coste efectivo propiamente dicho; para ello, se
aplicará un cálculo de tasa interna de rendimiento sobre el cash flow obtenido
que, en el caso de una operación financiera, expresará el coste efectivo o tasa interna de coste.
Solo habrá que considerar en el cálculo del coste
efectivo, como ajuste final, que la tasa interna de coste obtenida estará
expresada en porcentaje sobre los períodos utilizados para desarrollar el flujo
de fondos de la operación, por lo que habrá que convertirla a tasa anual
vencida. Para conseguir dicho efecto se debe aplicar el principio de
equivalencia de capitales de la matemática financiera, es decir, la ecuación:
En el cuadro
7, se muestra el cálculo del coste efectivo, mediante el método del cash flow,
de una póliza de crédito de 100 millones, con las condiciones indicadas y el
siguiente calendario de utilización:
·
Primer
trimestre : 90 millones
·
Segundo
trimestre : 50 millones
·
Tercer
trimestre : 100 millones
·
Cuarto
trimestre : 80 millones
Coste de utilización
El coste efectivo calculado es el coste integrado
por todos los componentes de coste, razón por la que representa el coste total
de la financiación, que debe calcularse y tenerse presente a la hora de
contratar una operación, para elegir entre unas financiaciones y otras. Ahora
bien, tras contratar la operación financiera, la decisión siguiente hace
referencia a la utilización de la operación financiera contratada.
La necesidad de contratar una financiación es previa
a tomar decisiones sobre su utilización, lo que implica que para decidir sobre
la contratación y sobre la utilización de una operación de financiación hay que
tener en cuenta distintos componentes de coste que están directamente
relacionados con el momento del tiempo en que se deben tomar las distintas
decisiones.
A la hora de decidir sobre la utilización de una
determinada financiación hay que eliminar todos aquellos componentes de coste
que se han asumido en la contratación, como necesarios para poder optar a
utilizar la operación, pero que no son recuperables según el nivel de
utilización de la misma. Es lo que se denominan costes hundidos, es
decir, costes que hay que eliminar a la hora de tomar una decisión, porque no
son recuperables y pueden influir negativamente en la toma de decisiones.
La diferencia entre el coste efectivo o de
contratación y el coste de utilización, son todos aquellos componentes de coste
que se producen al inicio de la operación y se pagan una sola vez al inicio.
Dichos pagos son irrecuperables, independientemente de la utilización que se
haga de la operación, razón por la que no deben ser incluidos en los cálculos
del coste para su utilización.
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