“GERAÇÃO À RASCA”: UN 15M A LA PORTUGUESA

El 23 de enero del 2011 el grupo portugués Deolinda interpretó en el Coliseo de Oporto la canción Parva que Sou, cuya letra hacía referencia a una generación en la que “para ser esclavo es necesario estudiar”. El tema se convirtió en el himno fundacional de lo que ahora se conoce como Geração à Rasca, una expresión que no tiene traducción literal al castellano pero que se refiere a aquellos miles de portugueses que aunque perfectamente preparados para la vida laboral no encuentran mejor porvenir que la emigración o la precariedad.

Dos meses después, el 12 de marzo del 2011, a través de un grupo de personas sin filiación política, se convocó a una manifestación en Lisboa con un escueto manifiesto como reclamo. En el escrito se señalaba: “Creemos que tenemos las herramientas y recursos necesarios para alcanzar un futuro mejor para nosotros y para Portugal. No protestamos contra otras generaciones. Ocurre que no estamos ni queremos estar esperando hasta que los problemas se resuelvan. Protestamos porque queremos formar parte de la solución”. La convocatoria fue un éxito, cerca de 300.000 personas salieron en Lisboa ese día. “Comenzó a construirse un nuevo paradigma social, al igual que ha ocurrido en otros países de Europa. Había un grupo de gente que no pertenecían a ningún partido político que convocaron una manifestación por facebook

 y de pronto miles de personas dijeron que sí, que iban a acudir, y fue una de las mayores manifestaciones de los últimos años. Ese fue el principio de todo”. Lo cuenta en Lisboa Joana Campos una de las participantes en aquella concentración, una joven que no ve ninguna salida laboral tras terminar sus estudios de Sociología.

Al día siguiente el diario portugués Público señaló: “A Geração à Rasca gritou contra a precariedade”. Había nacido un nuevo sujeto político, la generación abatida o puteada. No se trataba de una ficción mediática, era sólo el principio de un nuevo escenario social en Portugal. Doce días después, el primer ministro socialista José Sócrates dimitió tras el rechazo del parlamento de su plan contra la crisis. El “principio de todo” supuso que cientos de portugueses comenzaron a ponerse en comunicación, a debatir formas de intervención distintas a las planteadas por los partidos políticos, a construir iniciativas colectivas en pueblos y barrios no muy distintas a las surgidas en España al hilo del movimiento 15M. También provocó que de entonces hasta ahora, en Portugal, como en España o Grecia, se sucedieran las manifestaciones contra la política económica del gobierno. Para Ana Feijão del colectivo Precários Inflexíveis, lo ocurrido fue un auténtico cambio en la mentalidad de miles de portugueses: “la sensación general es que algo ha cambiado, se ha desmontado el mito de la gobernabilidad como garantía, pero para llegar a ese punto se ha visto de cerca la tragedia de las consecuencias de un sistema obsoleto. Hemos llegado al punto de que exista racionamiento en los medicamentos que se suministran a los pacientes en los hospitales”. Frente a esa realidad, iniciativas ciudadanas autorganizadas como el espacio asociativo y cultural Mob o la Huerta del Monte en el Barrio Alto de Lisboa, abiertos a todos los que quieran participar, son “ejemplos de que muchos portugueses han dejado de confiar en la administración para hacerse cargo de su propio destino” señala Ana.

Los convocantes de aquella manifestación eran un pequeño grupo de jóvenes del barrio lisboeta de Alfama, el más antiguo de la ciudad. Allí donde una enorme foto acompañada de flores honra la memoria de la cantante más importante de fado en la historia de Portugal: Amália Rodrigues (1920-1999). La mujer que nació en un hogar humilde y que llegó a tocar en los mejores escenarios del mundo. Ella, que puso voz al destino y la saudade (añoranza), definió el fado como “una cosa muy misteriosa. Hay que sentirlo, hay que nacer con el lado angustioso de las gentes. Sentirse como alguien que no tiene ni ambiciones, ni deseos, una persona… como si no existiera”. En los primeros días de la Revolución de 1974 el fado fue denostado como una música del antiguo régimen, pero al poco tiempo recuperó su protagonismo como esencia musical de los estados de ánimo que se canta en cafés, fiestas y clubes de todo el país. Una sensación que volvió a ser patente, la de la música como representación del sentir colectivo, con la canción del grupo Deolinda, uniendo el sentimiento de distintas generaciones de portugueses.

Pero si algo caracteriza a la Geração à Rasca es su voluntad de hacerse sentir, de reclamar su derecho a la existencia antes que tener que marcharse o resignarse a la precariedad. “Aquí no hay otra perspectiva que no sea el trabajo precario o el paro. Se es precario o nada” señala Joana, y añade, “hace poco tiempo salió un estudio sobre los universitarios en Portugal, más de la mitad se querían ir fuera al acabar su formación. Las protestas son para alterar esta situación”. El año pasado alrededor de 150.000 portugueses emigraron, en un país de 10 millones de habitantes.

En Junio de 2011 un nuevo gabinete asumió el poder en Portugal. Un Gobierno de coalición de centro-derecha, con la participación del Partido Social Demócrata (PSD) y el Centro Democrático Social (CDS). El primer ministro Pedro Passos Coelho en el acto de toma de posesión señaló: “Portugal no puede fallar y no fallará”. Ese día el primer ministro anunció que Portugal lograría la estabilidad “en dos o tres años”. Sin embargo la situación lejos de mejorar fue a peor. A pesar de las palmadas en la espalda de la canciller alemana Angela Merkel, en Portugal el paro ronda el 16%, la caída del PIB esta cerca del 3% y ya se han aplicado subidas en precio del transporte público, además de recortes en la sanidad, la enseñanza o los salarios. Al menos 730 empresas portuguesas están en estos momentos en procesos de regulación.

Para muchos analistas la precipitada salida del gobierno socialista de José Sócrates tuvo mucho que ver con la manifestación del 10 de marzo y con el rechazo presupuestario que recibió del parlamento al comprobar la magnitud del descontento. Antes de abandonar el gobierno, y cuando se encontraba en funciones, Sócrates solicitó el rescate económico al Banco Central Europeo: “Hemos llegado a un punto en que no tomar una decisión comportaría riesgos que el país no puede correr. El Gobierno ha decidido pedir ayuda financiera a la Unión Europea”, señaló el ex primer ministro luso. El deseo de muchos portugueses era que el nuevo gobierno generara mejores expectativas en esas circunstancias. Pero el tiempo fue cercenando las esperanzas de muchos ciudadanos antes de lo esperado por Passos Coelho. El 15 de septiembre pasado se volvió a convocar una manifestación en Lisboa a través de facebook, el lema no dejaba espacio a la ambigüedad: “Fuck the troika! ¡Queremos nuestras vidas!”. Según Joana, “el 15S fue convocado porque lo que está pasando aquí con el FMI y con la intervención de la troika es algo muy grave. Salimos a la calle para decir claramente que estamos contra el memorándum del BCE, que el gobierno no puede seguir haciendo lo que está haciendo. De pronto había grupos en todo el país que decidieron hacer lo mismo”.

Las medidas aplicadas suponían “los recortes más austeros de la historia de la democracia portuguesa” en palabras del Ministro de economía Vítor Gaspar. Con fuertes retenciones en los sueldos de los funcionarios y una importante subida de los impuestos, el consumo sufrió un desplome de  graves consecuencias para el pequeño y mediano comercio. El préstamo de 78.000 millones de euros del FMI y el Banco Central Europeo, al hilo de la solicitud del rescate, seguía sin percibirse en una sociedad cuyo ánimo se iba desangelando con el trascurrir de los días. En Lisboa se manifestaron medio millón de personas y otros miles de ciudadanos salieron a la calle en 40 ciudades de Portugal. Fue la manifestación más grande de la historia de Portugal tras la ocurrida el uno de Mayo de 1974, a los pocos días del triunfo de la Revolución de los Claveles. Se habían superado las expectativas de la convocatoria. El propio Passos Coelho, tras un Consejo de Estado celebrado a los pocos días con gritos de los manifestantes de fondo, señaló que iba a “buscar alternativas” a algunas de las políticas de austeridad que se estaban implementando, en especial a las retenciones en las nóminas de los trabajadores. Para algunos portugueses, volvía a latir el espíritu de la Revolución del 25 de abril de 1974 y la posibilidad de cambiar el rumbo de la situación tomando las calles.

Para Ana Feijão fue la demostración de que la Geração à Rasca no era una entelequia efímera, sino que atendía a una nueva realidad social, que incluía a los desencantados de la deriva política creada tras la Revolución con una generación que había nacido en la democracia y que había alcanzado la mayoría de edad sintiendo que no se les tenía en cuenta. Incluso algún militar que participó en abril del 74, como el célebre Capitán Otelo Saraiva de Carvalho, señaló que muchos portugueses le demandaban una nueva revolución y que un nuevo golpe militar “sería más fácil ahora que entonces”. Por otra parte, Francisco Louça, diputado del Bloco de Esquerda, asegura : “Es cierto que estas dos manifestaciones se pueden comparar en cuanto a la participación. El 25 de abril es la caída de la dictadura militar y cuatro o cinco días después, aquel primero de mayo fue la fiesta de la libertad. Ahora es totalmente distinto. También es mucha gente, pero que se ha salido a la calle para reivindicar el derecho al empleo, rechazar la precariedad, la pobreza, la explotación… por muchas razones distintas. Sí hay un elemento común: la democracia la hace la gente, la república es la gente y tomar las calles desde esta responsabilidad es un cambio importantísimo en Portugal”.

Louça, economista de profesión, es una de las figuras más representativas de la izquierda portuguesa. Durante la dictadura de Oliveira Salazar estuvo en la cárcel por su condición de opositor político. El Bloco, fundado en 1999, es una coalición de distintas fuerzas de izquierda e independientes al estilo de Syriza en Grecia. Su espacio político se sitúa a la izquierda del tradicional Partido Comunista de Portugal (PCF) y se nutre de muchos sectores de jóvenes desencantados con los partidos tradicionales. En las últimas elecciones a la Asamblea de la República logró 288.923 votos, un 5,7% de representatividad que supusieron ocho escaños en el parlamento. Una encuesta elaborada por la Universidad Católica a los pocos días del 15S señalaba que, de celebrarse ahora las elecciones el Bloco lograría un 11% de apoyo, doblando su representación actual. En esa misma encuesta un 77% de los portugueses desaprueba la gestión del primer ministro Passos Coelho y un 74% señala que el primer ministro es “igual o peor que el anterior”. “Ahora se está llegando a lo insoportable. Es decir, todo era mentira. No había ninguna corrección en las cuentas públicas, todo era una gran estafa. Ahora cada vez hay más impuestos, más desempleo… Esta mentira es una ingeniería social dramática para cambiar la forma de vida de la gente, para imponer reglas de austeridad, precarización del empleo, explotación abusiva… Es la plusvalía absoluta” asegura Louça.

El 29 de marzo de 1974, en un concierto de Amália Rodrigues sonó Grândola, Vila Morena, la canción compuesta por José Zeca Afonso. En aquel entonces varias de sus composiciones estaban prohibidas, y el tema era un indisimulado alegato a la igualdad, a la fraternidad y a la unidad del pueblo. Fue la canción con el que La Reina del Fado cerró su velada. Entre el público había varios miembros del Movimento das Forças Armadas, una organización ilegal y democrática dentro del ejército portugués. Fue el Capitán Otelo Saraiva quien propuso que la melodía sonaría a una hora determinada en un programa de radio como señal del inicio del levantamiento contra la dictadura. El 25 de abril a las 0:20 sonó el aviso por Radio Renascença, la emisora de la iglesia católica, así comenzó la Revolución de los Claveles.

Todavía hoy en Lisboa es fácil encontrar el retrato de Zeca Afonso en los escaparates de tiendas de discos y librerías. Referente de la canción protesta contra la dictadura de Salazar el propio Zeca contó que no se dio cuenta de la importancia de Grândola Vila Morena durante abril del ’74 hasta que vio como “era cantada en los momentos de más grave peligro o de mayor entusiasmo, entonces me di cuenta de todo lo que significaba y, naturalmente, tuve una cierta satisfacción”. En 1976 apoyó la candidatura de izquierdas de Otelo Saraiva, que fracasó en su intento de ser elegido primer ministro, y el compositor falleció en 1987 tras varios años padeciendo una enfermedad degenerativa. Pero su figura omnipresente, como símbolo precisamente de un tiempo en que la música se barruntaba ligada al destino de muchos portugueses. La propia Amalia Rodrigues, en 1990 y con  69 años de edad señalaba en una entrevista con el diario El País: “Estoy desprendida de la vida, y si no cantara ya estaría muerta”. Puro fado.

Ahora la letra que más se escucha es la que dice, entre otras cosas, “soy de la generación sin remuneración, y no me molesta esta condición, qué idiota soy, porque esto está mal y va a continuar. Ya es una suerte estar en prácticas qué idiota soy y quedo pensando qué mundo tan estúpido en el que para ser esclavo es necesario estudiar”. La canción de Deolinda que dio pie al concepto de Geração à Rasca ironizaba sobre la resignación y la angustia que se atribuye a los portugueses y al fado. El tema prendió como la pólvora por todo el país, en una especie de reconocimiento colectivo de una sociedad hastiada por la deriva económica de la crisis. Una sintonía que curiosamente también produce risas cuando se escucha colectivamente, porque como dice Ana Feijão también existe “la alegría de construir algo nuevo desde abajo”. Una afirmación que se va visualizando lentamente en algunos rincones de ciudades como Oporto o Lisboa, donde surgen proyectos ciudadanos cooperativos, a la par que se manifiesta de manera regular en las calles del país, y que muchos consideran volverá a demostrarse en toda su potencia en la huelga general convocada en el país luso para el próximo 14 de noviembre, el mismo día que hay una convocatoria similar en Grecia y España. Y es que Grândola, Vila Morena se sigue escuchando en las numerosas manifestaciones de estos días en Portugal, muchas de ellas convocadas también por los sindicatos. Pero la sintonía de Parva que Sou circula con fuerza entre muchos jóvenes porque, como señala Joana Campos, “de lo que se trata también es de mirar al horizonte con otra perspectiva”.



TRADING: SALTAR AL BANDO DE LOS LISTOS

Amaneces con la sensación de que unos pocos sacan tajada de la situación financiera actual mientras el resto pagamos los vicios de un sistema injusto cuyas reglas se nos escapan. Sí, es un día normal. Como en los peores chistes, hay dos noticias: una buena y una mala. La mala es que esa sensación tuya es una sólida y palpable realidad. La buena: que, con tiempo, paciencia y mucha disciplina, tú mismo podrías pasarte al bando de los listos. Supongamos que los listos son los que aumentan sus ganancias en tiempos de río revuelto… y admitamos que “el resto” somos el antónimo de “listos”. Si te hallas en el primer grupo, enhorabuena: conoces el mercado. Si, en cambio, eres del segundo, deberías seguir leyendo.

 SOY MERCADO

¿Qué es el mercado?, preguntas mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. El mercado, querido amigo, eres tú. Te guste o no. Resistirse a esta incómoda afirmación es como negar que formas parte de la sociedad, de la especie humana o del sistema solar. Entonces, ¿Cómo es posible que yo sea el mercado, si el mercado manda y yo no mando nada en esta situación? Esa es la clave de este indigno juego de miserias en el que nunca hay culpables. Cuando el mercado es responsable, el mercado no es nadie. Y si das con él, preséntamelo. Tu dinero viaja, compra, se asocia, apoya, coacciona o determina multitud de operaciones que, junto al dinero de otros, va construyendo la historia financiera de la humanidad. Desde la traición de Judas por 30 monedas hasta la quiebra de Lehman Brothers. Hasta aquí todo en orden.

Pero, ¿Quién decide esas operaciones? ¿De quién es la mano que mece el mercado? “El precio de los productos, definido por la oferta y la demanda” es la respuesta oficial. Pero el mercado hace cosas extrañas. Da alegrías inesperadas o hunde economías sin compasión. Sorprende, traiciona y se merienda la teoría antes de que el mayor de los expertos termine de anudarse la corbata. “Los mercados son oferta y demanda”, nos explican desde Hanseatic Brokerhouse, pero su subdirector en España, Alejandro Martín, aporta una elocuente metáfora para entender por qué no todo es tan previsible. “Lo que sucede es que detrás de la oferta y de la demanda siempre hay nombres propios, y si esos nombres propios manejan los recursos suficientes, tienen una capacidad real para alterar la situación de un mercado. Sería como pensar en el juego de la cuerda, donde a la izquierda ponemos a tirar a un joven de 50 kilos y a la derecha a un luchador de sumo. Probablemente ya sepamos quién va a ganar”.

“El mercado somos todos y todos participamos”, defienden desde el Departamento de Análisis de XTB. “Hay quien cree que son las decisiones de Bernanke o de Draghi, pero nadie en solitario puede mover el mercado”. Daniel Pingarrón, Estratega de Mercados de IG Markets, reconoce en cambio que “todos los que participan en el mercado lo mueven, pero de manera muy especial los mayores inversores, que tienen mucha más fuerza y capacidad de influencia”.

Visualizamos ya el viejo estereotipo. Ese fulano apodado ‘pez gordo’ que se enriquece gracias al poder que le otorga su dinero, y que lo utiliza a su vez para generar más dinero y poder. Nos lo presentaron como un tipo insensible pegado a un teléfono móvil, un ambicioso sin vida personal, histérico vociferador sobre el parqué de la bolsa o en frías oficinas. Pero todo eso ha cambiado. Hoy la bolsa es un lugar de encuentro de jubilados y nostálgicos que pasean por los señoriales salones en los que un día se movían las acciones. Ahora ni siquiera los servidores informáticos están ubicados allí. El mercado se mueve, como es de esperar, desde un ordenador. Por ejemplo, el tuyo. En un par de minutos podrías ser un trader, sólo necesitas elegir bien a tu hombre en el mercado. “Es importante que el bróker ofrezca garantías y esté inscrito en la CNMV. Que sea transparente y sólido, y que la plataforma tenga calidad, sea estable y segura”, aconseja Daniel Pingarrón, de IG Markets. Hay más empresas, pero no todas son limpias. Las que mencionamos en este artículo sí que lo son: cumplen los requisitos básicos para saber que no estás ante un trilero, que los hay. Porque los anuncios de “alarga tu pene” tienen su equivalente en el mundo del trading. Su reclamo es “triplica tus ingresos” o “¡he ganado 4.000 euros en sólo 10 minutos!”. Escenarios posibles pero, como puedes imaginar, engañosos.

PELIGRO: RIESGO DE RUINA

Como todo lo que suena a dinero fácil, el trading atrae a mucha gentuza. Por eso hay que asesorarse bien antes de entregar los ahorros a nadie. Pero aun delante de un gestor sólido y con garantías, tu dinero no está a salvo. Puedes perder. De hecho, casi todo el mundo pierde. “La mayoría de los estudios demuestra que solamente el 10% de los traders consiguen beneficios sostenibles”, revela Alejandro Martín, de Hanseatic Brokerhouse. “Hacerse rico con un capital no demasiado grande es bastante improbable, y no debería ser la finalidad del trading, sino más bien conseguir una renta adicional o, en el caso de tener un capital más grande, poder llegar a vivir del trading”.

Algunos lo hacen. Alberto García Sesma está ganando dinero. Lleva algo más de tres años arriesgando sus ahorros delante del ordenador y ahora come de ello. “Al principio, cuando perdía me salía a fumar a la terraza con una cara muy larga. Pero si sale mal una vez tienes que ir a por otra, esa es la actitud”. Pero a su tocayo Alberto Domínguez no le va tan bien. “De momento voy perdiendo dinero, pero lo considero normal”, nos cuenta este joven trader. “No tenía conocimientos de bolsa y me metí durante el crash del Ibex del verano de 2011. Los movimientos eran brutales”.

Operar en tiempo real es como viajar en una montaña rusa, sólo que lo que sube o baja son tus ahorros. “Invertir 200 euros y que 15 minutos más tarde vayas perdiendo 50 puede ser demoledor para la moral, como fue mi caso”, confiesa Alberto, que si no hubiera cerrado su operación habría podido ganar 100 euros tan sólo una hora más tarde. Situaciones como esta se pueden dar con cantidades mucho mayores y, por tanto, multiplicar las pérdidas. “Me pasó otras dos o tres veces más en una semana, los nervios me podían y acabé dolorido. Desde fuera puede parecer de idiotas, pero si no estás ahí no sabes lo que es eso”.

No controlar las emociones puede hundir los ahorros de cualquier aficionado al trading. La impulsividad es una constante entre los novatos, que asemejan la inversión con una apuesta en la que el azar juega más que el mercado. Pero ante la comparación del trading con la ludopatía, los profesionales sacan las uñas. “El trading sí se puede asimilar a ludopatía porque tiene un componente adictivo fuerte” –admiten desde XTB– “pero el componente de azar es mucho menor. Especular engancha, pero el trabajo que hay detrás es dolorosamente solitario. La actitud del trader delante del ordenador, observando el movimiento del precio, puede resultar chocante”.

 “ESPECULADORES ANÓNIMOS”

Es frecuente encontrar en los foros a quienes aseguran haber perdido todos sus ahorros. Anuncian que ‘lo dejan’, como quien dice “no vuelvo a beber”. La adicción al trading, aún por diagnosticar, mina el ánimo de los más fuertes. Algunos se desahogan en Internet, pero en su vida cotidiana no sueltan prenda. ‘W’ perdió varios millones ahorrados a finales de los 80 y ahora opera en trading, aunque su familia no lo sabe. “Recuerdan lo mal que lo pasé cuando lo perdí todo, así que ahora no hablo de mis inversiones. Ni loco”. El trader, tal y como lo conciben los profesionales, debe pasar horas aprendiendo y, por qué no, fracasando. Es una actividad silenciosa que exige concentrarse en gráficos, estudiarlos y anotar los errores para recordarlos. Pero existen ganadores. Algunos, incluso, han ganado también el odio universal.

Durante un par de días, la cosa estuvo muy calentita por las palabras de un desconocido de 33 años que aseguró en la BBC que “los gobiernos no gobiernan, es Goldman Sachs quien lo hace”. Auguró que “en un año se desvanecerán los ahorros de millones de personas” y se sinceró del todo: “Cada día me voy a la cama soñando con otra recesión”. Alessio Rastani se convirtió en un momento en la viva representación del mal, era el mismísimo Satanás con chaqueta. Sospecharon que pudiera ser un cómico de los Yes Men, le acusaron de farsante y fue vilipendiado en las tertulias. Pero el pecado imperdonable de Rastani fue confesar su pasión: ganar dinero en bolsa, como tantos otros.

Como él, cualquier trader puede apostar a la baja. Si cree que una empresa va a caer, venderá las acciones que aún no tiene y contribuirá a ello. Si cree que un país se va a hundir, venderá deuda que no ha comprado y pondrá su granito de arena. El mercado lo permite y las leyes (que no son lo mismo) también. Sólo de vez en cuando la CNMV prohíbe operar “en corto”, con acciones de los bancos o con todas en general, y lo hace provisionalmente. El resto del tiempo, vía libre. Después, bancos que se hunden, economías que quiebran y divisas que se tambalean. Pero una vez más –¿te suena?– no hay responsables.

¿CON LA COMIDA NO SE JUEGA?

Igual que es posible especular con acciones, divisas o fuentes de energía, el trading permite especular también con el precio de los alimentos. Así se ha hecho siempre en el mercado y así se puede hacer hoy desde casa. El trigo, el maíz, el arroz, la soja, el café o el azúcar son bienes esenciales para la supervivencia de comunidades enteras. Pero también son productos financieros. Forman un grupo propio dentro de las llamadas “commodities”, que significa “mercancía”. Pero esa mercancía no son yenes, barriles de petróleo o lingotes de oro. Es comida. La que escasea en muchas de las casas de quienes la producen. Podemos vivir sin Apple o Bankia, pero no podemos vivir sin alimentos. Los inversores lo saben y algunos se aprovechan de ello. Esperan a que se publique un informe negativo sobre alguna cosecha desastrosa provocada por inundaciones, sequías o conflictos armados. Lo escuchan, sonríen y corren al mercado. El éxito está garantizado, observa el siguiente ejemplo.

Imaginemos que en un país que produce cacao estalla una guerra civil. El gobierno está paralizado y suspende las exportaciones. Alguien con mucha avaricia y poca humanidad podría invertir enormes fortunas en comprar todo el cacao posible y almacenarlo hasta que la combinación de una demanda angustiosa con una acuciante escasez provoque una rápida subida del precio a niveles estratosféricos. En ese momento, cuando la falta de cacao ya ha mermado a suficientes familias, vende lo que tiene y gana un dineral. No es un ejemplo ficticio, es Costa de Marfil. Y ese individuo existe: se llama Anthony Ward, alias “Chocfinger”.

El señor Ward dejó su empleo de mensajero en Londres y cambió su moto por las commodities. En apenas 4 años, su empresa Armajaro logró lo que se conoce como “arrinconar al mercado”: manejar una cantidad suficiente de algo como para influir en el destino. Hace tres años repitió la operación y volvió a forrarse. Arrinconar al mercado no está al alcance de todos y no siempre es legal. En el caso de Armajaro, uno de los principales donantes de los conservadores británicos, sí que lo fue. Al menos en Reino Unido. En algunas regiones de África Occidental, en cambio, Armajaro no puede poner un pie. Pero todas las consecuencias para el señor Ward, cuya compañía ha preferido no aportar su versión para este reportaje, se reducen a un mote de villano.

En una entrevista colgada en Youtube antes de su último gran golpe africano, “Chocfinger” aseguraba que una de las claves del éxito de su compañía era seguir la previsión del tiempo. Pero olvídalo, tú no vas a hacerte rico por anticiparte a las inundaciones en el sudeste asiático o porque se aproxime un tifón a las costas de China. En cambio, si lo deseas, tal vez puedas sacar un pellizco subiéndote al tren de los arrinconadores. La pregunta ahora es: ¿quieres hacerlo?

REFLEXIONAR POR ENCIMA DE NUESTRAS POSIBILIDADES

Seguro que conoces a alguien que compró un piso en la época del boom. Tal vez incluso te animó a que hicieras lo mismo, guiado por la certeza de que aquello era una gran inversión. Tu amigo, o quizás tú mismo, habéis contribuido a inflar la burbuja inmobiliaria. Perdona que te lo diga así… Ah, que ya lo sabías, que ya te lo habían dicho.

Las burbujas son paradojas de la vida. La lógica dice que si baja el consumo de un producto, su precio también caerá. Pero en ocasiones los precios suben sin que haya subido la demanda real y, cuando los precios se disparan, se genera el deseo de altas rentabilidades. Es el paraíso para los especuladores. Cuando la paradoja termina y regresa la lógica, miras a tu alrededor y huele a napalm. Al petróleo le sucede a menudo. Su precio es capaz de duplicarse en unos meses sin que en realidad haga falta el doble de petróleo que antes. Pero familias, empresas y Estados tienen que pagar más por el combustible o la calefacción. Tú puedes aprovecharte de ello si haces clic el momento adecuado. Te lo pregunto una vez más: ¿quieres?

David Moreno no quiere, pese a que vive del trading. “No me gusta especular con el sustento de los demás e incluyo al petróleo. Su precio repercute en muchos bienes que se utilizan a diario”. Esto supone que David, cuyos ingresos dependen de sus operaciones en el ordenador, deja escapar cada mes muchas oportunidades de intentar ganar dinero. Pero Alberto Domínguez lo ve de otra manera: “El precio del petróleo es tan increíblemente manipulable por los principales productores que si quieren bajarlo lo bajarán, y si quieren subirlo, también. Mi intervención en el mercado no va a afectar”. Los dos tienen razón, pero la decisión es particular. García Sesma, que dejó atrás los números rojos, se decantó hace ya tiempo: “Me interesan las consecuencias de las operaciones financieras si afectan a mi día a día. Nos sigue gobernando la misma clase de gentuza y así nos va a todos. Y cuando digo a todos, me refiero a toda la humanidad”.

Toda la humanidad es, precisamente, la que puede meter mano en el mercado de los alimentos pese a que, como sospecharás, a una parte muy pequeña de ella le interesa realmente el minuto a minuto del precio de la soja. Daniel Pingarrón, de IG Markets, defiende que la especulación en alimentos se limite a los participantes en esa industria y no esté abierta a cualquier inversor. Pero los límites y las regulaciones desde fuera no son plato de buen gusto para el mercado.

Al final son los propios principios los que determinan las líneas rojas que uno no quiere traspasar. Vivir del trading o, al menos, soñar con ello, es una travesía incierta plagada de cadáveres en la que la serenidad es lo que la diferencia de un casino, la disciplina la diferencia de una aventura, y la ética –voluntaria– la diferencia de la selva. Un arriesgado salto al bando de los listos en el que se decide en el aire si se está abandonando también el bando de los buenos. Ese bando en el que, como sabemos, no siempre están los que ganan.



¿EUROVEGAS EN ESPAÑA? ITALIA ES LA CAPITAL EUROPEA DEL JUEGO

“Juega, pero sin exagerar”. El consejo que el Estado Italiano parece que invita más a jugar de lo que pueda desincentivar. Las loterías invaden Italia y el Gobierno no está dispuesto a renunciar en tiempos de crisis a los 4.000 millones de euros que ganó en el primer semestre del año. Sin embargo, este consejo parece olvidar que en Italia hay casi 800.000 ludópatas, con dos millones de personas en riesgo. Tampoco se acuerdan estos carteles de que la mayor empresa del país se llama mafia, que se aprovecha de este vicio que supone el 4% del PIB.

Italia se ha convertido en un enorme casino con forma de bota. Un paseo por cualquier bar revelará la existencia de tragaperras siempre con clientes. En el estanco, en la administración de loterías e incluso en las oficinas postales se puede contemplar cómo alguna persona ha desarrollado más automatismos que la propia máquina. Moneda, pulsación de botón y música de premio, si esto último se produce, se repetirá la operación hasta que se pierda todo.

Sin necesidad de tener un Eurovegas en el horizonteItalia fue en 2012 el segundo país del mundo en lo referente al juego. Una cifra, más de 70.000 millones en facturado legal, que dobla a lo que las familias italianas gastan en salud, y que supone ocho veces la cantidad dedicada a educación. El juego se hace fuerte en las loterías, los rascas, internet y en las masivas slot machines, dejando de lado otras propuestas como el bingo, perdidas en el maremágnum de una oferta masiva. La magnitud del problema comienza a levantar cierta polvadera popular.


EL PUEBLO CONTRA LAS MÁQUINAS

Tutelada por los Alpes que se dibujan en el horizonte, Santena es uno de los muchos pequeños pueblos que rodean a la industrial Turín. Marcada por la crisis de la Fiat y del mercado automovilístico en general, a esta pequeña población de apenas 10.000 habitantes se le ha sumado otro problema: la proliferación sin fin de máquinas tragaperras que ha llevado a una rebelión contra ellas dentro del municipio. La cifra de una máquina cada 300 habitantes ha sido la espoleta de los hechos.

Un paseo por las calles no da la sensación ni de la crisis, ni de la revuelta. Salvo por su polígono, algo más ajetreado, las calles de Santena son una balsa de aceite, donde el único movimiento que se ve son gente mayor en bicicleta intentando hacer frente al crudo invierno alpino. Su alcalde, Ugo Baldi, un veterinario perteneciente a la casta amable de políticos que verdaderamente trabajan para la comunidad, tampoco demuestra ninguna agitación aparente.

“Acabo de recibir malas noticias – explica -, me han notificado que la Prefectura no puede hacer nada para evitar la apertura una nueva sala de juegos en la localidad”. Baldi hace referencia a la moción votada por unanimidad para impedir la apertura de nuevas salas de juego en el pueblo. Todos los grupos políticos se mostraron partidarios – “lo que sería el equivalente de casi todos los vecinos de Santena”, recuerda Baldi -, pero la Ley no puede hacer nada por impedirlo. Los habitantes de Santena se gastan en ellas cerca de 1.300.000 euros anuales. “Si se suman las otras formas de juego de azar legales se llega hasta los dos millones”. En definitiva, una cifra que casi equivale a la cantidad anual que pagan de impuestos. “Pagan tantos impuestos como juegan”.

Se ha llegado a extremos de gente que no podía jugar porque tenía que trabajar, que pagaba a gente que quería jugar, pero que no tenía dinero”, explica Ugo Baldi, que se desespera ante la imposibilidad de limitar la extensión de las máquinas. “Los caminos que nos quedan no son muchos, pero habrá que tomarlos todos”. Estos pasan por hacer campañas de información a las franjas de la población afectada – principalmente personas mayores – e intentar incentivar el abandono de esta forma de lucro para bares, estancos y otros establecimientos. La mente de este alcalde se acelera cuando explica las formas que ha ido pensando para intentar limitar las máquinas, haciendo malabares con sus cuentas. “No podemos pedirles que las quiten todas porque eso es imposible. Les da demasiado dinero”.

“La administración no le tiene manía a los gestores, sino al fenómeno del juego. Es triste ver una ciudad pequeña como la nuestra en la que cierran las tiendas y abren salas de apuestas. Entonces, se entiende que hay algo que no funciona”, explica este alcalde que vive su cincuentena desviviéndose por su pueblo inmerso en una doble crisis. Y es que este es uno de los puntos importantes. Según datos citados por Reuters, pese a que Fiat (excluyendo su parte americana) y su entorno dan trabajo a un millón de personas – diez veces más que el juego -, la empresa ganó la mitad del dinero que la industria del azar el pasado año.

Aunque piense que limitando el número de máquinas se limitará el número de jugadores, el alcalde cree que el origen de todo queda anclado a la crisis que atraviesa el país y, especialmente, este pueblo piamontés y, ante todo, teme el futuro ya que el Estado, como los bares, no puede renunciar a este dinero. Pese a todo, el lamento es inevitable. “El Estado no puede hacer spots en los que te diga juega con moderación, porque sabe a poco. No es lo mismo que cuando te dicen que fumar produce cáncer”.

EL MONO DE LAS LOTERÍAS Y EL MONO POR LAS LOTERÍAS

El lenguaje utilizado para prevenir el juego es ingenuo, como indicaba el alcalde. En la página del grupo Lottomatica un simpático mono que se frota las manos nos da unas reglas para asegurarnos la diversión – siempre sin exagerar -. No deja de ser curioso que tener el mono, tenga el mismo significado en español que en italiano. La publicidad, como el juego, se ha ido de las manos. “Una vez fuimos a hablar en televisión del juego y en la pausa publicitaria pusieron anuncios de loterías”, cuenta Simone Feder, portavoz del movimiento No Slot Pavia, surgido en otra población víctima del juego.

 Pavía ha pasado de ser una ciudad de estudiantes ha convertirse en la capital del juego de Italia (Fabio Salmoirago vía Flickr)

Pavía, una tranquila ciudad de la industrial Lombardía, ha cambiado su referencia de capital de estudiantes para convertirse en la capital del juego en Italia. Una máquina tragaperras cada 136 habitantes y 2.800 euros de gasto per capita en juego – la media nacional es de 1.500 – han cambiado la cara de esta ciudad de 70.000 habitantes, donde el azar representa el 7,8% del PIB local. La presión social no pudo contenerse y el pasado junio Pavía decidió salir a la calle: era el nacimiento del movimiento No Slot en Italia.

“No podíamos más”, explica Simone Feder, psicólogo que lleva años tratando problemas de adicción en la Casa del Joven de Pavía. “El movimiento llevaba echando raíces desde hace mucho tiempo, desde que la gente empezó a llamar a nuestra puerta en busca de ayuda. Sin embargo, es de 2006 cuando empezaron a proliferar estos demonios de hierro”. Y por aquel entonces, recuerda Feder, no había crisis.

Los datos dicen que este año los italianos se han gastado menos dinero en juegos de azar,una verdad engañosa, ya que el facturado ha aumentado. El ejemplo es sencillo, puede ser que un italiano se gaste dos euros en un rasca y gana y que le toquen otros dos. En lugar de guardárselo, se lo vuelve a gastar y lo pierde. En realidad han sido cuatro, aunque de sus bolsillos sólo han salido dos. Y en los primeros ocho meses del año, este facturado sí que ha aumentado. En 2011, el facturado fue de 79.000 millones, un neto aumento frente a los 61.000 de 2010 o a los 16.000 de 2003. Los premios pequeños son el caramelo que sirve para atraer al jugador.

Feder dice que ante todo es padre de familia. Habla con la indignación de alguien que se encuentra cada semana con casos que le hacen caer el alma a los pies, pero que cuenta con la fuerza suficiente como para seguir adelante. “Esta semana vino una señora a contarnos el caso de su marido, que con poco más de 60 años se ha gastado 140.000 euros en rasca y gana”. Y así, cada semana. Cada día. Sin perder las fuerzas.

Estaba claro que era de Pavía de donde provendrían las fuerzas para lanzarse a luchar contra este problema. Italia lo padece con intensidad, pero Pavía sufre la asfixia. “Nosotros no sólo hacemos frente a los tratamientos. En el juego están metidos organizaciones de la mala vita – mafia – y los usureros, y ha habido alguna amenaza”. Las infiltraciones mafiosas son un hecho: el 9% de las incautaciones realizadas a los capos son bienes relacionados con las salas de juego, mientras que su facturación iría cerca de los 15.000 millones de euros, repartidos entre 49 clanes. La usura, la apertura de nuevas salas de juego y las apuestas ilegales son parte de las ramificaciones de la mafia en este negocio.

“Toda la vida trabajando en una ferretería para arruinarte jugando al rasca y gana” (Marco del Sorbo vía Flickr)

Técnicas como la máquina tragaperras trucada palidecen ante un mal que crece en una vergüenza silenciosa. La usura se ha convertido en uno de los problemas más graves ligados al juego. Una persona que entre en el círculo de la usura no podrá salir nunca. El préstamo para salir del paso se convierte en una trampa imposible de pagar. Todos ganan, menos los italianos, cuya única salida es organizarse.

“Somos treinta asociaciones y nos estamos extendiendo por Italia. Hemos bajado a la calle para decir que aquí estamos”, comenta Feder, haciendo referencia al ruido cada vez mayor que el juego está ocupando en los medios de comunicación. Un problema que ha pasado de las páginas de sucesos locales para colocarse como un interés mayúsculo para los italianos. Cuando el problema es tratado en televisión se alcanzan picos de audiencia.

Como muchos italianos, los exjugadores apuntan al Estado como uno de los responsables de la situación. Fiorenzo, 54 años, jugó a las tragaperras durante cinco años y ahora colabora con Simone Feder. Enfermo de parkinson, los medicamentos agudizaron su adicción que llegó a un punto en el que le bastaba sólo con poder jugar. “Evidentemente que una persona no está obligada a jugar, pero el Gobierno juega a favor del juego – explica -. Hay demasiado publicidad, hay demasiadas máquinas y los débiles de espíritu encuentran allí una salida”.

Elvio, de 60 años, fue durante mucho tiempo un responsable en distintas empresas. Su problema comenzó cuando fue jubilado. “Tenía demasiado tiempo libre”, admite. Acabó durmiendo en su coche, y decidió que tenía que poner punto final a su pasión destructiva con el juego cuando vio llorar a sus hijos. “Creo que la gente que tiene mucho tiempo libre y no tiene hobbies está en riesgo”. “Me sentía atraído por los sonidos y los colores que salían de allí. Siempre jugaba a la misma máquina. Llegas a un punto de creer que eres tú quién manejas a la máquina”. Este jubilado, que ayuda a otros jugadores contando su historia, señala al Estado como uno de los responsables: “Es el pez que se muerde la cola. No son capaces de renunciar a la cantidad de dinero que recaudan con el juego”.

UN DECRETO INSATISFACTORIO. UNA OCASIÓN PERDIDA

“El decreto ha sido un bluff”. Todos los entrevistados hablan del decreto Balduzzi como del ratón surgido del parto de los montes. Dicha norma estaba llamada a cambiar la faz del juego en Italia elaborada por el Gobierno técnico, sin embargo, un recorte por aquí y un ajuste por allá convirtieron las plegarias de Italia contra el juego en un globo pinchado. El doctor Bellio, psiquiatra y presidente de ALEA (asociación para el estudio del juego de azar), explica que del primer boceto al decreto se ha pasado de la noche al día.

El decreto Balduzzi, por ejemplo, preveía que no se situasen lugares de juego a menos de 500 metros de escuelas, iglesias y hospitales, sin embargo, el resultado final se ha reducido a 200 metros y sólo para nuevas instalaciones. Por su parte, se regula principalmente sobre las máquinas tragaperras, pero se deja de lado otros tipos de juego como el rasca y gana, igualmente adictivo.

“Es muy difícil por parte del Gobierno tomar decisiones restringiendo el juego de azar, pero también ha dejado muchas cosas en el aire”, comenta Bellio entre resignado e indignado. “Las indicaciones son bastante difusas y se invita a crear un sistema para tratar a los enfermos del juego sin hacer ninguna referencia a dónde saldrá el dinero para ponerlo en marcha”. Que impere la ley de la selva en el juego de azar es algo más que una posibilidad. “Pasará como cuando se regularon las televisiones privadas: No se partió de la creación de una realidad, sino que la Ley asumió una realidad que ya existía sin ella”.

Sin embargo, no es oro todo lo que reluce en el juego. La baja tasación (11% del IVA, frente al 21% de productos no alimentarios) ha hecho que desde 2003 hasta 2011, los ingresos por los impuestos sobre este concepto hayan aumentado sólo 3.000 millones, llegando hasta los 8.500 millones de euros.

Bellio, experto en estas lides, habla con una mezcla de realismo y de conciencia. El psiquiatra es sabedor de la imposibilidad de la prohibición total del juego, pero critica la labor del Estado en muchos aspectos: “No es posible que el mismo organismo que controla los juegos sea el que luego te dice que no tienes que jugar”. De hecho, el juego comenzó su proceso de desregulación en 1992, cuando Italia se encontraba en una grave crisis y estaba necesitada de ingresos rápidos.

“En Italia se han alcanzado niveles sin igual en el juego. En algunos sitios te devuelven el cambio, si quieres, en rasca y gana”. La crisis no ha frenado el juego, mientras que esta continua invasión hace que el problema no haya tocado fondo y con la misma facilidad con la que se juega a un rasca y gana siguen apareciendo más y más casos, con el silencio cómplice de las empresas (las sociedades contactadas para este reportaje no ejercieron su derecho de réplica).

“La revolución parte desde abajo. Tenemos la fuerza”, concluyen desde No Slot. Tanto ellos como ALEA apuestan por la solución, aunque saben que todavía queda bastante lejos: “La esperanza es lo último que se pierde”. Incluso cuando las máquinas tragaperras te ha robado tus posesiones materiales.

 

JORDI SEVILLA: “NO GASTAR LO QUE NO SE TIENE ES LO MÁS ANTICAPITALISTA DESDE EL MANIFIESTO COMUNISTA”

Ex ministro de Administraciones Públicas desde la llegada de Zapatero al poder en 2004 hasta su cese en 2007 por divergencias de opinión ante el manejo de la incipiente crisis en España, Jordi Sevilla se ha querido mantener estos años en un segundo plano, sin dejar por ello de publicar libros de autocrítica sobre la gestión socialista en el Gobierno y ofrecer alternativas a las políticas del PP en la actualidad. El “señor Sevilla”, como se refiere a él continuamente su secretaria, nos espera en una sala privada de la torre Price Waterhouse Coopers, uno de los cuatro colosos que dan la bienvenida a Madrid desde el Paseo de la Castellana. Antes de empezar, este reputado economista, asesor de Zapatero durante su época en la Oposición -su frase “esto te lo explico yo en dos tardes”, pasó a todos los titulares en su contra- nos pregunta: “¿Cuál es el tono de la entrevista, vamos a hablar un poco de qué libros me gustan o vamos a ir al grano?”. “Vamos a ir al grano, me temo”, digo yo, y empezamos sin dilación porque hay que hablar de la falta de reacción del gobierno socialista ante la crisis, lo que supuso el 15-M, si en el PP hay más de Adam Smith o de Marx y todo en menos de una hora, que nos recogerán y nos volverán a enviar 75 pisos más abajo.

 
En “Para desbloquear España” usted afirma: “Debe de ser la primera vez en la historia de España que, ante dificultades serias de convivencia, la gente pide más democracia y no menos, más diálogo y no menos, menos confrontación y no más”. ¿Sigue suscribiendo eso?

Sí, creo que ese sigue siendo uno de los rasgos que definen esta crisis, que salvo voces muy minoritarias los ciudadanos piensan que de esta tenemos que salir con una mejor democracia y no al revés. Y creo que aún estamos en ese momento en el que las peticiones de la mayoría de los ciudadanos de mejor democracia, mejor diálogo y mejor acuerdo no están siendo adecuadamente interpretadas por una clase política que sigue enrocada en el “y tú más”.

Quizá uno de los problemas sea que durante muchos años en España la democracia se entendía como oposición al régimen anterior y ahora hay que definir exactamente qué tipo de democracia se quiere, de manera que surge la democracia asamblearia, participativa, representativa… y la gente sí, pide más democracia pero a veces no sabe muy bien qué está pidiendo.

Sí, pero no piden menos democracia. Quizá porque yo he vivido en la dictadura y sé lo que es una dictadura, me enfadé tanto con alguna gente que decía “Esto es como Marruecos”. No, mire, no. No es lo mismo una democracia que funcione mal que una dictadura. Yo creo que el propio hecho de que haya distintas definiciones de democracia es bueno. De la diversidad es de lo que sale la continuidad de la especie. La democracia es un buen sistema que te permite ordenar la convivencia y el trabajo conjunto de personas que no piensen lo mismo. No me preocupa tanto que haya distintas concepciones de la democracia como que hasta ahora nadie está diciendo “voy a imponer la mía por la fuerza” sino “voy a hacer valer la mía mediante el diálogo”.

Ortega y Gasset, en “España Invertebrada”, analiza la relación entre el ciudadano medio español y sus políticos en términos de odio porque para el ciudadano, el político simboliza el mediador y el principal vicio patrio es “la acción directa”, el “esto lo arreglo yo”. ¿Cuánto hay de eso en los 15-M, 25-S, la llamada “democracia real” y cuánto hay de verdadera mala gestión de los políticos actuales?

Yo creo que hay mitad y mitad. Es cierto que uno de los problemas de la clase política española es que no ha sido eficaz. La manera en la que ha abordado problemas muy concretos, como la crisis, no ha sido “voy a resolverlo” sino “voy a ver cómo me afecta lo menos posible, voy a ver cómo deteriora lo más posible a mi adversario y voy a ver si saco rédito político partidista de esto”, y ese es un enfoque equivocado que la gente ha percibido, criticado y sancionado. Por otra parte, cuando yo estaba en activo en política solía decir: “Desconfiad quien os diga esto lo arreglo yo en un rato, yo tengo la solución”.

Bueno, eso es muy español… muy taxista

Sí, muy taxista. Pero digo desconfiad porque nadie tiene la solución salvo que recurras a la imposición y tengas fuerza para ello. Los que te dicen: “El asunto del tráfico lo arreglo yo: prohíbo circular a los coches privados y…”. Oiga, ¿cree que la gente de los coches privados va a aceptar eso? Pues no, y entonces tenemos que llamar a la guardia civil y ya tenemos la confrontación y, por lo tanto, no es solución.

En España sigue habiendo un punto de desconfianza con las instituciones públicas como consecuencia de la historia de unas instituciones políticas que han estado siempre al servicio de las oligarquías… y los partidos no han hecho nada por mejorar esa percepción.

¿Y todavía siguen sometidas esas instituciones públicas?

Vistos ejemplos que se han enquistado en algunas diputaciones provinciales de este país creo que todavía hay restos de lo que llamábamos caciquismo, pero solo restos.

¿Cómo combatimos la corrupción y la mediocridad sin que eso signifique alimentar un populismo que puede ser peligroso?

Ahí lo que hay que hacer es tener muy claro que la barra de separación no puede ser entre “los míos” y “los otros”, sino entre los que respetan la democracia y los que la vulneran. Y para mí la corrupción es una manera de vulnerar la democracia. La idea esta de que los corruptos del adversario son intolerables pero a lo míos, presunción de inocencia, es injusta. Y creo también que en eso ha influido también el uso partidista que se ha hecho del poder judicial. Porque hay varios casos en los que durante años se ha arrastrado por el fango el honor de un político y luego se ha demostrado que no era verdad, y eso también hay que ponerlo en la balanza porque es lo que genera esa inprotección de la presunción de la inocencia y que tiene que ver con el mayor problema: la rapidez de la justicia. Yo no sé si alguno de los ahora mismo imputados son culpables o inocentes, pero ellos no pueden estar ocho años sin saberlo, ni ellos ni sus familias ni los ciudadanos ni las instituciones.

Hablando de velocidades… ¿hasta qué punto el hecho de que vivamos en un mundo exageradamente rápido en cuanto a acciones y reacciones, con Twitter como ejemplo, influye a la hora de pedir soluciones demasiado inmediatas, como si se pudiera uno bajar de Internet una solución para cualquier cosa como se descarga una película?

Por una parte tienes un mundo tecnológico que avanza a una velocidad enorme y por otra un mundo político cuyas instituciones siguen hundiendo sus raíces en la Revolución Francesa del siglo XVIII. Eso genera una cierta dualidad y ayuda a explicar ese alejamiento que mucha gente tiene del mundo de la política. También creo que hay problemas que no tienen soluciones fáciles y rápidas, pero sí estoy de acuerdo en que los políticos deberían transmitir la imagen de que los están abordando.

Cuando estaba en la Oposición, pasó a la fama por aquella frase que le dijo a Zapatero respecto a una cuestión económica: “Esto te lo explico yo en dos tardes”. Sirvió de titular durante días para ilustrar la improvisación y la falta de preparación del candidato socialista. ¿Cuántas veces se lo han recordado desde entonces?

Me lo han recordado tantas veces que al final lo conté en mi blog y hasta titulé mi último libro: “La economía en dos tardes”. Si lees la transcripción literal de la conversación, que está grabada, verás que no le digo que le voy a enseñar la economía en dos tardes. Es curioso porque hay quien me hace responsable de la crisis económica porque no fui suficiente buen maestro…

¿Una muestra más de inmediatez, entonces, esta vez del periodismo, buscando un titular sin contexto?

Hay otro ejemplo que todavía es más claro. Muchos se acordarán de un titular de una entrevista de Zapatero, cuando aún estábamos en la Oposición, que decía: “Bajar impuestos es de izquierdas”, que también es una de esas cosas que nos han echado en cara muchas veces. Si tú te lees la entrevista, lo que dice es: “Bajar impuestos a los trabajadores es de izquierdas”, que  es otra cosa. Sin embargo, el titular como es muy largo no cabía, se simplifica, y la imagen que se transmite es la que se ha transmitido, no la que quería decir. El mundo de la simplificación tiene mucho que ver también con un empobrecimiento del conocimiento: cada vez más los ciudadanos escuchamos solo lo que queremos oír.

Llegamos a recordar cosas que no se han dicho, sino que alguien ha interpretado por nosotros en una radio o una televisión.

Así es. Y esto forma parte de un empobrecimiento de la actitud humana. Uno no pone un medio de comunicación para ver si aprende sino para reforzarse en sus ideas, y eso es muy triste.

Usted se da cuenta de que España está al borde de una crisis económica cuando…

Mira, te voy a contar algo que nunca he contado. Recuerdo que cuando el presidente me anuncia que me va a cesar, que es en junio de 2007, ya se ha producido la crisis de la subprime pero no se ha caído Lehman Brothers, es decir, hay solo un runrún de que hay problemas con el crédito hipotecario de Estados Unidos. Yo me acuerdo de que en julio de 2007 me apunté a aconsejarle que adelantara elecciones a octubre de 2007 y le di dos argumentos: 1) Porque la economía no iba a ir a mejor sino más bien a peor. Veníamos de una larga temporada de magníficos resultados económicos, incluyendo el primer superávit de la historia de la democracia española y 2) porque pensé que el tema de ETA tenía peligro, porque había una importante posibilidad de que ETA volviera a cometer un atentado. Pero la economía ya estaba como argumento entonces, como riesgo. Tenía la intuición de que la bondad del ciclo había no solo llegado a lo más alto sino que estaba empezando a caer y una cierta idea de que la caída podía ser relativamente rápida.

¿Y por qué Zapatero no entendió eso? Cuando yo pienso en aquel momento, no percibo mala fe en el presidente sino convencimiento en que las cosas iban bien, que los datos que le daban indicaban que todo iba bien, que al menos estaba controlado…

En mi opinión, se montó una “coalición por el optimismo”. No fue solo Zapatero. Los grandes empresarios de este país, los grandes banqueros de este país insistieron en que no había crisis. Recuerdo cuando Solbes decía: “Pero, ¡cómo podemos hablar de crisis si estamos creciendo al 3%!” y es verdad, estábamos creciendo al 3%, lo que pasa es que estábamos cayendo. La imagen esta típica de que cuando estás cayendo de un rascacielos, pues cuando pasas por la planta 20 todo va bien, ¿no?

Lo peligroso no es la caída sino el aterrizaje

Sí, sí, recuerdo que uno de los primeros de los artículos que escribí en El Mundo cuando dejé el Gobierno se llamaba “El nombre de la cosa”, que iba en torno a si es o no es crisis, y yo decía: “Me da igual cómo lo llamemos pero el caso es que antes todo iba para arriba y ahora todo va para abajo”. Zapatero tenía el convencimiento de que lo que venía era una cosa temporal que pasaría rápidamente (y eso era algo muy extendido, y no solo dentro del partido), pero él creía que si el gobierno oficializaba la crisis, esta se agudizaría. De ahí toda esta broma de llamarlo “desaceleración”, igual que Rajoy y el rescate. Hay veces que no nombrar una cosa es como si no fuera a pasar.

Como los niños.

Exacto. O como esas relaciones de las películas en las que decir “te quiero” cuesta tanto porque lo recubres de un simbolismo y de unos valores… Hay palabras que cuesta mucho pronunciar, pero cuando la sociedad sabe que a esto se le llama ‘crisis’ y el Gobierno es el único que no dice “crisis” se genera una enorme desconfianza.

¿Y en su caso concreto como ministro, cuando recibe el cese en 2007?

Yo soy funcionario y por tanto estoy muy acostumbrado a los nombramientos y los ceses. Nadie me explicó por qué iba a ser ministro y nadie me explicó por qué iba a dejar de serlo, forma parte del juego. Me gustaría haber seguido más tiempo, sería hipócrita decir que no, creo que tenía todavía utilidad y saqué adelante bastantes proyectos del ministerio. Dicho todo eso, no te oculto que cuando salí del Palacio de La Moncloa, llegué a casa y se lo dije a mi mujer tuve una cierta sensación de alivio. Ya sé que esto que voy a decir puede ser no muy bien interpretado pero ser ministro en España es muy jodido: estás en el punto de mira de todo el mundo, todo el mundo opina sobre lo que haces…

… Y todo el mundo por supuesto lo haría mejor que tú

Y, no nos engañemos, nunca he ganado tan poco dinero como cuando fui ministro.

El mantra es “No se puede gastar lo que no se tiene”. ¿Cómo queda el concepto de “inversión” dentro de esa teoría?

Después de “El Manifiesto Comunista” de Marx, lo más anticapitalista que se ha dicho es esta frase. Si nadie se gastara más de lo que tiene, El Corte Inglés quebraría, Visa quebraría, nadie vendería un piso porque nadie podría comprarlo. Si todo lo que tuviéramos que hacer lo tuviéramos que hacer al contado, el sistema económico que hemos montado y que nos da trabajo -o debería dárselo a quien no se lo da- no existiría.

Otra cosa sí es cierta: el crédito tienes que incorporarlo sin que se te vaya la mano. Ni la niñería de “no gastar lo que no tenemos”, ni solo vivir a crédito, que es lo que hemos estado haciendo en los últimos años en España y en el mundo.

Eso entronca con el otro gran mantra. “Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”. ¿Cómo evitar la responsabilidad total sin dejar de señalar culpables concretos?

Si tenemos como país un volumen de deuda que equivale a 2,5 veces el PIB es evidente que alguien se ha endeudado mucho. Quizás cuando se endeudó estaba en sus posibilidades… pero yo no querría entrar en el tema moral, que es un poco lo que se trasluce de las actitudes de Merkel: “Estos latinos han despilfarrado, pues ahora que la paguen”. No creo que ese sea un buen enfoque porque ahí tan culpable es el que acepta un crédito como el que lo da sin tener en cuenta los riesgos. El problema es que vivimos en una sociedad que se basa en vender y en ganar dinero vendiendo… y para vender alguien tiene que comprar. Si la distribución de renta se hace más desigual y los más tienen cada vez menos, o les das crédito o no pueden comprar.

Volvemos a Marx.

Forma parte de la lógica de funcionamiento del sistema el recurso al crédito. En un sistema de mercado hay ciclos y hay crisis porque se te va la mano en un sentido o en el otro. En los últimos años se nos ha ido de la mano en incrementar las desigualdades sociales y en incrementar la necesidad de crédito para vender. El ejemplo de las hipotecas subprime en Estados Unidos es clarísimo: cuando alguien concede un crédito a una persona que no tiene trabajo ni activos, lo único que se quiere es vender el piso porque hay una serie de incentivos para él o el director de la sucursal a la hora de vender ese piso que superan el seguro de riesgo. Por tanto, cuando la gente me pregunta quién tiene la culpa de la crisis, yo recurro mucho al “entre todos la mataron y ella sola se murió”. Yo creo que ha habido un problema del funcionamiento del sistema, y en ese sentido, para mí la crisis no es una rareza que ha aparecido de repente. Tenemos un sistema económico que funciona con ciclos y genera crisis.

Volviendo a la posición de Alemania, ¿no hay algo de Capitán Renault en “Casablanca” y su “¡qué escándalo, en este local se juega!”¿realmente es posible falsificar cuentas sin que NADIE se entere durante años, sin ninguna connivencia política?

Pero no solo las cuentas públicas. ¿De verdad en España nadie era consciente que los pisos no podían subir toda la vida, que era irracional pensar que cada año podían subir un 10-15% eternamente? ¿Y nadie había pensado que el día que eso dejara de darse algo pasaría?

En el caso de las cuentas de Grecia es curioso porque los bancos que seguían prestando dinero, especialmente alemanes, lo hacían por los informes de las agencias de rating que decían que aquello estaba totalmente correcto. Se ha montado un conjunto de incentivos que ha hecho que esas cosas sean posibles, yo creo que hay que aprender y cambiar los incentivos.

Hablando de Grecia, el bipartidismo se hundió, bastaron dos años. Usted defiende acuerdos entre los dos grandes partidos españoles como parte de ese desbloqueo, pero, ¿no cree que esos dos grandes partidos y los dos grandes partidos nacionalistas han abusado de un alejamiento de la realidad que ya no inspira confianza?

Sí, es así. No son conscientes de que del carajal en el que estamos solo podemos salir pactando la mayoría de la sociedad a través de los dos principales partidos, que son los que formalmente nos representan. Para mí es la principal prueba de su alejamiento. Hay que seguir insistiendo. Yo creo que es un poco recuperar algo de lo que nos sentimos orgullosos, o por lo menos mayoritariamente, que fue la transición: y no solo hablo de la dictadura a la democracia o la constitución, sino también la entrada al Mercado Común; fueron tres grandes problemas de este país de los que salimos juntos. Que cada 40 años haya problemas gordos de convivencia, sea la crisis o el problema catalán, que requieren actualizar el pacto constitucional me parece lo más razonable.

En general, ¿cómo ve la situación en los países rescatados? Algunos comparan esto con la recesión de los años 30. ¿Hay razones para una alarma así?

Creo que hasta ahora no pero es de las cosas que hay que destacar: en primer lugar, cuando un país ha sido intervenido, la “troika”, que es la que maneja el rescate, ha exigido un acuerdo entre los grandes partidos. Es decir, unas ciertas garantías de que lo que estoy pactando va a ser cumplido: no solo por parte del Gobierno, sino también de quien puede ser Gobierno. Desde ese punto de vista, me dolería mucho que el pacto entre PP y PSOE al final viniera impuesto por parte de la troika como parte del rescate. Sería un fracaso de nuestra autonomía y de nuestro sentido común, porque yo estoy convencido de que si anunciáramos un gran acuerdo entre PP y PSOE en torno a 15 propuestas importantes para este país, la prima de riesgo bajaría muchísimo.

Aunque han crecido los partidos aparte de los dos grandes, no son exactamente antisistema, aunque puedan estar en el margen del sistema, pero no son lo que decíamos de los fascismos de los años 30.

O como “Amanecer Dorado” en Grecia

Crecen, pero no gobiernan, son fenómenos como Le Pen en Francia: fenómenos que, como el soufflé, suben mucho pero bajan mucho. Lo que me preocupa es el poso de insatisfacción que queda entre la ciudadanía, es decir, cuando en España tenemos elecciones incluso después de un fenómeno que fue tan importante como el 15-M, el 70% de los ciudadanos seguimos votando a los mismos partidos, aunque cada vez más tapándonos la nariz, cada vez más a regañadientes, con desconfianza… y eso está siendo mal interpretado por los partidos políticos, que se quedan con la aritmética: “A mí me han votado con mayoría absoluta”. Si no calibras lo que hay detrás del voto, sí que puedes estar abriendo espacios a que aparezcan partidos antisistema.

Después del 15-M, en Cataluña, por ejemplo, y en concreto en Barcelona, se celebraban unas elecciones históricas, las primeras en las que CiU podía conseguir la alcaldía, su sueño dorado casi desde la formación del partido. Eran unas elecciones decisivas y solo votó el 52% del electorado. ¿No hay un verdadero problema cuando casi la mitad de los llamados a votar deciden no hacerlo o lo hacen en blanco o nulo? Y no vale decir que estaban todos en la playa porque hacía buen día y les da igual la democracia… aun así, aunque fuera esa la razón, que no voten no quiere decir que luego no existan como parte de la sociedad.

Eso forma parte de lo que decíamos antes: no puedes recibir los resultados electorales haciendo abstracción del mayor o menor nivel de compromiso que hay con el voto. Todo eso son signos que alguien positivo y sensato debería de saber interpretar.

De todos modos, me da la impresión de que lo que está pasando no es ajeno al otro gran fenómeno del que todos hablamos: la globalización. ¿Hasta qué punto los problemas de los ciudadanos españoles, de Cataluña, de Sevilla o de Ciudad Real se pueden resolver de verdad por los políticos de Cataluña, de Sevilla o de Ciudad Real?, ¿hasta qué punto seguimos manteniendo unas estructuras de representación democrática basadas en el concepto de estado-nación, y en el concepto de ayuntamiento o comunidad autónoma, en un mundo en el que posiblemente Merkel decide mucho más sobre el copago en España que el Gobierno español. Y eso se nota cuando cada vez más tenemos presidentes como el señor Rajoy que dice: “Me veo obligado a hacer cosas que no me gustaría hacer”.

Nuestro segundo presidente consecutivo que dice eso, por cierto.

Claro, desde mayo de 2010 “me veo obligado a hacer algo” quiere decir que hay otro poder que tiene más fuerza que el poder de la ciudadanía y de los políticos. Esa reflexión te lleva a la conclusión racional de “bueno, pues entonces quítate tú de en medio y déjame que vote yo a Merkel”. Creo que hay un problema serio de falta de compatibilidad entre la globalización y la participación democrática. Todo esto afecta a los ciudadanos, que, en el fondo, entienden que el alcalde tampoco manda tanto y, total, para qué le voy a ir a votar.

 

Llamar “rescate” a lo que en inglés se llama “fianza” (“bailout”), ¿no le parece un hermoso ejemplo de neolengua?, ¿dónde surgió esa terminología?

Pues es curioso, no lo sé muy bien.

Lo digo porque rescate queda como algo heroico, normalmente desinteresado, mientras fianza, claramente, es otra cosa.

Es verdad, no había pensado yo en eso, no sé por qué se tradujo desde el principio como “rescate”. Supongo que tiene que ver con la idea de “me han secuestrado, doy algo a cambio de algo. Tú me das un crédito, yo te doy a cambio los esfuerzos que me pidas”.

La prima de riesgo baja porque Rajoy parece aceptar la intervención y Rajoy lo aprovecha para aplazar la intervención, ¿estamos siendo serios?

Si sigues el razonamiento lógico, si no aceptamos la intervención, pues volverá a subir la prima de riesgo, que es lo que yo creo que va a pasar. Aquí estamos jugando con fuego. Yo creo que España necesita un rescate, que el nivel de dificultades que tenemos para encontrar la liquidez que necesitamos para refinanciar las deudas y para pagar las nuevas que estamos generando requiere de ayudas desde fuera. La discusión debería ser cuándo, cuánto y a cambio de qué. Yo insisto en que al menos una parte de ese dinero de fuera debería dedicarse a reactivar la economía. O utilizamos una parte del dinero fresco del rescate para generar actividad e ingresos que nos permitan pagar la deuda o, si solo financiamos recortes de gasto público, que lo que hacen es hundir la economía y hundir los ingresos públicos, el rescate será una piedra atada a nuestro cuello.

¿Qué es lo que más miedo le da en estos momentos y más esperanza?

Lo que más miedo me da es la irracionalidad, el asalto a la razón, que creo que estamos viviendo una vez más en los últimos tiempos y que tiene su punta del iceberg en el fanatismo religioso.

Lo que más esperanza me da es que siga habiendo gente que a pesar de todo no se resigna, que a pesar de que yo pueda estar más o menos de acuerdo con lo que el otro propone, son conscientes de que lo que hay no nos gusta y que podemos cambiarlo. Yo creo que eso, que lo podemos ver en el 15-M, por seguir con el mito, a mí me genera mucha esperanza aunque, insisto, en muchas cosas no esté de acuerdo.