Antropóloga. "mi familia no comprendía que volviera a Siberia una y otra vez"

Sola entre indígenas siberianos, con 40 grados bajo cero afuera, Carmen Arnau estudia la vida, las costumbres y los ritos de estos pueblos del norte de Asia. Esta antropóloga madre de familia tuvo que esperar hasta los cuarenta años para poder dedicarse a su verdadera pasión. Hizo su primera expedición a Siberia en 1997 para acabar su doctorado sobre el pueblo chorse y, desde entonces, ha vuelto casi cada año. Ha abierto dos museos en Toledo y vive movida por lo que ahora considera su misión: dar a conocer todo lo que ella ha aprendido de los pueblos olvidados de Siberia



Álbum de familia versión 2.0

Todo empieza con una foto colocada en un corcho. Virginia Espa tiene prisa y la coge sin mirarla, pues conoce bien a la mujer, guapa, con lunar en la mejilla, que aparece mirando misteriosa hacia fuera del plano en la instantánea en blanco y negro. La foto va al bolso junto a otra en color, el retrato de un muchacho rubio. Las dos acaban sobre la mesa del taller impartido por el artista Mira Bernabeu en Visiona, un ambicioso programa en torno a la imagen y el álbum de familia organizado por la Diputación Provincial de Huesca. Virginia Espa, profesora de fotografía en la Escuela de Arte oscense, mira de nuevo al muchacho rubio, su hijo, y a la mujer del lunar, su madre. Y en su cabeza une las dos fotos, tan separadas en el tiempo, y descubre que le faltan muchas piezas en el puzzle de su biografía. “Al llevar estas fotos al taller me di cuenta de que no había elaborado el duelo por la muerte de mi madre, porque había coincidido con la adopción de mi hijo. Con la ayuda de Mira Bernabeu, que va a lo personal, a lo profundo, empecé a construir la biografía de mi madre a partir de materiales, cartas, notas y recuerdos que ella guardaba”, comienza Virginia.

Para empezar por el principio tuvo que remontarse a una rama más alta del árbol genealógico, así que buscó una foto de sus abuelos. ¿Quiénes eran? ¿Por qué no había conocido a su abuelo Domingo? ¿Por qué su abuela Basi nunca hablaba de él? A partir de su investigación, Virginia ha conseguido elaborar una biografía de su abuelo, construida “a fogonazos”, sobre las circunstancias que rodearon su muerte. Su abuela nunca quiso hablar de ello, como una forma de autoprotección o como mecanismo desencadenado por el trauma. Los documentos encontrados en archivos oficiales, una caja de cartas que Virginia recibió de manos de uno de sus primos en el entierro de su madre y las pocas fotos que su madre guardaba de su abuelo le ayudaron a recomponer la historia de Domingo, un republicano “de Azaña” fusilado en los primeros meses de la guerra en Huesca. Una de esas historias que se repiten en todas las ciudades y pueblos de España.

 “Me gusta pensar en aquel instante, cuando Domingo cogía a su hija por el brazo para sujetarla bien derecha ante la cámara. Evocar aquel momento en el estudio del fotógrafo, que Elena no podía recordar, la leve sonrisa en la cara de Domingo, su boina, sus gafas, su abrigo, el cigarrillo en la mano, los zapatitos de la niña… Todo ello me emociona”, escribe Virginia al pie de una foto de ambos. Una foto que cualquiera puede contemplar hoy en Internet, pues el trágico álbum de Domingo y el más alegre de Elena, las fotos que ella guardaba en una caja de bombones, sus notas, recuerdos, cartas, tarjetas y anotaciones, están colgadas en Pinterest, una red social que permite a sus miembros crear tableros con imágenes propias o encontradas en la red, y hacerlos públicos para el resto de usuarios. Su álbum de familia tiene ahora una versión 2.0. “Lo he elegido así porque mis principales espectadores son mis hermanos. Tengo una hermana que vive en California y en una red de este tipo ella lo puede seguir. Además, esta idea de los tableros me recuerda al corcho y a la manera en la que trabaja un detective. Cada uno de estos ‘pins’ es una unidad mínima de memoria… Es una red social muy de moda, muy comercial… creo que este contexto -Elena era hija de una comerciante que tenía una importante tienda de modas en el centro de Zaragoza-  le hubiera gustado mucho a mi madre”.


A través de la biografía de su madre, Virginia está reconstruyendo parte de la memoria colectiva de las mujeres de los años 40 en España.”Fue educada en pleno régimen franquista con todo lo que eso implica: un adoctrinamiento, una manera de pensar… Pero también vivió la transición, la cultura de los ochenta personificada en sus hijas. Ese momento en el que a las mujeres de esta generación se les desmoronó todo lo que les habían contado. Tengo 52 años y darme cuenta de cómo fue la vida de mi madre es demoledor: las educaron única y exclusivamente para ser madres y esposas, en un ambiente de religiosidad extrema”, describe Espa. La huida a Francia y la Bolsa de Bielsa, los años de la posguerra y el luto, dan paso a las memorias más luminosas del veraneo en San Sebastian, la visita al Tibidabo con los primos de Barcelona, la puesta de largo con vestido de princesa, las primeras salidas nocturnas sin compañía de adultos y los peinados a lo Grace Kelly. Son algunas de las memorias que Virginia va anotando en los pies de foto de este álbum público de la vida de su madre, todavía en construcción. Entre pin y pin, además, está llenando el hueco y las incógnitas de su vida y la de sus antepasados.

 PADRE FOTÓGRAFO, MADRE ARCHIVADORA

“El álbum familiar era ese objeto, espacio o documento que daba sentido a fotografías aisladas, que contaba una historia”, dice Edgar Gómez, doctor en Sociedad de la Información y el Conocimiento e investigador sobre la sociología de la fotografía digital. El formato del álbum se consolida en los años 60 y 70 siguiendo las pautas marcadas por la industria y también el cambio social. Kodak había popularizado la fotografía personal o familiar, en la que, según los estudios antropológicos, cada miembro de la familia tenía su propio rol: la madre era la guardiana, la archivadora, la que se proponía como historiadora de la familia, mientras que el padre era el que realizaba las fotografías. “Las cámaras eran esos objetos sacralizados y que costaban mucho dinero, solo se tomaban fotografías en momentos muy específicos y solo algunas de esas fotografías acababan en el álbum, siguiendo esa narrativa de momentos felices y que celebraban la unidad familiar”, recuerda Gómez.

 

Por supuesto, siempre hubo limitaciones, especialmente en ciertos contextos económicos y sociales. El acceso a la tecnología y a los materiales no estaba siempre al alcance de todos, igual que no lo estaba la cultura visual, el saber utilizar una cámara fotográfica con un resultado adecuado. Por eso resultan tan especiales los álbumes de familia de los fotógrafos profesionales. Con motivo del curso organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y Visiona el pasado mes de septiembre, la Fototeca de Huesca-que aúna archivo y biblioteca en una apuesta importante por la conservación del patrimonio fotográfico de la provincia- realizó un recorrido por sus fondos más relevantes en este ámbito.

“No tenemos ni una docena de álbumes fotográficos como objeto”, explica Valle Piedrafita, la responsable de esta institución. Se fotografía el continente y se digitaliza el contenido, pero la mayor parte de las veces los álbumes vuelven a las manos de los herederos del fotógrafo “por su carga emotiva y familiar”.

CONSERVAR EN UN LUGAR FRESCO Y SECO

Montadas sobre un cartón, la imagen de la izquierda y de la derecha parecen iguales, aunque guardan una sutil diferencia: apenas unos milímetros en la posición de la lente que ha captado la imagen y que al ponerla en el visor estereoscópico, hará la magia de convertir la foto bidimensional en una imagen en 3D. Un efecto fascinante que hacía que para Federico Llanas la fotografía tuviera una función lúdica: colocaba a sus hijos detrás de un seto y a su madre en primer plano, hacía posar a su padre frente a los ordenados botes de su farmacia, o a la familia al completo en ferias y plazas. La máquina que tantas horas de diversión les proporcionó quedaría en desuso al morir el pequeño Fafano, que cayó por el hueco de una escalera cuando tenía ocho años.

 

La producción de Llanas, 1.500 placas de vidrio y 237 positivos en papel realizados entre 1918 y 1921, descansa por iniciativa de sus nietos en los archivos de la fototeca, envuelta en materiales protectores y completamente digitalizada, para que su consulta no requiera la manipulación de los originales. Es una de las muchas colecciones de importantes fotógrafos de la historia de Huesca que permanecen aletargadas en los fríos archivos de la fototeca, cada una envuelta y almacenada en los materiales más propicios para evitar su degradación: papeles con pH neutro, con o sin reserva alcalina, fundas de polipropileno para los negativos en soporte plástico… Transcurren solo cinco minutos antes de que suene la alarma que indica que nuestra presencia está alterando las condiciones físicas de humedad y de temperatura y con ellas, el ecosistema propicio -entre 12 y 14 grados y a una humedad relativa por debajo del 50%- para estas fotos, que son la memoria gráfica de toda una provincia.

LA IMAGEN PERSONAL DE UN FOTÓGRAFO PÚBLICO

Para los fotógrafos profesionales o los amateurs más avanzados, la fotografía se convirtió no solo en una manera de retratar los hitos de las biografías ajenas y cercanas, sino también un objeto personal que les acompañaba en su día a día. En el trascurso del curso organizado por la UIMP y Visiona, Pilar Irala, la responsable de la colección de Jalón Ángel, fotógrafo profesional muy destacado en los cuarenta y cincuenta, autor de retratos oficiales de Juan Carlos y Sofía como Príncipes de Asturias o del Generalísimo y otros miembros de la élite militar franquista, presentó una de sus facetas menos conocidas.  “Uno de sus temas más trabajados fueron los retratos de hijos. Es fácil encontrar a personas en Zaragoza que tienen fotos del estudio de Jalón Ángel en su álbum familiar”, aclara Irala.

 

Irala, que desde hace dos años gestiona en la Universidad de San Jorge el archivo del fotógrafo navarro, ha encontrado en las fotografías personales de Jalón “escenas a veces más espontáneas y a veces más teatrales”. Unas fotos que el fotógrafo hacía exclusivamente para él. “Son prácticamente desconocidas, han sido una gran sorpresa”, dice Irala. “A él no le parecía raro sacar la cámara en cualquier momento y así ir construyendo esa identidad personal y familiar, una trazabilidad de sus viajes, las personas a las que conocía… su vida”. Gracias a su acceso a los materiales, que conseguía a bajo coste, y la presencia constante de cámaras en su vida cotidiana, Jalón Ángel y otros fotógrafos profesionales se anticiparon con sus instantáneas de paisajes y reuniones en cafés al uso de la fotografía que se extendería más adelante y que lo cambiaría todo: la fotografía se volvió ubicua gracias a la llegada de los smartphones.

LA PEQUEÑA SOPHIE Y EL PRIMER ‘CAMERAPHONE’

 

Es el 11 de junio de 1997 y Sonia Lee está en pleno parto, un proceso complicado que amenaza con alargarse varias horas. Su marido, Philippe Khan, no sabe a qué dedicar la larga espera que tiene por delante. Ha llevado al hospital su ordenador y su cámara digital y se pone a pensar en lo complicado que le va a resultar tomar la foto, transferirla al disco duro del portátil y enviarla después a través de la lenta conexión a internet de su móvil, de forma que la foto de su nueva hija llegue lo antes posible a sus familiares. Khan, matemático e inventor residente en California, realiza un par de viajes a RadioShack y como un auténtico manitas, crea un híbrido a partir de su Motorola Starc y su cámara digital Casio. La foto de la pequeña Sophie, dormida entre mantas, es la primera imagen tomada con un teléfono con cámara.

La historia de Philippe Khan y la invención del “cameraphone” le sirve a Jordi V. Pou, fotógrafo profesional que ha desarrollado un trabajo de reflexión sobre la fotografía y el “álbum de familia 2.0” y proyectos artísticos realizados con teléfonos con cámara, para explicar por qué los smartphones han cambiado la fotografía digital, devolviendo la toma de imágenes a la sencillez alcanzada en la era Kodak.  Para Pou, la integración de cámaras y teléfonos con sistema operativo que permiten su conexión permanente con internet ha sido la clave de la popularización de la fotografía. “La llegada de la fotografía digital supuso un incremento de la complejidad del proceso fotográfico”, explica Pou, que ve en esa dificultad la causa de que hayan disminuido las fotografías que acaban en álbumes familiares. “La combinación de smartphone con cámara e internet es el punto de inflexión, el fin de la complejidad. La fotografía personal encuentra su vía de salida en las redes sociales y arrastra con ella la mayoría de la fotografía doméstica”.

Han cambiado el lugar donde se ven y se comentan las fotos y los temas a fotografiar. “Se ha pasado de una cámara familiar a una en el bolsillo de cada uno de sus miembros, y esto ha supuesto la multiplicación de imágenes, algunas todavía en el ámbito familiar tradicional, pero la gran mayoría dentro de un nuevo ámbito más ligado a las relaciones sociales”, explica Pou. “Ahora la cámara es un dispositivo personal que, integrada en los teléfonos móviles, tenemos constantemente en el bolsillo. Y si además es un smartphone, también tenemos conexión constante, de forma que la idea de tomar fotografías solamente en momentos específicos se ve completamente transformada y empezamos a tomar fotografías de lo que algunos llaman ‘la banalidad de la vida cotidiana’: porque estamos aburridos, como si hiciéramos listas de la compra, porque vemos algo que creemos que le puede interesar a alguien que conocemos…” reflexiona Edgar Gómez.

Instagram, Facebook y otras redes sociales como Flickr o Pinterest demuestran la importancia que está adquiriendo la comunicación a través de fotografías. “Pero en estas redes sociales, es más importante la novedad y lo reciente que el tiempo histórico”, considera Edgar. “Ya no tomamos una foto de un niño para recordar dentro de veinte años cómo era, sino para que tus familiares vean cómo es ahora. Es una fotografía del presente para el presente, no del pasado hacia el futuro”, opina. Pedro Vicente, el director del programa Visiona, coincide con él. “Sigue habiendo una foto para la memoria pero ha surgido un nuevo género de foto pasajera, efímera, una foto que se envía por Whatsapp, que se consume y se desecha. Antes, las fotos eran preciosas, intocables, ahora tenemos que deshacernos de muchas de ellas, no podríamos conservarlas todas. El exceso de fotos nos lleva a un consumo mucho más rápido de ellas”, observa.

MISMAS FOTOS, NUEVAS FORMAS

¿Significa esto que el álbum de familia ha pasado a la historia? Según estos expertos, más bien parece que ha cambiado de forma. “Aún no somos capaces de imaginar cómo será el álbum de familia de uno de los niños nacidos en el cambio de siglo, pero sí creo que se están dando nuevas formas: ahora se hacen llaveros, tazas, un póster o un calendario con las fotos del año anterior. La tecnología permite que el álbum de familia esté en cualquier sitio”, explica Pedro Vicente.

Jordi V. Pou sigue teniendo el suyo en papel. “Ante la duda de la conservación digital y la seguridad de la copia química, sigo manteniendo un álbum de formato tradicional con sus copias. No obstante, es solo un resumen de otro mucho más extenso formado por archivos digitales y, además de tenerlo en varias localizaciones, siempre está disponible para verlo en mi teléfono móvil”. Edgar Gómez destaca también los múltiples nuevos formatos de reproducción. “Lo cierto es que se siguen imprimiendo muchas fotos y que cada vez existen más empresas dedicadas a la reproducción de fotografías que mandas por internet y te llegan por correo. Moo Cards, libros de fotografía Blurb…”, enumera Gómez.

Otro ejemplo claro de que sigue existiendo un interés por conservar copias de nuestras fotos es el proyecto de la marca Impossible Project -la que rescató las películas Polaroid de su completa desaparición- de crear una impresora que imprima de forma directa desde el iPhone: recaudaron el doble de su objetivo inicial mediante preventas a través de la plataforma de crowdfunding Kickstarter para su ‘Impossible Instant Lab’. En estos momentos de hibridación, cambios y reformulaciones de la fotografía, parece claro que nos sigue gustando aferrarnos a una imagen que nos diga quiénes somos y de dónde venimos. “Está muy bien que pueda hacer cincuenta fotos de mi hijo, pero necesito salvar dos o tres que me sirvan de referencia, ante este mar de imágenes necesito una que me haga pensar”, dice Pedro Vicente. Seguiremos, pues, teniendo un álbum de familia, aunque este pueda estar en un tablero de Pinterest o en el fondo de pantalla del smartphone.



A la sombra de Saviano: los otros periodistas antimafia

“O para o le dispararé en la boca”. A veces, una felicitación por hacer bien el trabajo puede tratarse de una amenaza. Así comienza a conocerse el caso de Giovanni Tizian, un joven periodista precario italiano de un modesto diario de Módena que de la noche a la mañana se encontró bajo escolta policial. Uno más de los pequeños desconocidos para el gran público italiano, que concentra su atención en personajes más mediáticos como Roberto Saviano y deja en un segundo plano a los otros sufridores por la libertad de prensa.

Giovanni Tizian escudriñaba en las páginas de La Gazzetta di Modena cómo la Ndranghetta, la mafia calabresa, estaba penetrando en su región gracias al aumento del número de los establecimientos de juego. De la noche a la mañana, Tizian se encontró con una escolta después de una interceptación de la policía de una llamada entre presuntos mafiosos: “O para [de escribir estos artículos] o le dispararé en la boca”.

A sus 31 años sabe que estas amenazas no son exageraciones y que no hay que tomárselas a broma. El padre de Giovanni, un empleado de banca, murió asesinado por la mafia antes de que su familia dejase el sur de Italia. “Yo no empecé a trabajar en el mundo del periodismo por la muerte de mi padre – confiesa –, yo empecé escribiendo un poco de todo”. Como cualquier precario echando músculo en las galeras de cualquier redacción.

La familia de Giovanni fue al norte del país, donde todavía lo normal es negar la infiltración de la mala vita, igual que el niño que se tapa la cara escondiéndose de sus padres. Esta negación de la realidad tiene graves consecuencias, pues los malos de la película de Tizian no serán juzgados por asociación mafiosa. “Aplicar este tipo de delito en el sur es habitual, pero aquí todavía es complicado. A los jueces les cuesta comprender esta situación”, indica el joven periodista.

La sombra de su escolta le recuerda cada día lo que pesan las verdades. “He perdido independencia. No puedo ir a dar una vuelta por mi cuenta o con mi novia. Tengo que coordinarme siempre con ellos – se lamenta –. En lo que respecta a mi trabajo me limita para muchas cosas”. Una situación “increíble” en 2013.

Giovanni comienza a adquirir cierto renombre, aunque no al nivel de Roberto Saviano, autor de Gomorra, omnipresente por tierra, mar y aire. “Saviano ha hecho un trabajo óptimo, pero en Italia tenemos el vicio de santificar. Esta santificación no conlleva resultados contra la mafia, ya que un hombre solo no puede hacer nada”, indica Tizian, otro soldado del ejército de hombres solos que combate contra la mafia.

 

UN TRABAJO POR EL TERRITORIO

Aparte de Giovanni Tizian, hay otros solitarios periodistas que intentan molestar a aquellos que hacen la vida imposible al resto del país. Marilena Natale es una precaria de la región de Nápoles, donde por sus crónicas contra la Camorra se ha ganado que le quemen el coche o que un mafioso esposado le lanzase un beso ante las cámaras. Momentos de hielo que se derriten con la pasión con que ella trabaja.

Marilena, de 40 años, se enroló en la cruzada periodística contra la mafia a los 20. “Empecé a mirar a mi alrededor y no me gustaba lo que veía”, explica. Y todavía tiene ganas de seguir adelante. “No pararé nunca. No nos pueden matar a todos”, añade con una voz llena de orgullo. Pese a las amenazas y agresiones, Marilena ha renunciado a la escolta, aunque todavía le queda algo de vigilancia a la que no puede negarse. La motivación ha sido dar valor a los demás: “Vi que la gente era más valiente cuando me veían a mí sin escolta”.

Esta cronista especializada en la mafia de la zona, al igual que Tizian, recibe las felicitaciones en forma de amenaza. Durante la cobertura de la detención de un mafioso del potente clan de los Casalesi, el cuñado de un boss se acercó y le dijo: “Vete de aquí. Sé quién eres y sé dónde vives”. La respuesta de Marilena fue una crónica sobre los hechos y una denuncia ante los Carabinieri. Cuando el denunciado intentó atenuar con 1.500 euros la amenaza, Natale, impertérrita, respondió: “Si cogéis 50 euros de mi cartera y los estrujáis, del billete sólo sangrará mi sudor y el de mi padre. Si apretáis uno de Panaro [el mafioso] veréis que sale sangre de la gente. Yo no cojo dinero de la Camorra”.




   

Incansable, como si temiese que le alcanzase el aliento de la precariedad y del peligro camorrista, Marilena recorre en su moto hasta el último rincón de su provincia. Escribe prensa local para demostrar lo importante que es construir la casa desde los cimientos. Desde estas rotativas denuncia y consigue pequeños éxitos concretos, como lograr que se mantenga un cuartelillo de Carabinieri cerca de la casa de un mafioso, pese al peligro de extinción que le amenazaba. Y si se deja el cuartelillo, al final madurará el árbol de las detenciones. Una lucha de pasos cortos y constantes en un camino con los pies atados. “Yo voy cada día a los juzgados. Yo conozco mi tierra”.

Marilena anima a Saviano – a quien reconoce un gran mérito –  a pasearse sin miedo por Italia. “A la mafia no le conviene hacerle mártir. Debe venir aquí”, cree la periodista napolitana. “No es necesario amplificar el negativo”, se lamenta.

Al final, el legado de su ejemplo se pasa con el ADN y con el orgullo de la herencia de la que dice que “si le pasa algo, no será en vano”. Sus hijos, acostumbrados al peligro, pero agradecidos por el esfuerzo de “un trabajo por el territorio”, ya han decidido su futuro laboral: uno será fiscal, el otro, policía.

 

UN HOMBRO EN EL QUE APOYARSE

La vocación para el periodismo viene tras una experiencia con un libro, por el afán de escribir… Alberto Spampinato quería ser ingeniero, pero cambió de opinión el 27 de octubre de 1972, cuando la mafia mató a su hermano. “Decidí hacer una investigación para saber qué había pasado. La muerte de mi hermano fue una noticia incómoda para los otros periodistas que realmente sí sabían lo que había ocurrido”, explica Spampinato, actual director de Ossigeno per l’informazione, una organización que vela por los periodistas amenazados, sea o no en el ámbito de la mafia.

Las fichas de su organización diseccionan las amenazas a 222 periodistas en Italia en lo que va de año, aunque calculan que tiene que haber 10 veces más… pero que guardan silencio. Spampinato explica las múltiples maneras de aterrorizar a la prensa, desde una carta con balas hasta entrar en la casa de uno sin robar nada, solamente dejando notar la presencia con un gesto no violento y sembrando un miedo que amordaza. El trabajo por parte de esta organización es infatigable. Un escudo ante la amenaza poniendo una cara a los periodistas perseguidos por la mafia, con análisis y propuestas para solucionar el grave problema del silencio del cuarto poder. Como buenos periodistas, Ossigeno comprueba hasta el último caso que se le presenta para ver si es real. Una lucha por adivinar cuál silencio es más fuerte, si el de mafia o el de los anunciantes y editores.

Además, la presión a nivel local aumenta. “Es difícil esconder una noticia que se dé en el centro de una ciudad, pero para evitar que se hable de algo que sucede en la periferia basta con callar a un periodista”, explica Spampinato sobre los mensajeros precarios como Tizian o Natale, que intentan atraer el foco de atención sobre los problemas de sus ciudades. Este periodista cree que casos de Saviano ayudan “a hablar de los otros. Se habla si le pasa algo a un personaje, pero hay que contextualizar que se habla sólo porque es un personaje”.

 

UNA CULTURA MÁS ALLÁ DE LA CAMORRA

Ciro Marino ronda los 30 y trabaja por la mañana dando clases a niños para poder pagarse el vicio de tener una editorial en Nápoles. Este joven profesor gestiona junto a otros amigos la editorial Ad Est dell’Equatore, un pequeño faro de cultura en una ciudad continuamente maltratada por los medios y asociada cuasi de facto a la Camorra o a las crisis de las basuras. “Nápoles es una ciudad marchita desde el punto de vista cultural”, se lamenta. Con fatiga y combatiendo contra el estereotipo, a Ciro le entristece del lazo inquebrantable en la mente de la gente que liga Nápoles y Camorra. “Si voy a cualquier país de Europa, automáticamente soy un mafioso”.

La ferita – La herida – fue un buen golpe de la editorial, un libro de hace cinco años que contaba con la firma de Roberto Saviano, en aquellos años viviendo el boom experimentado tras el estreno de la película Gomorra basada en su popular libro. A pesar del respeto que tiene por Saviano, Ciro, desde su punto de vista personal, se lamenta de que la vida cultural de la ciudad también quede anclada sólo en la mafia. “El anticamorrismo también es considerado por mucha gente como una cuota de mercado y no ve en ello un beneficio social, sino un beneficio económico”, explica. “Detrás de la bandera del anticamorrismo hay gente que hace dinero”.

“Saviano tiene mucho mérito y ha tenido un gran valor, pero si luego tenemos que estar ciegos ante el resto no va bien”, indica. Marino hace referencia al rodaje de una nueva serie basada en Gomorra. Una enésima cruz sobre los hombres de aquel pobre barrio. “Se combatiría mejor la mafia invirtiendo el dinero que ha costado hacer la serie en proyectos para ese lugar”, señala. “Reclamamos la libertad de ser políticamente incorrectos”, indica Ciro que explica que su posicionamiento en contra de la mafia es inquebrantable.

Y es que lo políticamente incorrecto va haciendo poco a poco mella en la sociedad. De este modo, desde otro punto del país ha llegado otra expresión editorial que aborda con humor el San Saviano que ha sustituido a las estampitas de Padre Pío en algunos lugares de Italia. Vito Manolo Roma se ha lanzado de manera casi suicida contra el héroe catódico Roberto Saviano con un cómic titulado Ròbert. “A lo mejor he tratado un tabú, pero en el fondo sólo he hecho sana ironía. Sin embargo, muchos me han saltado encima como si hubiese tocado a Pier Paolo Pasolini o a un tótem sagrado. Han tratado mi ironía como si fuese algo vulgar. Como mucho es un poco trash, pero para una novela del estilo es perfecto”, explica.

Vito explica que fue el propio Ròbert el que le pidió en una aparición ‘mística’ a través de la televisión que le pintase en un cómic: “Saviano estaba en televisión, se giró hacia mí y me dijo que yo era el único que podía tocar al ‘Intocable’. El autor hace referencia a la omnipresencia de Saviano en televisión, que con un aire melancólico ha sido erigido paladín de los movimientos antimafia.

Al final, parece que por haber construido Saviano, se ha dejado a otros de lado. “No tengo la sensación de que en la tele o en las redes sociales se dedique mucho espacio a los que arriesgan su vida para combatir el sistema mafioso. [Saviano] cuenta historias, teoriza y da su opinión, pero en su posición de recluso más allá de los límites del mundo ‘normal’, podría osar algo más”. Con el aire “fugitivo-melancólico” de Saviano, Italia todavía se mece en el silencio del tabú de la mafia, ante el cual, un único altavoz poco puede hacer.

 

La participación: un concepto sobrevalorado

El sociólogo analiza tres facetas de la “fiebre participativa” que se propugna como “la mejor” sin apenas crítica.

Tal vez una de las mayores rémoras de haber vivido en una dictadura y con las libertades secuestradas sea la ansiosa proyección de expectativas y demandas en esos aspectos que habían sido hurtados. De hecho, algo de forma general y colectiva nos pasó cuando ya hace treinta años hablábamos de desencanto, con gran película de Jaime Chávarri   proponiendo el término en los primeros pasos de aquella democracia débil. Estaba  extendida una extraña sensación que iba desde el “para esto se ha luchado” al “hay algo  que se nos ha hurtado”. Manifestaciones que mostraban, con lógicas muy distintas, las  distancias entre las expectativas y la realidad del día a día.

Después, el desencanto dejó paso a la fijación regresiva en algunos conceptos, casi como objetos valiosos que hay que conservar o promocionar. A veces sin tener en cuenta que, lejos de ser objetos lisos, tienen estrías y problemas. Incluso aunque estos queden por debajo de las pretendidas ventajas de la propuesta. Es decir, hay una sobrevaloración del concepto.

Es lo que, a mi parecer, pasa con el concepto de participación.

Una sobrevaloración que tiene, al menos, tres caras o dimensiones.

Hay una sobrevaloración del carácter ontológico de la participación. Un dibujo de una inclinación del ser humano a tomar parte en los asuntos públicos, en todo aquello que, aunque de manera lejana, pueda afectarle. Se trata de una afirmación contra sociológica, en la medida que los clásicos de la sociología fundamentan la existencia de eso que llamamos sociedad –a diferencia de la comunidad- en la división social del trabajo de los individuos que la componen. Una división cuya funcionalidad estriba en no tener que participar en todo.

En segundo lugar, hay una sobrevaloración ética que sitúa a la participación por encima de la no participación. La participación como algo intrínsecamente bueno. Así, nuestro arraigado sentido común actual nos dice que si algo es hecho con la participación de todos es mejor que si lo ha hecho uno solo o unos pocos. Seguramente tal concepción tiene como objetivo condenar a los gorrones, a los que se aprovechan del trabajo de los demás, sin tomar parte en ello. Pero la duda es si vale para toma de decisiones o acontecimientos semejantes. Acaso puede considerarse condenable no participar en un referéndum o en unas elecciones. Tal vez sea poco presentable la falta de participación en la comunidad de propietarios, pues son decisiones muy cercanas y sobre aspectos muy concretos que conviene tengan la máxima legitimidad, especialmente de cara a los problemas específicos que puedan surgir después. Sin embargo, cabe dudar de si son mejores los ciudadanos que participan en, por ejemplo, un referendum sobre si una carretera ha de pasar por aquí o por allá, que los ciudadanos que no participan.

Siendo importantes las dos fuentes de la sobrevaloración señaladas, articuladas con ellas está la que podría denominarse sobrevaloración pragmática. En cierta forma surge de las dos anteriores, de que son más humanos y mejores los que participan, y viene a decir que son preferibles los procesos y resultados en los que hay participación, por el solo hecho de que ésta exista. Así, en un reciente artículo en la prensa nacional –El País- el líder de Podemos, Pablo Iglesias, venía a decir que la transición democrática española había sido llevada a cabo sin participación del pueblo –ese término que cuando es utilizado por los políticos hay que echarse a temblar, como cantaba Carlos Cano– por unas élites de derecha y de izquierda. Por ello, estaba condenada al fracaso, a toparse de bruces son sus límites. Para solucionar tal desaguisado, llama a la participación general de las clases sociales empobrecidas por la crisis. Eso sí, lideradas por su persona, como no podía ser de otra manera, puesto que él no es de esas elites corruptas y vagas que han gobernado el país. Pues bien, está por demostrar que procesos participativos sean más funcionales. Y lo digo tomando incluso el beneficio que podrían obtener de la propia experiencia de participación los individuos. Acaso no es legítimo dudar que el resultado puede ser incluso peor con una amplia participación.

Hay mitos sociológicos que parecen avalar la mayor funcionalidad de la participación. Por ejemplo, el experimento –uno de los clásicos- en el que Kurt Lewin comparó el resultado final de tres tipos de dinámicas grupales. La vencedora, que era la democrática o participativa. Dos perdedoras, la que podría denominarse anarco liberal –cada cual a lo suyo- y la dictatorial. Claro está, el experimento está diseñado para avalar el régimen democrático.



Sin embargo, en el día a día, nos encontramos con problemas para hacer realidad la participación. Que se lo digan a los responsables de las múltiples concejalías de participación que se han propuesto en muy distintas localidades durante los últimos años. Asumiendo los nobles objetivos y esfuerzos de estos responsables, se encuentran con que apenas consiguen fomentar la participación, quedándose en una esclerotizada representación de asociaciones que, a su vez, cuentan con muy pocos miembros. No son pocos los que me han venido reclamando instrumentos para motivar la participación de mujeres, jóvenes y otras categorías sociales. Se observa que la participación exige un esfuerzo –recursos temporales y cognitivos- y cierta conciencia de ciudadanía previa. Desde tal perspectiva, creo que es mejor partir de la participación real, que de una participación tan sobrevalorada, como ficticia.

Verano saludable

Las vacaciones nos permiten “romper” con rutinas, y también nos brindan la posibilidad de renovar nuestro ser

¿Quién no ha silbado alguna vez la pegadiza sintonía de Verano Azul?, la exitosa serie televisiva que  relató las aventuras de verano de varios amigos en una localidad andaluza.

Hablar del verano implica la llegada del buen tiempo, las noches con amigos en las terrazas, disfrutar de  la naturaleza, aventuras, alegrías, el sol y comenzar a pensar en las vacaciones.

La palabra “verano” viene del vocablo en latín “veranum”, y se define como: “el tiempo en que el terreno  se mantiene siempre verde”.

¿Mantener el terreno siempre verde?

Es posible preservar lo exterior si se cuida el mundo interior y la consciencia individual siempre estará reverdeciendo, rebosando en el constante flujo de buenos pensamientos. El pensamiento correcto inevitablemente se exterioriza.

El verano puede convertirse no sólo en una etapa de nuevas experiencias, sino en una oportunidad para buscar la verdadera naturaleza de cada uno, de encontrarse consigo mismo, una etapa de evolución mental, donde se puede descubrir el potencial de cualidades de cada persona y sacar a la luz lo mejor de uno mismo.

Muchas son las recomendaciones que se hacen referentes a la alimentación, el sol, la piscina y el cuidado de los ojos para que no sean perjudiciales. Pero, ¿porqué no enfocar al sol o a la naturaleza como algo benéfico, ya que forma parte de la armonía del universo?

La luz solar es imprescindible para todos los seres vivos y aporta beneficios para la salud.

verano

Según Sandra González, médico especialista en Medicina Familiar de Sevilla, existe una creencia de fobia solar cuando en realidad se lo debe relacionar con el buen humor, la disminución de fatiga y la sensación de bienestar.

Pienso que es posible comprender que la única fuerza que existe es el bien, la armonía, la salud. No se trata de exponer la piel para broncearla, sino de despertar el sol interior que es el corazón. Esta etapa puede ser considerada como un apogeo, o sea, la luz del sol es parte de un Todo que irradia e ilumina la consciencia de cada uno.

En algunos casos, el temor acecha y uno no conoce la forma de defenderse. Pero, sentir el Amor divino desecha el miedo.

Hace unos años estaba de vacaciones en una playa rocosa de Brasil y tuve una caída que me afectó el tobillo. No podía moverme y el dolor era cada vez más intenso. Por momentos me asaltó el temor de quedar inmovilizada. Traté de calmar mi mente y cerrar la puerta a esos pensamientos negativos que me susurraban.

Con la ayuda de mi esposo pude llegar al hotel, pero el dolor no cedía. Una vez en reposo, me aferré a mi identidad espiritual, que por ser espiritual, es siempre exenta de dolor. La oración afirmativa me dio mucha paz interior. Si bien el dolor permaneció varias horas, ya no había dudas en mi consciencia de que estaría bien. A la mañana siguiente pude afirmar el pie y caminar sin dificultad.

Si bien las vacaciones nos permiten “romper” con las rutinas, también nos brindan la posibilidad de renovar nuestro ser, un descanso y renovación mental que promueve el bienestar y la salud.

Afirmar la conexión con la única Causa universal, con el Principio de todo lo bueno, permite ser uno con el Amor y permanecer en sintonía con El.

¡Con esta visión podrás mantener tu terreno siempre verde!