Denominamos elementos de la gestión del circulante a
las distintas técnicas de gestión que lo componen. De acuerdo con lo
especificado anteriormente son:
·
Gestión
de tesorería.
·
Gestión
de clientes.
·
Gestión
de proveedores.
·
Gestión
de existencias.
2.1. Gestión de tesorería
La
gestión de la tesorería, entendida como gestión del disponible en la empresa,
supone un área de especial interés puesto que trata del manejo del dinero que
circula por la empresa.
Hace
referencia a técnicas específicas relacionadas con el tratamiento de los fondos
líquidos que, en algunos casos, pueden tener más relación con técnicas
bancarias que puramente empresariales, pero no olvidemos que las entidades
financieras son las especialistas en el tratamiento del dinero.
Por la
especificidad de sus técnicas de gestión este área se desarrollará más en
detalle más adelante, razón por la que aquí no le prestaremos mayor atención.
2.2. Gestión de clientes
Cuando
se hace referencia a la gestión financiera de clientes, se está tratando toda
la problemática asociada a la financiación concedida a los clientes, que
conforma, básicamente, las cuentas a cobrar en una empresa.
Para
situar adecuadamente la problemática asociada a estas técnicas de gestión,
sería conveniente reflexionar sobre la siguiente pregunta:
¿Qué
representa la inversión en clientes?
Los
fondos destinados a la cuenta de clientes representan, en cada momento, el
importe del crédito concedido a la empresa a sus clientes.
Se
produce una anotación en la cuenta de clientes cuando se vende y no se cobra al
mismo tiempo, produciéndose un crédito al cliente. Por crédito puede entenderse
la capacidad para adquirir bienes o servicios con un compromiso de pago posterior.
Pero, no todas las transacciones realizadas con clientes tienen las mismas
características; cada una de ellas incorpora detalles diferenciales que hacen
del conjunto de clientes un conglomerado muy especial.
Desde
el punto de vista financiero, ¿la inversión en clientes supone un activo o un
riesgo?. La respuesta a la pregunta tiene una cierta complejidad.
Hasta no hace mucho tiempo se consideraba que la
existencia de cuentas de clientes era algo muy satisfactorio para una compañía.
Las partidas de clientes representan el concepto más líquido del balance tras
las cuentas de tesorería, lo que lleva a denominarlas realizable, y mientras
que no existan problemas económicos en el entorno, no suelen existir problemas
para el cobro de las cantidades consignadas en las partidas de clientes. Ha
sido habitual valorarlas casi como dinero. Llegando a considerarlas como el
activo más valioso, ya que además representan una relación estable con los
clientes.
Pero,
en tiempos de crisis, la situación se modifica y las incidencias en los
procesos de cobro se multiplican. Es necesario empezar a analizar la inversión
realizada en clientes desde una perspectiva distinta. El riesgo de impago, o
simplemente de atraso, hacen que se deba detallar la tipología de cuentas que se
engloban bajo la acepción genérica de clientes.
Desde
la perspectiva del riesgo, las cuentas de clientes se descomponen en:
·
Clientes: las deudas de clientes
documentadas en factura y que se encuentran dentro del período normal de
crédito.
·
Efectos a cobrar: aquellas deudas que se han
documentado sobre un documento mercantil distinto de la factura, normalmente
letras de cambio o similares (genéricamente efectos).
·
Impagados: créditos concedidos a
clientes y documentados en efectos, que a su vencimiento no han sido atendidos.
·
Morosos: derechos de cobro, no
documentados en efectos, que a su vencimiento no han sido atendidos y tienen
una antigüedad considerable.
·
Fallidos: deudas vencidas y no
atendidas, de las que existen indicios ciertos de la imposibilidad de cobro.
La
ubicación de la deuda con clientes en unas u otras de las distintas cuentas que
la componen permite realizar una primera evaluación del riesgo asociado a tal
partida.
En la
actualidad, tras sufrir varias crisis económicas de distinto tipo, las
cantidades reflejadas en las cuentas de clientes se suelen evaluar más
críticamente que hace años, llegando a analizarse incluso los clientes de forma
particular.
La
conclusión del análisis de las cuentas de clientes, desde hace algunos años, es
que se ha producido una degeneración en las costumbres de cobro. Antes quien no
pagaba estaba mal visto, ahora esto no es así, acercándose peligrosamente al
extremo contrario: el que paga es porque no tiene otra alternativa.
El
crédito real a clientes
Si en la cuenta de clientes se refleja el crédito
concedido a los clientes, vamos analizar que se entiende por crédito
total o crédito real financiero aplicado a los clientes.
En la
figura 2, se representan las distintas etapas del circuito de cobro a clientes,
en dónde se establecen las distintas fases del crédito a clientes.
Desde
el momento en que se realiza la venta hasta que se produce la entrega, nos
encontramos en la etapa de suministro, muy importante, pero que, desde el punto
de vista del crédito concedido, no supone un factor relevante.
A partir de la entrega cuando se ponen en marcha los
contadores de plazo de crédito, puesto que el cliente ya tiene en su poder un
producto o servicio por el que no ha pagado. Desde ese momento hasta que se
alcance el cobro, se desarrolla el plazo que se considera como crédito
real, y que es distinto del crédito comercial, concedido al
cliente en la operación de venta, y que transcurre desde el inicio de computo
hasta la fecha de vencimiento consignada en la factura.
El inicio de computo
está reflejando el momento a partir del cual, según se ha pactado con el
cliente, se considera el crédito comercial concedido, para establecer el
vencimiento de la factura.
Tras
definir el crédito real concedido al cliente, el siguiente problema consiste en
su cálculo. Esta tarea tiene su complejidad, basada en la información de la que
se dispone para realizar los cálculos.
Tradicionalmente, cuando se habla de calcular el
crédito concedido a los clientes se procede a obtener el ratio denominado período
medio de cobro, expresado en días, cuya fórmula es la siguiente:
Para la
empresa HAL, que al terminar el año tiene en balance un saldo de clientes de
200 millones, con unas ventas de 1.000 millones, su período medio de cobro
representa 73 días.
El
plazo de crédito así calculado plantea los siguientes inconvenientes:
1.
La
cifra obtenida supone que las ventas tienen una distribución homogénea a lo
largo del año, sin atender a las posibles estacionalidades.
2.
En
el saldo de clientes se considera la operación de venta con el IVA que le
corresponde, mientras que las ventas no incorporan dicho valor.
3.
El
plazo calculado no refleja el crédito total, ya que su cálculo se inicia en el
momento en que se genera una factura, que es cuando la venta se incorpora al
saldo de clientes, despreciando toda la etapa de facturación.
Para solucionar parte de los inconvenientes
reseñados en el cálculo del período medio de cobro, se puede utilizar otro
cálculo, que consiste en obtener los días de venta contenidos en el saldo de
clientes.
Para la
empresa HAL, anteriormente estudiada, si se considera que sus ventas mensuales
durante los últimos meses del año han sido las reflejadas en el cuadro 2, el
cálculo del período de crédito por el nuevo método, realizado en el propio
cuadro, da un resultado de 88,9 días, es decir, casi tres meses.
La
diferencia existente entre los dos cálculos se debe a la estacionalidad de las
ventas.
El
crédito obtenido con el nuevo modelo, aunque más cercano a la realidad, también
tiene inconvenientes:
1.
Supone
que todos los clientes tienen unas condiciones de pago homogéneas.
2.
Tampoco
refleja el crédito total, al no contemplar la etapa de facturación, por partir
del saldo de clientes.
Como
puede apreciarse, con la información manejada no es posible obtener el crédito
real concedido al cliente. Sería necesario tener información acerca de las
entregas no facturadas a clientes e incorporarlas al cálculo realizado para
obtener una cifra más aproximada al crédito real.
Coste
del atraso
En cualquier caso, obtener el crédito real
representa solo una parte del análisis. Para comprobar si existen problemas con
el crédito de clientes es necesario comparar el crédito real con el crédito
teórico, o mejor dicho con el crédito comercial realmente ofrecido a
los clientes.
Lo habitual es que el crédito real sea superior al
crédito comercial, bien por problemas técnicos
(medio de cobro, ingreso en el banco, días fijos de pago, etc.), o por
morosidad de los clientes.
La forma
de evaluar la problemática asociada al crédito de clientes, es calcular el
coste que se produce como consecuencia del atraso en el cobro de clientes,
entendido como la diferencia entre el crédito real y el crédito comercial.
El cálculo del coste del atraso se obtiene
mediante la aplicación de la fórmula:
Si la empresa HAL, vende a todos sus
clientes con un crédito comercial de 60 días, está acumulando un retraso de 29
días; lo que significa, sobre la cifra de ventas declarada, un incremento de la
financiación de clientes de 79.452.055 ptas., y considerando un coste
alternativo de los recursos del 11%, un coste financiero de 8.739.726 ptas.
El coste alternativo de los recursos o
coste de oportunidad, representa el coste de la financiación alternativa que
habría que buscar para sustituir los fondos no recibidos. En general, el coste
alternativo es un factor dinámico que está en continúa actualización, incluso
en el transcurso del día, dependiendo de:
· El
nivel de utilización de las líneas de financiación.
· El
coste de contratación de nuevas líneas.
· La
rentabilidad obtenida de las inversiones financieras realizadas.
· El
volumen de fondos necesario.
· El
signo de los fondos requeridos (financiación o inversión)
En el caso de la empresa HAL , si ésta tuviera
agotadas sus líneas de financiación, el incremento de financiación en clientes
como consecuencia del atraso se debería medir al coste de la nueva financiación
a contratar.
Dicho atraso, además de suponer un coste
financiero adicional, está reflejando una serie de ineficacias del circuito de
cobro a clientes que deben ser subsanadas. Las ineficacias más usuales, causa
del atraso obtenido, son las siguientes:
·
Los
procesos de facturación, que en muchas ocasiones ralentizan la salida de una
factura por procesos administrativos o informáticos.
·
Los
retrasos en la tramitación de los albaranes, tanto por su transporte físico,
como por su tratamiento administrativo.
·
Las
agrupaciones de facturación, que aunque simplifican y reducen tramites
administrativos, incrementan los días de financiación a clientes (una
agrupación mensual de albaranes para generar una sola factura, genera una
financiación adicional de 15 días, suponiendo las ventas regulares a lo largo
del mes).
·
Los
medios de cobro utilizados, que no siempre son los más eficaces, lo que puede
determinar mayores o menores atrasos sobre la fecha de vencimiento.
·
Los
procesos administrativos internos de las empresas, que pueden llegar a demorar
en exceso los procesos de cobro.
·
Las
costumbres de pago de los clientes, estableciendo días fijos de pago, atrasos
sistemáticos, etc.
·
Los
canales de cobro utilizados. Es preciso ser imaginativo para definir canales de
cobro que activen los ciclos de cobro.
·
El
proceso de recobro de impagados, que contiene múltiples pasos en los que puede
ralentizarse la gestión.
La negociación de la
venta
Los factores que producen atrasos en los
cobros de clientes y, por lo tanto, amplían el período de crédito de los
clientes, están definidos con anterioridad a la gestión del crédito.
El momento en que se produce la negociación
de las condiciones que rigen durante toda la vida de la operación, es en el
momento de la venta. Razón por la que se considera muy importante que en dicha
negociación se definan, al máximo posible, todas las condiciones que influyen
sobre el crédito.
Las operaciones de venta están en manos de
la estructura comercial, que se focalizan en la labor de materializar las
operaciones, aunque no siempre definiendo en detalle todas sus condiciones.
En una operación de venta se deben fijar dos tipos
distintos de condiciones: las condiciones comerciales
y las condiciones financieras.
Por condiciones comerciales entendemos
aquellas que naturalmente se negocian
en una operación comercial, como son:
·
Precio
de los productos
·
Plazo
de crédito
·
Cantidad
de la operación
Pero igual de importantes, o más aún, son las condiciones
financieras:
·
Definición
de la fecha de inicio de computo.
·
Establecimiento
de las condiciones de agrupación de las facturas si existiera dicha modalidad.
·
Conocimiento
de los días fijos de pago de los clientes.
·
Determinación
del medio de cobro y del canal de cobro.
·
Negociación
de los descuentos por pronto pago y sus condiciones de aplicación.
La conjunción de ambos tipos de condiciones
conforma el plazo de crédito real concedido a los clientes, como se representa
en la figura 3.
2.3. Gestión de proveedores
Financieramente, la gestión de proveedores
se podría considerar equivalente a la gestión de clientes, considerando que
tiene características similares el crédito que concedemos a nuestros clientes,
y el crédito que nuestros proveedores nos conceden a nosotros.
Pero considerar solo la faceta de
financiación que los proveedores nos aportan supone una simplificación, desde
el punto de vista financiero, que no debe olvidar que los proveedores suponen
el canal de aprovisionamiento de la compañía.
La relación con proveedores proporcionará,
como premisa básica:
·
Fiabilidad en los suministros de
materias primas o componentes para incorporar en el ciclo de actividad de la
empresa.
·
Puntualidad en las entregas para poder
ajustar al máximo los niveles de inventario.
·
Calidad de los productos o servicios
suministrados.
Adicionalmente, la materialización del pago
a los proveedores, de acuerdo con la práctica comercial, genera una
financiación que incorpora unas características especiales.
Características de
la financiación de proveedores
La financiación obtenida de los proveedores tiene
las siguientes características:
1.
Es
una financiación espontánea, que se
produce como consecuencia de las prácticas habituales del mercado, el sector,
el tipo de productos, o cualquier otro factor.
Que
la financiación sea espontánea no quiere decir que sea gratuita, puesto que si
se plantea la alternativa de pagar al contado es posible obtener una
bonificación en el precio de compra por eliminación del coste de la
financiación.
La espontaneidad de esta financiación supone que podemos
contar con ella de forma estándar, sin ser necesario negociar sus condiciones
normales. Pero sí admite modificaciones, tanto para su aumento (retraso en el
pago), como para su disminución (adelanto en el pago).
2.
Está
enmarcada
en el ámbito comercial, atendiendo a condicionantes comerciales en
lugar de a parámetros financieros.
Su
expresión suele ser mucho más simple que en las financiaciones bancarias, donde
existen múltiples conceptos de intereses, gastos y comisiones. Se expresa como un porcentaje
sobre el precio en función de los días de atraso en el pago. En muchas
ocasiones el coste del atraso se incorpora al precio del producto y se ofrecen
distintos precios según plazo.
3.
Este
tipo de financiación no incrementa el endeudamiento bancario,
ya que su origen y tramitación no se encuentra en el ámbito financiero, sino en
el comercial, como ya se ha indicado.
4.
El
coste de la financiación suele ser consecuencia del coste medio de los recursos
con los que se financia el proveedor. No encontrándose en función del coste de
mercado, como sucede en la financiación bancaria.
5.
La
financiación de proveedores es más estable que la financiación
bancaria. Su evolución no está sujeta a las variaciones en los mercados
financieros, altamente inestables, siendo más sensible a la evolución, por
ejemplo, del coste de los carburantes que a la fluctuación de los mercados
financieros.
La
estabilidad es un rasgo diferencial, pero no tiene porque ser beneficiosa o
perjudicial frente a las oscilaciones del coste de la financiación bancaria. En
situaciones de aumento del coste del dinero, la estabilidad de la financiación
de proveedores es beneficiosa, pero no tanto cuando la evolución del coste del
dinero es a la baja.
Tras analizar conceptualmente la
financiación de proveedores, el siguiente paso consiste en evaluarla
financieramente, para lo que necesitamos conocer su volumen y su coste.
El plazo de crédito
de proveedores
La forma habitual de medir el volumen de la
financiación de proveedores es obtener el período medio de pago, expresado en
días, aplicando la siguiente fórmula:
El plazo de financiación así obtenido
refleja el crédito que los proveedores están concediendo a la empresa.
La empresa XYZ con una cifra de compras de
800 millones a lo largo del año, que termina el año con un saldo de proveedores
de 175 millones, está obteniendo una financiación de proveedores de 80 días.
Al igual que en el caso del período medio de
cobro, el resultado obtenido presenta inconvenientes:
·
Supone
que las compras a proveedores se distribuyen homogéneamente a lo largo del año.
·
La
cifra del saldo de proveedores incorpora el importe de las facturas recibidas
de los proveedores, lo que incluye el IVA de dichas facturas, mientras que la
cifra de compras no incluye el IVA repercutido por los proveedores.
Para la empresa XYZ, la corrección del IVA
en el cálculo del período medio de pago de la empresa XYZ, supone un crédito de
sus proveedores de 69 días, correspondiendo los restantes 11 días al impuesto.
Una forma de solucionar situaciones de
estacionalidad en las compras, consistiría en obtener los días de compra contenidos en el
saldo de proveedores, con un cálculo similar al aplicado para los
clientes.
El coste de la
financiación de proveedores
Una vez obtenido el plazo de tiempo, en
días, que supone el crédito de los proveedores, habrá que evaluar el coste
asociado a dicha financiación.
Para evaluar el coste de la financiación
concedida por los proveedores no podemos efectuar un cálculo paralelo al
efectuado en el caso de la financiación a clientes. Para los proveedores, el
coste de la financiación surge de la integración del coste de las distintas
operaciones de compra que se efectúen, cada una con unas condiciones distintas.
Cada proveedor aplicará unas condiciones acordes con su situación.
Para evaluar el coste de la financiación de
proveedores, hay que analizar cada operación individualmente y tomar decisiones
individuales según su coste.
A la hora de evaluar el coste de una oferta
de crédito por parte de un proveedor habrá que comparar el precio de pago al
contado con el precio de pago a crédito, tal y como se refleja en la figura 4.
Un primer aspecto que debe aclararse es que
se entiende por pago al contado, ya que no siempre quiere decir lo mismo,
dependiendo de producto, mercado, sector, etc.
La expresión contado
en sentido estricto, supone pagar contra la entrega de la mercancía, pero ¿es
posible documentar con una factura ese hecho?, en muchos casos la entrega de
los productos o servicios va aparejada de un albarán, que posteriormente en el
proceso de facturación genera una factura, atendiéndose el pago contra la
presentación de la factura.
En otros casos puede no ser procedente el
pago hasta no comprobar la corrección y calidad de los productos, produciéndose
el pago en ese momento.
A la hora de decidir sobre una propuesta de
crédito de un proveedor, habrá que considerar siempre que el coste de la
financiación propuesta por el proveedor deberá situarse por debajo del coste
alternativo de los recursos.
2.4. Gestión de existencias
De todas las partidas que componen el activo
circulante, las existencias o stocks son las menos líquidas, las
que más tardan en convertirse en dinero.
Sobre el esquema del período de maduración
representado en la figura 1, los inventarios para transformarse en dinero deben
venderse y cobrarse, lo que supone una parte muy importante del período de
maduración.
Además, aunque su volumen total es muy variable
según el sector de actividad, constituyen una parte muy significativa del
activo, tanto en empresas comerciales como de producción.
Combinando ambos aspectos, obtenemos la razón de la
importancia de los inventarios en la gestión del circulante desde el punto de
vista financiero: suponen una inmovilización de fondos importante, durante un período de
tiempo considerable.
Más detalladamente, las razones de la importancia de
las existencias en la gestión del circulante son las siguientes:
·
Su
importancia cuantitativa.
·
Los
diferentes tipos de existencias que pueden existir en las empresas y la
diversidad de elementos que los componen.
·
Los
distintos departamentos que influyen en su determinación: compras, producción,
comercial y financiero.
·
Los
costes involucrados en su gestión.
Existe
una enorme variedad de elementos que pueden integrar los stocks, como son:
·
Existencias
comerciales:
bienes adquiridos por la empresa y destinados a la venta sin transformación.
·
Materias
primas auxiliares:
bienes empleados en el proceso de producción para su transformación en
productos terminados.
·
Materiales
para consumo y reposición: incluye materias energéticas susceptibles de almacenamiento, otras
materias de consumo que no se incorporan al producto fabricado y piezas de
repuesto.
·
Elementos
y conjuntos incorporables: partes o submontajes, fabricados normalmente fuera de la empresa,
adquiridos por ésta para incorporarlos al producto sin transformación.
·
Productos
semiterminados:
fabricados por la empresa y no destinados a la venta hasta su elaboración o
incorporación posterior.
·
Productos
en curso:
materiales y componentes del proceso productivo, bien en transformación, bien
en espera entre operaciones consecutivas.
·
Productos
terminados:
artículos destinados a su venta, como consumo final o para su utilización por
otras empresas.
·
Subproductos
y residuos: bienes
de carácter accesorio o secundario a la fabricación principal, que pueden ser
objeto de venta.
·
Embalajes
y envases:
cubiertas o envoltorios destinados a contener y resguardar los artículos objeto
de venta.
Además de la función propia de abastecimiento, los
stocks cumplen en el proceso productivo la función adicional de desligar a
corto plazo:
·
La
actividad de producción de la de compras de materias primas.
·
La
de ventas de la de producción.
·
Las
diversas fases del proceso de producción entre si.
Idealmente,
las únicas existencias necesarias serían los productos en curso de fabricación.
Las materias primas y componentes se adquirirían para su incorporación al
proceso de producción y los productos terminados se generarían contra pedido.
Funcionando de esta manera no existirían productos es stock, salvo aquellos en
curso de fabricación.
Una empresa organizada, funciona perfectamente
ajustada hasta que se produce una incidencia en cualquiera de los procesos
implicados. La no existencia de stocks intermedios entre las distintas fases
del proceso produce rigideces a la hora de reaccionar, puesto que todo se
encuentra íntimamente relacionado.
Las existencias dotan a la empresa de la
flexibilidad necesaria al desconectar:
·
La
producción y las compras (existencias de materias primas y auxiliares).
·
Unas
etapas productivas y otras (existencias de productos en curso).
·
El
ritmo de ventas y el de producción (existencias de productos terminados).
Como
contrapartida a la flexibilidad aportada por los stocks, podemos considerar las
tensiones que genera su existencia, por las distintas expectativas que sobre
los mismos tienen los distintos departamentos que intervienen en su gestión.
En el cuadro 3 se especifican cuáles son las
expectativas de los departamentos de compras, producción, comercial y
financiero sobre las existencias.
En general existe una visión encontrada entre los
distintos departamentos. Los departamentos de compras, producción y comercial,
que manejan físicamente los stocks, tienen interés en mantener volúmenes de
inventario que eliminen tensiones de funcionamiento, es decir, volúmenes
elevados. El departamento financiero, que analiza los inventarios desde su
aspecto de coste financiero, está interesado en mantener niveles mínimos de
inventario, idealmente cero.
El dimensionamiento de las existencias supone un
punto de conflicto que sólo se puede resolver mediante un enfoque global de la
problemática. Habrá que contemplar para ello todos los costes que incorpora la
gestión de stocks y compararlo con la flexibilidad de funcionamiento obtenida.
El
coste de las existencias
Existen
cuatro clases de costes relacionados con las existencias:
·
Coste
de adquisición:
que supone la integración de dos conceptos:
-
El
valor de los productos incorporados al stock (su precio en el caso de los
adquiridos y su coste de producción para los producidos).
-
Los
costes que se deban asumir hasta disponer de los productos (transporte, emisión
de pedidos, seguros, etc.).
·
Coste
de manipulación:
asociado al mantenimiento y gestión. En él podemos incluir:
-
Personal
de almacén.
-
Equipos
de manipulación.
-
Sistemas
y equipos de información.
-
Seguros.
-
Instalaciones.
·
Coste
de degradación:
pérdidas de valor que pueden afectar a los stocks por cuestiones diversas:
-
Pérdidas,
robos y deterioros.
-
Obsolescencia.
·
Coste
de financiación:
entendido en una doble vertiente:
-
Financiación
de los fondos inmovilizados en existencias.
-
Financiación
de las situaciones de carencia o ruptura del inventario.
Aunque el que representa un mayor valor es el
primero, los otros tres tienen también una gran importancia, llegando a
representar, según situaciones, hasta un
35% o 40% del valor total del
inventario.
Últimas
tendencias en la gestión de existencias
No
podíamos terminar el análisis de la gestión de existencias sin comentar, aunque
sea someramente, hacía donde se dirigen las técnicas de gestión de stocks.
Durante los últimos años hemos asistido a una enorme
evolución tecnológica que ha permitido replantearse muchas de las restricciones
que existían a la hora de gestionar los stocks:
·
Las
líneas de producción se han hecho mucho más versátiles, haciendo innecesarios
los almacenes intermedios de productos en las cadenas. Hoy en día, el vendedor
puede plantear, directamente a la línea de producción, el producto con las
características requeridas por el cliente, obteniendo su suministro casi
inmediato.
·
Los
sistemas informáticos permiten que la integración entre los clientes y los
proveedores sea prácticamente total, con lo que la coordinación a la hora de
cursar los pedidos es tal que posibilita trabajar con stocks de materia prima
casi nulos.
·
Las
comunicaciones han adquirido un elevado grado de fiabilidad, lo que posibilita
que órdenes de compra, facturación, producción, etc., viajen por las líneas de
comunicación con seguridad y se disminuyan los tiempos de espera.
Esa
evolución tecnológica, junto con las dificultades para conseguir financiación,
en algunos momentos no muy lejanos en el tiempo, han hecho que el peso de la
visión financiera sobre los stocks cobre relevancia, trasladándose al hecho de
plantear reducciones drásticas de los mismos.
Para ello, primero en Estados Unidos (sistemas just in time) y luego en Japón y el
resto del mundo, las empresas han trasladado los stocks de materias primas a
sus proveedores, asegurando un suministro fluido y casi inmediato.
Otras técnicas buscan la reducción de los productos
en curso de fabricación (método Kanban),
sustituyendo las cadenas de producción por grupos de producción que abordan
todas las tareas, para culminar la producción de cada unidad sin dejar
productos intermedios.
La integración de los proveedores en la producción
se está haciendo casi absoluta, llegando a asumir no sólo los almacenes
físicos, sino los controles de calidad y la responsabilidad sobre los rechazos
y no conformidades. En último extremo pueden llegar hasta a ubicarse en las
propias instalaciones productivas (método Superlópez).
Todo ello está haciendo que algunos directivos
lleguen incluso a plantearse una empresa sin existencias, lo que probablemente
no sea factible de alcanzar, aunque, desde el punto de vista financiero, sí sea
un objetivo a perseguir.
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