Esencial
para interesados en las plantas que producen embriaguez divina, en venenos que
devienen medicina
“Cuando América del Sur era joven y el continente todavía estaba unido a la masa de tierra que se convirtió en África, el río predecesor del Amazonas corría de oriente a occidente, recibiendo las aguas de la vertiente sur de un gran macizo cuyos restos se conocen ahora como la sierra de Paracaima. El río llegaba al Pacífico en algún punto lo que hoy es el ecuador.
Luego, hace cien millones de años, los dos continentes del sur se
separaron. Hace sólo unos quince millones de años el surgimiento de la
cordillera de los Andes bloqueó el río, creando un vasto cuerpo de agua que
cubría buena parte lo que hoy es la cuenca del Amazonas. Se convirtió en efecto
en la ciénaga más grande que el mundo ha conocido. Con el tiempo, estas aguas
se abrieron paso entre las viejas formaciones de arenisca del este y formaron
lo que es hoy el río Amazonas. Sólo entonces se formó la selva”. (El
río 454,455)
Situado
entre el libro de viajes exóticos y la semblanza biográfica de uno de los más
destacados etnobotánicos de nuestro tiempo, Richard
Evans Schultes (1915-2001), este volumen ingente de lectura apasionante
tiene mucho también de novela de aventuras y de ensayo antropológico. Basado en
treinta horas de entrevistas con su maestro, eminente profesor en Harvard
anteriormente citado, y el acceso a un ingente archivo fotográfico realizado por
este último minuciosamente compilado a lo largo de décadas de viajes de
exploración e investigación, Wade Davis también se ha servido de las
informaciones provenientes de numerosas personas[1] que conocieron o trataron a este peculiar científico: auténtico
pionero contemporáneo consagrado a la botánica medicinal y sagrada.
Wade Davis es un hombre polifacético: etnógrafo, explorador, escritor,
fotógrafo y cineasta tiene estudios de antropología y biología realizados en
Harvard. En la actualidad trabaja para la National Geographic
Society. En Evans Schultes se entrecruzan: el
paradigma del naturalista victoriano, en la línea de su admirado
predecesor Richard Spruce (1817-1893), con el
explorador moderno y el antropólogo que en gran medida fue, tanto por su empatía
como por su dependencia y confianza en los autóctonos a la hora de recopilar
sus especímenes y conocer sus potenciales curativos o letales. Fue
su vida en gran medida una vida de incertidumbre y de aventuras, de magia y
descubrimientos…
Creen que la vida normal es una ilusión: todo lo que uno ve, esa
montaña, la camioneta, el propio cuerpo. Las verdaderas causas de la vida y la
muerte son fuerzas invisibles que sólo se pueden percibir con la ayuda de las
plantas alucinógenas.
El peyote, el yagé, la coca y el yopo, entre otras sustancias, son
estudiados desde diversos puntos de vista haciendo hincapié en su presencia
verosímil y mágica como plantas en contextos culturales enmarcados en sistemas
simbólicos complejos.
Durante la
Segunda Guerra mundial Schultes cooperó al esfuerzo
de guerra desarrollando una actividad incesante en busca del potencial
sudamericano de producción de caucho natural, esencial para el esfuerzo bélico;
las plantaciones de caucho más importante situadas en las Indias Orientales
habían sido ocupadas por los japoneses. Descubrió cerca de 300 nuevas especies
vegetales y profundizó en lo usos tradicionales de las plantas conservados por
los autóctonos.
Un libro que no regatea datos que permiten no sólo sustanciar una
visión crítica de la insana prohibición de las drogas, desarrollada por los
Estados Unidos y otras potencias occidentales, sino que también nos incita a
mirar al pasado para encontrar las raíces de numerosas problemáticas. Tanto las
acciones de los misioneros como las de los gobernantes de la América Latina,
con su insana y zafia propensión monoteísta al ejercicio de la crueldad dan
cuenta de numerosos asuntos actuales.
Aunque la
cuestión base es casi irreversible, salvo un milagro: En
cierto momento había miles de culturas en todo el mundo y probablemente se
hablaban hasta quince mil idiomas, cada uno de ellos un destello del espíritu
humano. Hoy tal vez sólo se hablan seis mil.
EL RÍO
Wade Davis
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