Buenos Aires - La movida del siglo XXI

 

LA CAPITAL ARGENTINA VIVE TIEMPOS DE CAMBIO. A FAVOR DE UNA ECONOMÍA QUE CRECE, EL ARTE, LA MÚSICA, LA MODA, EL TEATRO, LA ARQUITECTURA, LAS LETRAS MUDAN DE PIEL, REVISTIENDO DE MODERNIDAD LOS BARRIOS Y LAS COSTUMBRES.

Buenos Aires se mueve. Por una vez, Argentina viaja en dirección contrar
ia a una crisis que afecta a otras latitudes, la economía crece a contramano, y la capital del país aprovecha para sacudirse las telarañas de tantos años de penuria y asomarse, tarde pero con inusitada fuerza, al siglo XXI.

Buenos Aires
Pero que se mueva no significa que sus históricos centros de atracción –la calle Corrientes, el Obelisco, la Plaza de  Mayo, Caminito, la Recoleta y la Avenida Santa Fe– hayan dejado de brillar. Tampoco que los tradicionales reductos nocturnos, como Las Cañitas o la Costanera Norte, hayan sido abandonados. No hablamos de un tsunami que se lleva por delante todo lo establecido, sino de una ebullición interna que hace brotar nuevas ideas, nuevos barrios, nuevos hábitos. Y desvía la brújula hacia rumbos hasta ahora desconocidos… en todos los sentidos.

POSPONGAN EL APOCALIPSIS, MI VECINA QUIERE PREGUNTARME ALGO

Normalmente, me muevo por los pasillos de mi edificio con mismo afán sociable que un coyote herido en época de escasez de comida, pero en aquel primer encuentro con mi vecina, no tuve escapatoria. Estaba allí bloqueando el acceso al ascensor mientras cerraba la puerta de su casa, contigua a la mía. Yo, como siempre, en mi absurdo sueño de alcanzar la invisibilidad, iba ataviada con la indumentaria más bien propia de alguien que ha tenido un desafortunado incidente en una planta química: abrigo con el cuello subido, bufanda constrictor y gafas de sol gigantes.

La vecina dijo “¡Ah, Maricarmen, tú igual me puedes ayudar!” y yo supe al instante que cualquier intento mío por corregirla sobre mi nombre –sin el “mari”­– sería en vano y rompería el vínculo que ella me atribuía al llamarme igual que ella. Así que no lo intenté.

En semejantes circunstancias, mi respuesta más natural habría sido gritar: “¿Cómo voy a poder ayudar yo a alguien si no puedo ayudarme ni a mí misma?” y lanzarme al mismo tiempo, de cabeza, por el hueco de las escaleras, pero la vecina agitaba en su mano un móvil cuya pantalla iluminada concentraba toda mi atención y me mantenía en el sitio.

Mi naturaleza de coyote herido entraba en conflicto con mi naturaleza de urraca hipnotizada con el brillo de cualquier tipo de tecnología. Entre bandazo y bandazo de su mano nerviosa atisbé que era un móvil con Android.

Me desbufandé lo suficiente para poder emitir sonidos, me subí las gafas a la cabeza y dije “Ah, pues claro, yo encantada de ayudarla”, cuando en realidad quería decirle “¡Dámelo, quiero toquetearlo!”. Me pidió que le configurara una cosa tan simple que ni siquiera recuerdo qué era, pero cuando terminé, me miró como si hubiera traído la agricultura a su pequeño refugio paleolítico.

“¿Tienes prisa?”, preguntó tímidamente. Y hubiera estado en mi derecho de decirle que sí y aprovechar la ocasión para escabullirme, pero el honorable deber del bilingüe digital me obligó a quedarme.

No le pidas a alguien de 15 años que entienda por qué una mujer de 76 pregunta insistentemente cómo borrar cada línea de una conversación de WhatsApp, porque no lo va a entender. Yo sé que para mi vecina es como tener el teléfono descolgado, o el buzón lleno de cartas leídas. Igual de desconcertante que asociar el icono de un clip a la acción de enviar una foto, cuando nunca ha usado el email y la palabra “adjunto” no le dice nada.

Me dijo que le habían mandado un vídeo sobre la historia de la Guardia Civil que le gustaba mucho pero que no conseguía localizarlo. Mediante todas las analogías analógicas que se me ocurrieron, la enseñé a moverse entre directorios y solo después de hacerle repetir todos lo pasos ella sola mientras yo la observaba, me despedí. “¿Estará el vídeo ahí siempre que quiera verlo?” Le contesté que sí, y que probablemente solo tendría ese en su “almacén de vídeos”.

-Ah, no, no, ¡tengo otro! ¡Uno de un pájaro precioso! ­-¿El vídeo de ejemplo que venía con el móvil? Es probable.- Y cuando me apetece verlo, lo pongo y veo cómo mueve las alas así. Una preciosidad.

Nadie podrá decir que no estemos viviendo tiempos interesantes.

En el segundo encuentro con mi vecina, me hizo entrar en su casa y me pidió que la ayudara con un problema en su correo electrónico de su portátil nuevo. Me di cuenta de que estar con mi vecina no me incomodaba porque su parloteo constante apenas dejaba hueco para la interacción social. Con poner en marcha un sencillo bucle de respuestas cortas preprogramadas con las que rebotaba ocasionalmente su monólogo era suficiente. Mientras tanto podía permanecer aislada y a salvo, y observar mi entorno con total tranquilidad: muebles antiguos, cojines bordados en perfecto orden, tapetes sobre cómodas y aparadores, una foto de ella joven con su cofia de enfermera atendiendo una llamada, otra de sus padres…

Después de haber solucionado el problema, me ofreció una silla y la acepté sin oponer resistencia. Me di cuenta de que ni siquiera tenía ganas de huir. ¿Quién era yo antes de estar allí sentada en la casa de mi vecina? ¿Qué estaba haciendo antes de que me llamara? No podía recordarlo. Mi vecina lo ocupaba todo y mi ser, casi anulado y reducido a simple observador, se encontraba extrañamente en paz. Dejé que su conversación rebotara con mi programa un rato más y sin saber muy bien cómo, de repente aquella mujer, después de decirme que no solo usaba internet para mandar correos, sino que había descubierto que podía entretenerse mirando cosas, me introdujo en un desaforado rally por las calles de su pueblo natal de Burgos, a través de Google Street View. Jamás he visto manejar a alguien los controles de un sistema con tal ímpetu, torpeza y una especie de talento natural para salirse con la suya. Debo admitir que en las curvas, ambas nos inclinábamos un poco en la silla.

-Y esa es la casa donde nací.

-Increíble.

-Me entretengo muchísimo mirando cosas con esto.

-Claro.

-¿Sabes que hoy hace un año que me operaron del corazón?

Ahí me salí del programa, sonreí y la felicité sinceramente.

El tercer encuentro con mi vecina fue un par de semanas después. Estaba esperando al ascensor cuando abrió su puerta.

-¿Tienes prisa? Es que, bueno, te he oído salir… es sólo un segundo, pero no te quiero entretener…

-No no, no tengo prisa. Dime.

-Verás…

Estaba extrañamente tímida y dubitativa. Me hizo pasar a su casa, pero aunque yo me dirigí instintivamente al portátil, ella pasó de largo y me señaló el salón.

-Me he comprado un sofá y quería saber tu opinión. ¿Te gusta el color?

Observé cómo se estrujaba las manos nerviosa.

Quise imaginar que fuera habría un mundo lleno de gente sufriendo, amando, llevando a cabo grandes cosas, aprovechando todos los momentos gloriosos que les ofrecía la vida. Pero no pude. El universo eran sólo unos cuantos muebles repartidos en treinta y ocho metros cuadrados, algunos tapetes, un pájaro precioso “que movía las alas así” en una grabación, el tic tac de un reloj, una operación de corazón, una cofia, un teléfono antiguo… Y yo tenía una misión importante, por fin un papel bien definido, un rol fundamental en el orden del mundo y las cosas. Me desbufandé por completo, la miré a los ojos y le dije:

-Maricarmen, has acertado totalmente, es un sofá precioso.



Galicia, reflejos del Futuro

LA LUMINOSA VITALIDAD OURENSANA, EL ETERNO PAISAJE GRANÍTICO DE COMPOSTELA Y EL SALITRE ATLÁNTICO QUE AROMATIZA LAS CALLES DE A CORUÑA COMPONEN TRES MICROCOSMOS QUE SON TAN DISPARES COMO COMPLEMENTARIOS.

Cuesta imaginar mejor manera para descubrir Ourense de un vistazo que desde su viaducto ferroviario, privilegiada atalaya de hierro fechada en 1958 que permite divisar, apostados contra el cristal de los vagones, el imperial y perezoso zigzagueo del río Miño, el milenario puente romano, esa almendra central esplendorosa que esconde su extraña catedral entre callejuelas. Ourense tiene algo de portugués, pero también un porte adusto que rememora a las nada lejanas mesetas castellanas y un espíritu luminoso, vitalista, que tira por tierra el arquetipo de esa Galicia melancólica y ensimismada. 

Ourense

Entre otras razones, porque en la más atípica de las capitales gallegas no llueve gran cosa, el sol calienta a los bañistas de sus termas fluviales hasta bien entrado el mes de octubre y los rincones de la ciudad antigua son un hervidero donde se come y bebe sin que nadie parezca interesado en retornar al refugio del hogar.

Babia - El otoño del mito

ALLÁ DONDE LEÓN GUIÑA UN OJO A ASTURIAS, UNA COMARCA SALUDA AL OTOÑO BAJO UN CATÁLOGO DE AVES QUE PESPUNTEAN LEYENDAS MILENARIAS. EL ESCRITOR LEONÉS JESÚS TORBADO RECORRE LAS RUTAS QUE DURANTE SIGLOS SIRVIERON DE AUTOPISTA A LA TRASHUMANCIA Y HOY SON TENTACIÓN DE SENDERISTAS. BIENVENIDOS A LA NATURALEZA CON MAYÚSCULAS. BIENVENIDOS AL MISTERIO.

La laguna glacial llamada de Las Verdes, cerca de donde nace el río Sil, pasa el invierno invisible, cubierta por el hielo, mientras que en verano se rodea de lujosa vegetación y florecillas innumerables. Se abre a los pies de una enorme peña cortada a cuchillo y llamada Picos Albos, de 2.186 metros. Es la más bella de las que puntean los prados de Babia, junto a la Grande. En las cercanías, ya en la vertiente asturiana pero muy accesible desde Babia, se abren otros lagos solitarios, como Saliencia, Del Valle y La Cueva. Numerosas ermitas, algunas de estirpe románica como la de Nuestra Señora de Prudena (derecha), resisten el paso del tiempo encaramadas en pequeños oteros o agazapadas en los valles. Son los más interesantes monumentos arquitectónicos de Babia, aparte de puentes, hórreos y algunas casonas señoriales, como el recuperado palacio de los Quiñones en Riolago de Babia. En tan solitarias alturas, los animales que mejor resisten son algunas aves especializadas, como el picapinos Pico Menor (Dendrocopus Minor), relativamente libres de los cazadores y amparados por la ZEPA (zona especial de protección).

Quiñones en Riolago de Babia


Toronto

 

La estrella verde de Canadá

UN CENTRO FINANCIERO CON AGENDA DE CAPITAL Y RITMO DE PEQUEÑO PUEBLO. ALLÍ, CADA SEPTIEMBRE, SE CELEBRA EL FESTIVAL DE CINE MÁS IMPORTANTE PARA LA INDUSTRIA. DÍAS DE ESTRENO EN LA TAMBIÉN CONOCIDA COMO “HOLLYWOOD DEL NORTE”, UNA GRAN CIUDAD DONDE MULTICULTURAL Y ECOLÓGICO SON ALGO MÁS QUE SIMPLES ADJETIVOS.


HOLLYWOOD DEL NORTE

De Canadá algunos creen que se trata de un Estado más de EE UU. Gran error considerar como tal al segundo país más grande del mundo que, además, poco tiene que ver con su vecino de frontera. Claro que, pensando en términos de ficción, esos inconscientes de la geografía política no andan tan descaminados. El cine y la televisión acostumbran a trasladar aquí sus rodajes animados tanto por la diversidad de los paisajes, que permiten reproducir cualquier escenario estadounidense, como por los reducidos costes de producción. Por ello, salir de casa con una ruta alternativa