Los elementos de la gestión del circulante


Denominamos elementos de la gestión del circulante a las distintas técnicas de gestión que lo componen. De acuerdo con lo especificado anteriormente son:

·       Gestión de tesorería.
·       Gestión de clientes.
·       Gestión de proveedores.
·       Gestión de existencias.


2.1. Gestión de tesorería

La gestión de la tesorería, entendida como gestión del disponible en la empresa, supone un área de especial interés puesto que trata del manejo del dinero que circula por la empresa.

Hace referencia a técnicas específicas relacionadas con el tratamiento de los fondos líquidos que, en algunos casos, pueden tener más relación con técnicas bancarias que puramente empresariales, pero no olvidemos que las entidades financieras son las especialistas en el tratamiento del dinero.

Por la especificidad de sus técnicas de gestión este área se desarrollará más en detalle más adelante, razón por la que aquí no le prestaremos mayor atención.


2.2. Gestión de clientes

Cuando se hace referencia a la gestión financiera de clientes, se está tratando toda la problemática asociada a la financiación concedida a los clientes, que conforma, básicamente, las cuentas a cobrar en una empresa.

Para situar adecuadamente la problemática asociada a estas técnicas de gestión, sería conveniente reflexionar sobre la siguiente pregunta:

¿Qué representa la inversión en clientes?

Los fondos destinados a la cuenta de clientes representan, en cada momento, el importe del crédito concedido a la empresa a sus clientes.

Se produce una anotación en la cuenta de clientes cuando se vende y no se cobra al mismo tiempo, produciéndose un crédito al cliente. Por crédito puede entenderse la capacidad para adquirir bienes o servicios con un compromiso de pago posterior. Pero, no todas las transacciones realizadas con clientes tienen las mismas características; cada una de ellas incorpora detalles diferenciales que hacen del conjunto de clientes un conglomerado muy especial.

Desde el punto de vista financiero, ¿la inversión en clientes supone un activo o un riesgo?. La respuesta a la pregunta tiene una cierta complejidad.

Hasta no hace mucho tiempo se consideraba que la existencia de cuentas de clientes era algo muy satisfactorio para una compañía. Las partidas de clientes representan el concepto más líquido del balance tras las cuentas de tesorería, lo que lleva a denominarlas realizable, y mientras que no existan problemas económicos en el entorno, no suelen existir problemas para el cobro de las cantidades consignadas en las partidas de clientes. Ha sido habitual valorarlas casi como dinero. Llegando a considerarlas como el activo más valioso, ya que además representan una relación estable con los clientes.

Pero, en tiempos de crisis, la situación se modifica y las incidencias en los procesos de cobro se multiplican. Es necesario empezar a analizar la inversión realizada en clientes desde una perspectiva distinta. El riesgo de impago, o simplemente de atraso, hacen que se deba detallar la tipología de cuentas que se engloban bajo la acepción genérica de clientes.

Desde la perspectiva del riesgo, las cuentas de clientes se descomponen en:

·       Clientes: las deudas de clientes documentadas en factura y que se encuentran dentro del período normal de crédito.

·       Efectos a cobrar: aquellas deudas que se han documentado sobre un documento mercantil distinto de la factura, normalmente letras de cambio o similares (genéricamente efectos).

·       Impagados: créditos concedidos a clientes y documentados en efectos, que a su vencimiento no han sido atendidos.

·       Morosos: derechos de cobro, no documentados en efectos, que a su vencimiento no han sido atendidos y tienen una antigüedad considerable.

·       Fallidos: deudas vencidas y no atendidas, de las que existen indicios ciertos de la imposibilidad de cobro.

La ubicación de la deuda con clientes en unas u otras de las distintas cuentas que la componen permite realizar una primera evaluación del riesgo asociado a tal partida.

En la actualidad, tras sufrir varias crisis económicas de distinto tipo, las cantidades reflejadas en las cuentas de clientes se suelen evaluar más críticamente que hace años, llegando a analizarse incluso los clientes de forma particular.

La conclusión del análisis de las cuentas de clientes, desde hace algunos años, es que se ha producido una degeneración en las costumbres de cobro. Antes quien no pagaba estaba mal visto, ahora esto no es así, acercándose peligrosamente al extremo contrario: el que paga es porque no tiene otra alternativa.

El crédito real a clientes

Si en la cuenta de clientes se refleja el crédito concedido a los clientes, vamos analizar que se entiende por crédito total o crédito real financiero aplicado a los clientes.

En la figura 2, se representan las distintas etapas del circuito de cobro a clientes, en dónde se establecen las distintas fases del crédito a clientes.

Desde el momento en que se realiza la venta hasta que se produce la entrega, nos encontramos en la etapa de suministro, muy importante, pero que, desde el punto de vista del crédito concedido, no supone un factor relevante.


A partir de la entrega cuando se ponen en marcha los contadores de plazo de crédito, puesto que el cliente ya tiene en su poder un producto o servicio por el que no ha pagado. Desde ese momento hasta que se alcance el cobro, se desarrolla el plazo que se considera como crédito real, y que es distinto del crédito comercial, concedido al cliente en la operación de venta, y que transcurre desde el inicio de computo hasta la fecha de vencimiento consignada en la factura.

El inicio de computo está reflejando el momento a partir del cual, según se ha pactado con el cliente, se considera el crédito comercial concedido, para establecer el vencimiento de la factura.

Tras definir el crédito real concedido al cliente, el siguiente problema consiste en su cálculo. Esta tarea tiene su complejidad, basada en la información de la que se dispone para realizar los cálculos.

Tradicionalmente, cuando se habla de calcular el crédito concedido a los clientes se procede a obtener el ratio denominado período medio de cobro, expresado en días, cuya fórmula es la siguiente: 

Para la empresa HAL, que al terminar el año tiene en balance un saldo de clientes de 200 millones, con unas ventas de 1.000 millones, su período medio de cobro representa 73 días.

El plazo de crédito así calculado plantea los siguientes inconvenientes:

1.              La cifra obtenida supone que las ventas tienen una distribución homogénea a lo largo del año, sin atender a las posibles estacionalidades.

2.              En el saldo de clientes se considera la operación de venta con el IVA que le corresponde, mientras que las ventas no incorporan dicho valor.

3.              El plazo calculado no refleja el crédito total, ya que su cálculo se inicia en el momento en que se genera una factura, que es cuando la venta se incorpora al saldo de clientes, despreciando toda la etapa de facturación.

Para solucionar parte de los inconvenientes reseñados en el cálculo del período medio de cobro, se puede utilizar otro cálculo, que consiste en obtener los días de venta contenidos en el saldo de clientes.

Para la empresa HAL, anteriormente estudiada, si se considera que sus ventas mensuales durante los últimos meses del año han sido las reflejadas en el cuadro 2, el cálculo del período de crédito por el nuevo método, realizado en el propio cuadro, da un resultado de 88,9 días, es decir, casi tres meses.

La diferencia existente entre los dos cálculos se debe a la estacionalidad de las ventas.

El crédito obtenido con el nuevo modelo, aunque más cercano a la realidad, también tiene inconvenientes:

1.              Supone que todos los clientes tienen unas condiciones de pago homogéneas.

2.              Tampoco refleja el crédito total, al no contemplar la etapa de facturación, por partir del saldo de clientes.

Como puede apreciarse, con la información manejada no es posible obtener el crédito real concedido al cliente. Sería necesario tener información acerca de las entregas no facturadas a clientes e incorporarlas al cálculo realizado para obtener una cifra más aproximada al crédito real.

Coste del atraso

En cualquier caso, obtener el crédito real representa solo una parte del análisis. Para comprobar si existen problemas con el crédito de clientes es necesario comparar el crédito real con el crédito teórico, o mejor dicho con el crédito comercial realmente ofrecido a los clientes.

Lo habitual es que el crédito real sea superior al crédito comercial, bien por problemas técnicos (medio de cobro, ingreso en el banco, días fijos de pago, etc.), o por morosidad de los clientes.

La forma de evaluar la problemática asociada al crédito de clientes, es calcular el coste que se produce como consecuencia del atraso en el cobro de clientes, entendido como la diferencia entre el crédito real y el crédito comercial.

El cálculo del coste del atraso se obtiene mediante la aplicación de la fórmula: 

Si la empresa HAL, vende a todos sus clientes con un crédito comercial de 60 días, está acumulando un retraso de 29 días; lo que significa, sobre la cifra de ventas declarada, un incremento de la financiación de clientes de 79.452.055 ptas., y considerando un coste alternativo de los recursos del 11%, un coste financiero de 8.739.726 ptas.

El coste alternativo de los recursos o coste de oportunidad, representa el coste de la financiación alternativa que habría que buscar para sustituir los fondos no recibidos. En general, el coste alternativo es un factor dinámico que está en continúa actualización, incluso en el transcurso del día, dependiendo de:

·       El nivel de utilización de las líneas de financiación.
·       El coste de contratación de nuevas líneas.
·       La rentabilidad obtenida de las inversiones financieras realizadas.
·       El volumen de fondos necesario.
·       El signo de los fondos requeridos (financiación o inversión)

En el caso de la empresa HAL , si ésta tuviera agotadas sus líneas de financiación, el incremento de financiación en clientes como consecuencia del atraso se debería medir al coste de la nueva financiación a contratar.

Dicho atraso, además de suponer un coste financiero adicional, está reflejando una serie de ineficacias del circuito de cobro a clientes que deben ser subsanadas. Las ineficacias más usuales, causa del atraso obtenido, son las siguientes:

·       Los procesos de facturación, que en muchas ocasiones ralentizan la salida de una factura por procesos administrativos o informáticos.
·       Los retrasos en la tramitación de los albaranes, tanto por su transporte físico, como por su tratamiento administrativo.
·       Las agrupaciones de facturación, que aunque simplifican y reducen tramites administrativos, incrementan los días de financiación a clientes (una agrupación mensual de albaranes para generar una sola factura, genera una financiación adicional de 15 días, suponiendo las ventas regulares a lo largo del mes).
·       Los medios de cobro utilizados, que no siempre son los más eficaces, lo que puede determinar mayores o menores atrasos sobre la fecha de vencimiento.
·       Los procesos administrativos internos de las empresas, que pueden llegar a demorar en exceso los procesos de cobro.
·       Las costumbres de pago de los clientes, estableciendo días fijos de pago, atrasos sistemáticos, etc.
·       Los canales de cobro utilizados. Es preciso ser imaginativo para definir canales de cobro que activen los ciclos de cobro.
·       El proceso de recobro de impagados, que contiene múltiples pasos en los que puede ralentizarse la gestión.

La negociación de la venta

Los factores que producen atrasos en los cobros de clientes y, por lo tanto, amplían el período de crédito de los clientes, están definidos con anterioridad a la gestión del crédito.

El momento en que se produce la negociación de las condiciones que rigen durante toda la vida de la operación, es en el momento de la venta. Razón por la que se considera muy importante que en dicha negociación se definan, al máximo posible, todas las condiciones que influyen sobre el crédito.

Las operaciones de venta están en manos de la estructura comercial, que se focalizan en la labor de materializar las operaciones, aunque no siempre definiendo en detalle todas sus condiciones.

En una operación de venta se deben fijar dos tipos distintos de condiciones: las condiciones comerciales y las condiciones financieras.

Por condiciones comerciales entendemos aquellas que naturalmente se negocian en una operación comercial, como son:

·       Precio de los productos
·       Plazo de crédito
·       Cantidad de la operación

Pero igual de importantes, o más aún, son las condiciones financieras:

·       Definición de la fecha de inicio de computo.
·       Establecimiento de las condiciones de agrupación de las facturas si existiera dicha modalidad.
·       Conocimiento de los días fijos de pago de los clientes.
·       Determinación del medio de cobro y del canal de cobro.
·       Negociación de los descuentos por pronto pago y sus condiciones de aplicación.

La conjunción de ambos tipos de condiciones conforma el plazo de crédito real concedido a los clientes, como se representa en la figura 3.



Cuánto cobra el fundador de AMAZON


Jeff Bezos es el creador de Amazon.com en el año 1994, pensando en vender libros mediante la nueva herramienta llamada Internet, pero siempre poniendo su mirada un poco más allásu objetivo era ayudar a las personas a buscar y encontrar las cosas que necesitaba o deseaba con la finalidad de que decidan seleccionar lo mejor al momento de realizar sus compras. Sentía que con esto mejoraba sus vidas, aunque fuese un poco. En la actualidad es el director de Amazon, y se ha posicionado como el hombre más rico del mundo.

Cuánto gana Jeff Bezos

Jeff Bezos cuenta actualmente con una fortuna de más de 100.000 millones de dólares, la cual crece en cada mes, ya que tienen unas excelentes ganancias diariamente. En el último trimestre del año 2017 sus ingresos fueron de 1.900 millones de dólares, cuando para la misma época en el año 2016 fue de 749 millones de dólares. Esta empresa presenta sus ganancia trimestralmente, para el año 2017 el beneficio neto que se tuvo por acción fue de 6,15 dólares, más alta que en el año 2016 que fue de 4,90 dólares.

Para el último trimestre del año 2017, el beneficio neto fue de 3,75 dólares por acción, mostrando un aumento en comparación al mismo periodo del año 2016 que fue de 1,54 dólares. Estos resultados rompen con las expectativas, ya que se esperaban unas ganancias netas por debajo de las obtenidas.

Jeff Bezos Amazon

De acuerdo con análisis realizados por expertos se estima que Jeff Bezos gana más de 231.000 dólares por minuto. Esta gran cantidad de ingresos le hace obtener un salario 10.000 millones de dólares mensuales, lo que causa bastante impresión si se tiene en cuenta que su fortuna creció en el año anterior solo en un total de 35.000 millones de dólares, y en los primeros tres meses del año 2018 el incremento ha sido casi esa misma cantidad.

Jeff Bezos gana por minuto un 400 por ciento más de lo que le ingresa el trabajador promedio estadounidense en todo un año. La gran fortuna de este hombre proviene en su gran mayoría, de los ingresos que le genera Amazon, que a medida que pasa el tiempo se afianza más en el mercado, siendo cada vez más valiosa. Esta es una empresa que ha resultado ser un negocio muy rentable y de un crecimiento muy rápido que le ha dado a este hombre los mayores ingresos y los mejores beneficios, Amazon se ha vuelto líder en diferentes sectores.


Aspectos básicos de la gestión del circulante


1.1. ¿Qué es el circulante en la empresa?

La expresión circulante hace referencia a aquellas partidas del balance de una empresa que circulan físicamente, es decir, que tienen movimiento.

Ahora bien, ¿qué tipo de movimiento?  El movimiento al que nos referimos se refleja en el camino que recorren las partidas integradas en el circulante hasta convertirse en dinero, de manera rápida y sin pérdida apreciable de su valor.

La mayor o menor rapidez con la que las distintas partidas se transforman en dinero se denomina liquidez, organizándose de acuerdo con ella el balance de la empresa. El activo según grado de liquidez y el pasivo según grado de exigibilidad.

Del lado del activo, las partidas que por tener una liquidez a corto plazo integran el circulante de la empresa, son las siguientes:

·       Caja: dinero efectivo existente en las cajas de la empresa.

·       Bancos: dinero depositado en cuentas corrientes de bancos.

·       Clientes, deudores y efectos a cobrar: derechos de cobro sobre deudores por operaciones habituales o no, sin documentar o documentadas con medios formales de pago.

·       Existencias: mercaderías y productos vinculados con la producción.

·       Otras cuentas financieras: inversiones financieras a corto plazo.

Del lado del pasivo, aquellas partidas que pueden considerarse exigibles a corto plazo y forman parte del circulante, son las siguientes:

·       Proveedores y acreedores: obligaciones de pago respaldadas por instrumentos no formales de pago.

·       Efectos a pagar: obligaciones de pago respaldadas con instrumentos formales de pago y que tienen su origen en operaciones habituales o no.

·       Anticipos de clientes: cobros realizados a clientes a cuenta de un determinado pedido a suministrar.

·       Créditos bancarios: préstamos a corto plazo.

·       Pagos al personal: deudas pendientes con el personal.

·       Impuestos a pagar: deudas pendientes con Hacienda.

Dentro de la acepción global de circulante se incluyen aspectos muy distintos de la gestión diaria, como se puede apreciar por las partidas que lo integran. Ello hace que, en muchos casos, se hable de distintos tipos de circulante, según la tipología de sus componentes. Así, podemos encontrarnos con:

·       Circulante líquido: en dónde se incluyen las cuentas que recogen expresiones de dinero efectivo en el balance, como caja, bancos, otras cuentas financieras y créditos bancarios.

·       Circulante financiero: que incluye todos los derechos de cobro y las obligaciones de pago frente a terceros, independientemente de la forma en que estén documentadas.

·       Circulante material: que recoge las existencias de productos en la empresa, como la parte más tangible y menos líquida de todo el circulante.

Adicionalmente, es posible que el lector se encuentre, en algunos textos o publicaciones, la utilización de distintos términos para referirse al manejo de las cuentas que integran el circulante, pudiendo hablarse indistintamente de gestión del circulante, de cash management o de gestión de tesorería. Aunque los tres conceptos están íntimamente relacionados, no son equivalentes, y cada uno contempla facetas distintas de la gestión del circulante global.

La gestión de tesorería hace referencia a la gestión del circulante líquido, mientras que el cash management incorpora, además del circulante líquido, el circulante financiero. Por fin, la gestión del circulante integra, como parece lógico, la gestión de todo el circulante, es decir, añadiendo al cash management el circulante material.

La importancia económica del circulante es difícil de establecer en forma absoluta, ya que depende de múltiples factores como el sector de actividad, el grado de desarrollo de la empresa, el nivel de intensidad en capital, etc., pero, en cualquier caso, supone un volumen de transacciones mucho más elevado que el asociado al resto de partidas del balance.

Por último, no deberíamos dejar de mencionar la paradoja del circulante. Se ha dicho que el circulante está formado por aquellas partidas que circulan, que se mueven físicamente, lo que es totalmente cierto, pero, no es menos cierto que su reflejo en el balance de la empresa representa una inmovilización de fondos. Aunque los activos y pasivos que conforman el circulante de la empresa no se mantengan estáticos en la misma, su valoración, reflejada en el balance, se mantiene casi constante.


1.2. Algunos conceptos de gestión

Una vez definido el alcance de la gestión del circulante en la empresa, es conveniente aclarar una serie de conceptos que forman parte del circulante y que, aunque puedan ser conocidos, no es posible eludir su tratamiento en este artículo.

Período de maduración


De forma general, se define el período de maduración como el tiempo que transcurre entre el pago de la compra de materias primas a los proveedores y el cobro de la venta de los productos a los clientes. Dicho período de tiempo refleja la actividad operativa o asociada a la actividad habitual de la compañía.

Cada operación de cobro o pago tendrá unas condiciones que pueden ser distintas de las demás, razón por la que, cuando se habla de período de maduración, en realidad se está hablando del período medio de maduración, como consecuencia de la ponderación de todas ellas.

En la figura 1 se representa gráficamente el período de maduración de una empresa genérica. En ella podemos apreciar como las partidas del activo reflejan la inversión o inmovilización de fondos que se produce como consecuencia de la actividad operativa, mientras las partidas del pasivo incorporan la financiación de esos fondos inmovilizados.


El período de maduración está compuesto por los cinco subperíodos siguientes:

·       Período de aprovisionamiento: tiempo que las materias primas se mantienen almacenadas hasta su incorporación a producción.

·       Período de producción: duración del proceso de fabricación.

·       Período de venta: plazo de tiempo que los productos terminados se mantienen en almacén hasta su venta.

·       Período de cobro: crédito comercial concedido a los clientes.

·       Período de pago: crédito comercial obtenido de los proveedores.

El período de maduración es una medida del dinamismo de la actividad operativa de una empresa. Un período de maduración corto supone un ritmo rápido de funcionamiento, produciéndose varias veces el ciclo de actividad durante el ejercicio económico. El número de veces que se repite el ciclo se denomina rotación.

Un período de maduración largo supone una rotación baja; lo que implica una mayor necesidad de financiación, con costes más elevados.

Por el contrario, una rotación alta, es decir, períodos de maduración cortos, puede incorporar problemas de funcionamiento como escasez de productos, rotura de inventarios, cortes en la producción, etc., que repercuten negativamente sobre la actividad operativa e incrementan el coste de operación.

El dimensionamiento adecuado del período de maduración es uno de los puntos clave de la correcta gestión financiera de una compañía. Los desajustes en la dimensión del período de maduración son consecuencia de la actividad diaria, lo que los hace difíciles de detectar, haciéndose necesario un control exhaustivo de las partidas que lo integran en el día a día.