Los conflictos con Grecia.

 Al igual que Grecia, Puerto Rico es un país pequeño y desprovisto de mecanismos como la devaluación de su moneda.

¿Cuántas veces hemos oído aquello de “España no es Grecia”? Sin contar las que nos quedan. Enumerar al menos tres razones por las que no somos Grecia sería una buena pregunta de examen de acceso a la Universidad, o de concurso televisivo. ¿Y han oído hablar de la poligénesis de ideas?

Resulta que, al otro lado del océano Atlántico, hay otro territorio que reinvidica no ser Grecia, aunque allí no lo tienen tan claro. El pasado uno de julio, el Estado Libre Asociado de Puerto Rico esquivó la suspensión de pagos en el tiempo de descuento. La historia nos suena: pequeño país con la soberanía mermada que se endeuda excesivamente durante años con la connivencia de reguladores e instituciones, hasta que se da cuenta de que no puede cumplir con los compromisos adquiridos.

Mientras la prórroga transcurre (ya saben: tic-tac, tic-tac), podemos jugar a las diferencias.

“Demostraremos que Puerto Rico no es Detroit ni es Grecia”, defendían en la isla, a la vez que el diario canadiense The Globe and Mail imitaba el célebre “Grexit” para hablar de “Puerto Rixit”.

Puerto Rico debía 72000 millones de dólares el día uno de julio. Días antes, el gobernador Alejandro García Padilla concede una entrevista al New York Times en el que admite que el país ha entrado en una “espiral de muerte”, y solicita formalmente ayuda federal. Más tarde, en una alocución televisiva, cambia el tono y, evocando la vehemencia de Alexis Tsipras, deplora tener que elegir entre pagar a los maestros o a los acreedores. Mira a los ojos de su pueblo y pronuncia la palabra mágica, “reestructuración”. Y aquí acaban las semejanzas.

Paul Krugman, abanderado estelar del “OXI”, también dice “no” a que el molde sea el mismo. La razón principal, que la isla es legalmente territorio de los Estados Unidos desde 1898. Mismas leyes, aunque no mismos derechos, pero sí el mismo sistema bancario. El dólar seguirá siendo el dólar, afirma con razón el Nobel de Economía.

Sin embargo, Grecia ya va por el tercer rescate, esperemos, mientras que Puerto Rico no puede acogerse, como hizo Detroit, al famoso capítulo 9 de Quiebras, puesto que no es ciudad ni municipalidad. Por lo tanto, no tiene más opción que pagar, o plantarse. No hay noticias de que se mencione la otra palabra mágica, “quita”.

A estas alturas, horas de televisión, de internet y páginas de prensa consumidas, ya sabemos que una buena parte de la deuda griega pasó de los bancos alemanes y franceses al Tesoro de los estados, con las implicaciones que está suponiendo. La deuda boricua, se materializó principalmente en bonos de sus compañías de Electricidad y de Carreteras (denominación de Monopoly), adquiridos por particulares y fondos de pensiones. En este punto se abre el telón y aparecen las autoridades monetarias estadounidenses reprochando a Padilla que vaya a pagar a sus maestros con la ruina de sus pensionistas. La meca del capitalismo también tiene corazón, porque al fin y al cabo todos somos humanos.

Pensándolo bien, hay más semejanzas. Puerto Rico, con un índice actual de paro registrado del 14% y con un 45% de población bajo el umbral de la pobreza, gozó antaño de un estado de bienestar superior a muchos de los estados con derecho a voto de la Unión. (Hay que recordar que la isla elige a un representante en el Congreso, con voz pero sin voto). Los gastos en subsidios sociales, ayudas y, claro, la deuda, eran solventados por unas privilegiadas condiciones fiscales, como la exención de impuestos, que favorecieron la localización de la práctica totalidad de la industria farmacéutica estadounidense, entre otras. Grecia ha sido acusada desde el año 2010 de vivir espléndidamente con el dinero de los demás, ignorando un obsceno fraude fiscal y jubilando a sus peluqueros antes de los cincuenta. Los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico residentes en Torre del Norte durante los primeros años dos mil recordarán la construcción del centro comercial del campus de Río Piedras. De lunes a viernes, apenas había actividad en la obra. Cada sábado y domingo, en cambio, los ruidos de la maquinaria les despertaban a las seis de la mañana. La razón era que el plus por trabajar en festivo era lo suficientemente sustancioso como para que a muchos trabajadores les compensara descansar entre semana.

El Ejército puertorriqueño también colaboraba con el consumo interno, habida cuenta de que lugares como la isla de Vieques, estuvieron durante mucho tiempo parcialmente vetados a la ciudadanía por emplearse como campos de entrenamiento y de pruebas armamentísticas.

En 2006, todas estas vías de financiación comienzan a agotarse. Llega el fin progresivo de exenciones y subsidios federales. El ejército se marcha a otros lugares más desérticos y patriotas.

Puerto Rico

Pero en Puerto Rico se marcha todo el mundo. La base de cotizantes del país, la masa de sufridos contribuyentes a los que recortar prestaciones y, sobre todo, subir los impuestos, disminuye año tras año. Hay más puertorriqueños en el continente que en la isla. Nueva York tiene más que la capital San Juan. El pasaporte americano es la clave. A la decisión de dar el salto ayuda bastante la distancia de tres horas en avión entre ambas ciudades, con varios vuelos diarios.

Grecia y Puerto Rico son pequeños países engullidos por sus poderosos vecinos del norte, y desprovistos de los clásicos mecanismos de recuperación económica, como la devaluación de su moneda. Pero Grecia tiene la llave para liberarse de ambas cargas. Puede, aunque no quiere, volver al dracma, y parece que está haciendo otros amigos en Rusia. Puerto Rico no puede volver al peso decimonónico, y está bien sujeto por el Acta Jones de 1920, que prohíbe el atraque en los puertos isleños de ningún barco que no tenga bandera estadounidense.

Grecia

Hay muchos europeos que deploran que formar parte del mismo club que los griegos, al igual que muchos estadounidenses ignoran que pueden ir de vacaciones al Caribe sin salir de casa. Ambas perspectivas son anómalas. Algo habrá que les haga merecedores de permanecer junto a los estados formales y austeros. Lo hay, sí. Grecia es la cuna de la civilización occidental, quizá no hayan escuchado esto últimamente. Puerto Rico ha contribuido con su metrópoli en la invención de la piña colada. ¿Qué argumento será más decisivo?

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