Hoy por hoy, responder bien bajo presión se ha convertido en
requisito indispensable del mercado laboral, de los estudios e incluso de la
vida diaria por la cantidad de preocupaciones que cualquier persona ha de saber
llevar en la cotidianidad. Sin embargo, no todos podemos decir que somos buenos
bajo presión ni que manejamos
bien el estrés, y por nada del mundo querríamos
descubrir que nos paralizamos en las crisis cuando se nos ha presentado la
primera en el empleo recién conseguido.
La psicología ha ido descubriendo que hombres y mujeres reaccionan
distinto en situaciones de presión. Por ejemplo, un reciente estudio encontró que los hombres se vuelven más cerrados
sobre sí mismos en situaciones de estrés mientras que las mujeres, por el
contrario, se abren más hacia la interactuación social en momentos de
preocupación.
Este resultado habría que combinarlo con el de otro estudio, que observó cómo los pensamientos sobre el estrés
influyen en el desempeño. En uno de los experimentos realizados durante el
estudio, un grupo fue expuesto a vídeos y otros materiales sobre el papel
fortalecedor de la presión, mientras otro grupo recibió mensajes sobre el
debilitamiento que produce el estrés. Las personas del grupo que fue expuesto a
la visión positiva del estrés, mostraron una mejor actitud frente a las
preocupaciones del trabajo, incluso mostrándose abiertos al comentario y
sugerencias durante situaciones estresantes.
Por último, vale la pena comentar lo encontrado en otro estudio realizado
por psicólogos alemanes, que determinaron la
facilidad con que se transmite el estrés de una persona a otra, es decir, el
estrés es contagioso. En el estudio, 26% de las personas se estresaron de solo
ver a otra en una situación de preocupación.
En fin, si bien cada persona responderá distinto ante el estrés,
el desempeñarse bien bajo presión dependerá en mucho de que seamos capaces de
reconocer los factores que influyen sobre nosotros en una situación dada. Si
logramos construir una actitud positiva para el manejo de la presión y
reconocemos cuándo factores como las otras personas están influyendo en nuestro
propio estrés, es posible que sí podamos decir sin dudar que somos buenos bajo presión.