“La gran sorpresa de este espectáculo es Carlos Hipólito. Creí haber visto casi todo lo que es capaz de hacer, pero su recreación del personaje de Benjamin Stone me ha conmovido como pocos”
Follies comienza con un reencuentro en el teatro que durante años
regentó Dimitri Weissman, interpretado por el
propio Gas, (en un guiño más que simbólico a ésta su última producción al
frente del Teatro Español). En este lugar tan familiar para los personajes que
cruzan el umbral de la puerta, se agolpan los recuerdos del tiempo pasado en el
que las coristas llenaban la escena, el público, las luces, ante la proximidad
de ser convertido en un parking. Como suele pasar en el teatro, la realidad y
la ficción no siempre se distinguen con claridad. Vertebran esta historia
las 22 canciones de James Goldman
(traducidas por Roser Batalla y Roger Peña) acerca de las peripecias vitales y
los sueños de juventud entre Ben (Carlos Hipólito) y Phyllis (Vicky Peña) y
Buddy (Pep Molina) y Sally (Muntsa Rius). Y a modo de flashback se entretejen las
historias entre el pasado, el presente y en algunos momentos incluso
simultáneamente en el escenario.
Hubo varios momentos que
lograron sumergirme por completo en este universo creado por Sondheim a modo de
homenaje al mundo de las coristas de los espectáculos de variedades que
triunfaron a principios del siglo XX en Nueva York. Roscoe, el maestro de
ceremonias que en la voz de Josep Ruiz abre el espectáculo, magnífico. Asunción Balaguer interpretando Broadway baby, 86 años y un encanto que
rompe barreras. Vocalmente extraordinaria Muntsa Rius como Sally Durant, el contrapunto
perfecto a Vicky Peña que a lo largo de la función va dotando al personaje de
Phyllis del carácter insatisfecho y vengativo para desbordarse en la escalinata
por la que desciende en “The story of Jessie and Lucy”. Soberbio el
cuerpo de baile que hace las veces de coro dando a la trama la envoltura
suficiente para que cada uno de los personajes se deslicen a modo de tobogán
por sus respectivos conflictos vitales.
Pero sin lugar a dudas
la gran sorpresa de este espectáculo es Carlos Hipólito. Creí haber visto casi
todo lo que este magnífico actor es capaz de hacer en cine, televisión y sobre
todo teatro; pero la recreación del personaje de Benjamin Stone me ha conmovido como pocos. Un personaje lleno de matices que van
desde el cinismo y el vacío más absoluto hasta la locura en “Live, laugh,
love”. Hipólito lo ha vuelto a hacer. Follies se ha reestrenado no por el
empeño de su director, ni porque esta ciudad esté ávida de musicales, no hay
más que pasearse por la Gran Vía madrileña, sino porque el patio de butacas se
llena noche tras noches de aplausos inacabables. Para los rezagados que se lo
perdieron en Febrero aquí está otra vez, a modo de segunda
oportunidad. No se lo pierdan, consejo de actriz.
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