“GERAÇÃO À RASCA”: UN 15M A LA PORTUGUESA

El 23 de enero del 2011 el grupo portugués Deolinda interpretó en el Coliseo de Oporto la canción Parva que Sou, cuya letra hacía referencia a una generación en la que “para ser esclavo es necesario estudiar”. El tema se convirtió en el himno fundacional de lo que ahora se conoce como Geração à Rasca, una expresión que no tiene traducción literal al castellano pero que se refiere a aquellos miles de portugueses que aunque perfectamente preparados para la vida laboral no encuentran mejor porvenir que la emigración o la precariedad.

Dos meses después, el 12 de marzo del 2011, a través de un grupo de personas sin filiación política, se convocó a una manifestación en Lisboa con un escueto manifiesto como reclamo. En el escrito se señalaba: “Creemos que tenemos las herramientas y recursos necesarios para alcanzar un futuro mejor para nosotros y para Portugal. No protestamos contra otras generaciones. Ocurre que no estamos ni queremos estar esperando hasta que los problemas se resuelvan. Protestamos porque queremos formar parte de la solución”. La convocatoria fue un éxito, cerca de 300.000 personas salieron en Lisboa ese día. “Comenzó a construirse un nuevo paradigma social, al igual que ha ocurrido en otros países de Europa. Había un grupo de gente que no pertenecían a ningún partido político que convocaron una manifestación por facebook

 y de pronto miles de personas dijeron que sí, que iban a acudir, y fue una de las mayores manifestaciones de los últimos años. Ese fue el principio de todo”. Lo cuenta en Lisboa Joana Campos una de las participantes en aquella concentración, una joven que no ve ninguna salida laboral tras terminar sus estudios de Sociología.

Al día siguiente el diario portugués Público señaló: “A Geração à Rasca gritou contra a precariedade”. Había nacido un nuevo sujeto político, la generación abatida o puteada. No se trataba de una ficción mediática, era sólo el principio de un nuevo escenario social en Portugal. Doce días después, el primer ministro socialista José Sócrates dimitió tras el rechazo del parlamento de su plan contra la crisis. El “principio de todo” supuso que cientos de portugueses comenzaron a ponerse en comunicación, a debatir formas de intervención distintas a las planteadas por los partidos políticos, a construir iniciativas colectivas en pueblos y barrios no muy distintas a las surgidas en España al hilo del movimiento 15M. También provocó que de entonces hasta ahora, en Portugal, como en España o Grecia, se sucedieran las manifestaciones contra la política económica del gobierno. Para Ana Feijão del colectivo Precários Inflexíveis, lo ocurrido fue un auténtico cambio en la mentalidad de miles de portugueses: “la sensación general es que algo ha cambiado, se ha desmontado el mito de la gobernabilidad como garantía, pero para llegar a ese punto se ha visto de cerca la tragedia de las consecuencias de un sistema obsoleto. Hemos llegado al punto de que exista racionamiento en los medicamentos que se suministran a los pacientes en los hospitales”. Frente a esa realidad, iniciativas ciudadanas autorganizadas como el espacio asociativo y cultural Mob o la Huerta del Monte en el Barrio Alto de Lisboa, abiertos a todos los que quieran participar, son “ejemplos de que muchos portugueses han dejado de confiar en la administración para hacerse cargo de su propio destino” señala Ana.

Los convocantes de aquella manifestación eran un pequeño grupo de jóvenes del barrio lisboeta de Alfama, el más antiguo de la ciudad. Allí donde una enorme foto acompañada de flores honra la memoria de la cantante más importante de fado en la historia de Portugal: Amália Rodrigues (1920-1999). La mujer que nació en un hogar humilde y que llegó a tocar en los mejores escenarios del mundo. Ella, que puso voz al destino y la saudade (añoranza), definió el fado como “una cosa muy misteriosa. Hay que sentirlo, hay que nacer con el lado angustioso de las gentes. Sentirse como alguien que no tiene ni ambiciones, ni deseos, una persona… como si no existiera”. En los primeros días de la Revolución de 1974 el fado fue denostado como una música del antiguo régimen, pero al poco tiempo recuperó su protagonismo como esencia musical de los estados de ánimo que se canta en cafés, fiestas y clubes de todo el país. Una sensación que volvió a ser patente, la de la música como representación del sentir colectivo, con la canción del grupo Deolinda, uniendo el sentimiento de distintas generaciones de portugueses.

Pero si algo caracteriza a la Geração à Rasca es su voluntad de hacerse sentir, de reclamar su derecho a la existencia antes que tener que marcharse o resignarse a la precariedad. “Aquí no hay otra perspectiva que no sea el trabajo precario o el paro. Se es precario o nada” señala Joana, y añade, “hace poco tiempo salió un estudio sobre los universitarios en Portugal, más de la mitad se querían ir fuera al acabar su formación. Las protestas son para alterar esta situación”. El año pasado alrededor de 150.000 portugueses emigraron, en un país de 10 millones de habitantes.

En Junio de 2011 un nuevo gabinete asumió el poder en Portugal. Un Gobierno de coalición de centro-derecha, con la participación del Partido Social Demócrata (PSD) y el Centro Democrático Social (CDS). El primer ministro Pedro Passos Coelho en el acto de toma de posesión señaló: “Portugal no puede fallar y no fallará”. Ese día el primer ministro anunció que Portugal lograría la estabilidad “en dos o tres años”. Sin embargo la situación lejos de mejorar fue a peor. A pesar de las palmadas en la espalda de la canciller alemana Angela Merkel, en Portugal el paro ronda el 16%, la caída del PIB esta cerca del 3% y ya se han aplicado subidas en precio del transporte público, además de recortes en la sanidad, la enseñanza o los salarios. Al menos 730 empresas portuguesas están en estos momentos en procesos de regulación.

Para muchos analistas la precipitada salida del gobierno socialista de José Sócrates tuvo mucho que ver con la manifestación del 10 de marzo y con el rechazo presupuestario que recibió del parlamento al comprobar la magnitud del descontento. Antes de abandonar el gobierno, y cuando se encontraba en funciones, Sócrates solicitó el rescate económico al Banco Central Europeo: “Hemos llegado a un punto en que no tomar una decisión comportaría riesgos que el país no puede correr. El Gobierno ha decidido pedir ayuda financiera a la Unión Europea”, señaló el ex primer ministro luso. El deseo de muchos portugueses era que el nuevo gobierno generara mejores expectativas en esas circunstancias. Pero el tiempo fue cercenando las esperanzas de muchos ciudadanos antes de lo esperado por Passos Coelho. El 15 de septiembre pasado se volvió a convocar una manifestación en Lisboa a través de facebook, el lema no dejaba espacio a la ambigüedad: “Fuck the troika! ¡Queremos nuestras vidas!”. Según Joana, “el 15S fue convocado porque lo que está pasando aquí con el FMI y con la intervención de la troika es algo muy grave. Salimos a la calle para decir claramente que estamos contra el memorándum del BCE, que el gobierno no puede seguir haciendo lo que está haciendo. De pronto había grupos en todo el país que decidieron hacer lo mismo”.

Las medidas aplicadas suponían “los recortes más austeros de la historia de la democracia portuguesa” en palabras del Ministro de economía Vítor Gaspar. Con fuertes retenciones en los sueldos de los funcionarios y una importante subida de los impuestos, el consumo sufrió un desplome de  graves consecuencias para el pequeño y mediano comercio. El préstamo de 78.000 millones de euros del FMI y el Banco Central Europeo, al hilo de la solicitud del rescate, seguía sin percibirse en una sociedad cuyo ánimo se iba desangelando con el trascurrir de los días. En Lisboa se manifestaron medio millón de personas y otros miles de ciudadanos salieron a la calle en 40 ciudades de Portugal. Fue la manifestación más grande de la historia de Portugal tras la ocurrida el uno de Mayo de 1974, a los pocos días del triunfo de la Revolución de los Claveles. Se habían superado las expectativas de la convocatoria. El propio Passos Coelho, tras un Consejo de Estado celebrado a los pocos días con gritos de los manifestantes de fondo, señaló que iba a “buscar alternativas” a algunas de las políticas de austeridad que se estaban implementando, en especial a las retenciones en las nóminas de los trabajadores. Para algunos portugueses, volvía a latir el espíritu de la Revolución del 25 de abril de 1974 y la posibilidad de cambiar el rumbo de la situación tomando las calles.

Para Ana Feijão fue la demostración de que la Geração à Rasca no era una entelequia efímera, sino que atendía a una nueva realidad social, que incluía a los desencantados de la deriva política creada tras la Revolución con una generación que había nacido en la democracia y que había alcanzado la mayoría de edad sintiendo que no se les tenía en cuenta. Incluso algún militar que participó en abril del 74, como el célebre Capitán Otelo Saraiva de Carvalho, señaló que muchos portugueses le demandaban una nueva revolución y que un nuevo golpe militar “sería más fácil ahora que entonces”. Por otra parte, Francisco Louça, diputado del Bloco de Esquerda, asegura : “Es cierto que estas dos manifestaciones se pueden comparar en cuanto a la participación. El 25 de abril es la caída de la dictadura militar y cuatro o cinco días después, aquel primero de mayo fue la fiesta de la libertad. Ahora es totalmente distinto. También es mucha gente, pero que se ha salido a la calle para reivindicar el derecho al empleo, rechazar la precariedad, la pobreza, la explotación… por muchas razones distintas. Sí hay un elemento común: la democracia la hace la gente, la república es la gente y tomar las calles desde esta responsabilidad es un cambio importantísimo en Portugal”.

Louça, economista de profesión, es una de las figuras más representativas de la izquierda portuguesa. Durante la dictadura de Oliveira Salazar estuvo en la cárcel por su condición de opositor político. El Bloco, fundado en 1999, es una coalición de distintas fuerzas de izquierda e independientes al estilo de Syriza en Grecia. Su espacio político se sitúa a la izquierda del tradicional Partido Comunista de Portugal (PCF) y se nutre de muchos sectores de jóvenes desencantados con los partidos tradicionales. En las últimas elecciones a la Asamblea de la República logró 288.923 votos, un 5,7% de representatividad que supusieron ocho escaños en el parlamento. Una encuesta elaborada por la Universidad Católica a los pocos días del 15S señalaba que, de celebrarse ahora las elecciones el Bloco lograría un 11% de apoyo, doblando su representación actual. En esa misma encuesta un 77% de los portugueses desaprueba la gestión del primer ministro Passos Coelho y un 74% señala que el primer ministro es “igual o peor que el anterior”. “Ahora se está llegando a lo insoportable. Es decir, todo era mentira. No había ninguna corrección en las cuentas públicas, todo era una gran estafa. Ahora cada vez hay más impuestos, más desempleo… Esta mentira es una ingeniería social dramática para cambiar la forma de vida de la gente, para imponer reglas de austeridad, precarización del empleo, explotación abusiva… Es la plusvalía absoluta” asegura Louça.

El 29 de marzo de 1974, en un concierto de Amália Rodrigues sonó Grândola, Vila Morena, la canción compuesta por José Zeca Afonso. En aquel entonces varias de sus composiciones estaban prohibidas, y el tema era un indisimulado alegato a la igualdad, a la fraternidad y a la unidad del pueblo. Fue la canción con el que La Reina del Fado cerró su velada. Entre el público había varios miembros del Movimento das Forças Armadas, una organización ilegal y democrática dentro del ejército portugués. Fue el Capitán Otelo Saraiva quien propuso que la melodía sonaría a una hora determinada en un programa de radio como señal del inicio del levantamiento contra la dictadura. El 25 de abril a las 0:20 sonó el aviso por Radio Renascença, la emisora de la iglesia católica, así comenzó la Revolución de los Claveles.

Todavía hoy en Lisboa es fácil encontrar el retrato de Zeca Afonso en los escaparates de tiendas de discos y librerías. Referente de la canción protesta contra la dictadura de Salazar el propio Zeca contó que no se dio cuenta de la importancia de Grândola Vila Morena durante abril del ’74 hasta que vio como “era cantada en los momentos de más grave peligro o de mayor entusiasmo, entonces me di cuenta de todo lo que significaba y, naturalmente, tuve una cierta satisfacción”. En 1976 apoyó la candidatura de izquierdas de Otelo Saraiva, que fracasó en su intento de ser elegido primer ministro, y el compositor falleció en 1987 tras varios años padeciendo una enfermedad degenerativa. Pero su figura omnipresente, como símbolo precisamente de un tiempo en que la música se barruntaba ligada al destino de muchos portugueses. La propia Amalia Rodrigues, en 1990 y con  69 años de edad señalaba en una entrevista con el diario El País: “Estoy desprendida de la vida, y si no cantara ya estaría muerta”. Puro fado.

Ahora la letra que más se escucha es la que dice, entre otras cosas, “soy de la generación sin remuneración, y no me molesta esta condición, qué idiota soy, porque esto está mal y va a continuar. Ya es una suerte estar en prácticas qué idiota soy y quedo pensando qué mundo tan estúpido en el que para ser esclavo es necesario estudiar”. La canción de Deolinda que dio pie al concepto de Geração à Rasca ironizaba sobre la resignación y la angustia que se atribuye a los portugueses y al fado. El tema prendió como la pólvora por todo el país, en una especie de reconocimiento colectivo de una sociedad hastiada por la deriva económica de la crisis. Una sintonía que curiosamente también produce risas cuando se escucha colectivamente, porque como dice Ana Feijão también existe “la alegría de construir algo nuevo desde abajo”. Una afirmación que se va visualizando lentamente en algunos rincones de ciudades como Oporto o Lisboa, donde surgen proyectos ciudadanos cooperativos, a la par que se manifiesta de manera regular en las calles del país, y que muchos consideran volverá a demostrarse en toda su potencia en la huelga general convocada en el país luso para el próximo 14 de noviembre, el mismo día que hay una convocatoria similar en Grecia y España. Y es que Grândola, Vila Morena se sigue escuchando en las numerosas manifestaciones de estos días en Portugal, muchas de ellas convocadas también por los sindicatos. Pero la sintonía de Parva que Sou circula con fuerza entre muchos jóvenes porque, como señala Joana Campos, “de lo que se trata también es de mirar al horizonte con otra perspectiva”.



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