EL CAIRO: EXTRANJEROS AL CALOR DE UNA REVOLUCIÓN AJENA

El avión ha comenzado a descender y El Cairo aparece ante los ojos de los pasajeros como una visión de Google Earth. El vínculo entre el extranjero y la ciudad es, todavía, similar a una relación por Internet: una neblina de ideas preconcebidas, ensoñaciones, ilusión e incertidumbre. Un estado que no durará mucho. Una vez se produzca el primer encuentro, la megalópolis tomará las riendas. Que nadie espere un amor a fuego lento. Ni siquiera podemos estar seguros de que ese amor llegue a florecer. La semilla ya plantada luchará por crecer en un terreno hostil, inundado de basura, rodeado de edificios polvorientos. Su energía se irá consumiendo en la eterna banda sonora de los cláxones, las triquiñuelas de los vendedores, la inmutabilidad del sol y el humo venenoso que se disuelve en el aire. Buscará alimento y, si encuentra la manera, lo hallará en atardeceres de cromática irrepetible, en la caudalosa anchura el río Nilo y en un aprendizaje intenso que conduce a quien lo recibe a un mayor conocimiento de sí mismo. 

Cada uno vive su experiencia de forma distinta, pero gran parte de los extranjeros que han elegido la capital egipcia como ciudad de residencia coinciden en una cosa: con El Cairo no existen los términos medios. Quienes se enamoran de ella la amarán profundamente y para siempre. Quienes la odian pondrán pies en polvorosa en cuanto tengan la oportunidad, para nunca más volver.

COMIENZA LA REVOLUCIÓN Y YO CON ESTOS PELOS

Drew, el estadounidense, es el único de los cuatro que fue testigo de la revolución desde su piso en la calle Tahrir: una larga y casi siempre ruidosa avenida en el barrio de Dokki. El 25 de enero de 2011, fecha de las primeras concentraciones populares contra Mubarak, Drew se encontraba de viaje en Marruecos y, cuando volvió a El Cairo, dos días después, todavía ni se imaginaba lo que estaba sucediendo. Los correos electrónicos que había recibido de varios de sus amigos preguntándole si seguía con vida, según parece, no le parecieron suficiente razón para alarmarse.

“Regresé el 27 de enero y no entendí muy bien qué era lo que estaba pasando. No pensé que las manifestaciones fueran a desembocar en algo tan grande. Primero cortaron Internet y pensé  que había un problema con el router así que me dispuse a llamar a mi compañera de piso.  Sin embargo, el teléfono móvil tampoco daba señal”. Demasiada casualidad, incluso para tratarse de la imprevisible vida en Egipto.


En los días siguientes, las ventanas del piso de Drew se transformaron en una pantalla de cine en tres dimensiones. Las calles se llenaban y vaciaban en oleadas. La policía hacía acto de presencia y se retiraba con la misma velocidad mientras el gas lacrimógeno dificultaba la respiración. En un momento dado, Drew se cansó de ser espectador de una revolución que estaba sucediendo bajo sus pies y bajó a la calle.  Se dirigió a la plaza de Tahrir. Vio tanques y coches ardiendo, enfrentamientos entre los revolucionarios y la policía, gente ensangrentada… Quienes se topaban con él y con su cámara le instaban a volver a casa para evitar que resultara herido. Otros le sonreían y gritaban con euforia: “Grábanos. Esta es nuestra revolución y el mundo entero va a a ser testigo”.

Inmediatamente después del levantamiento, comenzó a experimentar la extraña sensación de ser el único extranjero en toda la ciudad: “Todos mis amigos se fueron y no había turistas, por supuesto, sólo venían quienes buscaban un poco de acción. Aun así, los egipcios se mostraban muy contentos de que estuviera aquí”. Pasaron las semanas y la urbe comenzó a volver a su normalidad demencial, trastocada, de tanto en tanto, por los diferentes acontecimientos políticos y sociales y por un galopante deterioro económico. Volvieron las cervecitas en el  bar Horreia, las shishas en los cafés del barrio y la preocupación por encontrar una estabilidad laboral que, con la nueva situación, se hizo un poco más difícil… También para los extranjeros.

SE VAN LOS TURISTAS. LLEGAN LOS PERIODISTAS

Como perros sabuesos, decenas de periodistas se trasladaron a El Cairo guiados por el olor embriagador de un hueso que prometía ser grande y suculento. La revolución y la consiguiente caída de Hosni Mubarak dieron paso a una transición democrática que el presidente, Mohamed Mursi, daba por finalizada el pasado 26 de diciembre con la promulgación de la nueva Carta Magna. En su discurso prefirió, no obstante, no mencionar que sobre la Asamblea Constituyente y la Cámara Alta pesa una amenaza de disolución por parte del Tribunal Constitucional ni que todavía deben celebrarse elecciones parlamentarias. Por todo ello, Egipto ha sido y continúa siendo un punto de interés para la prensa internacional y los periodistas han seguido llegando, atraídos por la certeza de que el flujo informativo en el país está muy lejos de agotarse.

 

Como decíamos, Ismael Monzón llegó varios meses después de la revolución propiamente dicha y aun así ha tenido la oportunidad de saborear lo mejor y lo peor de ser periodista en un país tan convulso. “Recuerdo especialmente diciembre de 2011. Tras las elecciones parlamentarias, había muchísima tensión y vimos una gran cantidad de muertos. Yo me estrené de verdad con una masacre en Maspiro (el edificio de la Radiotelevisión Egipcia), en la que murieron más de 20 personas. Entonces parecía que todo lo que cubríamos eran matanzas, masacres, sangre… era un panorama horrible”. Cuando parecía que el intenso flujo informativo les iba a dar un respiro a él y a sus compañeros, volvieron las jornadas infernales de trabajo. Más muertos y, ya en casa, lágrimas de impotencia por toda la tensión contenida durante semanas: “Se me encogía el alma al ver a chavales jugando. Niños que no tienen nada que perder, corriendo, metiéndose en el enfrentamiento porque lo ven entretenido, riéndose después de que hubiera 15 muertos el día anterior. Es completamente irracional y es imposible llegar a entender cómo puede pasar esto y, sobre todo, para qué”.

Pero no todo son horrores para un periodista en Egipto, la cuna de la civilización faraónica. La arqueología es una fuente inagotable de noticias y de descubrimientos. Además, los egipcios, siempre y cuando no estén abducidos por la idea de que el extranjero es un espía israelí recabando información sobre seguridad nacional (cosa bastante común), son personas amables y siempre dispuestas a ofrecer una historia. “Antes de las elecciones presidenciales nos fuimos a los pueblos de origen de los candidatos. Viajamos a dos aldeas minúsculas donde todo el mundo quería hablar, todo el mundo tenía algo que contarte”.

MUJERES: QUE NO ME ENTERE YO DE QUE ESE TOBILLO PASA HAMBRE

Seguro que Tessa y Kaidi están de acuerdo en que, si los artistas del piropo en España han sido tradicionalmente los obreros, podríamos decir que El Cairo es una ciudad en permanente construcción. La ropa larga y ancha, el semblante serio, la mirada traspasando el asfalto… constituyen prácticas insuficientes para evitar la lluvia de “piropos” que le cae a cualquier mujer desde el momento en que sale por la puerta de su casa. Aunque las egipcias no se libran, son las extranjeras a las que les toca un porcentaje mayor de consideraciones sobre su físico, expresadas en alta voz, en un número que es directamente proporcional a lo claro que sea el color de su cabellera.  La palabra “Mozza”, que podríamos traducir más o menos como “guapa” o, directamente, “tía buena”, es la más común; otras expresiones rozan lo pornográfico y, alguna que otra vez, se terminan convirtiendo en un insulto. Hay que decir que, en su mayor parte, las palabras son positivas desde el punto de vista semántico pero, como dice Tessa, cuando se repiten decenas de veces al día sólo pueden ser recibidas como una forma de acoso: “Los comentarios, las miradas… antes de venir habría dicho que no constituyen acoso, pero cuando te pasa absolutamente cada día, la cosa cambia. Te sientes como un objeto sexual. No importa lo que lleves puesto, nos pasa a todas”.

Según varios medios locales, el acoso sexual se ha convertido en una lacra dentro de la sociedad egipcia, que se ha intensificado en los últimos cinco años. Durante las fiestas religiosas más importantes, ya es una costumbre para determinados grupos de jóvenes el salir a acosar mujeres, llegando al contacto físico. Este hecho contrasta con el testimonio de muchas extranjeras, que aseguran poder caminar por su barrio a altas horas de la madrugada sin sentirse inseguras. Parece contradictorio, pero Egipto posee un universo propio, que no puede comprenderse con los estándares occidentales y sólo despojándose de ellos el extranjero se acerca a entender lo mejor y lo peor de ese mundo aparte, en su justa medida.

Además de bailarina, Kaidi es ya una experta en deconstrucción de prejuicios y reconsideración de principios: “Desde hace ya varios meses, estoy saliendo con un chico egipcio y, aunque estoy muy contenta de estar con él, lo cierto es que no me está resultando fácil el proceso de adaptación”. Y es que tras el “flechazo” inicial llega el día a día, las primeras diferencias culturales, las segundas, las terceras, los celos y las exigencias. Factores que, unidos en el engranaje de una pequeña bomba de relojería, pueden explotar en situaciones dramáticamente absurdas, propias de una telenovela venezolana.

Pasado el famoso escollo inicial (muchos egipcios no están dispuestos a casarse con una mujer no musulmana, aunque no desdeñarían una feliz aventurilla) Kaidi ha ido afianzando su relación con paciencia y una mente abierta: “Tienes que tomar algunas reglas porque no puedes vivir como en Europa. El gran dilema es qué reglas tomo y cuáles dejo. Para mí es difícil. Por ejemplo, a mi novio le tengo que decir todo el rato dónde estoy. Siento que no tengo privacidad, pero entiendo que, desde su punto de vista, es importante porque quiere saber si estoy bien”. Aun teniendo que modificar ciertas reglas de comportamiento, Kaidi asegura que la relación le compensa con creces: “Si tienen novia o mujer, la ven como si fuera un tesoro. Para ellos es como una joya preciosa que deben proteger y querer con todo su ser. El respeto, la pasión y el esfuerzo que dedican a una mujer es mucho más intenso que en Europa”.

EL TAXISTA EGIPCIO, ENTRE EL HUMOR Y EL PELIGRO

El taxi pita a Drew, le da luces y porque no puede dar volteretas que, si no, también las daría. Él le hace un gesto con la mano indicándole que sí, que necesita un taxi y que el espectáculo acústico-luminoso no era necesario. Después del número circense, cabe la posibilidad de que tu ruta no le guste y pase de él, como le sucedió a Ismael: “Recuerdo un día en el que llovía y ningún taxista me quería llevar. Después de parar a cinco o seis taxis, el siguiente me pidió una cantidad desorbitada por llevarme al barrio de al lado, así que me cabreé y le abrí todas las puertas del coche para que tuviera que bajarse a cerrarlas”. La conducción en Egipto se basa en la supremacía del más fuerte. Coches destartalados intentan adelantarse los unos a los otros, introduciéndose por huecos por los que sólo los protagonistas de la película “The fast and the Furious” se atreverían a pasar. Con desprecio de su vida (y de la del pasajero) el taxista realiza todos los movimientos que sean necesarios para evitar el tráfico, a ser posible por la  ruta más larga, obviando el hecho de que el coche no está hecho de goma. Ni se inmuta. Es su pan de cada día y, mientras conduce, no le supone ningún esfuerzo iniciar una conversación.

 Si el cliente es una mujer, es muy posible que la primera frase esté formulada de forma interrogativa: “¿Estás casada?”. Si la respuesta es negativa, seguirá preguntando por el extraño motivo de esa soltería o se ofrecerá muy amablemente a poner fin a su estado sentimental ofreciéndose como futuro esposo. Tessa asegura que nunca le ha parecido que sea nada más que una broma: “Un señor mayor me dijo que necesitaba una mujer joven y que la ventaja para mí es que en Egipto puedo tener varios maridos, que no me tenía que quedar sólo con él” . Kaidi, por si acaso, se ha colocado un anillo de compromiso y, para cualquiera que se interese, se halla felizmente casada.

Volvamos a Drew, el americano de altura imponente, que se ha visto envuelto en historias más cómicas, aunque a él en ese momento no le hicieran mucha gracia: “Cuando llegué a El Cairo, quería sentarme con el taxista para ser su brother, porque consideraba clasista ponerme atrás. Bastó una sola experiencia para nunca más volver a sentarme delante. En ese momento no hablaba árabe y, cuando el taxista empezó a hablarme, no entendía nada. De lo que estaba seguro es de que me estaba haciendo preguntas sobre sexo porque hacía gestos muy obscenos con las manos y la lengua. Cuanto más le repetía que no comprendía, más se esforzaba él en que sus gestos fueran  asquerosamente explícitos. Y yo lo único que sabía era que quería bajarme del taxi”.

A todos les han intentado engañar alguna vez y se han visto obligados a ponerse firmes, enfrentándose a hombres enfurecidos por el convencimiento de que están en su derecho de engañar al extranjero. Ismael, como hemos visto, es un feroz combatiente de la estafa: “A veces no te quieren poner el taxímetro y te dicen que no funciona, así que yo me he aprendido cuáles son los botones, los pulso y les digo: mira, pues sí que funciona. En esos casos, o entran en cólera y me echan del taxi o, si tengo suerte, me dicen a regañadientes que vale, que me llevan. También hay historias graciosas. Recuerdo un taxi al que me subí cuyo conductor decía que hablaba español. Lo mejor que sabía decir era very bien y se hacía llamar Jaime. Me enseñó un libro de firmas con muchísimos textos en español que decían que Jaime era muy bueno, que te fiaras de él, que era muy majo”.

Conducen por dirección contraria, no conocen la ciudad y nunca te devuelven el cambio si no se lo pides, aunque si tienes un problema te ayudarán sin esperar nada.

QUIEN NO TIENE UN AMIGO EGIPCIO, ES PORQUE QUIERE

“Conocí a un grupo de egipcios que hablaba español y, un día que no podía quedar, uno de ellos vino desde la otra punta de la ciudad para darme un papiro y un llavero que me había comprado en un bazar. Es gente extrovertida, amable, desesperante muchas veces. No puedes contar con ellos para nada y no lo hacen con mala intención, es su carácter. Te dicen que sí a todo, luego no tienen ni idea de cómo hacerlo y en el momento más tenso te salen con alguna cosa tierna que te descoloca. Me encantan los egipcios, me los quedo. A veces los quisiera matar a todos”. Ismael, con su argumentación bipolar, define perfectamente el carácter de un pueblo que se siente vinculado a España de muchas formas, empezando por la liga profesional de fútbol. El carácter del egipcio, perdedor esencial de minutos como si tuviera un escape en su reloj biológico, tiende a perturbar el estado nervioso del occidental medio.

Hacer un amigo egipcio es tan fácil como bajar a la calle. No es necesario nada más. Si lo que quiere uno es codearse con las clases más altas, lo que tiene que hacer es acudir a una fiesta en un piso o a uno de los clubes nocturnos a orillas del río Nilo. Entre las clases altas, hay menos mujeres con velo y se percibe un carácter más occidentalizado aunque, para Tessa, en general, son diferentes al pijo prototípico que todos conocemos: “La élite, la gente educada, está mas interesada en su país que en otros lugares y más comprometida políticamente. También he estado en el Líbano y allí no están conectados con la realidad del país, con las condiciones de los más pobres… Aquí hablan de la realidad, de los problemas y creo que eso tiene mucho que ver con la llegada de la revolución”. 

En una ciudad tan poco saludable, relajarse es una forma de recuperar minutos de ese tiempo momentáneamente huido. El Nilo atrae a sus orillas a todos aquellos que sienten que la locura los va a alcanzar pronto y se resisten a perderse del todo. Los barcos que cruzan el río a vela o a motor y los cafés erigidos para alcanzar vistas espectaculares de su caudal imponente, son los lugares preferidos por los extranjeros para poner su cerebro en standby. Allí se fuman una shisha, se beben una cerveza Stella y se reúnen para contarse sus aventuras y desventuras.

Entre la comunidad de extranjeros en la capital egipcia hay quien lleva meses, años, toda una vida. Lleven el tiempo que lleven, todos ellos seguirán escuchando, de tanto en tanto, la famosa frase de bienvenida en cualquier esquina: “Welcome to Egypt”. No es difícil sentirse como un recién llegado después de diez, de veinte años. Tampoco haber encontrado un verdadero hogar tras un único mes de estancia. El Cairo es un laberinto para el cuerpo y para el alma, un lugar donde perderse, en el que recrearse, del que querer escapar mientras se intentan conocer sus entresijos. Quienes odian la ciudad se marcharán para nunca más volver, pero la mayoría la odiarán con un amor recurrente y algunos terminarán dejándolo todo, irremediablemente, para volver.

Álava

 

Espacios en verde

NO TIENE MAR, COMO LAS OTRAS DOS PROVINCIAS VASCAS, PERO A CAMBIO OFRECE UNA VARIEDAD PAISAJÍSTICA Y UNA CUBIERTA DE BOSQUE AUTÓCTONO DIFÍCIL DE ENCONTRAR EN OTRAS ZONAS DE EUSKADI. ÁLAVA, IGUAL QUE VITORIA, SU CAPITAL, HA HECHO DE LAS BUENAS PRÁCTICAS MEDIOAMBIENTALES UN ESTILO DE VIDA.

Burullería


Una estatua en bronce a tamaño real de un escritor preside la plaza vitoriana de la Burullería. La figura mira directamente a la catedral de Santa María con gesto pensativo. La mano izquierda cruzada sobre la cintura; la derecha, inclinada lo justo para sujetar el mentón del ilustre. Sería lógico pensar que en este escenario, en el epicentro de la almendra medieval de Vitoria, frente a un templo de cimientos románicos y rodeado de solemnes y centenarios edificios, el personaje fuera uno de nuestros clásicos, un insigne de las letras hispanas, contemporáneo, como poco, de la fachadas que le contemplan.

Segura, Cazorla y Las Villas - Paraíso Interior

ES DIFÍCIL ENCONTRAR EN EUROPA UNA MANCHA ARBÓREA COMPARABLE A LA DE ESTE PARQUE NATURAL. MÁS DE 200.000 HECTÁREAS QUE ABARCAN TRES COMARCAS EN LA PROVINCIA DE JAÉN, CON MONTES, COLLADOS Y NAVAS HABITADOS POR ESPECIES ÚNICAS. LO RECORREMOS JUNTO AL ESCRITOR JIENENSE JUAN ESLAVA GALÁN.

Cazorla

En los cielos de Cazorla no es infrecuente ver majestuosos osteófagos –de casi tres metros de envergadura con las alas desplegadas– que pueden parecer águilas porque no tienen el pescuezo pelado, como su pariente más común. El quebrantahuesos (arriba a la derecha) se alimenta de huesos que rompe contra las peñas lanzándolos desde gran altura. La capra pyrenaica hispanica de Cazorla (abajo), dotada de impresionantes cuernos, practica escalada y otros deportes de riesgo cuando se propone alcanzar los arbustos colgados de algún precipicio.

quebrantahuesos


Ribera Sacra

Viñedos a ras de cielo

ENTRE LUGO Y OURENSE DESPIERTA DE SU LETARGO ESTA DENOMINACIÓN DE ORIGEN NACIDA DE UNA OROGRAFÍA CASI ARTIFICIAL. UNA ZONA DONDE LA VID SE CULTIVA EN PENDIENTES QUE HACEN DE LA VENDIMIA CASI UN DEPORTE DE RIESGO Y CUYOS CALDOS HAN CONSEGUIDO SITUARSE EN EL PUNTO DE MIRA DE LA CRÍTICA INTERNACIONAL ESPECIALIZADA.

Lugo Orense
Río antiguo, el Sil dosifica el vértigo camino de los viñedos imposibles de la Ribeira Sacra. La vía del tren persigue desde el Bierzo la estela de sus aguas oscuras, el mismo corredor natural por el que los romanos se adentraron en la primitiva Gallaecia. Ellos construyeron por vez primera las terrazas que aún hoy hacen posible el cultivo de la vid en pendientes donde la vendimia parece tarea de alpinistas. De hecho, la recolección manual de la uva en las inclinadas paredes del cañón podría recordar, por su peligrosidad y por la necesaria maestría, a la
captura de los percebes en la costa.



BRET EASTON ELLIS: CUANDO LA ÉTICA SE CONVIERTE EN ESTÉTICA

En la gira de promoción de su última novela, “Suites imperiales”, Bret Easton Ellis luchaba por dejar de parecer un niñato consentido y pulía su imagen sometiéndose a innumerables sesiones de entrevistas, fotos, coloquios… “Está mucho más calmado que otras veces”, concedía la jefa de prensa de Mondadori, como si el escritor se hubiera cansado tanto de sí mismo que hubiera decidido rendirse, entregarse al enemigo, a la cámara de fotos, a la grabadora en pie frente a su sillón acolchado.

Llevaba gafas, pelo muy corto y recordaba a alguien que debió de ser suficientemente guapo y rico en su juventud como para pasarse una vida hablando de belleza y dinero. La primera pregunta que le hice fue sobre una canción de Hole que decía en su estribillo “There is no power like my pretty power” (“No hay poder como el poder de mi belleza”).  ¿Hasta qué punto estaba de acuerdo con la afirmación de Courtney Love? Ellis miró a su alrededor, hastiado, como si quisiera marcharse de allí y entonces recordó que no, que el nuevo Bret Easton Ellis no hacía esas cosas y se limitó a contar una historia muy larga, que empezaba por la noche anterior, un insomnio prolongado y un resfriado persistente.

Algo muy trivial.

Cuando uno llega a una entrevista dispuesto a empezar con una discusión metafísica y acaba escuchando una charla sobre remedios para catarros, obviamente es que ha perdido por completo los tiempos y el poder. Eso lo sabía el entrevistado Bret Easton Ellis porque lo había aprendido del novelista Bret Easton Ellis. Poca gente como él ha sabido mezclar los conceptos de persona y personaje, no ya en la tópica acepción de “¿Cuánto hay de autobiográfico en el protagonista de tu novela?”, que es completamente irrelevante, sino, más bien, “¿hasta qué punto sabe el protagonista de tu novela que está siendo el protagonista de tu novela?” De acuerdo, eso está en Unamuno, pero ahí como agonía; aquí, simplemente, como escaparate. Estética.

La estética de uno mismo. La narrativa de uno mismo. En “Glamorama”, su cuarta novela, Bret Easton Ellis hace que Victor Ward vaya enloqueciendo poco a poco y acabe convencido de que su vida no es sino la película de su vida. Que la persona es el personaje y que no hay manera de diferenciarlos. Victor Ward acaba cansado de ser Victor Ward igual que Ellis acabaría cansado de ser Ellis. Lo mismo podría decirse de Sean y Patrick Bateman o de Clay, especialmente en su segundo advenimiento de 2010. De hecho, diría que “Menos que cero”, publicada en 1985 cuando Ellis no era más que un estudiante de universidad rodeado de amigotes ricos y nihilistas, es la única novela que se salta ese análisis, aunque lo anuncia.

Los personajes de Ellis son básicamente gente aburrida. Estresantemente aburrida, en ocasiones, pero aburrida. Las consecuencias de sus actos no son morales y raramente afectivas, simplemente son estéticas. Lo que queda bonito y lo que queda feo. Cuando uno no vive sino que cuenta su vida puede perder la noción de lo bueno y lo malo, como pierde la de lo placentero y lo doloroso. Los personajes de Ellis escapan a menudo de la convención “hedonista/autodestructivo”. Son otra cosa. Son lo que la cámara –el teclado- decida que son y ellos están ahí, mirando su peinado, su bronceado, su ropa, repasando el plano una y mil veces para intuir lo que la gente va a pensar cuando el director grite “corten”.

De la misma manera, Ellis, en el Hotel Villamagna, cinco estrellas de lujo, Paseo de la Castellana de una ciudad europea en la que la decadencia solo asomaba aún la patita, parecía aburrirse y divertirse y jugaba  a contarte quién era sin que realmente supieras si lo que te estaba contando era verdad o mentira. Simplemente, intentaba que tuviera sentido. Que fuera una buena historia. Que el periodista la pudiera contar en su revista o en su periódico, diciendo “Bret Easton Ellis es así” para que él se partiera de risa en cualquier otro lado, con su traductora rubia al lado, pensando “¿Qué demonios sabrá esta gente de quién es Bret Easton Ellis?”



Quizá, después de todo, puede que el Ellis de “Suites Imperiales” no esté más calmado sino que simplemente haya decidido engañar a todo el mundo. Convertir definitivamente la no ficción en ficción, la entrevista en relato y el periodismo en novela, pero, ¿hasta qué punto no llevaba haciéndolo toda la vida, alcanzando su punto más alto en “Lunar Park”?


LUNAR PARK

Su penúltimo libro publicado hasta la fecha es probablemente el que opiniones más diversas ha provocado: para algunos, está a la altura de sus mejores novelas; para otros, no es más que el diario de un neurótico llamado Bret Easton Ellis. Las primeras páginas de la novela sorprenden por su pretendida condición de autobiografía. Son unas veinte hojas llenas de anécdotas contadas en primera persona que van desde su triunfo a mediados de los 80 y sus fiestas de cocaína con Jay McInerney a sus problemas de adicción, matrimonio e hijos.

Solo que Ellis, por supuesto, no está casado ni tiene hijos.

¿Cuánta parte hay de verdad en lo que cuenta el autor en ese principio a tumba abierta y cuánto hay de coqueteo, de contar lo que cree que el lector quiere oír? Imposible saberlo. Ahí lleva Ellis la similitud entre persona y personaje al extremo, por supuesto, haciéndose indistinguibles. Alguien hablando sobre ese alguien. La narrativa de uno mismo. Omito detalles, exagero otros. ¿Quién puede saber qué hay de cierto? En su círculo privado eso ya sería complicado pero en un best-seller internacional que recoge la vida de un personaje que ha sido objeto de todo tipo de rumores, algunos enloquecidos, resulta casi imposible. Alguien tendría que sacar un libro comentando las 20 primeras páginas de “Lunar Park” y aun así tendríamos dudas de si ese segundo autor no nos está engañando también.

En las entrevistas que siguieron a la publicación del libro, el autor aseguró que Patrick Bateman era en realidad su padre, que le pegaba de pequeño, luego afirmó que el personaje solo estaba basado en sí mismo y que lo de su padre había sido una excusa y finalmente declaró que Patrick Bateman, era, sin más, Wall Street.

La idea de que la autobiografía en realidad es una ficción más no es nueva en la obra de Ellis, ya lo hemos comentado antes. El primer brote de bipolaridad remite a Sean Bateman y su hermano Patrick así como a sus confusas reflexiones sobre sí mismos. Clay probablemente nunca se habría planteado algo así en “Menos que cero” y por eso queda raro que lo haga en “Suites imperiales”. El que da un paso adelante es Victor Ward, el protagonista de “Glamorama”. Victor es un modelo que vive rodeado de celebridades y mundos artificiales. Es terriblemente guapo y a la vez superficial hasta que es captado por una red internacional de modelos terroristas que secuestran aviones y los estrellan.

En serio, ese es el argumento. Y está escrito antes del 11-S, en esa década de ideas de bombero que fueron los 90.

Victor es perfectamente intercambiable. Parte de la trama se basa en su intercambiabilidad: rubio, bronceado, alto, dientes blancos… es un canon, sin más. Como él hay otros cien aspirantes a modelo o a amante de un día de cualquier ricachón o ricachona, por ejemplo, el propio Ellis. Este concepto de la intercambiabilidad está en “American Psycho”, por supuesto, pero la aceptación de que ese es su papel en la vida pertenece en exclusiva a Victor. Patrick Bateman deseaba ser especial a toda costa. Victor Ward se limita a entender que es un actor, que todo lo que le pasa de alguna manera está dirigido por otra persona y que solo puede pretender quedar bien en el siguiente plano, la sonrisa intacta.

“Glamorama” es una novela extraña. La más extraña de Ellis con diferencia. Publicada en 1998, durante demasiadas páginas no es sino una sucesión de nombres de famosos, una especie de Guía Zagat de quién pinta algo y quién no en Estados Unidos. Empieza con una gran fiesta a la que están invitados Pedro Almodóvar y Antonio Banderas y termina como el rosario de la aurora. He de reconocer que a mí me gustó mucho, más que “Lunar Park” desde luego, pero reconozco que la novela exige una cierta paciencia.


El hecho de que el argumento como tal sea un disparate y que Ellis reconozca que el proyecto es anterior a “American Psycho” viene a confirmar la sospecha de que el libro no es sino una excusa para dar una vuelta de tuerca a su concepción estética del mundo. Ahora, no solo las consecuencias de los actos son estéticas –en ese sentido, la versión cinematográfica de “American Psycho” es brillante precisamente porque va al grano, es decir, a la imagen- sino que el acto en sí no existe, solo es una grabación de un equipo de vídeo que no vemos jamás o que solo el protagonista intuye.

Durante páginas y páginas te preguntas si Victor Ward es un esquizofrénico o si tú eres el idiota que no se está enterando de nada. Si en las anteriores novelas de Ellis, la vida, esencialmente, era música –canciones de Boy George, conciertos de Bono- a partir de aquí la vida es cine, la vida es un guion, un simulacro visual, una representación. No hay nada verdadero, todo es difuso. Ni que decir tiene que el abuso de esa idea en sus últimas novelas no me parece un gran acierto. Suena reiterativa.

Interesante, de acuerdo, pero reiterativa.

LA NARRATIVA DEFINITIVA: LA NARRATIVA DE CLAY

Cuando se publicó la noticia de que Bret Easton Ellis preparaba una segunda parte de “Menos que cero”, su primera novela, a todos sus lectores nos invadió una doble sensación de excitación y miedo. Excitación porque hay un cierto consenso en que esa primera novela, pese a sus evidentes carencias, ya contiene todo el universo visual y estético que llenaría después la obra de Ellis, con ese atractivo ochentero y nihilista que llevó a José Ángel Mañas a imitar su estilo de manera más o menos declarada en su “Historias del Kronen”, un libro que, por cierto, como mantenía el propio Manuel Vázquez Montalbán, tampoco estaba tan mal y que se llevó muchas más tortas de las que se merecía, en parte porque quien lo adaptó al cine no se había enterado de nada.

El miedo tenía que ver con aquello de que “segundas partes nunca fueron buenas” y por un hecho innegable: la historia de Clay ya estaba cerrada. Uno no podía imaginarse qué más se podía contar sobre Clay que no se hubiera contado en la narración de esas dos semanas de Navidad en Los Ángeles. Como escribí al principio del artículo, “Menos que cero” no pretendía ser sino un ejercicio de clase en la facultad escrito precisamente durante unas vacaciones del autor y la cosa se le fue de las manos. Si Ellis decide rescatar a Clay es porque cree que hay algo más que contar de él y el mundo que le rodea, pero resulta complicado creerle: Clay se ha convertido en guionista y trabaja para Hollywood. ¿Les suena? Se enamora de mujeres bellísimas y complicadas que le llevan por el camino de la amargura. Coquetea con la homosexualidad. No tiene ninguna clase de sentimiento hacia los demás más allá de una especie de paranoia ensimismada y ataques continuos de autocomplacencia.


En definitiva, Clay es poco más que el Bret de “Lunar Park”: un desquiciado echado a perder que escarba en su pasado de manera casi psicoanalítica para saber qué demonios fue mal y cuándo empezó la decadencia… salvo que la conclusión a la que llega en 2010 –inimaginable en 1985­- es que todo había sido decadencia siempre. La narrativa de uno mismo acaba arruinando la novela porque Ellis se aleja de su minimalista “muestra, no expliques” para perderse en explicaciones constantes, en un hombre que intenta averiguar todo lo que pasa a su alrededor con el agravante de que no lo consigue, precisamente, porque es un lunático.

Lo que tienen en común los personajes de Clay y Bret es que ya no son intercambiables. Ninguno de ellos es Victor Ward, sino dos hombres con miedo a perder lo que tienen. Eso aparecía de soslayo en los libros anteriores pero el torrente de seguridad de sus jóvenes y guapos personajes les hacía olvidar la posibilidad de que sus actos tuvieran consecuencias. Ahora, tenemos a dos protagonistas que sí temen perder a la mujer que quieren o a sus hijos y que son conscientes de alguna manera de que la policía del karma va a ir tras ellos. Su vida es huir sin saber adónde. Ese frenesí constante de las digresiones que llenan los libros, en mi opinión, no ayudan.

Ahora bien, lo que sí son indiferenciables son el autor y el personaje, de nuevo. Rescatar a Clay para convertirle, a él también, en Bret Easton Ellis, era una nueva vuelta de tuerca dentro de la narración de uno mismo. El propio Ellis me lo confesó en la famosa entrevista en el Hotel Villa Magna: “El libro parte de una experiencia personal, de una traición que le hice a un amigo”. ¿Es eso verdad? Imposible saberlo por las razones arriba apuntadas: Ellis es su personaje incluso cuando da ruedas de prensa, nunca hay algo así como una persona llamada Bret Easton Ellis de la que podamos esperar veracidad alguna.

Según la teoría de Ellis, Clay sería la redención de Bret, sin más. Una extensión de sus propios problemas. Ensimismamiento absoluto. Volviendo al principio, hay que reconocer que Clay es perfectamente consciente de que no es sino una extensión de Bret y, como buen actor/personaje, intenta complacerle dentro de lo posible.



ESTÉTICA Y ÉTICA. FICCIÓN Y REALIDAD

La narrativa de uno mismo es algo apasionante en la realidad. Si no lo fuera, el psicoanálisis no habría cosechado tal éxito especialmente a partir de los años 60, cuando invadió Estados Unidos. Necesitamos hacer un relato de nosotros mismos que sea coherente, que incluya algún tipo de introducción, nudo, giro y desenlace. Todo tiene que tener sentido, todo es consecuencia de una causa.

Obviamente, ese relato, esa narración que construimos y en la que englobamos nuestros miedos, nuestras aspiraciones, lo que queremos aparentar y lo que tememos que se nos eche en cara, no suele ser veraz. Puede que verosímil pero veraz en absoluto. Lo curioso es que cuando entra en el terreno de lo verosímil –esto es, en el terreno de la ficción- resulta aburrido porque se ha perdido el juego. Jugar a ser Bret Easton Ellis delante de un grupo de aspirantes a biógrafos de Bret Easton Ellis tiene un punto de seducción y de misterio que le rodea de un aura especial. Jugar a descubrir quién es de verdad Bret Easton Ellis en una serie de novelas sobre sí mismo, disfrazado de distintos “alter egos” solo funciona si hay algo más. Lo había en sus primeros libros, no lo veo tan claro en los dos últimos, en los que en ocasiones roza el solipsismo.

Si aceptamos que escribir es transmitir, comunicar… y aun teniendo en cuenta, por supuesto, que el mundo interior del autor pueda estar presente en los actos de sus obras, lo cierto es que los últimos libros de Ellis abusan de una falta de comunicación con el lector al menos en lo que tienen de obsesivo, contando con que esa obsesión no parte del personaje sino de la persona que escribe sobre el personaje.

Si es que esa distinción, en la literatura de Ellis, puede hacerse.

Me temo que no.

Sevilla, estrena perspectiva

UN NUEVO HORIZONTE SE ABRE ANTE LOS OJOS DE LA CAPITAL HISPALENSE. LO DE SIEMPRE Y LO ÚLTIMO SE CRUZAN ARMÓNICAMENTE EN UNA SEVILLA QUE HA EXPERIMENTADO EN ESTOS AÑOS UNA TRANSFORMACIÓN URBANÍSTICA Y CULTURAL TAN PROFUNDA COMO LA DE 1992. LA CIUDAD PIDE ATENCIÓN. SOLO HAY QUE EJERCER LA CURIOSIDAD Y SABER MIRAR MÁS ALLÁ.

Sevilla La cartuja

Levantada por la enigmática civilización de tartessos. Arrasada por los cartaginenses. Reconstruida por los romanos. Invadida por los musulmanes... Los pueblos y culturas que han pasado a lo largo de las centurias por Sevilla han dejado tras de sí una fértil herencia sobre la que se dibuja la ciudad del presente, una capital que ha querido también impregnarse del siglo XXI. Imponentes hitos arquitectónicos, como el rompedor Metropol Parasol o la futura Torre Pelli, que ya echa raíces en La Cartuja, y vanguardistas citas culturales, como el Festival de Cine Europeo o la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo (BIACS), han dibujado el nuevo rostro de una urbe que, sin querer perder de vista su duende, no se resigna a ser conocida exclusivamente por sus fiestas, su folclore y su rico patrimonio histórico.



Vitoria, con mucha discreción

A LA CAPITAL ALAVESA LE SOBRAN ARGUMENTOS PARA PRESUMIR: SUS EXCELENTES SERVICIOS, LA SUCULENTA COCINA, UNA ELEGANCIA INNATA PARA MEZCLAR PASADO Y FUTURO O LA DESIGNACIÓN COMO CAPITAL VERDE EUROPEA 2012 SON ALGUNOS. SI QUISIERA, TAMBIÉN PODRÍA ALARDEAR DE LA CANTIDAD DE VISITANTES QUE SE ENAMORAN DE ELLA CADA AÑO. PERO NO LO NECESITA. Y AHÍ RESIDE SU ENCANTO.


Vitoria
En la última visita a Vitoria, los vecinos de barra hablaban del precio de la patata alavesa. Eso me hizo recordar que a sus habitantes, para tacharlos de provincianos, se les llama “patateros”. Envidia, sin duda, porque a la capital de Álava le sobran los argumentos para echar por tierra esta burla. Por ejemplo, según un estudio de la Unión Europea, se encuentra entre las 10 ciudades europeas con mejor calidad de vida. Esto se debe, entre otros motivos, a sus innumerables parques y jardines, lo que le ha valido ser designada Capital Verde Europea 2012, y a su bajo índice de paro, todo por la pujanza de sectores como el aeronáutico. Y ojo, su patata es de las que no se desintegra al cocerla. Deliciosa.



JAVIER CANSADO: “LOS HUMORISTAS SON MINUSVÁLIDOS SOCIALES Y SEMIDIOSES"

 

Diez de la mañana en el madrileño barrio de Moncloa, cielo despejado y un sol radiante que invita a los jóvenes con carpeta que surgen del intercambiador de autobuses a saltarse las clases. Javier Cansado tiene tres planes para antes del almuerzo: recibirnos en su casa, saldar una deuda de céntimos con el kiosquero y pedalear esquivando a los peatones que invaden el carril bici de Ciudad Universitaria. Confiaba en encontrarle con algunos de los llamativos tirantes que luce semanalmente en “Ilustres ignorantes”, pero lleva un chándal un poco menos fotogénico. Por lo visto esos tirantes no están en su armario, son cosa del estilista de Canal +. Y añade un detalle austero: “Llevo tres años en el programa con los mismos pantalones. Hasta que no se rompan no los cambio”.


Aunque ahora viva en un piso enorme en el que los más de 50.000 soldaditos de su colección tienen habitación propia, se crió en un ambiente bastante más humilde, el de Carabanchel. Por aquel entonces él dormía en la parte de abajo de una litera encajada en un nicho que anteriormente había sido el cuarto del retrete.  La clientela del bar “Reyes” acabaría inspirando dos de los personajes más queridos de Faemino y Cansado, ese par de vividores pegados a un coñac en copa de balón llamados Arroyito y Pozuelón. “Estaban inspirados en personas reales del barrio. En el bar de mis padres había mucha gente de esa que habla mucho de todo pero que no tiene ni idea de nada; personas que se atreven con cualquier tema, como si fueran tertulianos de la radio. Me encanta la idea de esas personas brutas y simpáticas que han oído campanas y no saben dónde”.

“MI MADRE ERA UNA VACILONA”

Las calles de Carabanchel en las que creció ya no existen, los terrenos fueron expropiados para construir la autopista A-42 y el Parque del Sur. A pesar de haber vivido en un barrio duro en el que varios vecinos acabaron en la cárcel o muertos por sobredosis, recuerda su infancia con respeto y con cariño.”En mi casa siempre había ambiente de fiesta, a mi padre le gustaba mucho hacer bromas y mi madre era una vacilona; nos reíamos mucho, las comidas eran muy divertidas. Era gente de barrio muy primaria, sin formación pero con inquietudes y con un sentido del humor brutal. Nos inculcaron la idea de estudiar e hicieron muchos esfuerzos para que yo pudiera ir a la Universidad”.

Javier Cansado padece el síndrome del empollón saciable. Tras tres años en Química saltó a Psicología, y en cuarto curso volvió a perder la vocación: “Tampoco es que me viera a mí mismo con una bata en una consulta, es que me parecía una fuente de conocimiento muy interesante”. Ahora se matricula de asignaturas sueltas de Historia en la UNED (este semestre descansa), pero lo que de verdad le apasiona estudiar es el humor. De hecho, le gusta definirse como entomólogo del humor, no tanto por  la parte de atravesar insectos con un alfiler como por la de establecer un estudio pormenorizado de la risa: “El humor es una necesidad del ser humano para relacionarse. Las personas ricas, con mucha seguridad en sí mismas y con éxito social no son cómicos, ¿para qué van a serlo? Todos los cómicos que he conocido utilizan el humor como una especie de autodefensa, de catarsis de su inseguridad. Los humoristas son minusválidos sociales, ¡pero también son semidioses!”.

La risa muda de Javier Cansado es muy contagiosa, él disfruta mientras cuenta sus propias ocurrencias y muchas veces se toma unos segundos para terminar de reírse de lo que solo él sabe que viene a continuación. Esta actitud contradice abiertamente esa norma no escrita del humor que advierte: uno nunca se ríe de sus propios chistes. A él, sin embargo, le funciona. “Cuando Carlos (Faemino) y yo empezamos en la calle teníamos interiorizado lo de que un humorista nunca se ríe de sus chistes, pero lo pasábamos fatal porque teníamos que estar aguantándonos la risa todo el rato. Carlos es muy improvisador, hace muchos gestos,  yo no podía mirarle porque me daba la risa y nos acababa doliendo la tripa. Hasta que un día dijimos: las convenciones están para romperlas, si la convención del humorista es que no tiene que reírse, pues que quien quiera que la respete y quien quiera que no. Y a partir de entonces lo de reírnos se convirtió casi en una impronta nuestra.

Aunque Faemino y Cansado formen parte de la historia del humor español, cuando iban a la Facultad no se habían planeado hacer carrera en la comedia; simplemente, actuaban. Es más, no cerraron su nombre artístico hasta que les llamaron para una entrevista en Radio Juventud. Lo de “Faemino” surgió segundos antes de entrar en el aire: “Era lo que ponía en la máquina de café de la sala de espera, Carlos lo vio y dijo: <<Aquí está mi nombre>>”. Después de esa entrevista, a Ángel Javier Pozuelo Gómez se le empezó a conocer como Rudy Cansado.“Rudy porque me sonó bien (¡qué bonito, Rudy!) y Cansado porque en aquella época yo era el que me quería ir siempre a casa. Íbamos a la calle, hacíamos tres pases de veinte minutos y yo ya me quería volver; era Carlos el que tiraba de mí y decía: <<¡Uno más, uno más!>>. Ahora es al revés, yo soy el que no para de trabajar, pero por aquel entonces el mote sí reflejaba mi actitud”.

“ACTUAR EN LA CALLE ERA UN ACTO DE LIBERTAD TOTAL”

En esa época callejera y sin contratos ganaban lo suficiente como para poder pagarse las copas, aunque al público que les rodeaba en el parque del Retiro le decían que era para cosas más sofisticadas. “Pedíamos dinero para comprarnos un Jaguar, para comprarnos un Porsche, para irnos a estudiar teatro a Oxford…”. Javier Cansado define esos tiempos en términos de libertad absoluta en la que, por no haber, no había ni ataduras con el público. “La ventaja de actuar en la calle es que no tenías ninguna responsabilidad. Por ejemplo, a veces pasaba que hacías un corro de gente y veías que la gente no respondía, que no se reían, y entonces decíamos: <<Bueno, señores, vamos a dejarlo que no hay compenetración>>. Claro, eso es impagable, estar actuando y que de repente digas no me gusta el público, hala, fuera. Ellos, por su parte, se paraban a verte si les apetecía, se marchaban cuando se cansaban y te pagaban lo que querían. Era un acto de libertad total”.

Ahora no necesitan anunciar sus escasas actuaciones porque tienen un público fiel que les conoce y les busca, Faemino y Cansado llevan muchos años llenando salas y teatros sin necesidad de recurrir a la publicidad, pero no siempre estuvieron tan sobrados de aforo. “Una vez fuimos a un pase de 15 minutos en el Rincón del Arte Nuevo de Madrid, llegamos y solo había una pareja morreándose. Bueno, pues dejaron de interaccionar entre ellos, se rieron y hasta aplaudieron. Bien mirado, fue un éxito”. En otra ocasión se encontraron el Teatro Principal de Santiago completamente desangelado; en total se habían vendido ocho entradas y el público estaba disperso en diferentes asientos, en función del precio que había pagado cada uno. El gerente les ofreció juntarlos a todos en el patio de butacas para que el dúo se sintiera más arropado durante el espectáculo, pero Faemino se negó: “Los del gallinero han pagado 100 pesetas, ¡que se queden arriba!”.

“TENGO MI ‘CHAMANA’, PERO NO HE DEJADO DE TOMAR ASPIRINAS”

Mientras la fotógrafa le retrata en la cocina, Javier nos recomienda cuidar nuestro hígado bebiendo a diario infusiones de hojas de boldo, una planta chilena “repugnante, pero necesaria”. Antes le había preguntado por la llamativa evolución de chico de Carabanchel a consumidor de raíces y defensor de las medicinas alternativas. “Yo cambié mi planteamiento medicinal hace veinte años. Tenía un problema en la rodilla y me moría de dolor, era espantoso. Me hicieron varias resonancias magnéticas y siempre me decían que no tenía nada, pero yo seguía con ese dolor que me invalidaba totalmente. Dos años más tarde fui a un osteópata que me dijo que tenía un poco descolocada la cadera, lo que provocaba que me doliese un nervio de la rodilla. Me colocó la cadera y yo salí andando perfectamente de la consulta. A partir de eso, pensé: hay otra manera de encarar las cosas. Mi hija mayor tenía un problema en la piel, la llevé a un médico coreano y se lo curó. Paulatinamente empecé a interesarme en este mundo y ahora soy un adalid de la medicina alternativa. Me gusta estar abierto a todo, a mis niños los he tratado con aleopatía -medicina convencional- y homeopatía. No soy un talibán, ni soy excluyente: tengo mi “chamana”, pero no he dejado de tomar aspirinas.

En la era de LinkedIn, Javier Cansado reconoce que nunca en su vida ha redactado un Curriculum Vitae. Si ahora le diera por rellenarlo no solamente encontraríamos referencias de la televisión (“Cajón desastre”, “El orgullo del tercer mundo”, “Ilustres Ignorantes”) y de la radio (“La Ventana”, “A vivir que son dos días”), sino una experiencia laboral más amplia que incluye haber trabajado como camarero, conserje, telefonista en una empresa informática, profesor de Matemáticas o guardia jurado. Una de las frases míticas de Faemino y Cansado es la de “esto lo hacemos solo por la pasta” y, de tanto repetirlo, al final se montaron en el dólar. A pesar de que Javier Cansado reconozca que no tiene más lujo que su equipo de música e insista en que viste con dos vaqueros, con los demás sí es más espléndido: “Yo soy una persona muy austera, pero a mi familia lo que le haga falta”. Y reconoce que lo mejor que le ha dado el dinero ha sido despreocuparse. “En el mercado de la Paz han abierto una carnicería preciosa con productos del mundo entero, yo voy allí a comprar y no miro lo que vale, eso es delicioso. Cuando me emancipé tenía que ir a comprar con 300 pesetas, andar comparando precios y pensar mucho en cómo gastarlas. Que conste que he sido igual de feliz antes que ahora, pero lo maravilloso que me ha dado el dinero ha sido poder olvidarme de él”.

Bajamos a la calle y pasamos por delante del banco de madera donde le gusta sentarse con su mujer para cuchichear comentarios sobre los viandantes, exactamente igual que Woody Allen y Diane Keaton en “Annie Hall”. Javier Cansado reconoce que “ser cabrón mola; o sea, como planteamiento vital hay que hacer el bien, pero ser cabrón tampoco está mal, ¡sin hacer daño a nadie!”. Tomamos las últimas fotos y nos despedimos habiendo sido testigos, por cierto, de que la deuda con el kiosquero ha quedado definitivamente saldada.

Girona

 

En la ciudad al margen

CON UNO DE LOS MEJORES CONJUNTOS HISTÓRICOS DEL PAÍS Y UN ALTO NIVEL DE VIDA, LA EQUILIBRADA Y DINÁMICA GIRONA ESPERA A QUE LA DESCUBRAN. Y LO HACE SOSEGADAMENTE: QUIZÁ PORQUE, TRAS VERLA, CUALQUIER HALAGO SE QUEDA CORTO.

Girona

Parece estar siempre en un segundo término. Cuando se habla de Barcelona, la capital del turisteo desbordado, Girona es tan solo una nota al pie. Dalí no la apuntó entre los lugares elegidos para su creación y vida, y la ciudad quedó marginada de sus sueños pictóricos y galanteos. Mientras los mejores capítulos de la Costa Brava se escriben en Roses, Ampùries o Lloret, Girona, en medio (y al margen) de todos, ha hecho de la necesidad virtud para convertirse en una imbatible alternativa tanto para vivir muy bien, ya que está entre las ciudades con mejor y mayor nivel de vida de España, como para la cultura, tal y como lo demuestran su festival de teatro Temporada Alta o el de Músicas Religiosas del Mundo, entre los más reconocidos del país. Aunque si de algo es alternativa es del buen gusto. Compruébelo dando un paseo por su Barri Vell o Call Jueu, uno de los barrios judíos mejor conservados del mundo; su muralla carolingia, la más extensa de Occidente; su Museu del Cinema, con una de las colecciones más interesantes internacionalmente...

El arte está en la calle

 

OBLIGADA A RENACER DEL PASTO DEL FUEGO, LA CIUDAD DEL VIENTO CRECIÓ REINVENTÁNDOSE. ESTA “URBE FRENTE A UN LAGO”, COMO LA DEFINE EL ESCRITOR DAVID MAMET, SIGUE CAMBIANDO CON LOS AÑOS. SUS PARQUES, EDIFICIOS, FESTIVALES Y BARRIOS DAN FE DE ELLO. SOBRE TODO EN VERANO.

arte chicago
Chicago no sería lo mismo sin su inmenso lago, el Michigan. Frente a él se ha construido un envidiable paseo marítimo (lakefront) de casi 42 kilómetros de largo, formado por parques, muelles, embarcaderos, carriles bici y más de 30 playas públicas. Y la ciudad tampoco sería concebible sin “el gran fuego”, un devastador incendio que en 1871 arrasó media ciudad. Si el agua fue la razón por la que los primeros habitantes se asentaron en la zona (hoy son tres millones), el fuego fue el incidente que llevó a la ciudad a reinventarse buscando nuevos materiales resistentes a las llamas, como el hierro y el acero. Así fue como se construyó, en 1885, el primer rascacielos (el Home Insurance Building) y como empezaron a gestarse algunos de los barrios de inmigrantes, como Little Italy o Greek Town. Chicago supo reinventarse en más ocasiones: lo hizo a lo largo de los convulsos años veinte, en los que Al Capone y sus secuaces camparon a sus anchas, y también después del crack de 1929. Todo ello se palpa, aún hoy, en la Ciudad del Viento.



Nueva Zelanda - El paraíso que todos quieren


MUCHOS SUEÑAN CON CONOCER EL PAÍS MÁS ALEJADO DE ESPAÑA. SU NATURALEZA SALVAJE, LA VIDA RELAJADA DE SUS HABITANTES Y LA PROMESA DE UN TURISMO SELECTO Y DIFERENTE DIBUJAN ESCENARIOS DE FANTASÍA. EL MUNDIAL DE RUGBY DE ESTE AÑO REDONDEA LA TENTACIÓN.

Hagamos una prueba. ¿Qué es lo primero que se le pasa por la cabeza si le nombran a la trilogía de películas de El Señor de los Anillos? Exacto: Nueva Zelanda. Evocar estas películas implica una ristra de flashes de bosques pantanosos, montañas de cuento infantil, volcanes profundos y valles tapizados en menta. En términos románticos, esto es la magia del cine. En términos comerciales, una de las campañas turísticas más efectivas de los últimos tiempos que, con cubo de palomitas en mano y previo pago de una entrada, se tradujo en un aumento del turismo durante los meses siguientes al estreno de cada título para conocer los escenarios en los que se recreó el universo imaginado por J. R. Tolkien.


Cádiz, modernidad milenaria

 EL CUMPLEAÑOS DE LA CONSTITUCIÓN HA SORPRENDIDO A ESTA CIUDAD LEGENDARIA INMERSA EN UNA POTENTE RENOVACIÓN CULTURAL. DOS SIGLOS DESPUÉS DE LA PEPA, LA URBE REVISTE SU AÑEJA FACHADA DE CONTEMPORANEIDAD Y VANGUARDIA.

Cádiz es una ciudad legendaria digna de ser paseada. Y allí los viejos, por sabios, y por paseantes, recomiendan hacerlo, siempre que se pueda, con viento portante. Es decir, con Eolo al lomo, entrando por el cogote. Dos vientos combaten como titanes en las milenarias calles gaditanas: Levante y Poniente. Una pugna que llegó al escenario del Falla en 1997, donde Antonio Martín, en su comparsa Los Buscavidas, incluyó un pasodoble que decía: “Cádiz es mujer con dos novios prendaos de su talle y están por sus huesos locos el Poniente y el Levante. Ninguno quiere que el otro le ronde sus calles. Vientos del amor, por las esquinas y azoteas la requiebran y esa novia pela la pava con los dos, ay, los enamora, los enamora, los enamora…”

Almería, el milagro del Sur

 

ENTRE PLAYAS VÍRGENES Y RESTOS ÁRABES, AMBIENTADOS POR UN OCIO DE CINCO ESTRELLAS, SE PONEN EN PRÁCTICA LAS TECNOLOGÍAS AGRARIAS MÁS MODERNAS. UN MILAGRO DISPUESTO A RECIBIR MÁS VISITAS DEL PROGRESO.

La llegada en tren, sobrevolando los barrancos de la Sierra de los Filabres, los desiertos de Tabernas y los naranjos de la vega del río Andarax, da una idea precisa de las distancias, advirtiéndonos de que Almería, en efecto, tiene algo de isla. Rodeada de agua y cerros, esa suerte de insularidad ha contribuido al mantenimiento intacto de su carácter y su patrimonio natural tal y como demuestra el Parque del Cabo de Gata-Níjar, la mayor extensión de costa virgen de España.



La Batuecas-Sierra de Francia

 

El valle de los secretos perdidos

ENTRE SALAMANCA Y CÁCERES EMERGE ESTE PARAJE PRÁCTICAMENTE IGNORADO DURANTE SIGLOS. EL ESCRITOR GUSTAVO MARTÍN GARZO PONE PALABRAS A LAS IMÁGENES DE UN MUNDO POR DESCUBRIR.


Una antigua leyenda de la India nos recuerda la existencia de un río misterioso y contradictorio, donde todo se mezcla: lo delicado y lo deforme, lo tierno y lo cruel. Es el río Puraná y, en su término, su caudal se vuelve circular y comienza a hervir. No es el río que canta Jorge Manrique cuyas aguas van al mar de la muerte, sino el río que lleva al paraíso. Un río circular que nos devuelve lo que habíamos perdido. La poesía tiene que ver con ese río que regresa. Es ver partir lo que amamos, pero sintiendo que puede regresar; algo que desafía la razón, ¿pues cómo un río puede devolvernos lo que se llevó? Sin  embargo, esperamos que lo haga, y así todo florece, porque “donde tenemos razón no crecen las flores”. El hermoso río de Francia que cruza hirviente el municipio de Las Casas del Conde me recuerda esta vieja leyenda.

 

La Toscana

 Colección de tentaciones

ES SINÓNIMO DE LA BELLEZA MÁS REFINADA, ROTUNDAMENTE INCONTESTABLE. CUNA DEL RENACIMIENTO, POR LAS CARRETERAS QUE SERPENTEAN ENTRE SUS COLINAS PESPUNTEADAS DE PUEBLOS MEDIEVALES Y OLIVOS DESCUBRIMOS POR QUÉ ESTA REGIÓN ITALIANA ES UN REGALO PARA TODOS LOS VIAJEROS.


¿Queda alguien que no sepa, aún sin conocerla, que la Toscana es uno de los lugares más bellos del mundo? Si, al igual que en los tebeos, fuera posible elegir un superpoder, muchos de nosotros pediríamos el de parpadear y aparecer sentados en la terraza de una villa toscana, con una copa de Chianti joven, contemplando esos tapices ajedrezados en tonos verdes y ocres que son las colinas de Val d’Orcia. En la Toscana, cualquiera puede sentirse, además de Stendhal, Ulises: la región atesora tal cantidad de belleza, que se engarza en la memoria y los sentidos del viajero, tentándole –como las sirenas a Ulises– a quedarse allí y no regresar al hogar: y es ciertamente imposible no fantasear, estando allí, con tener una vida toscana, disfrutando del dolce fare niente más perfecto que existe: en la definición caben despertarse con el desayuno listo en una villa de San Quirico d’Orcia, una bistecca alla fiorentina en un restaurante de una piazza renacentista de Siena, leer al bardo Dante, contemplar el David de Miguel Ángel o pasear en bicicleta por las murallas de Lucca. Y, claro, siempre conscientes de que nos enmarca un escenario natural formado por colinas pespunteadas de cipreses y olivos, campos de amapola y de lavanda y, también, viñedos que dan algunos de los mejores caldos del mundo. Y es entonces, de repente, cuando las sirenas nos susurran una verdad inmutable, eterna: ¿no te mereces, viajero, la cuna del Renacimiento?




Ses Salines - El color de las baleares

ENTRE IBIZA Y FORMENTERA SE DESPLIEGA UNA SINFONÍA VISUAL DONDE LA SAL ADQUIERE UN VALOR DOMINANTE. ES EL PARQUE NATURAL DE SES SALINES, UN ENTORNO EN EL QUE CONVIVEN COMUNIDADES VEGETALES Y ANIMALES ENDÉMICAS EN UN ECOSISTEMA SIN COMPARACIÓN. EL ESCRITOR BENJAMÍN PRADO NOS INVITA A SUMERGIRNOS EN SUS SECRETOS.

Los pájaros cosen el cielo a la tierra en Ses Salines, y las numerosas especies que viven en la reserva o que llegan a ella a anidar convierten ese espacio mágico, que es una importantísima estación migratoria, en una extraordinaria antología de aves y vuelos. Arriba, una cigüeñuela (Himanpotus Himanpotus), una de las 210 especies de aves catalogadas en el parque. Otra de sus riquezas, las salinas, no es la que le da nombre por casualidad: es su principal patrimonio desde los tiempos de los cartagineses, fenicios y romanos, que ya las explotaban en la antigüedad, igual que se sigue haciendo hoy en día. La hermosura blanca y rosa de las salinas, que parecen colonias de la Luna en la Tierra, es extraordinaria y une la economía sostenible con la belleza paisajística.




Sierra de Tramuntana - Patrimonio Natural

 

ESTA SIERRA CONSTITUYE EL NERVIO MONTAÑOSO DEL EXTREMO ESTE DE LA ISLA DE MALLORCA. DECLARADA POR LA UNESCO PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD, SE HALLA SALPICADA DE ENTORNOS ESPECTACULARES Y RAREZAS. EL ESCRITOR AGUSTÍN FERNÁNDEZ MALLO NOS MUESTRA SU PAISAJE DE ADOPCIÓN.


Paisajes de la Sierra de TramuntanaDiseminadas por la sierra, cabañas de piedra sin adobe, poxos d´olivar, sirven de refugio a animales y ganado. Algunas están protegidas desde 1993, con categoría de monumento. El ginebró (enebro rojo, junipero oxycedrus) es un arbusto cuyo fruto los lugareños utilizan para elaborar licores (arriba). Se usa también como especia para los platos de carne. En Flora mediterrània occidental, de Rafael Genestar Serra, primer texto taxonómico completo de las plantas de baleares, se dice que es diurético, tónico y anti anémico. El madroño (abustus unedo) es otro arbusto bien conocido en la sierra, usado para curtir pieles y hacer mermeladas (abajo). Según Genestar Serra, es astringente y antiséptico. Comido directamente el fruto, y en grandes cantidades, emborracha.







La Albufera - Tesoro húmedo

 EL PARQUE NATURAL DE LA ALBUFERA, A 10 KILÓMETROS DE VALENCIA, CONSTITUYE UNO DE LOS HUMEDALES COSTEROS MÁS REPRESENTATIVOS Y VALIOSOS DE LA CUENCA MEDITERRÁNEA. LA ESCRITORA LUCÍA ETXEBARRIA , VALENCIANA DE CUNA, NOS EXPLICA LA NECESIDAD DE SEGUIR PROTEGIENDO SU ENTORNO.

OBJETIVO: PROTECCIÓN Cuatro factores que amenazan seriamente la Albufera: la contaminación por residuos domésticos e industriales, plaguicidas y abonos; la colmatación –la Albufera se está llenando de tierra por los sedimentos que aportan los barrancos y acequias, algo que se podría solucionar plantando árboles autóctonos para que el terreno sea más resistente a la erosión, evitando así que la lluvia arrastre la tierra hasta el agua–; las alteraciones y ocupaciones físicas del territorio por parte de urbanizaciones, edificios y explotaciones agrícolas que usan abonos químicos y pesticidas; y por último, el furtivismo. Los cazadores ilegales no respetan a los animales protegidos ni sus áreas de refugio. Ni siquiera durante las vedas, una seria amenaza para las múltiples especies de aves de la Albufera.



Enrique Baquedano "Si fuéramos neandertales también iríamos a la Luna"

EXPERTO EN EVOLUCIÓN DE LA VIDA EN NUESTRO PLANETA, UNO DE LOS PRINCIPALES PALEONTÓLOGOS ESPAÑOLES RELATA SUS EXPERIENCIAS DE VIAJES A TRAVÉS DEL TIEMPO GRACIAS A LA INTERPRETACIÓN DE LOS FÓSILES.


Viajar mirando huesos no parece un ejercicio sencillo a primera vista. Y, sin embargo, se puede. Lo afirma Enrique Baquedano, arqueólogo y paleontólogo, director del Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares (Madrid) e investigador en yacimientos tan distantes como los
de la Garganta de Olduvai, en Tanzania, o Pinilla del Valle, un filón en la sierra norte de Madrid.

Aigüestortes y lago San Mauricio

 El corazón de Los Pirineos

LA JOYA DE LA PROVINCIA DE LLEIDA, EL PARQUE NACIONAL DE AIGÜESTORTES, POSEE UNA VARIEDAD VEGETAL Y BIOLÓGICA QUE ALCANZA LA MÁXIMA EXPRESIÓN EN ESTA ESTACIÓN. EL ESCRITOR USE LAHOZ NOS DESCUBRE ESTE ENCLAVE DE SU PASADO Y DE SU PRESENTE

En la zona protegida del parque se contabilizan hasta 80 lagos. La puesta en escena del Lago Negro, donde se ubica el refugio Josep Maria Blanch, hace que la vista resbale por el paisaje hasta entrar en el agua. Gracias al rigor preservador, el parque mantiene especies de vertebrados, casi todos aves. Entre ellas destaca la presencia del quebrantahuesos, peculiar buitre que se alimenta de huesos y va a lo suyo, y al que lograremos ver haciendo uso de la paciencia.