Arqueologías: EL HOLOGRAMA

Seguimos recuperando aquí la memoria de cosas que existieron en un momento tan acelerado que casi no tuvimos tiempo de verlas.

 En esta sección, intentamos recuperar la memoria de cosas –objetos, instituciones, prácticas, costumbres, pero, sobre todo, cosas- que existieron en un momento civilizatorio especialmente acelerado, donde los cambios apenas daban respiro. Pongamos que hablamos del período que se encuentra en el arranque del tercer milenio del calendario cristiano. Un tiempo de continua innovación, tanto técnica como social. Una memoria que está en objetos, tal vez enterrados bajo otros que sucesivamente sustituyeron sus funciones, tal vez en registros o la conciencia colectiva, que de diversas formas guarda lo que fuimos.

Lo que hoy recogemos es una técnica con muy diversa concreción en las máquinas que lo soportan (cascos, proyectores, pantallas, tarjetas, documentos, etc.) y, sin embargo, con una gran relevancia imaginaria. Se trata del holograma. Diseñado para superar las limitaciones de las dos dimensiones, del espacio plano.

Gracias a su capacidad para representar las tres dimensiones, el holograma era una representación más fiel de los cuerpos. Casi como tener el cuerpo representado. Una fidelidad que posibilitó su generalización como control de seguridad, incorporándose a documentos de identidad, como carnets o pasaportes. También tuvo importancia en el campo del diseño, puesto que facilitaba esa visión en tres dimensiones de lo imaginado.

Holograma

Tal potencial para borrar buena parte de las fronteras entre lo real y lo imaginado en la producción de la imagen tuvo su mayor explotación en la industria cultural. El cine o los videojuegos crearon monstruos y otros entes salidos de las mentes más productivas, aun cuando algunas con cierta tendencia patológica.

Los espectáculos musicales también utilizaron el holograma. Por ejemplo, tuvieron mucho éxito los conciertos hologramáticos de los grandes divos del pop. Especialmente aquellos que protagonizaron la época dorada de este estilo musical y cultural. Daba igual que se hubieran retirado o, incluso, que hubieran fallecido hace mucho tiempo. En un principio, se partía de las imágenes tomadas en un concierto, para reproducirlas hologramáticamente varios años después y simultáneamente en otros escenarios, con su público real, dispersos en varias ciudades del mundo.

El siguiente paso fue la creación de personajes, como los propios músicos, enteramente imaginarios y hologramáticos. Sin original en la denominada “realidad”. A pesar de que su falta de materialidad generaba enormes capacidades a estos personajes, nunca tuvieron el favor del público más allá de su intervención en algunas narraciones cinematográficas. El holograma era un producto bien consumido, siempre que tuviera algún vínculo con la originalidad. Como creador de realidad, daba vértigo.

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